El death metal no podría entenderse sin el disco de estreno de Morbid Angel. Publicado el 12 de mayo de 1989, canciones como "Chapel of Ghouls", "Immortal Rites" y "Blasphemy" muestran la potencia y la técnica de la banda de Florida.

Debuta Morbid Angel, en el lejano 1989. El death metal era un género aún desconocido para muchos, y trabajos como este ayudaron a establecerlo en una escena que no conocía aun del todo hasta donde podían llegar los límites de la brutalidad sonora.

Hoy son una de las bandas más grandes y famosas del estilo, sus ventas han sido un pequeño éxito comercial teniendo en cuenta su estilo, y son una de las agrupaciones más apreciadas y respetadas por muchos fanáticos del metal extremo, seguramente puedas encontrar al menos uno de sus discos en la estantería de cada seguidor del género, y con todo lo que han hecho en su ya dilatada carrera, lo tienen bien merecido. Su debut fue una gran noticia, y es sin duda un álbum clave en la historia del death metal, específicamente en Florida, donde se gestaba un movimiento interesante.

Morbid Angel Altars Of Madness

Hay que decir que ‘Altars Of Madness’ tiene una producción de bajo presupuesto, pero a pesar de todo el resultado es satisfactorio, dotándole de un sonido crudo, que es un plus a la maldad desbordante que desprende, que lo termina convirtiendo en una ventaja. Su vocalista tiene gran parte culpa, ellos han tenido varios cantantes a lo largo de su carrera, pero hay un claro consenso en quien ha sido el mejor.

La actuación de David Vincent en este trabajo es espléndida, su voz no es tan cavernosa para el estilo, pero es una especie de grito torturado, que rebosa hasta miedo al escucharlo al lado de los pesados riffs de Trey Azagthoth. La actuación de los músicos es bastante técnica, salvo el bajo que quizá es complicado de distinguir. El trabajo de Pete Sandoval en los tambores es sublime, blast beats y doble bombo por todo el lugar, con un nivel de talento para la velocidad inalcanzable para muchos, es casi imposible evitar el headbanging en cada pieza.

Luego tenemos una colección de temas que son clásicos del death metal con todo el derecho, poco espacio para la melodía y mucho para la velocidad y contundencia en tracks como “Chapel Of Ghouls”, “Suffocation” y “Maze Of Torment”, o ese sonido terrorífico de “Inmortal Rites”. Quizá el único altibajo sea una cierta similitud entre canciones, cuestión que irían puliendo progresivamente. Este es un álbum clave e imprescindible para entender la historia del death metal en general, y todo el movimiento que surgió en Florida a principios de los noventa.

Carlos Neubert