Motxila 21: grandeza sin parangón
Hay historias que cautivan por su origen, otras por la fuerza e intensidad de sus protagonistas, en ocasiones, lo que engancha es cómo se desarrolla y evoluciona e, incluso, hay veces que es imposible desprenderse de los valores que transmite. Muy de vez en cuando, quién sabe si gracias a la fortuna o a qué, se presenta una historia que engloba todos estos elementos provocando que, cuando se conoce, sea imposible desengancharse de ella. Ahora es el momento de acercarse a Motxila 21, pero una advertencia a quien siga leyendo: nadie se soltará de esta historia después de ahondar en ella.
La grandeza de este proyecto reside en que cada persona que se aproxime a él va a encontrar motivos diferentes para enamorarse y convertirse en devoto absoluto de Motxila 21. A gran parte de los más de 20 miembro de la banda les une una característica genética: su cromosoma 21 está triplicado, lo que entre otras cosas, hace que su físico tenga rasgos específicos…
Algo que no debe ser más que una anécdota tal como dice Ainhoa Suescun (Caja): “Que haya gente que por verme la cara piense que no soy capaz, cuando todos tenemos capacidades distintas”. ¿Si son diferentes? Puede que sí, puede que no, pero ¿acaso todos no los somos? Tanto da si estamos o no en un grupo de rock, “Motxila 21 como todo grupo tiene sus variantes y componentes” nos explica Ramón Primo (Timbal) y, parafraseando a Aitor de Miguel (Caja), Motxila 21 es un grupo diferente porque hace canciones diferentes.
Andoni Zilbeti (guitarra) propone un mágico reto, acercarse a ver en directo a Motxila 21, con los ojos bien abiertos. Está claro que hay algo diferente, no solo que son más de veinte. Entonces es el momento de cerrar los ojos y escuchar una brutal banda de rock. ¿Hay alguna diferencia ahora? No nos dejemos engañar por la vista… ni por los prejuicios…
Teo, manager del grupo, ahonda en la cuestión de la “diferenciación” aportando un interesante haz de luz ¿vas a ver a Motxila 21 porque parte de sus miembros tienen una característica diferenciadora o vienes a verlos porque son un grupo de rock? Cierta es esa “diferenciación” pero no debería aportar más que si todos los miembros llevan barba, o van enmascarados, por ejemplo, puedes ir a verlos pensando en esa ”diferencia”, sí, pero al final del concierto vas a salir alucinando por haber visto un gran grupo de rock.
Lo hicieron porque no sabían que era imposible
Kutxi Romero explica con esa compleja sencillez esta maravillosa iniciativa, él, uno de esos “padrinos” que velan y apoyan desde un discreto segundo plano, da una pista de en qué se apoya Motxila 21: en unos corazones enormes, en una fidelidad absoluta a lo que dicta el corazón, por encima de lo que opine la cabeza, “ya que por todos es sabido que la cabeza está sobrevalorada”. Iñaki Bidarte (Saxo y dirección de saxos) lo deja bien claro: “Nada es imposible y aquí lo demostramos, con unión, esfuerzo y ganas puedes llegar a la meta que quieras”.
Guiados por la fuerza del corazón consiguieron a base de mucho esfuerzo, total dedicación y confianza sin fisuras hacer, tal y como reconoce con orgullo Aintzane Lizarraga, que toca el timbal y el pandero, “un grupo seguro y fuerte”, que es consciente de que tienen algo enorme, pero que otros también pueden llegar a tener, a lo que anima Maribi Arbe, una de las voluntarias que toca el timbal, al reconocer que “No hay más grupos como Motxila porque no se lo han propuesto”.
Vamos cerrando el círculo: miembros, padrinos y voluntarios… estos últimos, son personas que están en el día a día de Motxila, ayudando, dirigiendo, aconsejando, aportando y aprendiendo, personas que son miembros de facto de la banda pese a no tener Síndrome de Down “sin hacer referencia a qué otros síndromes o trastornos tenemos”, la contundente definición que hace de sí mismos Jose Landa (batería).
Evolución espectacular, no cabe otra forma de explicar dónde está hoy Motxila 21 como proyecto y como banda de rock. Si se echa la vista atrás y se comparan esos inicios en los que para ellos era suficiente con tocar todos al mismo tiempo, con defenderse con una canción de dos ritmos y ahora poder hacer versiones y telonear a Van Morrison, Rosendo, Malikian o Fermín Muguruza: “La evolución habla por sí sola” (Marijose Leoz, directora de saxos).
Otra pieza en el círculo: las familias. Marijose, voluntaria, directora de saxos y madre de uno de los integrantes del grupo, Borja, ejemplifica el compromiso de las familias con el proyecto: colaborando, empujando, con una actitud positiva en la que no caben las pegas ni las quejas, porque Motxila es ya “un grupo de música rock muy grande y con mucha marcha y quiero que nos vean así”, dice orgullosa Leyre Zabalza, cantante y timbal.
¿Y qué hay del resto de nosotros, de la llamada “sociedad”? Sin duda la pieza final, no menos importante, que tiene que cerrar el círculo y donde nadie puede poner excusa alguna ni derivar culpas hacia terceros. Aquí todo el mundo puede hacer un poquito para crear un enorme mucho. Dejemos nuestros más anclados defectos, esos deleznables que señala Kutxi y que las chicas y chicos de Motxila no tienen: mezquindad, envidia, egoísmo, egolatría y cien mil más.
