Hay artistas que sin querer encapsulan un momento determinado de la historia del rock. Ciertos artistas logran dejar una discreta pero indeleble huella con su música y talento innato. Uno de esos músicos es el guitarrista Robin George.

Hay artistas que sin querer encapsulan un momento determinado de la historia del rock. Ciertos artistas logran dejar una discreta pero indeleble huella con su música y talento innato. Uno de esos músicos es el guitarrista Robin George.

Corría el año 1998 y cayó en mis manos uno de esos viejos VHS de recopilación de videoclips que editaba la Kerrang inglesa en los años 80. En aquel volumen podías ver videoclips de bandas como Warrior, Queensryche, Gary Moore, Kiss o el propio Robin. Y allí estaba, en toda su gloria, el tema escogido para representarle en aquella recopilación: “Heartline”.

Un tema de AOR con tintes muy pop-metal, “Heartline” era instáneamente pegadiza. No en vano, el propio Robin ha destacado ese tema por encima de todo lo demás a lo largo de una carrera que no ha sido ni exitosa ni especialmente popular. Robin es un artista de culto, fruto de una época determinada en que canciones como “Heartline” eran la música del momento.

Nacido en Wolverhampton en 1956, George, un virtuoso de la guitarra y un músico versátil, emergió en la escena musical británica durante la década de 1980. Su destreza con la guitarra y su habilidad para crear melodías cautivadoras capturaron la atención de la industria. Tras pasar por la banda de David Byron (Uriah Heep), el guitarrista usó sus dotes melódicas para trabajar en un primer disco en solitario titulado “Dangerous Music”.

Este álbum no solo mostró su habilidad como guitarrista excepcional, sino que también destacó sus talentos como cantante y compositor. Con una fusión única de hard rock, blues y elementos melódicos, el álbum resonó en el ecosistema del momento, llegando a alcanzar el puesto 68 de las listas británicas con la poderosa canción «Heartline», con la que abre el disco y establece el tono.

La voz de George, llena de pasión y emoción, se combina con riffs de guitarra ardientes y solos memorables. La destreza técnica de George brilla en canciones como «Spy» y «Go Down Fighting», donde demuestra su habilidad para combinar la velocidad y la melodía de manera impresionante. En una década donde reinaban Gary Moore, Michael Schenker y otros grandes de la guitarra melódica, la competencia era fiera.

Una de las gemas del álbum es la canción «Showdown», que presenta una colaboración con el legendario vocalista David Byron, exmiembro de Uriah Heep. La química entre las voces de George y Byron crea un ambiente electrizante que resuena en todo el tema. La inclusión de esta colaboración subraya la reputación de George en la industria y su capacidad para colaborar con músicos influyentes. No es el único: Phil Lynott (Thin Lizzy) también aporta pistas de bajo en algunas canciones.

«Dangerous Music» también presenta momentos más suaves y reflexivos, como en la balada «No News Is Good News”. A lo largo de los años, «Dangerous Music» ha mantenido su estatus como una joya en la discografía de Robin George. El álbum no solo captura la esencia del rock de la década de los 80, sino también sus habilidades como guitarrista y su capacidad para fusionar diversos géneros musicales.

El legado de Robin George trasciende «Dangerous Music», ya que continuó trabajando en la industria de la música como músico de sesión, productor y compositor. En Spotify se pueden encontrar diferentes trabajos como “Rogue Angels” o “Dangerous Music II”, donde aporta demos y material de archivo. También existen diferentes trabajos repletos de rarezas y actuaciones de su gira de 1985.

Sergi Ramos