Las onomásticas se han convertido en obligatorias en este punto de la historia del rock. Los 50 años de uno de los discos clave de la historia nos obligan a hablar de cómo se creó y a charlar con uno de sus piezas clave, el bajista Geezer Butler. Así de negro fue el Sabbath de los maestros del heavy metal.

Cuando Black Sabbath terminaron la gira de presentación de su primer disco, la situación de la banda era difícilmente óptima. En el espacio de dos años habían pasado de ser Earth a llamarse Black Sabbath y desarrollar sobre los escenarios canciones tan legendarias como “The Wizard”, “N.I.B.” o “Black Sabbath” pero el éxito de su primer disco, con más de 5.000 copias vendidas en la primera semana, chocó con las pocas pretensiones de un manager, Jim Simpson, que les tenía alineados meses y meses de conciertos por cachés tan significativos como 20 libras esterlinas. 

Se avecinaban cambios. La banda tuvo algunos bailes con el poderoso (y mafioso) manager Don Arden pero finalmente decidieron irse con Patrick Meehan, manager en aquel entonces de Black Widow. 

A la vez que Black Sabbath comenzaban a hacerse un hueco en la escena mundial, otra banda con una imagen centrada en lo oculto, los mencionados Black Widow estaban despuntando. Pese a que Sabbath tenían un enorme potencial y estaban vendiendo grandes cantidades de discos, la banda estaba ganando una media de 350 libras por concierto mientras que Meehan conseguía una media de 500 libras por concierto para Black Widow. Meehan les indicó que el grupo no estaba siendo explotado al máximo de sus capacidades, que podía mejorar sus ingresos y ayudarles a hacer camino en América. Y la banda no pudo negarse a tan sugerente oferta. 

Tras alcanzar el número ocho en las listas, donde se mantendrían durante 42 semanas con su disco debut,  y con una incesante actividad en directo planificada, era el momento de que la banda le diese una nueva vuelta de tuerca a su carrera con otro nuevo disco que consolidase lo mostrado en el debut. Había que volver pronto al estudio. La cancelación de una gira norteamericana en julio de 1970 proporcionó cierto aire al grupo para trabajar en nuevas canciones, algo que ya venían haciendo de manera puntual e intensa en los meses previos.

Durante la gira europea, la banda comenzó a componer algunas de las canciones que conformarían ‘Paranoid’. Algunas de ellas, como “War Pigs” son fruto de una jam en un concierto  en Zurich en 1969. Otras surgieron de una sesiones de composición realizadas en Rockfield, un espacio de grabación cercano a la ciudad de Monmouth, en Gales. 

Tal y como recuerdan David Tangye y Graham Wright, miembros de la crew de la banda en aquellos tiempos, en su libro “How Black Was Our Sabbath”:

“La banda y la crew dormían en la misma habitación de la granja donde estaban alojados. El propietario, Kingsley Ward, salía cada mañana a ordeñar a las vacas para traer leche fresca para desayunar. El local de ensayo estaba en un edificio separado, un viejo establo con buena acústica. Tal era el volumen con el que tocaban Sabbath que las placas de pizarra que lo recubrían terminaron cayéndose y rompiéndose en pedazos en el suelo”. 

La banda, según su crew, solía improvisar durante una o dos horas para ver qué salía de allí. Normalmente los riffs de Tony Iommi marcaban el camino y la sección rítmica de Geezer Butler y Bill Ward creaba una base hecha a medida para esos riffs. Después de eso, la banda escuchaba las sesiones y decidían si había algo que mereciese la pena desarrollar hasta conseguir una canción completa. Rodger Bain, el productor, estuvo presente en estas sesiones para supervisar el proceso. 

Con poco tiempo que perder y el grueso de nuevas canciones ya ensayado y perfeccionado previamente , la banda se metió en los Regent Studios, repitiendo la fórmula de su primer disco, y grabando la totalidad del disco en un período que según explica Tony Iommi en su biografía “Iron Man” no les llevó “más de tres o cuatro días, un poco más que en el primer disco”. Aunque el disco iba a llamarse ‘War Pigs’ en un primer momento, la banda fue presionada por su discográfica para cambiarlo debido al posible rechazo que podían sufrir en una América consternada por la guerra de Vietnam. Dado que la banda no tenía la menor intención de causar controversia en América ante la perspectiva de una posible gira en octubre, finalmente decidieron usar el titulo ‘Paranoid’.

