Ser fotógrafo de conciertos y no morir en el intento: tres experiencias
Para tratar las problemáticas alrededor del sector de la fotografía de conciertos decidimos sentarnos a hablar con tres fotógrafos de amplia carrera y experiencia. Ellos son Xavier Mercadé, Jordi Vidal y Javier Bragado. Dos de ellos, con décadas de experiencia y una muestra de la fotografía de la vieja escuela que vivió los buenos momentos de los 80 y los 90, antes de que todo se convirtiera en un simple turno en una fábrica de montaje. El tercero, muestra de la nueva era, donde la presencia en redes sociales magnifica la figura del fotógrafo y lo aleja del anonimato de antaño. En los tres casos, afectados por los cambios que vive de manera clara y directa el negocio de la fotografía de conciertos -si es que tal negocio existe aún a día de hoy.
Una sala cualquiera, un festival cualquiera, un gran recinto cualquiera. Faltan cinco minutos para empezar el show y una fila de sufridos mochileros se sitúa en el espacio que separa el escenario de la zona de público. No, no son los vendedores ambulantes de cerveza que suelen caminar entre el público molestando a todo el mundo. Son un ente desconocido por el gran público pero totalmente instrumental para consolidar la imagen de muchos de nuestros artistas favoritos: los fotógrafos de conciertos. Antaño respetados y cercanos a los artistas, hoy vilipendiados y relegados a esa forma de humillación artística que resume en “las tres primeras, sin flash”.
Y es que, desde que Rush lo introdujesen allá por los años 70, el comando básico para cualquier fotógrafo de conciertos que se precie es ese. Solo se pueden fotografiar las tres primeras canciones (con suerte) y sin flash. Las variantes, no obstante, son infinitas. Pearl Jam dejan hacer fotos durante tres canciones pero debes elegir si desde el lado izquierdo o derecho del foso, sin opción a cambiar de posición. Manowar permiten hacer fotos del primer tema, o bien, de los primeros 30 segundos del primer tema, algo que suele coincidir con los momentos en los que el vocalista Eric Adams aún no ha entrado escena, garantizando así que todas las fotos que se hacen son de Joey DiMaio, su líder y bajista. KISS dejan hacer las dos primeras, pero posan tanto y tienen unas luces tan buenas que el trabajo es más fácil. Otros, como Bon Jovi o Guns N’ Roses envían a la mesa de sonido, donde los fotógrafos deben sacar potentes teleobjetivos para poder capturar algo desde la distancia. Cada concierto es un mundo, cada artista es un mundo y, sin ir más lejos, cada fotógrafo es un mundo.
Hubo una época en la que el fotógrafo se mimetizaba con el road crew de la banda y los seguía sin restricciones allí donde fuese necesario. Profesionales como Ross Halfin, Mick Rock, Robert Ellis, Bob Gruen, Neil Zlozower y otros allanaron el camino para un tipo de fotografía que pese a ser admirada por muchos, se encuentra en lo que probablemente son sus horas más bajas desde la perspectiva profesional. El intrusismo, la democratización del acceso a equipos semi-profesionales a un coste asequible y su procesamiento digital sin coste, el boom de la fotografía móvil y las redes sociales y promotores de conciertos que filtran menos de lo debido (por no hablar de los medios, managers y agencias que no están dispuestos a pagar por una buena fotografía) son algunas de las razones por las cuales el sector no se encuentra en el mejor momento.
Los artistas, principales beneficiados de la cobertura profesional de sus conciertos, también tienen parte de culpa. A menudo, especialmente en el caso de grandes bandas, los fotógrafos reciben contratos leoninos que deben firmar si quieren conseguir su pase de foto. Contratos que le ceden todos los derechos de las fotografías a los artistas a la vez que limitan el uso que el fotógrafo puede hacer de las imágenes. Iron Maiden, Kiss, Guns N’Roses e infinidad de grupos usan dichos contratos para blindarse ante el uso de fotografías no autorizadas en merchandise o ediciones no oficiales. Pero en el fondo del asunto, el problema es otro: los mismos artistas que piden respeto para su arte y lloran por la piratería arrebatan su arte a otros creadores bajo la excusa del control de su propia imagen. En algunos casos, las bandas llevan sus fotógrafos oficiales que proporcionan imágenes a los medios locales -previa aprobación de la banda y el management- mientras que los fotógrafos de prensa son enviados a una plataforma en la otra punta del estadio, garantizando así que el material que consiga sea meramente testimonial. U2 y Muse son claros ejemplos de esto.
