Helloween: la unión hace la fuerza
El retorno de Helloween ha sido la historia de éxito del lustro en el heavy metal. Peleados durante una eternidad, el vocalista Michael Kiske y el guitarrista Michael Weikath hicieron las paces, y Kai Hansen y Andi Deris mediaron para reunir a la banda más grande del heavy metal alemán.
Tras una gira apoteósica, la formación refleja su triunfo en el DVD ‘United Alive’, que recoge imágenes de los shows en Madrid, Praga y Wacken. El disco en directo, eso sí, congrega íntegramente el enorme concierto que el grupo ofreció en Madrid en diciembre de 2017 ante una cantidad de gente que doblaba las expectativas previas de los organizadores e incluso de la propia banda. Ambos lanzamientos ven la luz pública el próximo 4 de octubre y marcan el final de un ciclo, el de la reunión, que sienta las bases del futuro: Helloween ya está trabajando en su próximo disco y gira con Kiske y Hansen plenamente integrados en el grupo.
No fue fácil… o sí…
La mejor manera de situarse en lo que han sido los últimos diez años es repasar algunas declaraciones que el propio Michael Kiske nos dejó en varias entrevistas para The Metal Circus a lo largo del tiempo. Allá por 2008, Kiske consideraba que volver al mundo del heavy metal habría sido prostituirse musicalmente porque el resentimiento que aún tenía guardado hacia el mundillo era superlativo. En esas mismas fechas, Tobias Sammet de Avantasia nos decía que había invitado a Kiske a subir con Avantasia al escenario en el Wacken Open Air, pero que no procedía en ese momento. “Tocar en el True Metal Stage con Kiske habría sido un mensaje erróneo”, sostenía. Incluso Kai Hansen, que le ofreció grabar un tema en el disco “To The Metal” de 2010, tenía dudas de si el tema sería demasiado heavy para Kiske.
En 2013, Kiske nos decía que subir a un escenario al lado de Michael Weikath le habría hecho sentirse “físicamente enfermo”. Aquello fue el inicio de un proceso de reconstrucción donde Kai Hansen, una serie de largas y fructíferas conversaciones con Weikath, el talante de Andi Deris e incluso una pizca de la ayuda de Sammet terminaron por sanar las heridas. Y un mes de noviembre de 2016 saltaba la noticia: Helloween se reunían para el tour “Pumpkins United”, que sumaba a Hansen y Kiske a la formación. Siete músicos sobre las tablas (y la misteriosa omisión de Roland Grapow) servirían para hacer justicia al legado de la banda más importante del heavy metal alemán de todos los tiempos.
Entre las fechas anunciadas en la gira se encontraba un único concierto en Madrid ni más ni menos que en el WiZink Center con aforo para 17.000 personas en su configuración más completa. Una señal de lo que estaba por venir. Allí actuarían un 7 de diciembre de 2017 ante más de 13.000 personas en lo que sería el evento de heavy metal del año. La primera previsión de aforo se alcanzó en apenas la primera semana. Ese era el hambre por una reunión de Helloween con sus dos miembros clásicos fundamentales interpretando canciones de todas las eras junto a la banda actual. “Había mucho trabajo que hacer. Había mucha presión”, recuerda Kiske sobre los primeros ensayos de la reunión en una conversación telefónica. “Ya habíamos podido conocernos unos a otros con calma, pero fue un periodo bastante intenso”.
Con un setlist que rozaba las tres horas, los preparativos no fueron fáciles para el legendario vocalista alemán. “Durante los ensayos me di cuenta de que estaba operando al límite de mis energías, no tanto por la cantidad de canciones que había que cantar, sino por el hecho de que hay muchas pausas en el set. Cantas un par de canciones, calientas tu voz y luego tienes que parar dos temas. Es algo duro”, valora. “Fue algo que me costó asumir y que me dio algunos problemas durante los ensayos. Cuando salimos de gira todo acabó funcionando bien, pero fue por la excitación y la energía sobre el escenario, que se añade a la que tú tienes en un local de ensayo”.
Andi Deris, el otro 50% del tándem vocal que ostentan Helloween en 2019, tiene una visión más desenfadada de cómo fue aquello. Residente en Tenerife desde más de veinte años, lo primero que hizo para poner las cosas en orden fue invitar a Kiske a la isla canaria para probar la química entre ambos.“Pasé algún tiempo conociendo a Michael previamente y ya conocía a Kai de la gira ‘Hellish Rock’, así que sabía exactamente lo que podía esperar de ellos”, explica sobre la experiencia al llegar a los ensayos. “Cuando entramos a ensayar supe que Michael y yo nos íbamos a llevar bien”.