Según explicaban sus roadies Spock y Luke, una tarde tuvieron que subir a Birmingham, ciudad natal de Black Sabbath, a recoger unos amplificadores de repuesto. Al volver al estudio en Londres unas horas después, se encontraron con una nueva canción llamada “Paranoid” que no estaba compuesta cuando se marcharon. La historia dice que se compuso en apenas veinte minutos para rellenar un hueco de cuatro minutos que quedaba en el master del disco. En el mejor de los casos, atendiendo a la distancia entre Birmingham y Londres, la banda había tardado cinco horas en componerla, grabarla y producirla, todo un récord para uno de los clásicos más atemporales de la historia del heavy metal.

Pero Geezer Butler tiene dudas sobre la versión que siempre se ha ofrecido sobre la producción de esta canción. 

“No estoy muy seguro de cuándo se compuso ‘Paranoid’”, explica el bajista en una entrevista exclusiva vía email con Metal Hammer. “He terminado por creerme la historia de que se compuso en el último minuto como tema de relleno para el disco, ya en el estudio. Pero una parte de mí recuerda cómo la estuvimos tocando en el Rockfield Studio de Gales como parte de la pre-producción”. 

Al habla con Geezer Butler

Las canciones que forman parte de ‘Paranoid’, un álbum que en estos días cumple 50 años y lo ve celebrado con una estupenda caja deluxe repleta de contenidos, se han convertido en himnos de la historia del heavy metal más primitivo y visceral. Es prácticamente innecesario decirlo, pero sin Black Sabbath ni siquiera estaríamos editando esta revista, porque no habría habido Iron Maiden, ni Saxon, ni Judas Priest, ni Def Leppard, ni nada de los múltiples subgéneros que vendrían con el paso de los años. 

Ante las dinámicas que ofrecen las bandas hoy en día, con discos cada tres o cuatro años, sigue pareciendo anormal que un grupo pudiese editar dos discos tan clásicos y repletos de grandes composiciones en el espacio de unos pocos meses. Geezer explica que la importancia del primer disco es “obvia” porque “sin ese primer disco no habríamos podido llegar a hacer ‘Paranoid’. El primer disco fijó el tono de la banda, hizo que la gente supiese quienes éramos y nos dio un seguimiento internacional”. 

La labor del productor Rodger Bain no puede ser infravalorada en el disco. Los efectos sónicos como la aceleración al final de “War Pigs” o los efectos de sonido en la voz de Ozzy Osbourne al inicio de “Iron Man” denotan una banda que tuvo tiempo para experimentar un poco más -la gran diferencia entre grabar su primer disco en un solo día y tardar cinco en grabar este. 

“El éxito del primer disco nos dio más tiempo para desarrollar las canciones antes de entrar al estudio”, nos explica el bajista. “Tuvimos más tiempo para trabajar con el productor, por ejemplo. Si te digo la verdad, el primer disco fue la primera ocasión en la que la banda se pudo escuchar a sí misma, ya que por entonces no teníamos grabadoras de cassette. Escucharnos en el primer disco nos permitió saber cómo queríamos sonar más adelante en ‘Paranoid’”. 

Si bien el primer disco incluyó dos versiones (“Evil Woman” de Crow y “Warning” de The Ansley Dunbar Retaliation) la banda tuvo suficiente material bajo el brazo a la hora de entrar a grabar ‘Paranoid’ y no tuvo tentación de volver a grabar ninguna versión. Si bien Tony Iommi defiende que “Evil Woman” respondió a la necesidad de “tener algo más comercial” según su primer manager Jim Simpson.

“Habíamos compuesto suficientes canciones propias cuando llegamos a grabar ‘Paranoid”, explica Geezer. “Teníamos material para un disco completo. ‘Warning’ fue una de las primeras canciones que aprendimos cuando aún nos llamábamos ‘Earth’ y ‘Evil Woman’ fue la demo que usamos para conseguir nuestro primer contrato discográfico”. 