Para tratar las problemáticas alrededor del sector de la fotografía de conciertos decidimos sentarnos a hablar con tres fotógrafos de amplia carrera y experiencia. Ellos son Xavier Mercadé, Jordi Vidal y Javier Bragado. Dos de ellos, con décadas de experiencia y una muestra de la fotografía de la vieja escuela que vivió los buenos momentos de los 80 y los 90, antes de que todo se convirtiera en un simple turno en una fábrica de montaje. El tercero, muestra de la nueva era, donde la presencia en redes sociales magnifica la figura del fotógrafo y lo aleja del anonimato de antaño. En los tres casos, afectados por los cambios que vive de manera clara y directa el negocio de la fotografía de conciertos -si es que tal negocio existe aún a día de hoy.
¿Cuando y porqué comenzaste a ser fotógrafo de conciertos?
Xavier Mercadé: Fue en junio de 1984. En aquella época me dedicaba a hacer mis propios fanzines a base de ir a conciertos y hacer copia-pega con fotos sacadas de otras publicaciones. Harto de que mi colección de revistas fueran un queso de gruyere decidí coger la cámara familiar y hacer mi propio archivo gráfico para el fanzine.
Jordi Vidal: Empecé de forma consciente queriendo ser fotógrafo en 1985 y lo hice como continuación a mi pasión por la música y todo lo que está alrededor de ella.
Javier Bragado: En 2008, y fue más o menos de casualidad. Yo había hecho algunos retratos a algunos músicos y a través de Myspace me contactaron de una web y me ofrecieron cubrir algún concierto. La idea me pareció curiosa y acepté, pero sin ninguna intención de continuar, sólo por probar la experiencia. Lo malo que esto al final termina enganchando.
¿Cuál fue el primer artista que fotografiaste? ¿Como fue la experiencia? ¿Como conseguiste la acreditación?
XM: Fue un concierto conjunto de dos bandas locales del underground barcelonés: El Grito Acusador y Ultratruita. ¿Acreditación? Desde el público, tal y como las hice durante mucho tiempo. En estos años sólo buscaba una foto para ilustrar; de cada concierto hacía de cuatro a diez fotos: cada carrete de 36 exposiciones se tenía que amortizar al máximo. Para empezar a rentabilizar más el gasto empecé a usar un laboratorio fotográfico en b/n herencia de mi hermano mayor, muerto en accidente un par de años antes. A partir de aquí se inició mi pasión por la fotografía y empecé a estudiarla en la EMAV (Escola de Mitjans Audiovisuals) a partir del año 1985. La primera acreditación fue en las fiestas de la Mercè de 1985. Simplemente la pedí y me la dieron, no hay más misterio. Al año siguiente se dieron cuenta del error y no me la concedieron. Seguí haciendo las fotos desde el público durante unos años más.
JV: Kevin Coyne en el Midfyns festival en Dinamarca 5 de julio de 1985. Desde el primer disparo supe que eso era lo que quería hacer el resto de mi vida. Yo colaba la cámara en los conciertos. Tuvieron que pasar muchos años hasta que conseguí que alguien me acreditase, pero también tuve claro desde el principio que esto era cuestión de paciencia y perseverancia. Como el aprendizaje de la fotografía: un camino muy, muy largo.
JB: Pues fueron Watain en 2008, en Ritmo y Compás. Como experiencia en si no estuvo mal. Fue divertido. Fotográficamente te puedes imaginar. Un desastre absoluto. De hecho fue tan desastroso que no tenía intención de hacer más conciertos. Me parecía dificilísimo. Sin embargo poco después me ofrecieron hacer Whitesnake en La Riviera. Aquello fue ya otra cosa. En ambos casos la acreditación me la consiguió el medio que me ofreció los conciertos, con lo que no te puedo decir si fue más o menos complicado.