La primera ronda de contactos entre Deris y Kiske fue positiva. Incluso más que positiva. Y altamente improductiva. “El y yo nos reunimos previamente y le invité a Tenerife, donde vivo, porque teníamos la intención de ensayar las partes vocales en el estudio, algo que finalmente nunca hicimos”, se ríe Deris. “Nos pasamos el tiempo yendo de playa a playa. Dos gilipollas vagos sueltos en una isla, por así decirlo. No hicimos absolutamente nada productivo, pero nos lo pasamos en grande. Le enseñé todas las playas: Playa Socorro, Punta Brava… Le hice de guía turístico y a Kiske le gustó la isla a más no poder. Cuando llegamos a ensayar fue como darle la bienvenida nuevamente a un amigo. Ya sabíamos que nos íbamos a llevar bien”.
Tantos años de misterio, rencor y rumores que quedaron resueltos con un par de vocalistas poniéndose tibios durante unos días en las playas tinerfeñas. “Para ser honesto y perfectamente claro”, incide Deris “hubo una cierta alcoholización, pero solo a partir de las once de la noche. Antes de eso tenía que conducir el coche y no bebía nada. Quizá un par de copas de vino. Una vez se va el sol, es otra cosa y sí, me declaro culpable: me bebo mis gin tonics y mis whiskeys. Michael no, Michael se dedica a su vino tinto y él lo llevaba mejor, pero yo estaba completamente borracho por las noches en casa. Él no. No se acababa de emborrachar nunca”, se maravilla el vocalista.
En marcha
La reunión de Helloween dio inicio ‘de facto’ con un concierto en el recinto Escena de Monterrey, Mexico, el 17 de octubre de 2017. El primero de una ristra de shows en Centroamérica y Sudamérica para miles y miles de fans que tuvieron la suerte de ser los primeros en presenciar una de las reuniones más esperadas y desesperantemente postergadas de la historia del heavy metal.
No fueron conciertos fáciles. “Ese primer show fue muy difícil para mí”, recuerda Kiske. “Además de que era el primer gran concierto tras décadas fuera de Helloween, lo cual es suficiente presión, yo estaba enfermo. Pillé algo, una infección o algo así, un par de días antes. Cuando llegó el concierto, mi voz estaba totalmente rota”, recuerda.“Yo quería cancelar el show porque no podía hacerlo, no estaba bien. Pero la banda y el management no querían empezar la gran gira de reunión de Helloween con un show cancelado. Teníamos que hacerlo, teníamos que lograrlo.
Me explicaron que el ingeniero de sonido tenía dos ensayos grabados de la banda, porque siempre lo grabamos todo. Me dijeron que cuando mi voz se jodiese, podían meter mi pista de voz de los ensayos. Yo nunca había hecho algo así pero me liaron para hacerlo y al final el concierto estuvo bien, pero yo no canté durante todo el concierto completo. Canté un poco al principio, luego mi voz se fue a la mierda, añadieron pistas del ensayo y al final se notó bastante y la gente se llevó las manos a la cabeza. Está bien, no pasa nada, me da igual. Partíamos de la base de que yo no quería hacer el directo y que la banda me dijo que lo hiciese. La cuestión es que no tuve solo la presión de iniciar el primer concierto de la gran gira de reunión, sino que también estaba enfermo.
El público fue genial. El recinto era impresionante. Pero fue una pesadilla para mi, a nivel personal. Tenía muchas ganas de que acabase aquel concierto. Después, en el siguiente par de shows, todo fue mejorando”, declara. Las redes sociales se echaron encima de un Kiske que recibía así su primer linchamiento “social”. Si eso pasaba en 1988, nadie se enteraba de tus problemas vocales en la siguiente ciudad. Ahora todo era radicalmente distinto. “No había mucho que pudiese hacer”, explica sobre el clamor contra el uso de grabaciones y las acusaciones de playback que se vertieron en las redes sociales en los días subsiguientes. “Te lo echas a la espalda y miras adelante. Suele ayudar mucho estar rodeado del resto de los chicos. Si me lo hubiese comido estando solo en mi casa habría sido distinto. Al estar con ellos, estar ensayando y demás…todo el mundo hace piña y te echa una mano. No era un show de Kiske, sino un show de Helloween con siete miembros. La presión se reparte”, asegura.
“Me imagino que todo esto debió ser mucho más duro para alguien como Elvis Presley”, reflexiona. “En el caso de Elvis, todo el mundo venía a verle a él. La banda era un grupo de músicos contratados que tocaban de fondo, pero Elvis era el centro de todo. Yo solo soy un integrante de una banda con siete miembros, así que es menos difícil. Es mucha presión pero lidias con ello y sales adelante. Cuando las cosas funcionan y el público te acompaña, todo es más fácil”.
