A diferencia de otras citas con precios de entrada más abultado, los precios populares del Leyendas implican que la contratación de bandas es también más modesta pero no por ello exenta de calidad. El público sabe a lo que viene y sabe que en un festival difícilmente se ve a todas las bandas, sino que se picotea un poco de cada una. Lo que importa es la experiencia y, en líneas generales, el Leyendas es una experiencia más que óptima teniendo en cuenta la horquilla de precios en la que se mueve. Posiblemente Villena no vea a Iron Maiden o Judas Priest o a Kiss, pero a los asistentes no parece importarles demasiado, pues se lo pasan igualmente en grande.

La 11a edición del festival Leyendas del Rock concluyó anoche con la actuación de Lujuria en los escenarios principales, una de las bandas clásicas que no faltan a ninguna edición del festival.
Desde el miércoles, casi 70 grupos han actuado en cualquiera de los cinco espacios del festival levantino. Dos escenarios principales, uno secundario (el escenario Mark Reale), otro en la acampada (donde actuaron Northland, Hitten, Ciclón y otros) y un escenario en la Plaza Mayor de Villena donde se pudieron ver acústicos de Eluveitie o Gigatron.

Con una asistencia de aproximadamente 10.000 personas por día -con más de 15.000 en la jornada del miércoles, gratuita- el Leyendas se ha vuelto a confirmar como la cita más asequible y abarcable de los grandes festivales de rock duro en nuestro país. Sin grandes cabezas de cartel en su haber pero con una importante carga de nombres respetados en el circuito metalero y bandas de estatura media y media-alta, el Leyendas ha demostrado a lo largo de todos estos años que en España se pueden hacer festivales que no dependan de los grandes nombres de siempre. Así pues, Avantasia, Helloween, Anthrax, Steel Panther, Venom o Tarja fueron algunos de los grandes nombres que desfilaron por los escenarios principales, acompañados de otros más modestos como Equilibrium, Eluveitie, Heidevolk, Pedro Botero, Dare o Flotsam & Jetsam en los distintos espacios del festival.

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Las mejores respecto a la edición previa han sido considerables, especialmente en lo que respecta a la acampada, donde se incrementó la seguridad y donde la separación entre zonas de sol y de sombra ha sido bienvenida por los asistentes. Se mantuvieron aspectos circundantes como la piscina -cuyas entradas volvieron a agotarse- y se mejoró el aspecto visual, con la inclusión de dos grandes pantallas y una realización de video bastante trabajada, con cámaras aéreas incluídas. Falló el aspecto del sonido en algunos casos (mayormente Fear Factory el miércoles y el excesivo embotamiento que sufrían algunas bandas en el Mark Reale) pero cabe decir que a nivel técnico el Leyendas ha mejorado muchos enteros en los últimos tres años.

Los grupos: gran nivel y variedad de géneros

A nivel de bandas, los triunfadores más claros fueron los que se esperaban. Warcry emocionaron al público con su set sinfónico del Miércoles, algo que quieren llevar por varios escenarios nacionales a lo largo de los próximos dos años. Steel Panther provocaron opiniones encontradas por su trato al público femenino durante los conciertos (podéis leer un artículo de opinión al respecto aquí) pero en general divirtieron a la gente y dieron una buena lección de hard rock americano de la vieja escuela. Anthrax fueron la apisonadora de siempre, con un Scott Ian tan enérgico como es habitual en él. Por su parte, de los grupos que tocaron el viernes, Avantasia fueron los claros triunfadores por motivos obvios -sacar a Kiske, Atkins, Lande, Martin, Catley, Sammet y Sommerville sobre un escenario es algo que no tiene competidor posible. Tocaron poco menos de dos horas y emocionaron a Villena con temazos como «The Scarecrow» o «Reach out for the Light». Sin embargo, Skindred y Dirkschneider fueron los protagonistas de una tarde ecléctica donde el hip-hop y el metal se dieron la mano en un festival aparentemente conservador en lo musical que poco a poco va ayudando a abrirle las miras a un sector del público. Barón Rojo también destacaron por su interpretación íntegra del legendario «Volumen Brutal» de 1982, mejorando lo visto en otros festivales recientes pero aún necesitados de seria ayuda en lo vocal.