¿En qué momento pensaste que podrías desarrollar esto profesionalmente? ¿Cual fue tu primer trabajo pagado como fotógrafo?
XM: Mi primer trabajo pagado como fotógrafo creo recordar que fue por una foto a El Último de la Fila publicada en el disco “Nuevas mezclas” (PDI, 1987). No recuerdo el importe, pero sí la ilusión de ver una foto mía publicada en un disco, aunque fuese en un rincón del encarte interior. Cuando fui realmente consciente de poder cobrar dinero por mis fotos y encima entrar gratis a los concierto fue hacia 1988-89 cuando entré de colaborador en una efímera revista llamada “Sound”. A partir de entonces intenté no soltarlo colaborando en revistas como “Boogie”, “El Tubo” o “Neon” hasta el año 1993 en que formé parte del grupo fundacional de la revista Enderrock, del cual soy jefe de fotografía.
JV: Desde el primer disparo, la fotografía es una profesión, y estudié muchos años (y sigo estudiando aún) para dedicarme a ello profesionalmente. Acabé la primera parte de mis estudios de fotografía en 1990, y aunque ya hacía años que trabajaba de ello, fue entonces cuando formalicé mi situación profesional (seguridad social, IAE, etc..)
JB: Un par de años después de aquello, después de ver que mi trabajo tenía cierta repercusión, de haber hecho alguna portada y demás, empecé a planteármelo de manera más seria. Mi primer trabajo pagado si no recuerdo mal fue una sesión de fotos con Inordem para su tercer disco.
¿Cuales son las publicaciones más importantes para las que habéis trabajado a nivel nacional e internacional? ¿Como varía el sistema/cantidad de pago de una publicación nacional a una internacional?
XM: Playboy, Rolling Stone o periódicos internacionales, pero todo a través de agencias ya sean nacionales o internacionales. Dónde más cobro es vendiendo fotos de archivo a editoriales, agencias y discográficas.
JV: Me formé como fotógrafo y por tanto he trabajado en muchos campos diferentes de la fotografía, aunque mi primera factura fue por realizar tres bodegones de unos bocadillos. Antes había hecho trabajitos, pero este fue el primero oficial.
He publicado en Ruta66 y Rockdelux aunque mis fotos se publican en muchísimos medios, tanto nacionales como extranjeros, y aquí la lista sería interminable, tanto de periódicos como de revistas especializadas. Respecto al sistema de pago… Formalidad/cantidad, esas dos palabras.
JB: A nivel nacional he trabajado con casi todas las cabeceras de rock, desde la extinta Kerrang, pasando por Metal Hammer, Rockzone, La Heavy, y llegando a formar parte de la dirección de la también desaparecida Revolver. Internacionalmente he colaborado con la edición americana de Revolver, y alguna cosa via Web. Y si, es cierto que fuera se paga más, aunque también depende del medio. Y la competencia fuera es feroz.
¿Es habitual que las publicaciones paguen en España?
XM: Hasta hace no muchos años, sí. Pero parece que cada vez sea menos habitual sobretodo a partir de la crisis de lectores y las bajadas de ventas de la prensa escrita. De la prensa digital he cobrado en muy contadas (y celebradas) ocasiones.
JV: Algunas lo siguen haciendo, la mayoría no. Normal, si nadie las compra.
JB: Es un tema complicado. En teoría las publicaciones impresas de más peso deberían hacerlo, aunque no siempre es así. En las publicaciones online es más difícil encontrar medios con presupuesto para pagar por fotos. Es una pena, pero el negocio de la música en España en general es bastante underground en todos los sentidos. Si no hay dinero para pagar a los propios músicos, imagínate lo que queda para los que les hacemos las fotos.
¿De qué manera ha afectado al cobro por parte de estas publicaciones la democratización de la fotografía digital? ¿Es frecuente que los medios opten por imágenes gratuitas o las capten con medios poco profesionales como un iPhone?