“El primer disco fue la primera ocasión en la que la banda se pudo escuchar a sí misma, ya que por aquel entonces no teníamos grabadoras de cassette”

El salto del blues-rock metalizado del primer disco al hard rock más agresivo del segundo trabajo es evidente, un salto que sentó las bases de lo que posteriormente llamaríamos heavy metal. Para Geezer, Black Sabbath “empezaron como una banda de blues” así que ese estilo “fue muy importante para nuestro desarrollo como banda”. No obstante fue el tema que da nombre a la banda, “Black Sabbath”, el que les dio “suficiente confianza como para componer nuestra propia música”. 

Si bien “War Pigs” fue uno de los primeros temas en nacer para este disco, su nombre original no era ese, sino “Walpurgis”. “Esa es la noche en la que los cristianos rendían homenaje a San Walpurga, pero también cuando las brujas se reunían para rezarle a Satanás. Pero dado el pánico que existía en América hacia el satanismo tras el asesinato cometido por Charles Manson la discográfica quería un cambio de título, así que llamé a la canción ‘War Pigs’.”

Pero el miedo al rechazo en USA por la guerra de Vietnam, como decíamos arriba, les hizo cambiar de opinión. Eso sumado a que “escucharon lo agradable al oido que era ‘Paranoid’” forzó a la discográfica a solicitar un cambio de título para el disco. Pese a todo, las fotografías de la portada ya habían sido tomadas y se quedaron tal y como estaban. 

“No teníamos mucho que decir en esas cuestiones y, aunque no nos gustaba el diseño final del disco, hemos tenido que vivir con él todo este tiempo”, se lamenta con cierta sorna el bajista. 

Durante largo tiempo se ha especulado con que “War Pigs” es un tema que habla de la guerra de Vietnam, aunque cuando la banda tocaba el tema en directo a mediados de los ’70 usaba imágenes de Adolf Hitler y de la Segunda Guerra Mundial en una pantalla tras ellos. “Aunque todo el mundo piensa que es sobre Vietnam, probablemente siempre había hablado de la Segunda Guerra Mundial”, explicaban los roadies en el libro “How Black Was Our Sabbath”.

Black Sabbath Paranoid

Butler tiene su propia versión como compositor de las letras. “Yo crecí en los años 50 en Birmingham, un lugar que tenía muchos signos y símbolos de la Segunda Guerra Mundial”, recuerda. “Había lugares que habían sido bombardeados, había refugios antiaéreos, e incluso encontrabas a gente que había resultado herida o incapacitada en la guerra caminando por la ciudad. La casa de mi familia era como una fortaleza: teníamos pistolas, espadas, bayonetas y todo lo necesario para luchar contra una armada invasora. Mis hermanos estaban en el ejército y uno de ellos fue enviado a luchar en la crisis del canal de Suez, en Egipto. Eso devastó a mi madre. Así que vi los efectos de la guerra de manera indirecta. En aquella época actuamos en algunas bases del ejército norteamericano, en Inglaterra y Alemania. La experiencia de hablar con los soldados que habían vuelto de Vietnam y escuchar sus historias sobre atrocidades y adicciones a la droga me impactó, especialmente porque son cosas que por entonces no eran públicas”.

“Iron Man” es otro de los temas más clásicos de la historia de Black Sabbath y probablemente uno de los riffs más atemporales de la historia del rock duro. Un tema que habla “de manera subconsciente” sobre Jesucristo. “Fue un héroe para sus seguidores, que luego se le volvieron en contra y le crucificaron. En la canción, en lugar de poner la otra mejilla, el hombre de hierro caído no perdona y vuelve buscando su venganza”, explica Geezer sobre la letra. 

Butler tenía un estilo como compositor y letrista que sirvió para separar a Black Sabbath de muchas bandas de la época. Su héroe siempre fue, a nivel lírico, John Lennon. “Él no tenía miedo de escribir lo que pensaba”, explica Butler, “‘In My Life’ e ‘Imagine’ son letras espectaculares y atemporales”.