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En lo que respecta al sábado, los triunfadores fueron muchos. Symphony X demostraron que su visión del progresivo está a años luz de la de Dream Theater a la hora de conectar con el público -que explotó con ellos como con pocas bandas en todo el festival, coronando su set con «Set the World on Fire». Por su parte, Equilibrium llenaron el espacio Mark Reale en lo que fue un aviso de lo esperada que es su inminente gira española. Venom trajeron el fuego y la pirotécnia y fueron una enorme apisonadora en vivo, lo que contrasta con la clásica opinión generalizada de que estos tipos son unos incapaces como músicos. Una banda absolutamente compenetrada, un Cronos lleno de energía y agradecido de volver al Leyendas y un repertorio de clásicos («Countess Bathory», «Black Metal», «In League with Satan») que le voló la cabeza a las aproximadamente 4.000 personas que aún se quedaron a ver su set. Casi las mismas que guardaron fuerzas para el despampanante set de Angelus Apatrida, que parecían determinados a hacerle olvidar al público que acababa de ver a Venom. Y aunque con mucho menos público -apenas 400 enamorados del hard melódico- los ingleses Dare tocaron todos sus clásicos en el espacio Mark Reale y demostraron que el feeling es inherente a ellos. «Raindance» o «Into the Fire» hicieron cantar a un público ansioso de pop-metal ochentero.

El otro festival

El festival se ha desarrollado sin mayores incidentes, excepto la inesperada cancelación de Tokyo Blade debido a la pérdida de vuelos de algunos de sus componentes. El comportamiento del público, en todo momento ha sido muy cívico y era frecuente ver a metalheads de todas las edades coleccionando decenas de vasos de cerveza vacios por el recinto para recibir su merecida recompensa: más cerveza. Una iniciativa muy extendida en otros festivales pero que genera un ambiente simpático y un retorno inmediato para la organización del festival.

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La inclusión de una pantalla en la parte trasera de la torre de sonido e iluminación ha generado una nueva subespecie en el festival, que se ha dedicado a algo así como ver un DVD durante horas, midiendo así las fuerzas frente a los conciertos más esperados. Cientos de personas cenaban o pasaban sus ratos de descanso frente a la pantalla, evitando aglomeraciones ante los escenarios.

Los precios de barra, como era de esperar, se han mantenido muy bajos, aunque la organización ha sustituido la cerveza Estrella Galicia por Budweiser, lo que ha generado algunas quejas del público. No obstante, una zona de bebidas especiales (sin azucar, sin alcohol) ha sido muy bienvenida.

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El aspecto de la restauración sigue siendo uno de los principales problemas del festival, con apenas diez puestos, ante los que se formaban grandes colas en las horas punta y donde la variedad brillaba por su ausencia (pizzas, hamburguesas, patatas y unos ocasionalmente bienvenidos crepes, helados o gofres).
El mercadillo ha sido reubicado en un anexo del espacio Mark Reale, mientras que algunos puestos de mayores dimensiones han permanecido en la zona de conciertos del campo de fútbol. En el espacio que se ha ganado, se ha ubicado una bienvenida grada de descanso para el público, donde hubo mucha rotación de personas y que muchas rodillas castigadas agradecieron infinitamente.

Buena organización

En resumen y a falta de crónicas más detalladas del festival y sus conciertos, el Leyendas ha tenido una organización más que correcta y el público se ha ido, por lo general, muy satisfecho. A diferencia de otras citas con precios de entrada más abultado, los precios populares del Leyendas implican que la contratación de bandas es también más modesta pero no por ello exenta de calidad. El público sabe a lo que viene y sabe que en un festival difícilmente se ve a todas las bandas, sino que se picotea un poco de cada una. Lo que importa es la experiencia y, en líneas generales, el Leyendas es una experiencia más que óptima teniendo en cuenta la horquilla de precios en la que se mueve. Posiblemente Villena no vea a Iron Maiden o Judas Priest o a Kiss, pero a los asistentes no parece importarles demasiado, pues se lo pasan igualmente en grande.