XM: Como jefe de fotografía de una revista (Enderrock) nos vemos obligados o a crear nuestro propio material con los dos fotógrafos que estamos en plantilla o a usar material promocional. Eso sí, cuando pedimos alguna colaboración externa se paga. Poco, pero se paga.
JV: La fotografía no se ha democratizado. Desde 1880, cuando los de kodak dijeron «usted aprieta el botón y nosotros hacemos el resto», cualquiera puede hacer fotos. La fotografía se ha vulgarizado y muchos que no habrían sido capaces de poner un carrete dentro de un chasis, si que son capaces de disparar mil veces hasta que sale una foto lo suficientemente decente como para arreglarla después con el photoshop.
Pero esto no afecta al cobro, lo que afecta al cobro es que nadie pida nada por una foto, porque lo considera un hobby, o pida una miseria. También afecta, y mucho, el hecho que las nuevas generaciones no están dispuestas a pagar por nada. Si no pagas por algo, no se puede hacer, o se hace algo de calidad mediocre.
En referencia al uso de smartphones para cubrir informaciones, algunos ya han empezado a hacerlo, y te hablo de medios internacionales potentes. Estaría justificado si es algo que sucede y en ese momento no hay un fotógrafo cubriendo esa noticia. A mi no me preocupa en absoluto esto, también están cambiando periodistas curtidos por becarios. Al final quien pierde es la publicación, y la mayoría se están yendo al garete, ¿no?
JB: No creo que únicamente se trate de un problema de democratización de la fotografía. Creo que es un problema de base de la industria. El negocio de la música esta mutando y es indudable que ha sufrido un retroceso económico importante en la última década en todos los aspectos. La disminución de las ventas y la desaparición del modelo tradicional afecta no solo a los presupuestos de las discográficas, sino a todos los estamentos de la industria. Todo está interrelacionado. Si la empresa no vende, no invierte en publicidad. Si no invierte en publicidad, la publicación no tiene dinero. Y si no hay dinero, no hay posibilidad de pagar por fotos. Así de simple.
Para poder sobrevivir, en un negocio que ahora mismo es tremendamente inestable, no podemos permitir que nuestra relación con el entorno y la manera de interactuar permanezca inmutable. Esperar que los medios paguen igual que hace diez años y culpar a los demás de nuestra mala situación es no querer ver la realidad.
Hay que ser creativo, buscar nuevas maneras de rentabilizar y monetizar el trabajo. Hay multitud de herramientas y caminos para lograr conseguir ciertas metas, y no esperar sentado a que nos llamen a casa. Además, el hecho de que haya material de cierta calidad que se puede conseguir de manera más o menos barata para los medios provoca que para poder sobresalir de la masa ya no valga con estar en la media. Para conseguir que alguien pague por algo que puede conseguir gratis, hay que darle un valor añadido que haga que le merezca la pena pagar. Ya no vale con estar en la media. Hay que hacer un trabajo de matrícula y además buscar maneras atractivas de venderlo.
¿Cuál es el principal problema del negocio de la fotografía musical en vuestra estimación?
XM: Comparado con otros campos de la fotografía (desde publicidad hasta bodas) esta muy mal remunerado. Hay también mucha diferencia entre majors e independientes, a nivel de discográficas y management. A unos les puedes pasar una tarifa coherente, mientras que a los otros parece que estés intentando acuchillarles cuando subes un poco los precios.
JV:La falta de profesionalidad y de ética profesional. El hecho que para muchos es simplemente un pasatiempo y hacen que se devalue la profesión (no estoy hablando de fotos buenas o malas, pero si son tan buenas tus fotos, deja de hacer ese trabajo que odias y dedicate solo a la fotografía)
JB: Yo creo que esta muy relacionado con lo que te contaba antes. Es una época de cambios muy salvajes y nadie sabe muy bien como adaptarse a ellos. Ya no solo es cuestión de la fotografía digital, sino de todo lo que envuelve el negocio. En 2008 apenas funcionaba Facebook, y hace apenas un par de años no encontrabas ningún fotógrafo musical en Instagram. A saber que puede surgir mañana. El principal problema es pretender que en estas circunstancias nuestra relación con el entorno no cambie. Esta pretensión provoca un constante estado de frustración que provoca que nuestra ira se enfoque en culpabilizar a todos menos a nosotros mismos. Que si los medios no pagan, que si los enchufes, que si tal banda llama a su primo para hacer la promo… todo son excusas. Hay que olvidarse del camino fácil. Te sorprenderías de la cantidad de chavales de 20 años que hay haciendo cosas magnificas y ganando un buen dinero aprovechando, por ejemplo, el enorme potencial de las redes sociales.
