Escándalos sexuales, cintas de vídeo robadas y homicidios involuntarios aparte, qué duda cabe que Mötley Crüe fueron una de las bandas seminales y centro de gravedad en torno al cual giró buena parte de la escena glam metalera angelina de los años '80.

Convertidos en paradigma del rock macarra y libidinoso, fueron los chicos malos de L.A. hasta que Guns N’ Roses coparon tan dudoso honor. Con todo, dejaron para la historia un buen puñado de himnos pendencieros de los que aquí seleccionamos los 10 imprescindibles para entender su evolución y éxito.

Mötley Crue

Como no podía ser de otra forma, en tan escueta lista resulta imposible abarcar el conjunto de su trayectoria y necesariamente quedan fuera álbumes muy dignos, como ese “New Tattoo” con el que estrenaron milenio retornando al sonido de sus orígenes, y otros no tan dignos, caso del inefable “Generation Swine”. 

Obviamente su época dorada fueron los años ’80, y ahí será donde encontremos su mejor material, repartido en cinco discos ya emblemáticos, cada uno con una personalidad particular reflejo de un momento concreto en su trayectoria. Trabajos como  ‘Shout At The Devil’ o ‘Dr.Feelgood’ merecerían aparecer aquí de forma íntegra, pero nos ceñiremos a lo esencial, a los cortes clásicos de una banda más compleja de lo que a priori se pudiera pensar, en la que se juntaron cuatro personalidades arrolladoras y conflictivas, cuatro tipos que no querrías como novios para tu hija y sobre los que planeó siempre la batuta de uno de los tipos más inteligentes y astutos de este negocio, nacido como Frank Feranna pero rebautizado como Nikki Sixx.

“Live Wire” (‘Too Fast For Love’, 1981)

El álbum debut supuso un puñetazo encima de la mesa, una bofetada en la cara a una escena que corría el riesgo de dejarse llevar por los aires pop de la New Wave. Toda una declaración de intenciones desde la propia portada, en la que podíamos contemplar la entrepierna de Vince Neil en un homenaje al “Sticky Fingers” de los Stones, por aquel entonces ya convertidos en burguesía del rock.

Un buen puñado de temas entre los que destacaban latigazos como “Take Me To The Top”, “Piece Of Your Action”, “Too Fast For Love, “Starry Eyes” (la favorita de Kat Von D, futura pareja de Sixx) o este “Live Wire”, que ya desde entonces no faltó en sus shows en vivo. En él encontramos mucha actitud punk y un sonido aún sin desbastar, en el que convivían riffs cortantes como motosierras y pegadizas melodías vocales, sonando casi como el hijo bastardo de New York Dolls y The Raspberries.

“Shout At The Devil” (‘Shout At The Devil’, 1983)

Pentagramas, estética post apocalíptica y toda la imaginería del heavy de la época puesta al servicio de su disco más metálico y que supondría un antes y un después en su carrera. Aunque en un primer momento Nikki Sixx quería llamarlo “Shout With The Devil”, a la discográfica le pareció excesivo y decidieron rebajar el tono, lo que no les libró de ser tildados de satanistas por los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense del momento. Él álbum se abría con una breve e inquietante introducción, tras la que rompía este auténtico himno de los de corear puño en alto, construido sobre un riff sucio y pegajoso y unos coros machacones perfectos para el headbanging. 

“Looks That Kill” (‘Shout At The Devil’, 1983)

Dicen las malas lenguas que la inspiración para el concepto del álbum, así como algunos trucos escénicos, pudieron llegarle a Nikki Sixx a través de Blackie Lawless, con quien coincidiera en una banda de efímera existencia llamada Sister. Si esto es así, bien puede estar agradecido, ya que tras la publicación de “Shout At The Devil” nada volvió a ser igual. El éxito arrollador les llevó de cabeza a una multitudinaria actuación en el US Festival de 1983 y a una gira hoy legendaria con el mismísimo Príncipe de las Tinieblas, Ozzy Osbourne. 

Podemos destacar casi cualquier corte en este álbum, y temas como “Red Hot” o “Too Young To Fall In Love” son también clásicos por méritos propios, aunque quizá el más emblemático sea “Looks That Kill”, no en vano lanzado como primer sencillo e indisolublemente ligado a un videoclip ya icónico, en el que la banda se enfrenta a una sensual amazona guerrera. Un tema en perfecta consonancia con el heavy metal que triunfaba en la época, en el que no faltan nuevamente unos poderosos coros y un riff de guitarra que es el sueño de cualquier aficionado al air guitar.

“Home Sweet Home” (‘Theater Of Pain’, 1985)

Para su tercer trabajo , que en un primer momento iba a llamarse “Entertainment Or Death”, cambiaron el cuero y el látex por la lycra y se reinventaron en suaves rockeros de corte glammy. Los excesos y la fama empezaban a hacer mella en su creatividad, lo que se refleja en un álbum en general flojo y en la elección de una versión como single, la descafeinada “Smokin’ In The Boys Room” de Brownsville Station, que Vince Neil solía cantar en Rock Candy, su banda de versiones previa a Mötley.  

Lo que  en última instancia salvó el álbum y mantuvo a la banda a flote fue una de las power ballad definitivas de la época. “Home Sweet Home” dotó al grupo de una profundidad y una épica inéditas y amplió su público potencial, actuando casi como punta de lanza de todas las demás baladas que el hair metal traería ya hacía el final de la década. Además, destapó a Tommy Lee como un pianista más que válido y reforzó aún más su peso en la banda. 

