Flashback: Cuando Ozzy Osbourne se esnifó a un montón de hormigas
En el año 1984, existían dos peligros claros a nivel mundial. Uno de ellos era la escalada armamentista entre Estados Unidos y la URSS que se vino a bautizar como ‘guerra fría’ y el otro era la gira conjunta de Ozzy Osbourne junto a Mötley Crüe por Estados Unidos.
El primero presentaba “Bark at the Moon”, su tercer disco de estudio tras la salida de Black Sabbath. Los segundos presentaban (todavía) “Shout at the Devil”, su segundo y unánimemente aclamado trabajo de estudio. Lo que es más importante: tanto Ozzy como Motley estaban absolutamente desbocados. Uno llevaba desbocado desde 1970; los otros eran jovenzuelos en pleno ascenso meteórico de su carrera cuya rareza no era drogarse, sino estar sobrios.
59 fechas, 57 ciudades.
A lo largo de los meses de enero, febrero y marzo de 1984, Osbourne y Mötley Crüe compartieron carretera y desquiciadas anécdotas mientras estaban llenando recintos a diestro y siniestro en uno de los periodos más exitosos para el género del cuál ellos eran máximos exponentes: el rock duro y el heavy metal de mediados de los 80. A lo largo de capitales como Philadelphia, Boston, New York o Dallas pero también a través de aburridos lugares del medio oeste como Lexington, Tulsa, Norman y similares, la gira llegó a un buen montón de fans que probablemente no eran conscientes del histórico concierto que estaban viendo en esos momentos. No tanto como el que hará Ozzy Osbourne junto a Judas Priest en Barcelona el próximo 3 de marzo, pero casi.
Las drogas son el mejor remedio, siempre
Pero el aburrimiento de la carretera lleva a situaciones inconcebibles que, con la ayuda de un buen montón de drogas, pueden parecer casi normales. Aunque Mötley Crüe, reflexionando a posteriori, se dieron cuenta de que nunca, hiciesen lo que hiciesen, iban a estar a la altura de Ozzy. Jamás. Ni con toda la heroína del mundo Nikki Sixx podría ser jamás la sombra del estropicio humano que podía llegar a ser Ozzy Osbourne en el mejor de sus días. Y especialmente en 1984.
Hasta entonces Ozzy se había hecho famoso por arrancarle la cabeza a una paloma durante una reunión con CBS Records, así como por hacer lo propio con un murciélago vivo que alguien le había lanzado al escenario y que le costó una inyección contra la rabia. Todo ello era parte de la leyenda de Ozzy pero nunca se había hablado de esa pobre fila de hormigas. Nunca hasta que, en 2001, Mötley Crüe junto con Neil Strauss, editaron el mítico libro “The Dirt” que ahora, en el mes de marzo, llegará finalmente a nuestras pantallas a través de Netflix (o eso dice el rumor y la banda no lo niega).
Hormigas, orina y vestidos. El musical.
En un capítulo del libro donde Nikki Sixx habla de la infame gira de 1984 cuenta una anécdota que ni el propio Ozzy dice recordar, lo cual tampoco sería sorprendente.
La acción se sitúa en un hotel de Florida donde ambas bandas habían realizado una parada durante la gira. Ozzy robó un vestido del bolso de una mujer mayor y andaba por la zona de la piscina exterior vestido tal que así cuando llegó la noticia que nadie quería oír: no quedaba más cocaína. Cuando Nikki Sixx le explicó la terrible noticia a Ozzy, el vocalista hizo caso omiso y pidió una pajita.
“Le di la pajita y Ozzy fue a una grieta que había en el suelo y se agachó allí” explica Sixx en el libro. “Vi una larga columna de hormigas que marchaban hacia un pequeño refugio donde acababa el pavimento y empezaba el barro. Y mientras pensaba ‘no lo va a hacer’, lo hizo. Se puso la pajita en la nariz y, con su culo asomando por el vestido, se metió toda la fila de hormigas por la nariz con una sencilla y monstruosa esnifada”.
“Se puso de pie, echó la cabeza hacia atrás y concluyó aspirando poderosamente y probablemente enviando a un par de hormigas hacia su garganta” prosigue Sixx. “Luego se levantó el vestido, se cogió la polla y meó en el pavimento. Sin ni siquiera mirar al creciente público que le rodeaba -todo el mundo estaba mirándole mientras las viejas y familias que había en la piscina hacían como que no miraban- se arrodilló y mojándose el vestido en el charco, comenzó a lamerlo. No es que lo tocase con su lengua, sino que le dio media docena de lametones consistentes, como un gato. Luego se puso de pie, con los ojos encendidos y la boca mojada de orina y me miró. Haz eso, Sixx”.
En defensa de Ozzy, debemos decir que un miembro de nuestro equipo realizó hace muchos años una fiesta donde el principal motivo de diversión etílica era usar motosierras para romper el comedor y otra en la que aparecieron miembros de Watain durmiendo en su bañera con una bolsa de palomas muertas. Y es una persona encantadora.
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