La banda noruega oriunda de Notodden tiene una serie de perlas en su discografía que merecen ser destacadas para tanto los aficionados que conozcan a la formación como a quienes tengan ganas de descubrirla.

Esta lista, que reúne las 10 mejores canciones de Leprous, se adentra en trece años de recorrido por parte de el grupo liderado por Einar Solberg.

Leprous (Foto: Nocnar Tosnophal)

No solo se basa en aquellos “hits” del grupo, sino en criterios que tienen que ver con composición, interpretación, técnica, producción y otros aspectos. Cabe destacar que Leprous es una agrupación que desafía sus propios límites y siempre sorprende por lo variado de su repertorio y la amplia paleta de recursos sonoros que nutren sus canciones.

Su estilo, caracterizado como metal progresivo, avant-garde metal o metal alternativo, bebe de influencias tan disímiles como Arvo Pärt, Radiohead, Massive Attack, Behemoth, The Mars Volta, Porcupine Tree, The Dillinger Escape Plan, The Prodigy y otros. Sin más dilación, estas son las mejores canciones de Leprous ordenadas cronológicamente:

“Phantom Pain” (‘Tall Poppy Syndrome’, 2009)

Incluido en el disco debut de 2009, este track inicia con la belleza de las guitarras acústicas de Tor Oddmund Suhrke. Luego de un comienzo sosegado y melancólico con guiños a Radiohead, un teclado a lo Tuomas Holopainen (Nightwish) aparece repentinamente y desata un verdadero vendaval con guitarras a lo Dream Theater, voces guturales y una densidad a la que los Opeth y At The Gates le darían el visto bueno. Si quieres escuchar cómo suena el género progresivo actualizado al nuevo milenio, sin dudas es por aquí. El cierre, con aires de blues y jazz, es tan efectivo como sorpresivo.

“Thorn” (‘Bilateral’, 2011)

Esta pieza de ‘Bilateral’ inicia con sonidos de lo que parece un violín distorsionado y aires a música tradicional noruega. Luego sigue su camino en la senda de Porcupine Tree y Pain Of Salvation, pero con un groove de batería que recuerda al “Kashmir” de Led Zeppelin. El estribillo, más veloz, tiene un riff con gancho que se adherirá a tu cerebro. En mitad de la canción aparece el gran Ihsahn, fundador de Emperor, con su profunda y siniestra voz gutural. Y para colmo, en medio de esa atmósfera black metal, aparece un solo de trompeta, como si Miles Davis se hubiera maquillado con corpse paint y estuviera vivo, tocando con estos noruegos. Desconcertante, pero aplastante.

“Coal” (‘Coal’, 2013)

Compleja, atmosférica, con fragmentos de death metal, épica y oscura. La tercera canción, homónima del disco, es una descarga de furia, letanía y fuego. Parece el último acto de una obra en la que el protagonista rompe en llanto antes de saber que le espera el infierno. A Einar Solberg se le oye absolutamente compenetrado con el personaje de la canción, dándolo todo a nivel vocal, mientras el grupo edifica una muralla sonora intimidante.

“Contaminate Me” (‘Coal’, 2013)

¡Menuda intro a lo Opeth y The Mars Volta, eh! Aquí la banda se mueve entre un rollo prog, riffs a lo Meshuggah y gritos black metal. Turbulencia, voces paranoicas (escucha el grito final, bien desgarrado a lo Silencer en «Sterile Nails And Thunderbowels»), y un sonido duro y complejo que perturba tus oídos. Sin dudas, una de las canciones más devastadoras y atemorizantes de Leprous. SI hay una forma de describir la depresión a través de la música, el último fragmento de la canción quizás da en el blanco.

“Third Law” (‘The Congregation’, 2015)

Esta tema exhibe a los noruegos en plena forma, con todas sus destrezas. Patrones rítmicos complejos y asincopados, fragmentos de jazz fusión (3:30), guitarras heavys, atmósferas poderosas y la voz de Einar Solberg tomando vuelo en una obra por demás de atrapante. Riqueza compositiva nivel 100%.

“Stuck” (‘Malina’, 2017)

Más radiable y menos progresivo, este sencillo incluido en ‘Malina’ tiene mucho gancho, groove y una muro cuasi funk de guitarras (este fue el primer álbum de Robin Ognedal como segundo guitarristas) que te deja enganchado. Pegadiza y atrapante, “Stuck” finaliza con unos hermosos arreglos de cuerdas y un breakdown melódico, con Einar Solberg alcanzando unos agudos notables, que te pondrá la piel de gallina.

“Below” (‘Pitfalls’, 2019)

El tema que da apertura al álbum nos exhibe al Leprous más melancólico y triste. Imagina cruzar a Radiohead con Massive Attack y luego arribar a un estribillo con arreglos de cuerda que bien podrían ser los de unos Satyricon con orquesta, mientras el vocalista del grupo se hace pedazos exclamando: “Y mentiré, mentiré/Lo mantendré todo bajo control”, reprimiendo emociones que afloran desde adentro.

“Alleviate” (‘Pitfalls’, 2019)

“Es una canción muy importante para mí. Lleva esperanza dentro de la melancolía”, dijo el vocalista del grupo en relación a este track cuyo vídeo fue dirigido por Troll Toftenes. Otra de las baladas representativas de Leprous–obviamente este estilo no gusta a los fans de la primera hora- que presenta un contraste de atmósferas y emociones, algo que el grupo saber hacer a la perfección. “Todo lo que podía hacer era esperar”, expresa el frontman y tecladista durante el estribillo, realizando un crescendo vocal digno de un film.

“The Sky is Red” (‘Pitfalls’, 2019)

Una de las piezas más magnánimas, complejas y definitivas de Leprous. A lo largo de 11 minutos, el quinteto noruego despliega un amplio abanico de recursos en una obra inspirada, progresiva y con grandes dosis de experimentación, virtuosismo y dramatismo. Al llegar al minuto número nueve arriba un breakdown intenso y adrenalínico, en medio de unos teclados hechizantes, coros cinematográficos y el marco de tensión que precede a una batalla. Tan épico como sorprendente.

“Silhouette” (‘Aphelion’, 2021)

Sintetizadores de música electrónica a lo Chemical Brothers o The Prodigy le dan comienzo a esta suite que mixtura energía, arreglos sinfónicos y un aura mística y colosal. “Silhoulette” es un himno en sí mismo y la banda exhibe un sonido ajustado e impecable. El groove del batería Baard Kolstad es sumamente firme y sus golpes fantasmas (o ghost notes) en la caja, combinados con los agudos de Einar Solberg, los coros enormes, las guitarras penetrantes de Tor Oddmund Suhke y Robin Ognedal, y el bajo ampuloso de Simen Børven, crean un territorio electrizante plagado de musicalidad y buen gusto.

Hernán Osuna