En 1985, Slayer profundizó en lo siniestro con Hell Awaits, editado por Metal Blade. Este segundo álbum mostró una producción más compleja y un thrash oscuro, clave en la evolución del metal extremo.

El 8 de abril de 1985, Slayer publicó Hell Awaits a través de Metal Blade Records, marcando un paso esencial en su trayectoria. Este segundo álbum de la banda se benefició de la experiencia adquirida tras Show No Mercy (1983) y el EP Haunting The Chapel (1984). Hasta ese momento, Slayer —formada por Tom Araya (voz y bajo), Kerry King y Jeff Hanneman (guitarras) y Dave Lombardo (batería)— ya había captado la atención de la escena thrash con su imaginería oscura y una velocidad instrumental contundente.

El disco continuó la relación con Brian Slagel, fundador de Metal Blade Records, quien participó en la producción junto a la propia banda. Durante el primer trimestre de 1985, Slayer grabó en Eldorado Recording Studios (Hollywood, California) y potenció su sonido agresivo, sentando las bases de lo que más tarde cristalizaría en su exitoso Reign In Blood (1986). Aunque Hell Awaits no logró la distribución masiva de futuros trabajos, la prensa y los seguidores del metal extremo reconocieron su importancia a la hora de empujar el género hacia terrenos más oscuros y feroces. A día de hoy el disco ha vendido más de un millón de copias en todo el mundo.

Grabación y producción

Con un presupuesto superior al de Show No Mercy (aunque todavía limitado en comparación con producciones de mayor alcance), Slayer y Slagel invirtieron estos recursos en mejorar la calidad sonora y consolidar la atmósfera siniestra por la que la banda ya se caracterizaba. De acuerdo con las notas del relanzamiento de Metal Blade (1987) y declaraciones de Brian Slagel, la idea era resaltar los riffs y la percusión explosiva de Dave Lombardo, creando un entorno más complejo que los primeros trabajos.

En las sesiones de Eldorado Recording Studios, Slayer experimentó con pasajes más largos y progresivos y secciones a medio tiempo, dando lugar a un ambiente de creciente tensión antes de desatar ráfagas de velocidad. El resultado fue un sonido más elaborado que el de sus inicios, con composiciones que se alejaban del formato sencillo y adoptaban estructuras amplias donde King y Hanneman intercambiaban solos retorcidos. La voz de Tom Araya, por su parte, terminó de perfilar el tono amenazante de las letras, centradas en temáticas de horror y referencias satánicas y de tortura. 

Las canciones y su impacto

La duración total del disco alcanza casi los 37 minutos, repartidos en siete cortes que se han vuelto clásicos en la discografía de Slayer. El tema que abre y da nombre al disco, “Hell Awaits”, posee una introducción escalonada y una sección instrumental que sumerge al oyente en un ambiente demoníaco antes de desatar una tormenta de riffs. Le siguen composiciones destacadas como “Kill Again”, con un trabajo de batería incesante y cambios de ritmo que subrayan la agresividad de la banda.

“At Dawn They Sleep” exhibe un tono más sombrío, con pasajes a medio tiempo que desembocan en explosiones de velocidad, mientras “Necrophiliac” y “Praise Of Death” mantienen la furia y la violencia que definen el álbum. En “Crypts Of Eternity”, Slayer juega con secciones de guitarra detalladas y un aura casi progresiva; finalmente, “Hardening Of The Arteries” cierra el álbum retomando la brutalidad inicial.Estas canciones contribuyeron a asentar el estatus de Slayer como abanderados del thrash más extremo.

Un disco evolutivo

Hell Awaits no gozó de una campaña promocional gigantesca, pero en la escena underground logró un impacto notable. Medios especializados como Metal Forces y Kerrang! resaltaron la evolución de Slayer, incidiendo en la complejidad estructural de los temas y en la atmósfera opresiva. Para la base de seguidores, se convirtió en un hito que alejaba a la banda del thrash más clásico y la aproximaba a sonidos más extremos que influirían en subgéneros como el death metal.

Las ventas fueron modestas en relación con discos posteriores, pero suficientes para alimentar la reputación de Slayer y sentar las bases de un contrato más sólido en el futuro. Según entrevistas con Brian Slagel (recogidas en The Bloody Reign Of Slayer), este álbum confirmó el potencial de la banda para transcender el underground e iniciar colaboraciones futuras con sellos de mayor envergadura, como Def Jam, que en 1986 impulsaría el éxito de Reign In Blood.

Legado y repercusión

Aunque el paso del tiempo ha hecho que Reign In Blood sea el disco más citado en la historia de Slayer, Hell Awaits conserva un aura de culto gracias a su carácter más oscuro y experimental. Fue el primer álbum en mostrar la ambición de Slayer por componer estructuras elaboradas, con progresiones que iban más allá de la simple velocidad. Músicos de la escena del death metal han reconocido la influencia de estos pasajes lentos y terroríficos que se intercalan con explosiones de rapidez.

Sergi Ramos