‘Perdition City’, el viaje interior de Ulver
Ciertos discos han causado mayor o menor impacto en la escena, siendo Ulver una de esas bandas que dividen al público a partes iguales. O los amas o los odias, con Ulver no hay punto medio.
Hablar de una banda como Ulver es tan difícil como atractivo. Sus constantes idas y venidas, los experimentos extremos que la banda ha llevado a cabo con su música, la cantidad de elementos que han logrado incorporar a su música con el paso de los años han logrado hacer de sus discos algunos de los más interesantes de la historia de la música pese a que normalmente no aparezcan en las listas de ventas. Su extenso catálogo es atractivo desde sus comienzos hasta los discos más actuales, aunque hoy quiero hacer especial hincapié en una auténtica obra maestra con la que irrumpían en territorio inhóspito recién entrado en el nuevo milenio rompiendo con todo lo que habían hecho hasta la fecha. Asimismo, hoy repaso el interesantísimo ‘Perdition City’, cuya propuesta musical es, como su propio título indica, la música de un viaje interior.
No me equivoco al decir que este álbum tiene un aura mágica, muy especial. Muchos no estarán de acuerdo conmigo, y estoy seguro de que gran parte del sector más fiel al black metal noruego se cabrearía muchísimo cuando se puso a la venta este álbum, pero sin duda alguna estoy convencido de que estamos ante un producto de gran envergadura que lleva tras de sí mucho más de lo que podemos apreciar a simple vista.
Ulver empieza a cobrar vida en 1993 cuando Kristoffer Rygg, Sigmund Andreas Løkken, Håvard Jørgensen, Robin Malmberg y Carl-Michael Eide deciden iniciar un proyecto de black metal oscuro y denso. Sus comienzos son algo duros y tras publicar su primera demo en 1993, ‘Vargnatt’, la banda sufre algunos cambios de formación. En 1995 estrenan ‘Bergtatt – Et Eeventyr I 5 Capitler’, un álbum debut que bebe del black metal noruego e incorpora gran parte de metal atmosférico y algunos toques de folk metal.
Tras su lanzamiento estrenan el disco ‘Kveldssanger’ al año siguiente, profundizando aún más en el sonido folk con toques oscuros, explorando aún más su naturaleza y dejando a un lado el black metal más primigenio que ya habían utilizado en su debut. En 1997 editan ‘Nattens Madrigal’, un álbum en el que claramente regresan al sonido black metal y se olvidan del toque folk que ya habían explorado en sus anteriores lanzamientos, obteniendo como resultado un álbum frío y tosco con el que intentan acercarse al sonido del clásico ‘Transylvanian Hunger’ de Darkthrone.
En diciembre de 1998 deciden apartarse de todo ese camino y ponen a la venta ‘Themes From William Blake’s The Marriage Of Heaven And Hell’, un álbum en el que empiezan a juguetear con el metal industrial y el post-rock además de incluir algunos toques más experimentales. Gran parte de sus seguidores empiezan a dudar acerca de la naturaleza de la banda y al dejar de lado el black metal se apartan por completo de este nuevo sonido que han abrazado en el último lanzamiento.
Ulver, o el desarrollo de un nuevo concepto musical tras su etapa black metal
Pero no es hasta el año 2000 que deciden publicar ‘Perdition City’, un álbum en el que hacen uso de todo lo que tienen a su alcance para poner en circulación uno de los discos más exitosos y emblemáticos de toda su carrera. Ya de entrada nos encontramos con un nuevo logotipo, más sencillo y a la vez menos pretencioso. A priori puede chocar el cambio tan brusco, pero realmente es un nuevo logotipo que captura a la perfección la esencia de este álbum, un disco que puede parecer minimalista a primera vista pero que esconde muchísimo potencial en cada uno de sus temas.
El álbum se titula ‘Perdition City’, aunque incluye el subtítulo ‘Music For An Interior Film’, un añadido que complementa a la perfección el título del álbum y que, sin lugar a duda, expresa abiertamente la finalidad del disco en sí. Aquí deciden aprovechar todo lo que construyen para que el oyente pueda construir a su alrededor todo lo que quiera con la ayuda del material que contiene ‘Perdition City’. El álbum está compuesto de nueve densos y extensos temas que tienen una duración total de 53 minutos y medio. El álbum está producido por Tore Ylwizaker, teclista de Ulver desde 1998, y Audun Strype, ingeniero de sonido y dueño del estudio Strype Audio en Oslo.
El álbum abre con la vanguardista “Lost In Moments“, una canción que de entrada parece ser una mezcla entre la banda sonora de Matrix con toques de western futurista pero que pronto se convierte en una canción con cierto aroma lounge con la presencia de un saxofón que cautiva desde el primer segundo, momento en que nos invita a introducirnos en una cinta de cine negro con toques de cyberpunk.
“Porn Piece” está compuesta de dos partes claramente diferenciadas, una primera de carácter tranquilo y pausada, en la que apenas se hace uso de un piano y un sonido de ambiente que aporta gran profundidad y atmósfera al tema que poco a poco va avanzando hasta llegar a una segunda parte en la que empiezan a introducir algunos sintetizadores y otros elementos que combinan el jazz con algo de electrónica. Una gozada. Canciones como “Catalept” o “Tomorrow Never Knows” son claros ejemplos de cómo es posible combinar según qué géneros y hacerlo bien, además de crear una atmósfera de puro terror con unas simples melodías sin más complicaciones.
Otra de las cosas destacables del álbum, como es el caso de “Nowhere/Catastrophe” o la ya mencionada “Porn Piece“, es el uso de varios tipos de percusión, que da más profundidad a la canción y aporta ese toque oscuro que rodea a todo el álbum. Por cierto, “Nowhere/Catastrophe” es una de mis favoritas del álbum y funciona a las mil maravillas como cierre gracias a esa aura espacial y el uso de la lírica surrealista. Por ejemplo: “If anything, perhaps fine dust clouds of exploded music. You float there, somewhere between pleasure and fear“, que en nuestro idioma viene siendo algo como “En todo caso, quizás nubes de polvo fino de música explotada. Flotas allí, en algún lugar entre el placer y el miedo.“
Otra de mis canciones predilectas es, sin duda, “Dead City Centres“, que además trata acerca de un futuro distópico que bien podría asociarse a la genial película “Dark City” (Alex Proyas, 1999). Un ejemplo de la letra de “Dead City Centres“: “Enter a deadly future where no prisoners are taken and the killing never stops, enter the underworld.”, que viene a significar “Entra en un futuro mortal donde no se toman prisioneros y la matanza nunca se detiene, entra en el inframundo.”
Si con estos argumentos todavía no he logrado despertar un ápice de interés en vuestro ser, os ruego encarecidamente que os olvidéis por completo de esta maravilla, porque no es un plato para todos los gustos. Hay que ir con la miente bien abierta y, sobre todo, estar dispuesto a dejarse llevar por la magia de un álbum como este. Por cierto, la formación del álbum es muy simple aunque cuenta con un buen puñado de colaboradores: Kristoffer Rygg se encarga de las voces y del resto de instrumentos programados, Tore Ylwizaker también se hace cargo de los instrumentos programados además de los teclados y Lars Pedersen de la batería y percusión en general. Además, en ‘Perdition City’ colaboran músicos como Jørn H. Sværen, Ole Aleksander Halstensgård, Pamelia Kurstin, Anders Møller, Daniel O’Sullivan y Stian Westerhus.
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