Es el momento de aportar para que la visibilidad de determinados colectivos deje de ser necesaria y se convierta en cotidiana y habitual. Colectivos que para Ainhoa Lizarraga (acordeón y coros, hermana de Aintzane) son “capaces de hacer cosas increíbles que pueden llegar a transforma de una manera natural la sociedad”, ¿quién no querría poder ayudar para que esto no fuese preciso visibilizarlo?
Apoyo también a nivel gubernamental (Central, Autonómico, Local…) quienes están aún muy lejos del nivel que se debe esperar de ellos, se necesitan locales de ensayo, para directos, para los equipos, ayudas a la cultura y las artes escénicas, todo esto no solo le hace falta a Motxila 21 sino que como nos alumbra Xabi Makuso (bajo), hoy en día es una necesidad generalizada por la enorme cantidad de profesionales afectados por la situación actual.
En mi Motxila llevo todos mis sueños, que son muchos
Así de contundente se expresa Borja Ortiz (saxo) cuando se le pregunta qué es lo que lleva en su mochila, esta banda aporta infinidad de matices a todo aquel que se atreve a portarla en su espalda. Iñaki Lahortiga (saxo) asegura que quienes vayan a verlos “Se van a llevar un recuerdo único”, además de que, tal y como apostilla Lorea Lamata (Timbal) “La gente se va a sorprender de ver de lo que somos capaces”.
Esa capacidad para hacer grandes progresos en forma de canciones hace que Motxila 21 sea un grupo tan unido que “aporta paz, compañerismo, diversión, amistad, hobby, buenos ratos con compañeros y voluntarios” (Diego Arzoz, timbal).
Todos estos logros no llegaron llovidos del cielo ni brotaron de la tierra una buena mañana de primavera, son “el gran esfuerzo de las cosas” como le explicó siempre su familia a Itziar Segura (timbal). Fruto de ese esfuerzo colectivo es, en palabras de Ibai Ganuza (caja y baile), que los miembros de la banda, todos, sin excepción ni distinción, se sientan contentos y a gusto, llenos de “alegría, adrenalina y subidón”.
“Motxila ha sido mi sueño desde que los conocí” (Carlos Santana, saxo). Sueños cumplidos, otro de los frutos de este proyecto, difícil explicar qué se siente al formar parte de Motxila 21 a no ser, como reconoce Igor Segura (timbal) que “Si no estuviese en Motxila estaría deseando pertenecer a Motxila”
Ese entono donde parece que hasta el tiempo tiene otro ritmo y distinto valor, explicado por Mikel Etxart (bombo) : “Cuando estoy en los conciertos disfruto tanto que no me doy cuenta que pasa el tiempo”. El sueño de Gonzalo Purroy, caja, de hacer cosas bonitas en la vida y estar en el mundo de la música. Su música, como ‘Ama Lurra’ el nuevo trabajo de Motxila 21.
Un disco que se publicará el próximo mes de abril y que dará la oportunidad de descubrir (o seguir disfrutando) de la calidad de Motxila 21. Variado, en estilos, temas e idiomas, como no podía ser de otro modo. La caña contundente de “Notas que vuelan perdidas”, la magia de “4 letras”, la fusión de “Sueños de futuro”. Imposible no amarrarse a “Erromatar garaiak” o “La magia de mi ser”, tanto como no caer rendidos ante el swing que desprende “Nine barruko dantzak”. Es la ocasión de tener un buen disco de rock y colaborar con un proyecto que engancha.
Aluvión de sentimientos
¿Qué tres sentimientos serían los que primero os vienen cuando pensáis en Motxila 21? La intriga por las respuestas queda desvelada: Integración, capacidad, respeto (Teo) ¿quién no querría estos adjetivos como descripción de uno mismo? Orgullo, como el que siente Lorea cuando va por la calle y le preguntan si es miembro de Motxila.
Compromiso y superación (Ainhoa), pasión, arte y amor (Diego), amor, amor y amor (Kutxi). Familia, alegría y felicidad (Aintzane), Mi Grupo de Música (Leyre), Ritmo, Diversión y Amistad (Carlos), Motivación, Orgullo y Amor al Grupo (Mikel), Amigos, Familia y “somos la bomba” (Itziar), «solidaridad, música y amistad» (Iñaki).
Felicidad, Alegría y Responsabilidad (Iñaki) ¿alguna pega?, Amigos, Trabajo y Rock (Ainhoa Suescun), Escenario, Conciertos, Gente (Ibai), Compañerismo, Amistad y Convivencia (Ramón), Rockeros, Música, Entusiasmo (Igor), Rock, Participación, Concentración (Aitor), Diversión, Felicidad, Buen Rollo (Lorea) y la fuerza, emoción y pasión que siente Borja.
El resumen en tres palabras sería el de Gonzalo Purroy: Im, pre, sionante. Pero, ¿de verdad es todo tan perfecto? ¿no hay nada que no guste dentro de Motxila 21? “Algo hay” responde con socarronería Igor. Y hasta aquí podemos leer, ahora Motxila 21 está esperando nuevos seguidores. Ojo, que es para siempre.
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