Promotores llorones: mucha queja y pocos resultados
Este artículo viene dados los acontecimientos de un concierto que se celebra este mismo fin de semana y que, al igual que otros muchos, es el reflejo de la pobre escena de promotores que existe a nivel no profesional.
Comienza esta historia. En primer lugar, a primeros del mes de febrero contacta, en representación de una nueva promotora de conciertos de la provincia de Barcelona, una persona para tratar de organizar el show de varios grupos con las bandas en una fecha que rondaría mediados de marzo. Una de ellas, que tiene que viajar cientos de kilómetros para el directo, plantea unas condiciones y no se le aceptan; la otra, al querer un caché fijo más variable, acaba por rechazar la oferta puesto que desde la promotora ofrecen porcentaje de taquilla exclusivamente.
Todo correcto hasta ahí, las negociaciones no han llegado a buen puerto, aunque destaca un comentario “esto es para apoyar a la música, no para que las bandas cobren cachés y ‘viva la Pepa’”. Llamativo esto, que cuando un grupo quiere percibir una remuneración por su trabajo se alegue esto.
Empieza “el show”
Varios meses después, a mediados de marzo, otra persona de esa misma promotora llama al grupo que pidió un caché más variables aparentemente sin conocer la situación vivida previamente. Se le plantea una cantidad por dos bandas que comparten miembros (con la consiguiente puntualización de que una es telonera de la otra -algo lógico puesto que una era la que encabezaba el cartel y la otra iba en un puesto inferior-) y la promotora acepta las condiciones de una cifra fija más un porcentaje de la venta de entradas.
El promotor ofrece pagar con antelación, algo que justo cuadra con dicho grupo, que después de lo acaecido tiempo atrás, ante la desconfianza de una nueva “empresa” organizadora de eventos que en su seno tiene personas que ofrecen distintas cosas, aceptan ya que iba a ser lo que se iba a pedir. Dichos artistas nos han dejado claro que no se fiaban del todo, así que esta era una buena manera de ver que desde la promotora iban en serio.
Este nuevo representante de la promotora quería indicar que son serios, y el hecho de que pagasen era un punto clave. El dueño de la sala donde organizan sus eventos realizó el pago, y es que todos los conciertos que organiza esta promotora son en el mismo emplazamiento, por lo que quien ejerció de “socio capitalista” con el promotor fue el regente del recinto.
Además de esto, en las conversaciones el promotor pidió al artista que si podía ayudar con tema de promoción en redes sociales, que una mano no vendría mal ya que «era bastante inexperto» en la materia. En este punto, el grupo incide en que el tipo de concierto que realizan depende en gran medida para su venta de entradas del trabajo de promoción de los promotores, aunque están dispuestos a ayudar ya que varios miembros de la banda trabajan en distintos ámbitos de la industria musical que pueden servir para potenciar esto.
El concierto ya es un hecho
A la hora de elaborar el cartel oficial del evento, la propuesta que envía en un momento inicial la promotora es digna de un diseñador de 3 años con el paint. El cartel más cutre que uno se pueda imaginar. Para tratar de ayudar, aunque no era su función, como el promotor había solicitado al artista ayuda en labores de promoción, la banda quiso ayudar con un cartel en la línea del estilo de diseños que hace la promotora (pese a no gustar en absoluto el concepto). Lo hicieron y, poco después, de anunció el evento de manera pública.
Existe la posibilidad de comprar entradas anticipadas puesto que el dueño de la sala sube todos sus eventos a una conocida plataforma de venta de tickets, pero cuando lo hace, absolutamente todo el tiempo escribe la denominación de la banda que encabeza el cartel de forma errónea. El grupo pide por activa y por pasiva que se escriba correctamente, pero después de varios intentos, acaban por desistir. El cartel era cutre (de hecho, los miembros del grupo no consideran que debiera ser el diseño apropiado para un show así), la página web de venta de entradas también… todo parecía ir abocado al fracaso…
Primeras disputas
Las bandas ensayan preparando el concierto e incluso preparan una producción especial con máquinas de cañones de humo, invitados y un setlist acorde a su actuación, y entonces el promotor pide un par de vídeos de ambas bandas a modo de saludo para los fans y, de ese modo, atraer a más público. La persona encargada de hablar en nombre de sendos grupos no termina de estar conforme con esa idea e incide en que quizás se podría hacer mejor una campaña de redes sociales potente para que llegue a más gente y así suban las ventas o, en su defecto, hacer un vídeo con un toque más viral y que llame la atención del público.
Esto genera que el promotor se enfade porque considera que si ha pedido unos vídeos se tienen que hacer, de una manera o de otra. Él es quien manda. El promotor insiste en una llamada telefónica, a lo que el artista le dijo que esa semana tenía mucho lío entre su trabajo y los ensayos para dicho evento y que mejor por email o WhatsApp para gestionarlo por ahí, pero el promotor no cesa en decir que quiere hablar por teléfono a toda costa.