“La experiencia de hablar con los soldados que habían vuelto de Vietnam y escuchar sus historias sobre atrocidades y adicciones a la droga me impactó”

Como bajista, admite que sus ídolos son Paul McCartney y Jack Bruce. Las líneas de bajo de McCartney son “tremendamente melódicas y complejas” mientras que “el vanguardismo directo de Jack Bruce me recuerda al estilo de un guitarra solista”. 

La manera en que Tony Iommi y Geezer Butler construían un muro de sonido con su guitarra y bajo es parte de lo que hace único el sonido de Black Sabbath. También lo es el ligero retraso de Butler sobre la batería de Bill Ward en canciones como “War Pigs” o “Electric Funeral”. A la inversa, similar al retraso sutil que Phil Rudd siempre mantiene sobre la rítmica de Malcolm Young en AC/DC. Algo que dota a las canciones de más pesadez y contundencia. 

“El trabajo de un guitarra rítmico es el de rellenar el hueco que queda entre la guitarra y la batería”, cuenta el músico. “Como la guitarra rítmica no tenía cabida en el sonido de la banda que queríamos crear, yo usé el bajo para hacer exactamente ese trabajo: establecer un relleno entre la guitarra y la batería”.

El uso de las drogas recreativas va asociado a Black Sabbath en conjunto -y a Ozzy Osbourne en concreto-. Si bien Tony Iommi explica en su autobiografía que la banda estaba fumando bastante en aquella época, Butler explica que las drogas eran “un estilo de vida” en aquel entonces. “Daba igual que fuese para componer música o para socializar todos usábamos drogas. Como ninguno de nosotros bebía mucho alcohol, usábamos el cannabis como droga de recurso habitual. Nos acompañaba en los buenos y los malos momentos”, asegura.

Cuando ‘Paranoid’ fue editado en Gran Bretaña en septiembre de 1970, la banda esperaba que tuviese un resultado similar al del primer disco. La prensa especializada parecía sostener esa misma idea. Pero en poco tiempo, ‘Paranoid’ sacó del puesto número uno de las listas británicas a Simon & Garfunkel, cuyo álbum ‘Bridge Over Troubled Water’ había estado en lo más alto de las listas durante meses. La banda se encontraba en Bélgica y no se podía contactar con ellos para darles la buena nueva. “No siempre tenían acceso a un teléfono en los hoteles de bajo presupuesto en los que se alojaban”, relatan sus roadies David Tangye y Graham Wright en “How Black Was Our Sabbath”. Sin embargo, mientras estaban en Bruselas, el roadie Luke llevo en furgoneta a Ozzy a un teléfono público para que llamase a su casa. Fue entonces cuando le dieron la noticia. El grupo al completo terminó dando vueltas en furgoneta por Bruselas gritando por la ventana que su disco había conseguido alcanzar el preciado primer puesto de las listas.

El éxito le permitió a la banda un salto cualitativo en su estilo de vida. “Nos permitió comprar mejores drogas, mejor ropa, mejor equipo y mejores casas”, rememora Geezer Butler. “Nuestros sueños más salvajes se hicieron realidad y pudimos probarle a nuestros críticos que ellos estaban equivocados y que nosotros teníamos razón. Pudimos hacer que nuestros padres se sintiesen orgullosos.

Todos veníamos de un entorno de clase obrera así que, en el fondo, no podíamos dejar de pensar que no sabíamos cuánto iba a durar esto o cuándo íbamos a volver a la realidad. Eso nos permitió no volvernos unos egoístas -al menos hasta unos años después-”, ríe el bajista. 

Black Sabbath

Butler tiene claro cuál es su canción favorita en el disco. “Creo que ‘War Pigs’ es mi favorita. La fuerza y contundencia de la música complementa a la perfección mi letra, que no era demasiado sutil, como la guerra en si misma”, revela. “La canción es atemporal. Simplemente inserta cualquier conflicto armado que esté sucediendo en este momento en el punto en el que menciona Vietnam. O incluye un virus en ese espacio. Encaja a la perfección”, se ríe. 

“No cambiaría nada en esos discos y lo dejaría todo tal y como está”, afirma el veterano músico. “Si hubiésemos tenido más tiempo en el estudio en aquel entonces probablemente nos habríamos cargado la crudeza y la potencia de muchas de esas canciones. Rodger Bain y Tom Allom, el productor y el ingeniero, supieron capturar los sentimientos de la banda en esos discos sin producir más de la cuenta o pulir demasiado las canciones”, concluye. 

