LORCA ROCK 2005
Octava edición del festival murciano y con ella varios atractivos: La única visita de IRON MAIDEN a España como parte de su nostálgica gira basada en sus primeros álbumes, el esperado acercamiento de DREAM THEATER para disfrutar en primicia de la banda tras la edición de su recién horneado “Octavarium” o la única actuación en Europa de una banda que nunca había pisado la piel de toro, los lloricas STRYPER.
El
resto, no nos engañemos, conformaban una retahíla de bandas lo suficientemente
dignas como para secundar lo que
realmente iban a ser los platos fuertes de la noche, y que se encargarían de
apoyar al señor San Lorenzo en su incómoda misión de caldear el ambiente durante
los compases previos al desmelene más anhelado.
Asimismo, una serie de cuestiones que de forma paralela también iban a estar
presentes en dicha maratoniana jornada: ¿Volvería a estar la organización a
un gran nivel?, ¿Disfrutaríamos de un buen sonido durante la velada?, ¿Conseguirían
Bruce Dickinson y compañía llegar a hacernos creer que nos encontrábamos en
los añorados 80 por unas horas? ¿Sufrirían STRYPER una crisis epiléptica en
el backstage mientras IRON MAIDEN estuvieran tocando “The Number of the Beast”?
LEGEN BELTZA
Los
encargados de dar el pistoletazo de salida serían los vascos LEGEN BELTZA, que
venían a mostrarnos por qué ahora mismo son una de las pocas formaciones que
pueden sostener con tesón el estandarte del thrash metal europeo en nuestro
país. ¿Qué nos ofrecieron? Composiciones musculosas y mucha caña que derrochar
sobre el escenario, tal y como lo demostró el hecho de que no pararan quietos
ni un instante, especialmente su bajista, cantante y frontman Xanti, que no
dudó en comunicarse con el público entre tema y tema, transmitiendo muy buenas
maneras. Lejos de amedrentarse, se les vio disfrutar sobre el escenario, a pesar
de que el sonido del que estaba disfrutando el público adolecía de definición
y sobretodo de contundencia. Entre las oleadas
de riffs contundentes como los de “Legen Beltza” nos sorprendieron con un par
de versiones de naturaleza contrapuesta: por un lado un “Over The Wall” de TESTAMENT
en el que se dejaron los malditos dedos y por otro una pasadísima de revoluciones
“Ace of Spades” de MÖTORHEAD, que obviamente arrancó más reacciones que la versión
de la banda de Chuck Billy.
A la espera de poder disfrutar como es debido de los sangrantes temas de su
“Total Insanity”, nos quedamos con una prometedora muestra de que tenemos “thrashing
madness” para rato si en los años venideros siguen en sus trece. De momento
esperemos que tanto esta actuación como la que ofrecieron en el Festimad hace
unos días les sirvan para abrirles las puertas a un potencial público.
DRAGONFORCE
Si
bien mucha gente disfrutó de la actuación de los vascos, se puede decir que
pocos tuvieron la oportunidad de hacerlo visualmente, ya que la mayor parte
del público todavía se encontraba abrasándose en la tremenda cola que se había
generado a la entrada del recinto y sobredimensionado a causa de la algo tardía
apertura de puertas. De bastante más público disfrutaron los señores de DRAGONFORCE.
Lo cierto es que no deja de sorprender que esta banda esté disfrutando de una
notable popularidad en su tierra natal, el Reino Unido, pues todos sabemos que
el devenir del mercado musical inglés se rige por un libre
albedrío bastante alejado de los patrones europeos predominantes, siendo el
heavy clásico y el power estilos bastante muertos por allí arriba desde hace
un buen puñado de años. ¿Está resurgiendo el heavy clásico en el Reino Unido?
