Ellos forman, junto con Voivod, Sacrifice and Razor, los “big four” del thrash metal canadiense. Pero realmente “ellos” no es “ellos”, sino “él”, ni tampoco practican un thrash metal stricto sensu. Hoy presentamos los diez mejores temas de uno de los grandes representantes del metal canadiense.

En diversas entrevistas, Jeff Waters ha admitido que lo primero que escuchó durante su adolescencia fueron bandas de hard rock tipo Kiss, AD/DC e incluso cosas más light como Elton John. Más tarde vendrían bandas como Judas Priest, Iron Maiden y Black Sabbath, siendo Van Halen la principal influencia del multifacético artista canadiense. Es por esto que, pese a ser una banda clasificada comúnmente como thrash metal, también aglutina en su abanico de estilos temas más de speed, hard rock y numerosas partes melódicas.

A lo largo de las últimas tres décadas, Annihilator ha publicado la nada despreciable cantidad de diecisiete discos de estudio en los que la única constante ha sido la presencia onmipotente y omnímoda de Jeff Waters, que ha ejercido de maestro de ceremonias en la composición, en la grabación y en la producción de estos diecisiete trabajos discográficos.

Podemos distinguir cuatro etapas en la longeva carrera de Annihilator. La primera de ellas comprendería los cuatro primeros trabajos de la banda, desde 1989 hasta 1994. En ellos, pese a la inestabilidad y a la ida y venida de componentes de la banda por los motivos más dispares, encontramos los trabajos más importantes del proyecto de Jeff Waters. Una segunda etapa abarcaría desde 1996 hasta 2002, años en los que continúan las entradas y salidas de músicos, hasta el punto de haber llegado a ser Annihilator un grupo compuesto por una sola persona, pero en los cuales los trabajos son menos relevantes.

La tercera etapa de Annihilator supondría un relanzamiento de la banda y coincidiría con el paso por ella del vocalista y guitarrista Dave Padden, entre 2004 y 2015. La cuarta y última etapa empezaría con la dimisión de Padden en 2015 y nos llevaría hasta nuestros días. Para la confección de este decálogo nos hemos centrado en la primera de estas cuatro etapas, que es la de más calidad de la banda. Si esta lista hubiera sido de veinte temas en lugar de diez, otro gallo habría cantado.

“Alison Hell” (‘Alice In Hell’, 1989)

Después de una intro con guitarra española, muy al estilo de “Battery” de Metallica, aparece este tema. Además de ser la canción con la que “comienza la leyenda”, y de haber permanecido en los set lists de los conciertos de Annihilator durante más de treinta años, la grandeza de este tema reside en el elevado número de cambios que posee, algo inusual en el primer tema del primer disco de una banda de thrash metal.

“Human Incesticide” (‘Alice In Hell’, 1989)

Dentro del mismo álbum debut tenemos este trallazo al más puro estilo Bay Area, y otro imperecedero de la banda. No exento de un interludio, este tema es perfecto para desatar un salvaje mosh pit en un concierto.

“The Fun Palace” (‘Never, Neverland’, 1990)

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero aquí tenemos una gloriosa excepción. El segundo trabajo de Annihilator se abre con este temazo ágil, rápido y magistral. “The Fun Palace” lo tiene todo: un solo potente, un ritmo que te hace las cervicales polvorilla y la enorme ventaja de haber quedado perfecta con todos los vocalistas que han pasado por el combo canadiense.

“Stonewall” (‘Never, Neverland’, 1990)

El título de este tema puede recordar a los disturbios de Stonewall Inn, pero la letra poco o nada tiene que ver con ellos. El “Stonewall” al que nos estamos refiriendo es otro de esos temas thrash con adornos en guitarra limpia muy dignos de recordar.

“Never, Neverland” (‘Never, Neverland’, 1990)

El tema que da título a este segundo trabajo de Annihilator es otro de esos cortes con mucha variedad de recursos, ritmos y registros. Hasta tal punto es así, que incluye un pasaje groove casi gutural. Lástima que en aquella época su uso no estuviera tan generalizado.

“Set The World On Fire” (‘Set The World On Fire’, 1993)

Con este tercer trabajo, el thrash metal de Annihilator empieza a pisar progresivamente el freno para ir convirtiéndose en ese groove metal que tanta difusión tuvo en la década de los noventa. Su riff puede resultar machacón, pero tiene un aura, una cadencia, que lo hacen fácilmente recordable.

“Phoenix Rising” (‘Set The World On Fire’, 1993)

Y como siempre se habla de que las baladas heavies son las mejores baladas (básicamente porque los músicos heavy son los mejores músicos), no podía faltar la contribución de Waters a la causa. “Phoenix Rising” posee la melodía y la ternura necesarias para no envidiar nada a clásicos del género tales como “Still Loving You” o “Nothing Else Matters”.

“Sounds Good To Me” (‘Set The World On Fire’, 1993)

Otro tema atípico, melódico e incluso un tanto popero. Si ‘Set The World On Fire’ sirvió para abrir el melón de muchas cosas, “Sounds Good To Me” es la prueba de ello. En sus casi cuatro minutos y medio de duración no se oye una sola guitarra distorsionada, ni un leve gruñido, tan sólo el correspondiente y magistral solo por parte del amigo Jeff. Además, es uno de los temas más versionados del grupo, incluso por parte del propio grupo.

“Carnival Diablos” (‘Carnival Diablos’, 2001)

De la época en la que Joe Comeau estuvo a cargo de las voces en Annihilator hemos rescatado el tema homónimo de ‘Carnival Diablos’, un medio tiempo con tintes de  nu metal nada exento de rudeza, pero innegablemente muy lejano a lo que fueron los Annihilator de principios de los noventa.

“Operation Annihilation” (‘Metal’, 2007)

Como hemos dicho antes, la llegada de Dave Padden en sustitución de Joe Comeau supuso un soplo de aire fresco para la banda. En los cinco discos que grabó con Annihilator, Padden demostró una enorme versatilidad vocal. No obstante, el tema elegido como muestra de esta época ha sido “Operation Annihilation”, un corte principalmente cantado por Waters y dotado de la complejidad técnica de los viejos tiempos.

Franz S. Heiligen