Sin tregua

Con el disco en la calle encabezando las listas, la banda se despidió del Reino Unido con un concierto en Newscastle y tomaron rumbo a Estados Unidos. Antes de marcharse a Estados Unidos tuvieron una reunión con el padre de su manager y propietario de la empresa Worldwide Artists, Patrick Meehan senior. Le indicó a la banda que debían comportarse adecuadamente en el avión y en territorio norteamericano porque ahora eran embajadores de Inglaterra en aquel territorio. 

La banda llegó a New York un 28 de octubre de 1970 y pasó las siguientes semanas haciendo conciertos de bajo presupuesto en algunos de los locales más reconocidos de la costa Este y la costa Oeste. La banda tan solo se llevó uno de sus roadies, Spock Wall, en el viaje. Las finanzas de la banda aún no estaban como para tirar cohetes, teniendo en cuenta que los royalties de su nuevo disco aún tardarían meses en llegar. Los costes mandaban  y Sabbath se embarcaron en su primera gira gran gira transatlántica con el apoyo más mínimo y necesario. 

El grupo se llevó todo su backline a Estados Unidos, incluyendo doce pantallas Laney de 4×12, seis pantallas y amplificadores de bajo de 100 vatios, el kit de batería de Bill Ward y el sistema de PA de Ozzy, que consistía en un amplificador Laney de 100 vatios y seis amplificadores y seis columnas de pantallas de 100 vatios. La banda fue recibida en un primer concierto en el Glassborough State College de New Jersey con gran jolgorio por parte de unos 1500 fans. Al final, el volumen de equipo y lo contundente de la agenda de la banda forzaron a que el grupo trajese a su otro roadie británico, Luke, a Estados Unidos para unirse a la gira. 

Ya con las cosas fluyendo con más facilidad, el grupo siguió su tour por Estados Unidos tocando en lugares como Oregon, Ohio y eventualmente, un retorno a New York para tocar en uno de los shows más prestigiosos de la costa Este, el Fillmore East de Bill Graham, uno de los personajes clave en la industria de la música americana. La banda actuó junto a Rod Stewart y los Faces. Un concierto en el que “la banda tocó de manera soberbia” según recuerdan sus roadies. “Al público le encantaba este nuevo y pesado sonido y Black Sabbath tuvieron que volver para tres bises”, explican en el libro “How Black Was Our Sabbath”. 

“Los hemos destruido”, decía Ozzy respecto a su competencia de aquella noche tras el show. No sería el último show de gran prestigio, pues la banda fue hasta la costa Oeste para actuar en el legendario Whisky A Go Go de Los Angeles, donde realizaron dos o tres shows diarios durante cinco días. Y tal como recuerdan quienes les acompañaban en la carretera, fue en Los Angeles donde la banda tuvo su primera experiencia con la cocaína. Tan buena fue que el camello se convirtió en su camello oficial en Los Angeles e incluso acabó girando con Sabbath durante una temporada vigilando su equipaje y echando una mano a su aún escasa crew. 

La banda actuaría también en el Fillmore West de San Francisco junto a The James Gang, con Joe Walsh como guitarrista, que luego se haría famoso junto a los Eagles. La experiencia americana fue totalmente sorpresiva para Black Sabbath, que consiguieron un éxito que superaba, de largo, sus expectativas. Era el momento de volver a casa por navidades y el grupo voló al Reino Unido en diciembre de 1970 para participar con una sesión en el show de John Peel “Top Gear” y realizar una breve gira Europea. Después de las navidades, nuevas fechas en el Reino Unido y una primera visita a Australia sirvieron para cimentar a lo largo y ancho del globo la leyenda de estos cuatro chavales de Birmingham. Aún habría tiempo para una nueva gira americana durante la cual fueron preparando las bases de lo que sería su tercer disco, ‘Master Of Reality’.

Un año de absoluto vértigo para la banda que en tan solo cuatro discos sentó las bases del género que amamos. ¡Larga vida a Black Sabbath!

Sergi Ramos