DRAGONFORCE son una de esas bandas que se engloban de lleno en el deshilachado
saco del power metal de corte europeo, pero eso sí, sus discos hacen gala de
una factura exquisita dentro de los parámetros habituales que solemos encontrar
en dicha tendencia. Su segundo y hasta ahora último disco “Sonic Firestorm”
atestigua lo dicho: veloces, raudos, amantes del doble bombo, de las melodías
vocales y, sobretodo, de unos solos tan técnicos como vertiginosos. Sin embargo,
esperaba que la banda hiciese aguas en cuanto a directo se refiere, básicamente
por el pinchazo sonoro al que se suelen enfrentar este estilo de bandas cuando
se ha de cumplir la singular misión de ejercer de teloneros o de participar
en un gran festival. Muy posiblemente a causa de esta predisposición de tintes
ciertamente nefastos
con los que encaraba la actuación resultó que finalmente no me decepcionaron,
a diferencia de gran parte de la concurrencia que a lo mejor sí que esperaba
un sonido impoluto.
Con canciones como “Fury of the Storm” pudimos comprobar alguno de los puntos
fuertes de la formación como podrían
ser la inclusión de blast beats, elemento que contribuye sobremanera a dotar
a las composiciones de una diversidad que de otra forma podría quedar en entredicho,
o bien los alucinantes solos del oriental Herman Li, que dejó a más de uno con
la boca abierta dada su facilidad y técnica a la hora de recorrer el mástil.
“Joder con el chino”, le oí decir a más de uno. Y es que este señor nada tiene
que envidiar a guitarristas de contrastado nivel que cumplen una función semejante
en otras bandas más reconocidas (como podría ser el caso de Henjo Richter de
GAMMA RAY, otro pedazo de hacha con gran habilidad para los solos). En contrapartida,
encontramos la discreta labor de Theart a las voces, que lejos de los tonos
que nos demuestra en el disco, en escena nos mostró ciertas carencias que no
puedo asegurar si obedecen a una falta de técnica o simplemente a un mal día.
Sea como fuere, lo cierto es que si bien no dio la talla y bajó bastante los
tonos, tampoco desafinó tanto como algunos creen. “Black Fire”, “Black Winter
Night” y “Soldiers of the Wasteland”, fueron otros de los temas en sonar, siendo
cada uno de ellos de una duración considerable y logrando equilibrar la balanza
entre las composiciones de su primera obra de estudio y las de su último plástico.
Mención
a parte merece la puesta en escena de la banda, activa como pocas, siendo todos
ellos culos de mal asiento, como diría la difunta abuela que nunca tuve. Una
pequeña plataforma instalada en la parte central del escenario servía de trampolín
para que los dos guitarristas saltaran continuamente de él y el cantante hiciera
lo propio, no siendo esto estorbo para las recurridas carreritas por encima
del escenario tuvieran lugar. Esta actitud sumada a los consabidos detalles
simpáticos hacia el público por parte de cada uno de los componentes hizo que
la banda lograse ganarse la simpatía de gran
parte del respetable. Como anécdota destacar que tanto Herman como Sam (guitarras)
tenían adheridos al pie de sus respectivos micrófonos unos refrescos que iban
sorbiendo con una pajita a medida que tocaban (sí, sí, como lo leéis). Por su
parte, el voceras Theart nos deleitó con un “solo de botella de agua” cuando
hizo ver que se masturbaba para luego estrujar la botella y mojar a las primeras
filas a modo de eyaculación. Algunos de estos detalles también provocaron que
más de uno expresara su malestar creyendo que había ido al circo en vez de a
un concierto de metal. Pero bueno, que cada uno se queje de lo que le dé la
gana y todos tan contentos. En definitiva, una actuación que si bien a mí me
agradó en cierta medida, a otros no les hizo ni la menos gracia.
