Corría el año 2017 cuando me ofrecieron la posibilidad de formar parte del equipo de fotógrafos oficiales del Resurrection Fest. No me lo pensé ni un solo segundo, fue un sí rotundo.

Ya sabéis, hay trenes en la vida que uno no puede dejar pasar, aunque sea como becario. Sí, habéis leído bien, yo acababa de terminar de estudiar mi máster en fotografía y postproducción y empecé mis prácticas con Javier Bragado, coordinador del equipo de fotógrafos del Resu. Entre unas cosas y otras, me planté en Viveiro para enfrentarme al mayor reto de mi vida: ser fotógrafo oficial del Resurrection Fest.

Era un reto grande, sin duda. Más allá de la intuición o lo acertado que pueda tener el ojo a la hora de fotografiar, como norma general y desde que hago fotos de conciertos, me suelo estudiar a fondo las actuaciones de cada banda: sus movimientos y manías, cuándo se va a lanzar fuego o confeti (si lo hay), o si algún miembro de la banda se tira al público. Al final son patrones que se suelen repetir en todos los directos, por lo que todo este conocimiento previo te ayuda muchas veces a anteponerte a la situación, ganar ventaja y prever qué es lo que va a ocurrir en el momento álgido del bolo. Así que sí, para mi primer Resu tenía muy bien estudiadas a los grupos -y en el caso de Rammstein, aún más-.

Poneos en mi lugar: estaba a punto de empezar el concierto más grande de la historia del Resurrection Fest. Tenía los nervios a flor de piel porque además era mi primera gran banda a la que iba a fotografiar. Intentas mantener la calma, pero hay algo dentro de ti que lo impide y le das mil vueltas a ese momento que tienes en la cabeza que quieres inmortalizar. Éste llegaría en la canción 17º del setlist, en el tema de “Engel”, justo cuando Till Lindemann, el cantante de la banda, despliega sus alas de fuego.

Por fin, el instante que estaba esperando. Me coloqué entre el público para conseguir la imagen que veis. Sabía perfectamente la foto que quería, un plano abierto en el que se apreciase la magnitud y despliegue de Rammstein junto con el público disfrutando de unos de los momentos más emocionantes del show. No siempre hay que obsesionarse con una fotografía. Hay muchos otros momentos tan buenos o mejores como el que estás buscando, así que es aconsejable tener más de una opción y dejar hueco para la improvisación. Esto también te ayudará a no frustrarte, porque si fallas, tu autoestima estará por los suelos. Fue una experiencia sin igual, siempre lo he dicho, ese Resu me ha marcado mucho en mi corta carrera de fotógrafo musical por todo lo aprendido en cuatro intensos días y, sobre todo, por los grandes amigos que me traigo.

Además de lo idílico que pueda parecer, no os voy a mentir, es un trabajo duro. Son muchas horas con cerca de 6 kilos de peso encima, de pie, sin apenas comer. No obstante, cuando amas lo que haces, no importa lo duro que pueda resultar. Lo haces con gusto, porque es tu pasión y, de alguna manera, tantos años luchando y trabajando por hacer lo que te gusta, al final se ven recompensados.

Rammstein (Foto: Víctor Gallego)

Víctor Gallego