“Yo sé lo que es estar delante de diez o veinte mil personas y no poder cantar bien”, aporta Andi Deris. “Aquello fue duro, porque me sentí muy triste por Kiske y yo tuve que concentrarme mucho en aquellos tres o cuatro primeros shows para estar ahí cuando me necesitaba. Como sabes, empezábamos el show compartiendo voces en “Halloween” y cuando él me hacía una señal, yo cantaba alguna parte más de la que me tocaba en ese momento. A veces yo cantaba solo una frase y eso le permitía seguir a partir de ahí, pero es una frase que si la canta con la voz enferma, le habría jodido el show entero. Fue duro para Michael, pero yo tuve que poner de mi parte para no dejarle a su suerte sobre el escenario”, dice el vocalista. “Algunas partes las lanzábamos desde las grabaciones de los ensayos cuando Michael hacía una señal de que no podía cantar. Fue un gran estrés, por decirlo resumidamente”.
Además de las largas conversaciones entre Kiske y Weikath, la amigable presencia de Deris como elemento neutral fue, a buen seguro, una de las garantías de éxito de la esperada reunión de Helloween. No hay que menospreciar el papel de Deris en la banda: el controla la gran mayoría de aspectos de Helloween tanto o más que Weikath. “No creo que sea la única razón”, afirma con cierta humildad. Soy una parte de esta historia y la he hecho posible tanto como Markus, Weiki o Kai. Los miembros fundadores de la banda son ahora más viejos y sabios y eso es evidente.
Yo pasé por lo mismo: cuando estaba en Pink Cream 69 era un gilipollas egocéntrico del mismo modo que los demás. Por eso nos separamos. Lo mismo le pasó a Helloween. Yo ya he pasado por esto, ya he pasado por los mismos problemas que Kiske y Weikath y cosas por el estilo. Con todo esto pensé en mis viejos tiempos y en que todos éramos súper imbéciles y egoístas. Eso provoca que las cosas no funcionen. Si volviese a suceder lo mismo eso significaría que somos los seres más estúpidos sobre la tierra. Significaría que no hemos aprendido nada en todo este tiempo”, afirma el vocalista.“Esto no es mi responsabilidad única”, insiste. “Todo el mundo ha tenido una parte positiva en hacer que esto se pueda llevar a cabo”.
Justicia tardía
Helloween fueron severamente maltratados por su antigua discográfica de los años ‘80 y ‘90, Noise Records económicamente (discos como los ‘Keepers’ tuvieron ventas millonarias) y personalmente (vendieron su contrato a EMI y eso les hizo verse atrapados en una situación legal que terminó de destruir a la banda en su formación más clásica). La realidad es que la reunión de Helloween viene a tiempo de impartir una cierta dosis de justicia financiera y poética sobre una formación que siempre debió ser más grande de lo que fue. A la vista está su inmensa capacidad de influencia sobre el universo del heavy metal en las décadas posteriores a su aparición.
“En realidad sí, esto supone que se haga justicia con Helloween”, afirma Kiske. “Pero también supone alcanzar la paz y eliminar el mal karma de nuestro camino. Hemos aprendido a perdonar y olvidar y es importante lograr eso en la vida. Espiritualmente, para mí, esto es muy importante.Sufrí durante muchos años. Tuve un gran resentimiento, una gran ira hacia la gente del negocio, la escena e incluso el público. Todo eso está curándose ahora y he logrado la paz que necesitaba”, afirma el vocalista alemán.
“En el aspecto financiero también las cosas están funcionando como deben. Nos jodieron tanto durante tantos años que no era ni medio normal. Es como lo de Aerosmith: tuvieron una gran época de éxito en los ‘70 tocando en arenas y estadios, vendiendo millones de discos y al final de esa década estaban en bancarrota. Es algo que les ha pasado a muchas bandas. Luego llegó el relanzamiento de su carrera con ‘Permanent Vacation’ y comenzaron a ganar dinero. Antes de eso les jodieron por todos lados, como a nosotros. Y como a los Scorpions”.
“Yo estoy muy contento por ellos”, aporta Deris. “Nadie lo ve como un caso de justicia tardía, pero si se lo dices a cualquiera del grupo probablemente asienta afirmativamente. Estoy contento por ellos y contento por mí porque yo tuve que pasar por lo mismo en Pink Cream 69, donde todo el mundo ganaba dinero menos el artista. Yo soy un gran fan de Scorpions y ese es otro ejemplo en el que sucede algo parecido. Gracias a que siguen en activo ahora pueden ganar buen dinero. Durante muchos años todo el que les rodeaba era millonario, excepto ellos”, reflexiona.