Aconsejo a todo el mundo investigar sobre Adam Elmakias. No solamente su trabajo fotográfico, sino su manera de entender el negocio y su manera de relacionarse con la industria desde el primer momento. Un ejemplo a seguir.
¿Eran comunes los contratos de cesión de derechos por parte de management hace 15 o 20 años?
XM: No, no los recuerdo incluso en la venta de fotos a multinacionales.
JV: A mi solo me los ha hecho firmar una discográfica en las sesiones de fotos que hacia para sus discos, lo hice porque eran fotos que no tenían mucho mas recorrido. Si no, nunca hay que ceder los derechos. Pero supongo que te refieres a los de los conciertos, hace tiempo que existen, al principio con los grandes artistas, ahora te pueden soltar uno de estos cualquier grupito con un solo disco.
¿Qué hacéis ante uno de esos contratos?¿Alguna vez habéis tenido problemas por usar fuera de las limitaciones estipuladas fotografías ‘protegidas’ por esos contratos?
XM: Resignarnos y firmarlos, y guardar una copia para saber a qué atenernos si alguna vez decido usarlas.
JV: O ya no voy al concierto, ya que es una tontería hacer fotos que no podrás utilizar, o si ya estoy allí las hago ( a desgana) y luego simplemente las descargo en el archivo y las olvido. Y si, si que he tenido problemas. Me llegó una carta de un abogado americano, porque apareció una foto publicada en la revista Billboard, y según el contrato que se había firmado (según el abogado) no se podían vender las fotos a terceros a parte del medio por el que se cubría el concierto. Por suerte el abogado se coló y la foto era de una gira anterior de ese artista, en el que no nos hicieron firmar contrato.
JB: Yo por mi parte no he tenido nunca ningún problema. Aún así creo que es conveniente ser consciente de lo que firmas y respetarlo. Al fin y al cabo las bandas son soberanas y pueden imponer las reglas que quieran en sus conciertos. En nuestra mano esta el aceptarlas y firmas o el rechazarlas y no cubrir ese concierto. Nadie nos pone una pistola en la cabeza…
¿Es común que los artistas o sus managements se pongan en contacto para comprar fotografías?
XM: Hay de todo. Actualmente son muchos los artistas que conducen sus propias carreras y te lo piden personalmente. Lo peor es cuando se crea un vínculo personal y cuesta apretarles las tuercas. Por esto es quizás mejor poder tratar el tema a través de su representante.
JV: He tenido unos cuantos mails de artistas internacionales, figuras de primer orden que «habían flipado con las fotos y las querían para un disco o hacer la promo mundial del siguiente», pero que o querían pagar una miseria o no pagar nada! Siempre ha acabado sin acuerdo este tema. Es muy tentador ceder las fotos por poco o nada a un gran artista, pero esto no te hace grande, empequeñece a la profesión.
JB: Bueno. No pasa cada día, pero a veces pasa. Donde pones “comprar” pon más bien “conseguir” y es más común. Pero estamos en lo mismo de antes. Frente al vicio de pedir, la virtud de no dar. Cada uno debe valorarse a si mismo y a su trabajo y ser fiel a sus principios.
¿Como definiríais la relación profesional con los principales promotores de conciertos y festivales del país?
XM: Somos un mal necesario. Personalmente he conseguido un buen equilibrio y llevarme bien con todo el mundo. Hay que aprender a seguir lo que te indiquen y a poner cara de santo si te pillan fuera de lugar.
