Iron Maiden es sinónimo de heavy metal y ha llegado a convertirse en una de las bandas más reconocibles del género -cuando no un sinónimo directo de este tipo de música-.

Aun así, el grupo no siempre ha sido el coloso que es hoy en día, y es que su extensa carrera ha estado plagada de momentos clave que terminaron de convertir a estos muchachos de Londres en toda una leyenda. No hay que engañarse: Internet está plagado de listas sobre Iron Maiden porque, al final del día, es un grupo enorme y sobre el que siempre es grato leer. Por ello este decálogo trata de ser un poco diferente y se construye principalmente sobre algunos de los grandes momentos que han puesto a la banda en lo más alto de los carteles de todo el mundo. 

El nombre: Iron Maiden

Puede resultar increíble, pero una de las bandas más reconocidas de la historia del heavy metal estuvo a punto de tener un nombre bastante menos memorable. Muy en la línea de sus influencias progresivas, Steve Harris consideró nombres como Ash Mountain y se decantó finalmente por Iron Maiden gracias a la película “El Hombre de la Máscara de Hierro”.

Poco después de su primer show en St. Nicks Hall en 1976, Steve recibió una llamada de otra banda que decía llamarse Iron Maiden, que insistían en que el nombre estaba cogido y que, por favor, buscaran otro. Harris decidió hacer oídos sordos a la petición y el nombre sigue siendo Iron Maiden hasta nuestros días. ¿Qué ocurrió con el grupo que realizó la misteriosa llamada? Nadie lo sabe.

El origen de Eddie The Head 

Que Iron Maiden sea el coloso comercial que es se debe en gran parte a lo fácil que resulta reconocer a su mascota, que con los años ha terminado por convertirse en uno de los símbolos más reconocibles del heavy metal. Pero, ¿cómo pasó a ocupar un lugar tan prominente para el grupo? 

Eddie Iron Maiden

Los orígenes de Eddie son humildes, pues al principio no era más que una máscara de papel maché que escupía sangre al final de los conciertos. Dave Murray afirma que el nombre de Eddie se originó porqué la banda la llamaba “The Head”, lo que se relacionaba con una vieja (y muy mala) broma británica sobre un niño que nació sin cuerpo. Fue el célebre ilustrador Derek Riggs el que elevó a Eddie hasta el estrellato y le convirtió en el protagonista de las memorables portadas de la formación para llegar a ser tan o más reconocido que la propia música que contenían los discos.

Las colaboraciones con Martin Birch 

La historia de Iron Maiden está plagada de héroes que colaboraron en el meteórico ascenso de la banda sin pertenecer de facto a la misma. Se ha mencionado cómo Derek Riggs trajo al mundo a una mascota tan memorable como Eddie y es bien sabido cómo el buen hacer de Rod Smallwood hizo de Maiden un coloso super ventas, pero no fue hasta que el grupo trabajó con el productor Martin Birch que encontró el sonido que habría de convertirles en leyendas.

Está muy extendida la afirmación de que Iron Maiden solo ha sacado buenos discos bajo el ala de Birch, y si bien se trata de un debate muy antiguo y que se calienta rápido, lo que resulta innegable es que los álbumes más queridos y que han vivido para convertirse en clásicos llevan su sello. ¿Os imagináis un ‘Seventh Son Of A Seventh Son’ con la producción punk del homónimo ‘Iron Maiden’? 

Los cambios de formación 

Iron Maiden va ligado al nombre de Steve Harris del mismo modo que la torre Eiffel está ligada a París. Sin embargo, Steve dista de haber sido el único artífice tras la banda, y es que, si bien ha habido colaboradores necesarios como los citados, toca darles crédito a los miembros que, sin ser originales, elevaron a Iron Maiden más allá de lo imaginable.

La entrada de Adrian Smith, Bruce Dickinson y Nicko McBrain a principios de los ’80 destaca porque, aunque Dave Murray y Steve Harris sean los miembros originales, los músicos que engrosaron las filas de la doncella distaron de ser meros empleados. Ya sea desde el inimitable estilo de Nicko McBrain tras los platos hasta composiciones de la talla de “Powerslave” o “Wasted Years”, resulta innegable que estos fichajes supusieron la culminación de una fórmula que, pese a lo prometedor, seguía necesitando de algo más para consolidarse. 

‘The Number Of The Beast’ #1 

Los años ’80 eran buenos tiempos para ser un grupo de heavy metal en Inglaterra. La NWOBHM era el movimiento underground que había terminado de liquidar al punk y, aunque bandas como Mötorhead, Saxon o Def Leppard alcanzaron una notoriedad considerable, la mayoría terminarían por quedar condenadas al ostracismo. 

Tal podría haber sido el destino de Iron Maiden, hasta que, en 1982, con Bruce Dickinson debutando como vocalista, ‘The Number Of The Beast’ se convirtió en el álbum más vendido de las listas británicas. El resto, como suele decirse, es historia. Sin este éxito muy probablemente Iron Maiden solo habría sido un grupo más que no pudo sobrevivir a la NWOBHM; pero en su lugar hubo dinero y confianza como para dar los primeros pasos hacia el mastodonte que se conoce hoy en día.