“Así es el mundo de la música. Si creas un producto, sea arte cerámico, música o pintura, normalmente el creador es el último en cobrar y el peor pagado. Siempre es así. Es una historia triste y no hay una voluntad de cambiarlo. La banda no puede controlar las cosas porque se pasa la vida girando y creando. Intentas confiar en la gente que se supone que no te va a traicionar, pero la gran mayoría terminan haciéndolo. Hay muchas caras que ves en televisión casi a diario, actores de cine o televisión españoles o alemanes, los cuales luego no tienen ni un duro y tienen que luchar para poder mantenerse a flote, aunque sean populares. No sé, tío. Parece que la gente famosa tiene que ser automáticamente rica según el gran público”, comenta. “Normalmente la gente famosa es presa de mucha gente que se aprovecha de ello y no hay ley ni político que se digne a protegerlos.
En el caso de Helloween lo que pasó fue exactamente eso. El grupo, además de todo lo que pasó, tuvo prohibido dar entrevistas durante dos años o ir al estudio y grabar nuevamente canciones. Estuvieron dos años sin poder dar ni un solo paso.Los políticos tendrían que legislar para que situaciones así no se puedan dar. Creo firmemente que un buen chaval como Ingo (Switchenberg, el fallecido batería de Helloween que se suicidó en 1994) nunca habría tomado tantas drogas y alcohol si no hubiese estado totalmente decepcionado tras dos años sin entrevistas ni poder trabajar con la banda en el estudio. Esto es lo que genera la sociedad y nadie hace nada al respecto, comenzando por la clase política. El caso de Helloween es tan solo uno más de miles. Miles de bandas que están ahí desangrándose.Es una historia triste, pero no hay nada que se pueda hacer. Así son las cosas. Somos simples músicos de rock. No hay ni una categoría profesional que se refiera a nosotros. Puedes ser un ingeniero o un peluquero, pero ¿músico de rock? Eso no existe”.
Las cifras de la gira de Helloween han sido -y seguirán siendo en su periplo por Sudamérica- impresionantes. 13.000 personas en Madrid, 14.000 en Praga… Nadie pensaba que fuese a ser tan exitoso, ni siquiera los propios integrantes del grupo. “4.000 personas habría sido un sueño hecho realidad”, explica Deris. “En cada país había recintos para unas 4.000 personas y eso ya nos parecía suficientemente bien. Luego todo se fue de las manos. Recuerdo que las primeras noticias que recibimos de Sudamérica fueron que la mayoría de recintos tuvieron que ampliarse de aforo. Una semana después nos dijeron que se habían agotado las entradas. Tuvimos que coger los lugares más grandes que encontrábamos y aun así se agotaban las entradas. Fue una locura. Lo mismo pasó en Madrid. Acabar en el WiZink Center fue un sueño para mí, que vivo en España. Es un reconocimiento tremendo, porque todos los grandes grupos tocan ahí, y ahora llegamos nosotros con nuestro heavy metal y conseguimos meter a toda esa gente. Todavía me dan escalofríos cuando lo recuerdo. Es el sueño de prácticamente todos los músicos”.
“Sabía que no iba a ser un fracaso, pero no sabía que iba a ser tan exitoso”, explica Michael Kiske. “No suelo pensar mucho en números o en ventas de entradas. De hecho, no sabía los aforos o los tamaños de los recintos en los que íbamos a tocar. Escuché que las ventas de entradas iban muy bien, porque eso es lo que nos decía Jan, nuestro manager. Luego supimos que se iban agotando entradas en algunos sitios y que en otros apenas quedaban unas pocas a la venta. Eso es lo que me iba llegando, pero no era consciente de la dimensión de los recintos y las cantidades de público. Me sorprendió gratamente.Tuvimos que añadir más shows en 2018 y en sitios como Japón tuvimos que añadir dos conciertos extra en Tokio. Cuando volvamos iremos a recintos incluso más grandes, porque nadie tenía ni idea de que habría esa reacción del público.