Cuando el grupo envía uno de esos archivos, se produce esa llamada en un rato libre que finalmente encontró el representante de dichas bandas en la semana en la que el promotor insistía tanto en hablar. En ese momento, con muy malas formas con expresiones como “si te he pedido el puto vídeo, me lo mandas” y bajo un alegato de “yo pago, yo mando”, el promotor hablaba en un tono alterado, motivo por el cual el representante de estas bandas le dijo: “la promotora que le paga tres millones de euros a Iron Maiden lo hace para que toquen; su acuerdo es para eso, y si la banda decide hacer un vídeo, genial, pero no tiene esa obligación. Pues bien, en nuestro caso, salvando las distancias del tamaño del artista y de la cantidad, es un ejemplo igual de válido”.
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El promotor respondió diciendo: “ya, pero es que no sois Iron Maiden”, a lo cual de la banda le contestaron: “ya, pero tampoco has pagado tres millones de euros”. A esto el promotor contestó: “es que si cobráis tres millones de euros, no os contrato”, y el artista concluyó esa parte de la conversación diciendo: “claro, es que ni yo mismo lo haría”. Una conversación un tanto ridícula en la que el promotor quería “demostrar quién manda”, y por la cual, como “no le gustaba la actitud” del grupo, planteó la cancelación del evento.
Desde ambas bandas nunca se quiso esa situación, de hecho le comentaron en dicha llamada que habían planteado otras opciones para promocionar el concierto pero que no habían gustado y que lo habían hecho para ayudar y que todo fuera mejor. Algo que probablemente el resto de artistas de los eventos de la promotora no habían hecho al limitarse a seguir las directrices de la misma. Pero, como se ha explicado al principio de esta negociación con este miembro de la promotora, él mismo era quien había solicitado ayuda para ello.
El promotor comentaba una y otra vez la propuesta de cancelación del show, pero terminó reculando cuando el grupo, que preveía por los primeros compases de la negociación que no tenía que tenerlas todas consigo de que todo llegara a buen puerto, le dijo que el dinero cobrado en ese momento no iba a devolverse puesto que la cancelación no era algo que quisieran efectuar, sino que era una decisión unilateral sin una razón de peso que justificara que eso tuviera que devolverse.
Periodo de calma… antes de la tempestad
Después de esto último, el promotor parecía algo más calmado. El grupo envió ese segundo vídeo que pedía y daba sensación de que había una tregua. No obstante, fue una cuestión de tiempo. El grupo quería darle bombo al concierto desde sus redes sociales y por ello elaboraron unos carteles alternativos (no oficiales, importante este dato) del show. Esos carteles tenían una estética muy diferente, y puesto que hay grandes bandas que hacen esto (como Metallica por ejemplo, que tiene el cartel oficial del evento que lleva a cabo con Live Nation en cada país pero luego publica uno propio con algún diseñador en cada una de sus actuaciones), lo llevaron a cabo.
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Una vez los hicieron y postearon, también quisieron mandárselos a la promotora vía email (tras la charla previa con el tono que hubo no querían comunicación de otro modo a ser posible) por si querían hacerse eco y darle nueva vida al evento en redes y demás, a lo cual el promotor contestó que le parecía bien pero que quería que el logo de la promotora apareciera en dicho cartel. La banda trató de explicarle que era un cartel alternativo, que el oficial seguía siendo el otro, y todo (en ese momento) quedó ahí.
El grupo, desde las cuentas de sendas formaciones que iban a actuar, fue haciendo post y colgando stories en los que se mencionaba (en el texto de la publicación en el feed o en stories para que pudieran repostear) a la promotora, pero no hubo apoyo por parte de la misma con el contenido que ambos grupos trataban de ver reflejado en la cuenta oficial de la promotora (algo por lo cual no se quejaron y lo interpretaron como una decisión de la organización de trabajar “a su manera”).
Una última semana “de locos”
Puesto que quedaba cada vez menos para la consecución del concierto, desde el grupo escribieron un email para conocer información de las pruebas de sonido y los horarios del evento. La promotora indicó que se haría un grupo de WhatsApp con el técnico de la sala para ello, y así sucedió. Pero el técnico estableció únicamente la hora de pruebas, ya que la de las actuaciones era cosa del promotor.
En la conversación con él, después de mucho tiempo tras aquella llamada, el promotor planteó que ambos grupos tocaran hora y media, y el artista quiso dejar claro lo que puntualizaron en un primer momento: uno de los grupos ejerce de telonero del otro, por lo que la cantidad de tiempo no será igual.