ANGRA
Los
siguientes en aparecer serían los brasileños ANGRA que, recordemos, habían entrado
en el cartel como recambio de
última hora en sustitución de los alemanes RUNNING WILD. Si bien mi intención
era la de resarcirme del sabor de boca agridulce que me había dejado la banda
de Kiko Loureiro a su paso por la barcelonesa sala Razzmatazz 2 como consecuencia
del mal sonido de que fueron víctimas en aquella ocasión, poco me iba a imaginar
yo que la experiencia de este sábado iba a volver a estar gafada. La puntualidad
con la que las dos bandas precedentes habían saltado a escena había resultado
sorprendente, por lo cual cuando comencé a ver que pasaba de largo la hora establecida
y que en el escenario había menos vida que en el cerebro de George Bush muchos
comenzamos a temer lo peor. Finalmente, la banda pisó las tablas con 45 minutos
de retraso. Por lo visto, serios problemas con el kit de batería (al parecer
la banda olvidó la mitad en Brasil) provocaron este desfase que traería consigo
las fatídicas consecuencias para el grupo y, sobretodo, para el público que
deseaba disfrutar de una actuación con todas las de la ley: ANGRA (que, por
cierto, fueron teloneros de DRAGONFORCE en su periplo por tierras inglesas)
tan sólo pudieron interpretar cinco temas de su repertorio para que de esa forma
el resto de horarios previstos para ese día no se desmontasen por completo.
Para colmo, el sonido de los tres primeros temas (“Spread Your Fire”, “Waiting
Silence” y “Acid Rain”) fue por lo visto bastante nefasto. Y digo por lo visto
porque el sonido que nos llegaba al foso de fotógrafos era medianamente correcto.
Cuando estos problemas fueron subsanados poco tiempo les quedaba ya a los brasileños
para mostrarnos su valía, tal y como se encargó de transmitir Edu al público.
Por ello, y a pesar del notable cabreo interno que llevaban, fueron a por faena
y arremetieron con un “Nothing To Say” y con un “Carry On” que ahora sí sonaron
de fábula y que, especialmente el segundo, fueron lógicamente los temas más
coreados de la actuación y que nos mostraron a un Falaschi que cada vez canta
mejor los temas de Matos, teniendo siempre en cuenta las diferencias de tono
y timbre que separan a ambos vocalistas. La interpretación de la banda, incidencias
a parte, fue de lo más correcta, aunque quizá en algún momento se mostraran
algo cohibidos dado lo incómodo de la situación. Así pues, sería ilícito no
destacar las buenas formas y la profesionalidad que mostraron en todo momento,
a pesar de que tendremos todavía que esperar para volver a disfrutar de uno
de esos shows tremendos que sabemos que nos pueden ofrecer, tal y como nos demostraron
hace unos veranos en el extinto festival Rock Machina. De momento, nos quedamos
con lo bueno que pudimos sacar de lo poco que vimos.
LACUNA COIL
Eran ya muchas horas al sol las que el público llevaba encima y fue durante
el concierto de LACUNA COIL cuando vi la mayor cantidad de desmayos
e insolaciones. Y es que a veces cabe recordar que un poco de crema solar y
una gorra nunca están de más para evitar que el Sol caliente continuamente nuestras
azoteas y luego lo tengamos que lamentar. Eso sin olvidar que la cantidad de
líquido ingerida ha de ser notable y medianamente constante.
A causa de dicho calor asediante y del cambio de estilo brusco que suponía
la actuación de un grupo de gothic metal como lo son los italianos no fueron
pocos los “heavies duros” que decidieron retirarse en busca de sombra y descanso,
aunque ello no repercutió
en la cantidad de público que se plantó ante el escenario, pues en estos momentos
es cuando el Huerto De La Rueda ya comenzaba a albergar a la totalidad de las
almas que disfrutarían de los platos fuertes de la velada.