Un buen ejemplo que sirve como indicador del éxito que ha tenido un show es el merchandise”, elabora. “Hubo shows en los que vendimos el merchandise completo. Todo lo que había disponible. Una locura, una absoluta locura. Jan nos dijo que fue el récord de la historia de la banda. Eso es una señal de que a la gente le había gustado el concierto. Si te gusta el show, te compras una camiseta. Y mucha gente se compró camisetas. Hoy en día somos más exitosos de lo que nunca antes fuimos, incluyendo los ‘80. En aquella época no tocábamos en grandes recintos como los de ahora. Nos iba bien y tocábamos en recintos de tamaño decente, pero nada comparado a lo de ahora.Es el beneficio de tener una historia de 30 años”, reflexiona el vocalista. “Tienes distintas generaciones interesadas en lo que haces. Eso es lo que le pasa a las bandas que duran mucho tiempo: cada vez más gente se suma, la gente tiene épocas y discos favoritos, etc. Cuando llevas muchos años en activo, tiendes a ir sumando gente a la causa, especialmente en un caso como el de Helloween actualmente.
Es un caso inusual. La banda tiene éxito y el guitarrista y cantante se van de la banda. Entra un nuevo guitarrista y un nuevo cantante. Años después, el antiguo cantante y guitarrista vuelven y se unen a los que les habían sustituido. Es una historia que no se suele ver. Que Kai y yo volvamos a la banda no implica que nadie se tenga que ir y eso es completamente distinto a lo que solemos ver día a día en cualquier otra banda. Tener esta formación nos permite contar con un set de directo mucho más interesante porque podemos tocar canciones de todas las épocas de Helloween sin problema. Es más entretenido. Tener a dos o tres cantantes en la banda, como en nuestro caso, ofrece mucha versatilidad. Además, no hieres la sensibilidad de nadie: tienes a los fans de Andi, a mis fans y a los fans de todo. Nadie sale perjudicado”.
Mejor prevenir
Pese a todo, la banda ha sido cauta en el proceso y ha optado por ir paso a paso. Pese a todo el proceso de acercamiento y gestión de los egos y los conflictos del pasado, nadie se ha querido atar definitivamente en esta reunión. “Si no hubiésemos tenido buena relación, no habríamos podido continuar, y esto se habría acabado el año pasado”, dice Kiske. “Los contratos que firmamos fueron solo para la gira que hicimos en 2017 y 2018. En caso de que las cosas no hubiesen ido bien, todos teníamos la opción de dejarlo. Si no quería seguir tras eso, no había ningún contrato que me atase”, detalla.
“Eso finalizó con los shows de 2018. Ahora, en 2019, seguimos tocando juntos y hemos firmado nuevos contratos para un disco y gira más. Vamos paso a paso, pero siempre dejamos la puerta abierta por si las cosas no fuesen bien, aunque no creo que suceda. Parece que todos hemos crecido y somos personas distintas ahora. No somos una banda que esté comenzando, no somos nuevos en todo esto”, prosigue. “Estamos surfeando nuestro legado, básicamente. Será un reto ver si podemos hacer un disco que sea relevante, que tenga algo que decir. Veremos qué sucede. Si lo conseguimos, será alucinante. Querrá decir que podemos hacer incluso más música en el futuro. Independientemente de eso, como unidad de directo, esta banda tiene un legado, tiene una historia. Siempre va a haber un montón de gente dispuesta a venir a vernos en directo.
En los ‘80 éramos una banda joven, los egos eran grandes y todos éramos más inmaduros y eso daba lugar a problemas entre nosotros. Mucho de lo que hicimos fue grandioso, fue enorme, especialmente al ser jóvenes y ver todo por primera vez. Además, era una época en la cual todavía existía una industria de la música, con grandes sellos discográficos, buenas ventas y todo eso”, se maravilla el vocalista. “Hoy en día, un disco es un resumen de lo que quieres tocar en directo. La viabilidad financiera de un grupo viene de los shows en directo. En ciertos sentidos, todo era mejor en los ’80, pero ahora todo es más fácil porque somos más mayores, tenemos un legado y tenemos mucha más gente que quiere vernos. Las cosas son más sencillas para nosotros en la actualidad que para cualquier banda joven que empieza en el mundillo”.
El futuro es evidente: nuevo disco y nueva gira. “United Alive” es tan solo un testimonio de lo que fue una de las giras de reunión más exitosas de la historia reciente del heavy metal, pero es también la semilla de lo que está por venir: una nueva historia de un grupo que, aseguran, “ya no puede volver atrás” y que “a partir de ahora tiene siete miembros.Tras la gira brasileña volveremos a casa y compondremos otras cuatro o seis semanas. Tenemos un montón de ideas sobre la mesa y eso no es ningún secreto”, explica Deris. “Creo que entre octubre, noviembre y diciembre estaremos en el estudio en Tenerife, y para finales de verano del año que viene tendremos un nuevo disco en la calle y saldremos nuevamente de gira”. Y nosotros estaremos en primera fila.
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