“World Slavery Tour” 

La gira de presentación de ‘Powerslave’ supuso la culminación de Iron Maiden como una banda de estadios capaz de traer una producción faraónica (nunca mejor dicho) a cualquiera de sus conciertos. En muchos sentidos, era la experiencia de heavy metal en vivo definitiva. Toda esta experiencia quedó reflejada magistralmente en el directo ‘Live After Death’, el más querido de la formación, pero la gira supuso mucho para Iron Maiden más allá de lo meramente musical.

Fue de lejos su gira más larga, y es que se extendió hasta los 331 días y muy cerca estuvo de provocar la salida de un Bruce Dickinson que tuvo serios problemas para mantener su nivel vocal en el agotador contexto de un tour sin apenas descansos. Culminó a Iron Maiden como una banda de directos, sí, no obstante también estuvo a punto de hacer que no hubiera más Iron Maiden. 

Monsters Of Rock (1988) 

En 1982, Iron Maiden alcanzó su primer número 1 y demostró que podían hacer grandes cosas si las personas adecuadas invertían en ellos. En 1985, el “World Slavery Tour” convirtió a estas promesas en una realidad y consolidaron a Iron Maiden alrededor del mundo. Pero no fue hasta 1988 que Iron Maiden comenzó a creerse su propia leyenda con su obra maestra: un ‘Seventh Son Of A Seventh Son’ bajo el brazo y un Olimpo del rock que clamaba por un nuevo integrante. 

Iron Maiden - Seventh Son Of A Seventh Son (1988)

Nada refleja mejor el momento en el que la doncella llegó al pico de la ola mejor que sus shows encabezando el Monsters Of Rock de 1988 en el que compartían cartel con otros artistas en estado de gracia como Metallica, Helloween o Anthrax. Pese a todo, lo que terminó por endiosar a Iron Maiden fue la parada del festival en Donington en el que los británicos estaban por encima de nada más y nada menos que de Kiss. Relevo generacional en estado puro. 

La era oscura 

Para muchos Iron Maiden solo ha tenido una mala época -concretamente cuando Blaze Bayley sustituyó a Dickinson a la voz-, pero la realidad es bastante más compleja. Hay quienes señalan la partida de Adrian Smith y el posterior lanzamiento de ‘No Prayer For The Dying’ como el primer batacazo, otros a los divorcios con Martin Birch y Derek Riggs, mientras que los más osados consideran que no han vuelto a hacer nada decente desde 1988 y que han vivido para convertirse en una banda de progresivo a tres guitarras. 

A pesar de todo, la realidad es que Iron Maiden, aún en sus peores momentos, ha resultado ser un grupo con una solvencia musical más que envidiable sin que ningún álbum haya resultado vergonzoso y sin que ningún feudo entre miembros haya provocado un titular de prensa amarilla. Todos los artistas atraviesan un valle oscuro, y aunque el de Iron Maiden fue más brillante que el de muchos, de no haber pasado años de vacas flacas, muy probablemente no se tendría al coloso del que se disfruta hoy en día.

El regreso de Bruce Dickinson y Adrian Smith

El s. XXI empezó por todo lo alto, y es que tras años fuera de la disciplina de la doncella, la banda no solo volvió a reclutar a Bruce, sino que reincorporó a Adrian Smith sin despedir a Janick Gers, lo que convirtió a la formación en una curiosa rara avis de tres guitarras. Fruto de la mejora que supuso el retorno del otrora core compositivo de la banda, Iron Maiden sacó al mercado ‘Brave New World’, el primer disco capaz de hablarle de tú a tú a sus clásicos de los ’80. 

Iron Maiden (Foto: Pablo Gándara)

Su exitosa gira, que era al mismo tiempo una reunión y una presentación, culminó en el festival Rock In Rio en el que grabaron el homónimo álbum en directo. En su metraje se ve algo más que a una banda en plena forma. Se puede apreciar a una grupo confiado con su nuevo material y feliz de estar en el escenario sin asperezas ni malas miradas entre los miembros. Dicho de otra forma: fue como si hubieran colgado de los astros un cartel que afirmara “Iron Maiden han vuelto a su trono”. 

Flight 666 

Cuando una banda tiene cierto recorrido se vuelve complicado innovar y seguir sorprendiendo; pero Iron Maiden siempre han tenido un don para lo extravagante e innovador. Bruce Dickinson, que durante su ausencia había aprovechado para sacarse una licencia de piloto, sugirió que si la banda contara con un avión propio podrían tocar en lugares a los que nadie había llegado antes.

Dicho y hecho, de pronto Iron Maiden contaba con un avión, el Ed Force One, que fue el responsable de transportarles a lugares tan variopintos como Costa Rica, Australia o Japón en una misma gira -pluriempleando a Dickinson como cantante y piloto-. Una gira así no tenía precedentes en la historia de la música, y es que solo un grupo con un miembro que además es piloto habría podido sacar adelante una locura semejante. 

Marc Fernández