Si una cosa tienen las bandas de rock duro de cierto presupuesto, son sus producciones escénicas. Desde que el rock dejó de ser un género anónimo protagonizado por hippies barbudos y se convirtió en un fenómeno estético en la era MTV, las producciones escénicas crecieron de manera acorde, convirtiéndose en auténticos mastodontes que se construían y desmontaban en cuestión de horas o días en cada ciudad del tour.

Si una cosa tienen las bandas de rock duro de cierto presupuesto, son sus producciones escénicas. Desde que el rock dejó de ser un género anónimo protagonizado por hippies barbudos y se convirtió en un fenómeno estético en la era MTV, las producciones escénicas crecieron de manera acorde, convirtiéndose en auténticos mastodontes que se construían y desmontaban en cuestión de horas o días en cada ciudad del tour. 

De los set-up básicos de bandas como Journey, Styx, Black Sabbath, Led Zeppelin o Deep Purple en los años 70, donde la música era la absoluta protagonista, pasamos a escenarios cuidados, repletos de elementos espectaculares, carton-piedra por doquier, explosiones pirotécnicas, pantallas jumbotron y pasarelas que se alargaban hasta el centro del recinto para que el vocalista y guitarrista de turno pusiesen a prueba los límites de su ego (por algo son conocidas como ego-ramp).

Todo comenzó, entre otros, con Alice Cooper, Kiss y Pink Floyd. Precursores de las producciones escénicas espectaculares y teatrales, los tres colosos definieron por muchos años lo que un gran escenario debía ser. Aunque luego sus competidores mejoraran el juego de una manera en que los pioneros quedaron por detrás. Pero fueron los pioneros y por ello los que más impacto tuvieron. Hoy en día, cualquier banda con pasta puede tener plataformas hidráulicas, pirotecnia y un gran montaje. Y el resultado es que ya a nadie le importa una gran producción. Se da por hecho que cualquier banda de cierta enjundia debe tener una. Pero en 1976 las cosas eran distintas.

Alice Cooper – Welcome to my Nightmare (1975)

https://www.youtube.com/watch?v=Ln1NPQLzIi0

Tras unos primeros años en los cuales el show de Alice Cooper era una orgía del descontrol y mostraba una versión más ácida y sangrienta del personaje, en 1975 Cooper (o Shep Gordon, su manager) fichó al coreógrafo David Winters, quien tenía por delante una complicada labor: hacer del temible Alice un personaje agradable al mainstream, donde había alcanzado cierta notoriedad a mediados de los 70. Así que elementos como la guillotina se fueron a paseo y entraron en juego los cíclopes, las arañas gigantes y otros elementos de lo más alegre y feliz.

Todo esto quedó recogido en el film del mismo nombre, destinado a la TV y que con los años terminó convertido en un clásico de culto y que hoy en día se puede encontrar en formato DVD. Fue el inicio de la carrera de Alice Cooper en solitario como tal y un terremoto en el mundo de los shows en directo de rock. 

https://www.youtube.com/watch?v=pqcIM0dNwiw