JV: Muy buena y colaborativa. Hay que tener claro que son los artistas los que les imponen a ellos cuantos fotógrafos, y en ocasiones qué medios pueden entrar a hacer fotos. Enfadarse con ellos porque no te den un photopass, es enfadarse con la persona equivocada, algunos se pelean con los managers para que nosotros podamos estar dentro, o más cerca del escenario.
JB: En normas generales suele ser bastante cordial. Hay que tener en cuenta que los promotores se están jugando los cuartos en cada concierto y que nosotros, los fotógrafos, no dejamos de ser una complicación más en un proceso ya de por si bastante difícil. Por eso mismo, siempre debemos respetar su trabajo, cumplir con las normas que se nos indiquen y sobre todo dar la menor cantidad de problemas posibles.
¿Es más complicado acreditarse hoy que hace unos años? ¿Por qué motivo?
XM: Hay que recordar que las promotoras y los festivales no acreditan a fotógrafos sino a medios de comunicación. No puedo negar después de 32 años haber conseguido un status personal que con algunas promotoras puedo pedirlas a mi nombre. Hace décadas los que nos dedicábamos a esto éramos pocos, ahora las peticiones se han multiplicado a causa de los medio digitales. Un problema de muchos festivales es que acreditan a 1 redactor + 1 fotógrafo, por lo que muchas veces se acaba acreditando a un acompañante del redactor como fotógrafo que aprovecha el privilegio de poder estar en el foso durante tres canciones con un iPhone o una compacta como único aparato para captar imágenes.
JV: Igual de complicado, yo sigo esperando con nervios la confirmación de una acreditación. Depende del medio para el que trabajas, o de si hay muchas peticiones para el concierto, o si el manager ha decidido tacharte de la lista. Sin ir más lejos, hace una semana me denegaron el photopass (ya confirmado) horas antes del inicio del concierto de Enter Shikari. El manager del grupo decidió que sólo quería tres fotógrafos “oficiales”. Bien por ellos, yo me fui al cine con mi mujer, también bien; os recomiendo «Una pastelería en Tokio”.
Supongo que si ya tienes claro que diremos que si es porque tienes ganas que digamos que porque hay muchísimos fotógrafos que se quieren acreditar (que es así), un ejemplo lo encuentras en el Primavera Sound, que ya hay tantísimos fotógrafos acreditados (imagínate los que se han quedado fuera) que ya hay pases A y B, para dentro y fuera del foso.
JB: En mi experiencia, más o menos igual. Supongo que hace más tiempo, cuando había menos fotógrafos, quizás fuera más sencillo, pero tampoco tengo datos.
¿Qué bandas son las más agradecidas para trabajar y cuales son las más complicadas?
XM: Aunque no sea el campo que más toco, las heavys son las más agradecidas. Saben que estás allí fotografiándoles y reconocen la importancia de la imagen del directo. Teniendo en cuenta que has de saber resumir una hora y media de concierto en apenas diez minutos (las-tres-primeras-sin-flash) este tipo de bandas por estética y por actitud son fantásticas.
JV: Te refieres a las que ponen más problemas a las que te dan más facilidades.
Un grupo que te pone en la mesa de sonido, o en el segundo piso de un estadio, te está diciendo que no le importan tus fotos, que solo quiere una imagen (la misma para todos en todos los conciertos de gira) de recurso para la crónica de su paso por la ciudad. Hay bandas como Kiss a las que te puedes acercar y no dejan de hacer poses para las fotos, si a alguien eso le parece mejor, pues vale. A mi no.
Es complicado cuando las luces lo son, cuando estás haciendo fotos a un pianista de jazz y solo puedes disparar cuatro o cinco veces durante tres canciones para no molestar al público y al músico, cuando no hay foso en una sala y tienes que llegar antes que el público y saber encontrar el sitio desde donde vas a tener que hacer las fotos, para no andar molestando después a los que han pagado la entrada y que se merecen todo nuestro respeto.
JB: Esa es una pregunta muy genérica. Hay de todo. Para mi quizás las más complicadas, por mi manera de entender la foto de conciertos y por mi gusto estético, son las que te mandan a trabajar lejos del escenario. Hay veces que puedo entender los motivos, como en el caso de Divas tipo Madonna y demás. Otras es más complicado. Aún así, estamos en las mismas. Esto se suele saber de antemano y es decisión nuestra el cubrir o no ese evento. Una vez aceptamos las reglas del juego, nos queda poco margen para la queja.