Lo cierto es que LACUNA COIL no es uno de los grupos de gothic metal que más
me gustan (estilo que me apasiona tanto como cualquier otro), pero sin embargo
he de reconocer que Cristina y los suyos han sabido labrarse un sonido propio
y en cierta manera identificativo que han ido puliendo desde el primer disco
sin abandonar sus señas características en ningún momento. Así pues, la banda
puso en marcha la maquinaria que tanto les funciona en directo, donde predominan
ciertos aspectos de la escenografía muy bien cuidados que hacen ganar al grupo
enteros en el apartado visual, tales como los movimientos (en su mayoría headbangings)
al unísono por parte de sus miembros al ritmo de los guitarrazos que inundan
los temas o el estricto negro de su vestuario de directo, aunque para estas
últimas giras parecen haber abandonado los ropajes consistentes en largas telas
negras que los hacían asemejarse en cierta manera a alguno de los cenobitas
de Hellraiser.
Para
la elección del set list decidieron tirar de los temas más o menos habituales
(a pesar de un tema inédito que irá incluido en su próximo álbum), todos ellos
buques insignes de los comunes denominadores que aúnan la música de los italianos:
atmósferas góticas tranquilas, lentas y bastante reacias a caer en los terrenos
más descaradamente melódicos de los que sí hacen gala otros grupos del estilo.
Desde que el grupo empezara con “Swamped” os puedo asegurar que todo el público
que estaba predispuesto a gozar de la actuación de LACUNA COIL cayó rendido
a los pies de los italianos, a pesar de que la claridad de sonido, sin ser para
nada mala, mejoraría todavía un poco con el paso de los temas. A destacar como
sonó un “Heaven’s a Lie” que por lo menos a mí me hizo gozar como un enano.
No en vano, pienso que es una de las mejores y más acertadas composiciones que
tiene en su haber la banda.
A pesar de que cómo he dicho por lo general pudimos disfrutar de un sonido
bastante bueno, claro y contundente, algunas de las partes pregrabadas (en su
mayoría líneas vocales que no interpreta Cristina en directo) quedaron muy bajas,
siendo éstas prácticamente anuladas por el grosor del sonido de las guitarras,
tal y cómo pudimos comprobar en el puente de “To Live Is To Hide”, una de las
canciones más remarcables del “Unleashed Memories”.
Si bien el enfrentamiento voz femenina-masculina “a lo Pimpinela” es una de
las constantes en la muchas de las composiciones de la banda (tal y cómo
pudimos comprobar en “Senzafine”), sobre las tablas quedó demostrado que tanto
el embaucador timbre de la señorita Scabbia como su manifiesta belleza son los
reclamos fundamentales para el seguidor medio y/u ocasional, siendo el papel
de Andrea Ferro relegado en muchas ocasiones a un plano inexistente.
Evidentemente, algunos pequeños detalles jugaron en contra de los intereses
de la banda, como por ejemplo el hecho de que una formación de un estilo presumiblemente
oscuro y apesadumbrado tenga que tocar a plena luz del día, pero ya se sabe
que estas cosas ocurren normalmente en todo tipo de festivales. Si bien no es
oro todo lo que reluce, tampoco ha de dejar de ser oscuro todo lo que no acoge
la noche en su regazo.
Para mucha gente fue incomprensible que LACUNA COIL tocara tanto tiempo y después
de ANGRA en un festival de estas
características, aunque seguramente muchas de estas personas desconozcan el
nivel de popularidad y, sobretodo, de ventas que la banda a alcanzado en los
dos últimos años tanto en Europa (no tanto en España) como en Norteamérica,
por lo cuál su status más objetivo legitimaba su posición en el cartel.
Como curiosidad, destacar la acalorada discusión que mantuvieron Marco (bajista)
y Cristina en el backstage antes de salir a escena. Recordemos que ambos componentes
se encontraban hasta hace poco inmersos en una relación sentimental… y es que
mezclar amor y trabajo nunca fue nada provechoso…
DREAM THEATER
DREAM
THEATER eran sin lugar a dudas el principal atractivo del cartel junto a IRON
MAIDEN. Si bien al lado de la parrilla de horarios vimos que los newyorkinos
actuarían durante el “nightfall” (textual) lo cierto es que desde que Mike Portnoy
agarrara las baquetas todavía pasaría bastante tiempo hasta que el indeseado
sol dejara de incordiar y diera paso a la caída de la noche. De hecho, a estas
horas el sol daba de frente al público y prácticamente de espaldas a los músicos,
hecho que incomodó bastante y que dificultó la tarea a los que tuvimos que lanzar
fotos desde el foso.