Puesto que en el evento había otra banda incluida (que trabaja con dicha promotora), desde la banda se propuso que para que se le diera más cancha tocaran entre los dos grupos, lo que proporcionaba tiempo para recuperar energías y hacer un mejor show en conjunto. Se propuso, esta vez, que el primer artista tocase media hora, el segundo 45 o 50 minutos y el cabeza de cartel tocase 65 o 70 minutos. El promotor no quería discutir, por lo que mandó al técnico encargarse de ello y se llegó a un acuerdo: 35 minutos una banda y la otra que rondase los 75 minutos (el doble).
Pasaron los días y el promotor comunicó por el grupo de WhatsApp donde se encontraban todas las partes que el primer grupo tocaría 45 minutos (22:00h a 22:45h), el segundo 75 (23:00h a 00:15h) y el tercero otros 75 (00:30h a 01:45h). El representante de estas dos bandas puntualizó que habían llegado a un acuerdo de 35 minutos y que, teniendo en cuenta que eran teloneros, la segunda banda quizás podría tocar algo menos de tiempo (no por desmerecer su trabajo, el cual alabó, sino por la coherencia del show).
Poco después, al cantante de las dos bandas (la primera y la tercera) le comunicaron un imprevisto grave por el cual tenía que hacer un viaje de cerca de 400 kilómetros para estar la mañana siguiente a eso de las 08:00h de la mañana. Un momento incómodo para el representante de ambos grupos por la relación entre él y el promotor, pero le llamó para comentarle la situación para preguntar si había posibilidad de que los dos grupos en los que cantaba el vocalista podían tocar los primeros (algo que si no era viable no pasaba nada) y, aparte, en caso de que no, si se podían recortar los tiempos para tratar de aligerar y darle coherencia con lo que aludía antes de la duración del segundo artista.
Con un tono mucho más calmado que la otra vez, el promotor indicó que llamara al técnico de la sala, que él sería quien decidiría, y llegaron al acuerdo de que el evento empezase media hora antes y se cortasen los tiempos, por lo que finalmente sería hora de inicio de la primera banda 21:30h, la segunda a las 22:20h y la última a las 23:30h. Una situación que se adaptaba mejor a todas las partes.
La batalla final
El grupo publicó desde sus dos cuentas los horarios del evento (para el cual quedaban escasos días) y usó la creatividad de aquel cartel alternativo. Tanto en ese post como en otro vídeo posterior ensayando, mencionaron a la promotora en stories para que lo pudiera repostear, pero no sucedió. Lo que sí pasó es que el promotor le envió una captura al representante de ambas bandas diciendo que el logo de la promotora seguía sin estar ahí, a lo que le respondió que era un cartel alternativo, con lo que le puso el ejemplo citado anteriormente de lo que hace Metallica o hacen tantos o más grupos.
El promotor volvió al tono de aquella “famosa llamada” y dijo que era una falta de respeto y volvió a hablar de manera “amistosa” diciendo que “dónde cojones” veía el logo de la promotora y “no me toques más la polla, no me toques más la polla que ya me la has tocado bastante”. Esto venía a colación de que, tras las quejas por el tema del logo, desde las bandas aludieron a que no se les había reposteado nada de lo que había subido para promocionar el show y que no habían ayudado en ese aspecto.
El promotor explicaba que lo había movido en un montón de sitios y que “lo habían visto 10.000 personas”, que no se le faltara al respeto diciendo que no había hecho nada y que no iba a pagar una campaña en Instagram porque ya había pagado el caché fijo por adelantado. Algo que no se le había dicho, sino que solo era el comentario de que no se había reposteado eso, que además es gratis.
El promotor, con desdén, empezó a decir que en todos sus conciertos había ciento y pico personas y que en este iba a estar vacío, que “tanto cartelito” ojalá funcione y se llene el sitio, que haría reverencias incluso, pero que al final no iba a ir nadie y estaba “con el agua al cuello” por la cantidad que se había pagado. A eso, el artista le explicó que, como se había hablado en el comienzo, las labores de promoción tenían que correr a cargo del promotor y que el caché que cobraban en dicho momento era por llevar a cabo su show con la producción que este tiene.
El promotor insistía en que pagaba por la gente que metieran, y por ello desde las bandas se le volvió a repetir que no, que ellos pedían una cantidad y si se toma genial, se hace el concierto, pero que si no hay acuerdo, no hay problema. Recordemos que quien llamó para organizar este show fue la promotora a las bandas y no viceversa.
Con un tono desagradable (por ambas partes, hartas una de la otra), se terminó la conversación diciendo que ya se verían este viernes 19 de mayo de 2023, fecha en la que se celebra el evento, y con poca intención por los dos lados de volver a hacer nada juntos. Este es un caso aislado de la escena, pero hay muchos más, y animamos a bandas, promotores, agentes o quien sea a que de voz a más situaciones para que se conozca mejor cómo funciona todo “en la trastienda del metal”.
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