La cuarentena por el coronavirus ha confinado a toda la población en sus casas, y las consecuencias del encierro y de la falta de ocio pueden hacer mella en el prójimo.

Muy probablemente los vecinos del metalero se asomen a los balcones y pongan reggeaton a toda ostia para combatir el hastío, pero tras a penas una semana de encierro, han empezado a aparecer patrones de comportamiento entre los metaleros que he decidido calificar en cinco entrañables personajillos.

El músico

Es muy posible que, si no tienes a unos cuántos de estos en tus redes sociales, es porqué tú eres uno de ellos. Este entrañable sujeto ha encontrado la excusa perfecta para romper con todos los tediosos compromisos sociales y centrarse de una vez en su instrumento.

Lo puedes encontrar en su cuarto, en su salón o donde sea que tenga todo su equipo, y aprovechara las largas horas vacías de la cuarentena para sacarse esa canción que hasta hacía unos días consideraba imposible. La guitarra, el bajo o las baquetas se convertirán en una extensión más de su cuerpo, y se encargará de informar de sus progresos a través de las redes subiendo las covers de las que se sienta más orgulloso. Quién sabe, si se viene arriba es posible que hasta este abierto a hacer comisiones.

Aunque pueden ser un poco pesados, son sin duda todo un ejemplo de cómo aprovechar el tiempo en estos días tan difíciles, un referente de disciplina y perseverancia. Tal vez deberías aprovechar que no puedes quedar con tu cita de Tinder para desempolvar la guitarra y tocar algo que no sea “Smoke on the Water”.

El que se ha quedado sin conciertos

La suspensión de prácticamente todos los conciertos de marzo y abril ha supuesto un duro mazazo para el metalero promedio, cuyo entretenimiento suele girar alrededor de las fechas de los distintos conciertos.

Como siempre, hay personas más afectadas que otras, pero a falta de datos precisos, me aventuraría a afirmar que un fan del género con cierto entendimiento, suele frecuentar un mínimo de dos conciertos al mes, aunque las cifras siempre bailan. Sin ir más lejos, nos hemos perdido a Sons of Apollo, a Yes y a la esperadísima gira conjunta de Kreator y Lamb of God, vamos, casi nada.

Este metalero convivirá con un reflujo de emociones contradictorias, y es que por un lado maldecirá y mirará con infinita aflicción el papelito inútil que otrora fuera una entrada a algo maravilloso, escuchará esos temas que estaban destinados a reventar los altavoces de las distintas sala una y otra vez y rezará pidiendo una pronta reubicación de las fechas, pero al mismo tiempo verá cómo su cartera se llenará con el dulce dinero de las devoluciones, un pequeño parche sobre una herida abierta y sangrante. Nadie dijo que ser fan de la música fuera barato, pero si hay que secarse las lágrimas, que al menos podamos hacerlo con billetes.

El de la discoteca

Este sujeto tan entrañable, una dantesca mezcla entre un erudito y un síndrome de Diógenes fuera de control, es de esas personas incapaces de no comprar un cd en cuánto pone un ojo en una tienda o en una sencilla para de merchandising.

Puede que el disco sea una joya dificilísima de encontrar, una pieza que una vez escuchó que era muy buena o puede que simplemente le haya llamado la atención la portada. Fuera como fuere, nuestro amigo se ha encontrado encerrado en casa con su inmensa colección, y ha decidido que es el mejor momento de dedicarle el tiempo que se merece.

Podría decirse que este ser estaba preparado para la cuarentena, puede que incluso para el apocalipsis, y mientras muchos prefieren explorar las profundidades de Netflix o recuperar aquel libro que dejaron a medias, nuestro amigo por fin podrá comprobar lo buenos que son todos esos discos que se iban acumulando sobre su mesa, y quién sabe, puede que lo primero que haga cuándo todo esto termine sea comprar más aún.

El quejica

A nadie le gusta estar encerrado, y a veces parece que todo y todos te irritan más allá de lo soportable, pero siempre hay quiénes lo llevan todo un paso más allá y deciden pagar su frustración con gente que no solo no es culpable, sino que es tan o más víctima que ellos.

Podemos encontrarlos quejándose de forma bastante desairada ante la cancelación de uno de sus conciertos favoritos, o incluso de que el festival al que tenía intención de acudir ha paralizado la confirmación de bandas. Es molesto, si, pero ellos están perdiendo dinero, tú no. Tampoco perderá el tiempo en criticar a las bandas que lamentan las inmensas pérdidas que supone cancelar una gira o incluso si hacen un crowdfunding para salir del apuro, pues a sus ojos todos los grupos están forrados, aunque toquen en razz 3 para ti y cuatro colegas.

El que se pone al día

Muy en la línea del músico o el que tiene una discoteca, el que decide ponerse al día es en muchos casos un metalero veterano, vuelto cínico y desconfiado tras décadas pateándose festivales y pegajosas salas de concierto, que decide que en la cuarentena no se puede perder el tiempo.

Es lo que muchos calificarían como un Paco Vulgaris, un ser que considera que el ‘Far Beyond Driven’ de Pantera es el último buen disco de metal que se hizo, de los que te puede recitar todas las letras de Barón Rojo mientras opera a corazón abierto y muy probablemente tenga a un amigo en un tributo a AC/DC o toque el mismo en uno.

De pronto se encuentra de cuarentena, mira los carteles de los distintos festivales y se dice: ¿quiénes son estos Sabaton? ¿Y estos Amon Amarth? El nombre parece vasco… Ostia, ¿System of a Down siguen tocando? Y así se sorprende a sí mismo escuchando a todos estos grupos que están liderando a una nueva generación de fans de la música con la cuenta de Spotify de su hija, puede que incluso decida pasarse por uno de sus conciertos cuándo todo termine, quién sabe.

Marc Fernández