Quizás las más divertidas sean esas antiguas bandas de rock de los 80 que tienen tremendamente arraigado el sentido del espectáculo, y que por tradición entienden que el fotógrafo es un elemento más del circo y que en cierto sentido es bueno para todos el “incluirlo” y aceptarlo como parte del show. Hablamos de unos Kiss, o unos Scorpions, por ejemplo. Bandas con espectáculos formidables que siempre están dispuestos a posar y regalar buenas fotos.
¿De qué manera han beneficiado o perjudicado las redes sociales a vuestro trabajo?
XM: Nos ha perjudicado por la democratización de la fotografía, todo el mundo con una réflex puede creerse un buen fotógrafo por culpa de un puñado de “likes” aunque lo hagan con fotos torcidas, desenfocadas y pasadas al blanco y negro al no haber sabido solucionar la saturación de colores. También nos ha afectado por la inmediatez de la entrega de las imágenes: la foto de un festival, acto o concierto debe estar colgada inmediatamente, incluso mientras dura el concierto. Esto nos obliga a una actualización constante del equipo pero también nos enseña a ser más selectivos y a aprender a acertarla a la primera. Por otro lado, las RRSS también se han convertido en un escaparate necesario no sólo para aumentar nuestro ego a base de ‘likes’ sino también para mostrar nuestro trabajo y llegar a nuevos clientes.
JV: Las redes sociales benefician o perjudican según las uses. Con ellas hay más exposición, más gente puede ver tus fotos, más o menos la misma que puede optar por afanártelas. El constante bombardeo de imágenes hace que estas pierdan valor, o impacto. Puedes tener una muy buena foto, pero igual alguien también la ha hecho con su movil y la cuelga al instante, no pasa nada, la foto del movil se perderá en este profundo agujero negro que son las redes, pero ya habrá rebajado el impacto de la misma foto bien hecha y con capacidad para ser publicada. La gente muere por tener likes y visitas, como si eso significara algo, igual que los comentarios que deja la gente, que en su mayoría no tiene idea de fotografía, ese reconocimiento efímero y puramente cultivador del ego que no sirve absolutamente para nada. Tengo dos millones de visitas en el flickr, si vale, pero y eso ¿en la cuenta del banco a como se cambia? porque estamos hablando de fotografía profesional, de profesión, de lo que se hace para comer. No pongo en duda que utilices tu cámara correctamente y saques fotos muy buenas, o no, pero a mi lo único que me interesa son los likes de las facturas pagadas con lo que tengo en el banco.
JB: Las redes sociales han sido probablemente, en todos los sentidos, el mayor cambio/avance del siglo XXI por el momento. No solamente han cambiado nuestra manera de relacionarnos con los demás, sino que han alterado de manera radical nuestra manera de entender el mundo. Y eso lógicamente afecta a la fotografía y a su manera de relacionarse con el público. No aceptar este hecho o quejarse del mismo es tener una visión anacrónica e inadaptada de la realidad. El potencial de las redes es abrumador, y claramente beneficioso si se sabe utilizar.
Yo por mi parte las he utilizado desde el principio, desde Myspace, y siempre he visto en ellas una herramienta potentísima. Gracias a las redes mi trabajo ha llegado a sitios impensables hace años. Si no existieran las redes sociales y tuviéramos que limitarnos al mercado español como antaño si que estaríamos perdidos.
¿Qué hacéis con todo el dinero que ganáis?
XM: Pagar facturas, actualizar el equipo, comprar discos duros para guardar teras de memoria en fotos… y según los días también para comprar algo de comida y bebida.
JV: Yo ya no se ni lo que tengo, eso lo lleva mi gestor, de vez en cuando, si me paso comprando ópticas y cámaras me pega el toque, pero en general nado en un mar de opulencia y desenfreno, como la mayoría de fotógrafos de conciertos.
JB:La utilizo sobre todo para mantener las mansiones y los ferraris, claro.
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