“Wild Side” (‘Girls, Girls, Girls’, 1987)

Nuevo álbum y nuevo cambio de registro, apareciendo esta vez como rudos moteros adictos a las peleas y los clubs de striptease. Con todo, la creatividad seguía siendo inversamente proporcional a los excesos.  El propio Nikki Sixx llegó a afirmar que de no ser por un par de buenos temas habrían vuelto a entregar otro trabajo mediocre que podría haberlos relegado a un segundo plano. 

Finalmente fueron capaces de sacar adelante un trabajo notable, entre cuyos temas ciertamente dos destacan por encima del resto. El primero de ellos era este “Wild Side” que lo abría,  en el que ya se podía dejar entrever cierto deje bluesero entrelazado en el riff marca de la casa.

A pesar de lo dicho por Sixx, el álbum supuso una mejora respecto del precedente y contiene buenos momentos como “Dancing On Glass”, la lacrimógena “You’re All I Need” o la instrumental “Nona”, dedicada a la abuela fallecida del bajista.

“Girls, Girls, Girls” (‘Girls, Girls, Girls’, 1987)

Toda una oda a las table-dancers (las sufridas bailarinas de barra que podíamos ver en el videoclip del tema). Un riff de guitarra lascivo y sugerente y mucha base de blues para uno de los himnos festivos definitivos que, lamentablemente, a día de hoy no pasaría los filtros de la corrección política. Para la respectiva gira se llevaron de teloneros a sus alumnos más aventajados, unos Guns N’ Roses hambrientos de gloria que no desperdiciaron la ocasión y en la que los excesos de Nikki Sixx lo llevaron a despedirse momentáneamente de este mundo.

“Kickstart My Heart” (‘Dr. Feelgood’, 1989)

Y es que fue precisamente un mal viaje durante la citada gira el que acabó con un Nikki Sixx clinicamente muerto. Salvado gracias a un milagro (y al desfibrilador), al menos en su viaje encontró inspiración para escribir este corte, perteneciente a su trabajo más completo y maduro hasta el momento. 

Producido por Bob Rock, quien sometió al grupo a una estricta disciplina de trabajo y los mantuvo alejados temporalmente de los malos vicios, se volcaron plenamente en la creación de un trabajo en el que prácticamente todos los cortes eran hit singles en potencia. De hecho fue el único de sus trabajos que llegaría a número 1 en las listas de ventas. 

En el momento de grabarlo, Guns N’ Roses se encontraban en el mismo estudio trabajando en sus “Illusions” y hay quien dice que, nuevamente, el bueno de Sixx pudo “tomar prestado” el riff de guitarra de alguno en los que estaban trabajando Slash y Duff. Sea cierto o no, la canción capta perfectamente la sensación de volver a la vida y cada escucha supone un chute de energía.

“Primal Scream” (‘Decade Of Decadence’, 1991)

Para conmemorar la primera década de existencia (o decadencia), el grupo lanzó su primer álbum recopilatorio. No era simplemente una selección de sus mejores temas,  ya que incluía también diversas remezclas, versiones y varios cortes nuevos, siendo el más sólido y recordado el que nos ocupa. Una nueva era despuntaba y un nuevo sonido asomaba en el horizonte, reflejándose en este “Primal Scream” que, pese a mantener intacto el espíritu Crüe, ya dejaba adivinar ciertos ramalazos de ese oscuro sonido netamente ’90.

Pocos meses después de su lanzamiento Vince Neil dejaría la banda y el grupo se zambulliría de lleno en la exploración de nuevos sonidos. Como ya ocurriera con David Lee Roth tras abandonar Van Halen, Vince Neil publicaría un álbum en solitario (“Exposed”, 1993) que sonaba más a Mötley Crüe que el que lanzaron los propios Mötley Crüe casi por las mismas fechas y que analizamos a continuación.

“Power To The Music” (“Mötley Crüe”, 1994)

Y llega el turno del álbum de la controversia. Un cambió de formación nunca es fácil de asumir por los fans, y más en el caso de un vocalista, que define en buena medida el sonido de la banda. La expulsión de Vince Neil (o su marcha voluntaria, si nos atenemos a su propia versión) socavó seriamente los cimientos de un grupo que sólo se recuperó con la llegada de John Corabi, a quien Nikki Sixx había descubierto tras escuchar el álbum de The Scream. 

Técnicamente superior a Vince Neil pero sin su personalidad y carisma, contribuyó a que el grupo facturara un álbum muy sólido y maduro. Quizá no lo que se esperaba de un grupo como Mötley Crüe, pero ya se sabe cómo fueron los ’90. El tema que elegimos servía para romper el hielo y ya desde el título quedaba claro que lo más importante para los Mötley Crüe de los ’90 era la música, alejados ya de los escándalos y la estética de los locos ’80. 

Para no pocos fans sigue siendo el mejor trabajo de la banda, y es posible que hubiese corrido mejor suerte de no haber aparecido bajo el nombre de Mötley Crüe. Lo que no puede negarse es que temas como “Misunderstood” o “Hooligan’s Holiday” valen mucho la pena.

“Saints Of Los Angeles” (‘S.O.L.A.’, 2008)

Bajo el nombre de “S.O.L.A.” nos llegó el que es su último trabajo de estudio hasta la fecha y, si hemos de hacerles caso, el que pondrá punto final a su carrera discográfica. No es un mal trabajo en absoluto, y en él supieron recuperar y actualizar el clásico sonido Crüe.  No obstante se antoja como un trabajo más, que quizá no está a la altura de lo que sería el broche de oro a una carrera tan digna.

Si tenemos en cuenta el estado de forma de la mayoría de miembros del grupo, cada vez resulta más obvio que no podemos esperar que graben otro “Dr. Feelgood”, pero un buen puñado de temas como este que nos ocupa, que recupera la vocación de himno de estadio de sus grandes clásicos, bastaría para un digno final.

Efrén Rodríguez