En la rueda de prensa previa al concierto Jordan Rudess y James LaBrie ya nos
habían advertido que su intención es que este volviera a ser un concierto especial
en el que tuvieran la oportunidad de brindar a sus fans canciones tanto de su
nueva obra de estudio como clásicos de la banda que a muy buen seguro muchos
esperaban ansiosamente, todo ello confeccionado a partir de una serie de canciones
de conjunción singular ya que, como muchos sabéis, a la banda no le gusta repetir
un mismo set list (de hecho, comentaron que creían no haber repetido un set
list dos noches seguidas jamás), por lo que no íbamos a encontrar necesariamente
demasiadas semejanzas con sus últimos conciertos por España.
DREAM THEATER sí que podemos decir sin temor a equivocarnos que gozaron de
un sonido impoluto de principio a fin, por lo cual una de las condiciones indispensables
para que pudiéramos disfrutar como es debido del furioso vendaval de notas y
ritmos que se avecinaba se vio sobradamente cumplida.
Desde que Myung salió a dar el pistoletazo de salida con las primeras notas
que nos introducirían en la cañera “As I Am” pudimos empezar a comprobar varios
aspectos que se terminarían por corroborar con el paso de los minutos y los
temas. El primero de ellos, algo que ya me imaginaba, pero cuyas críticas al
respecto nunca he acabado de compartir: ¿LaBrie canta mal? Si bien tanto sus
fans como sus detractores no tendrán más remedio que reconocer que la interpretación
de LaBrie en el show que nos ocupa fue sensacional, tampoco entendí las acaloradas
críticas que ha recibido este hombre en los últimos años, pues en la gira de
presentación española de “Train of Thought” también me pareció que el frontman
ralló a un altísimo nivel. Ok, estoy de acuerdo que James ha ido mejorando como
el buen vino con el paso de los años, pero no creo que se mereciera ni la mitad
de las críticas que le han ido cayendo en tiempos pretéritos, por mucho que
se le comparase con el resto de músicos que integran la banda. Espero que su
memorable actuación sirva para callar bocas de una vez, pues dudo que el alarde
de técnica y buenas maneras de las que se hizo servir para cuajar tan magna
actuación con una facilidad aparentemente pasmosa pasaran desapercibidas ni
tan siquiera para el más despistado de los sordos.
Por
otra parte, y aunque no quiera lanzar puñales envenenados hacia ningún sector
de gente, hay otro aspecto que no me cabe en la cabeza; no entiendo a todos
aquellos que sostienen que les desagradan DREAM THEATER por el hecho de ser
una banda ultra-técnica que, según ellos, descuida el transmitir cualquier tipo
de emoción. ¿Va en serio? ¿Realmente hay personas que no vean la emotividad
por ningún lado en canciones que sonaron esa noche como “The Spirit Carries
On” o “Never Enough” o en los mil y un pasajes cargados de sentimientos que
podemos encontrar a lo largo de “Metropolis Pt 2: Scenes For A Memory”? Pero
bueno, ya se sabe, para gustos los colores.
Poco puedo decir del concierto de los americanos en el apartado técnico: a
esta gente no se les escapa una nota ni aunque los estén zarandeando mientras
tocan. En el set list tuvieron cabida canciones de años ha como la replanteada
“A Fortune in Lies” de su primerísimo “When Dream And Day Unite”, en la cual
LaBrie hizo suyas las voces que en su día inmortalizara Dominici o “Under A
Glass Moon”, en cuyo meridiano pudimos disfrutar enormemente de las virguerías
de Petrucci y Rudess, que nos volvieron a enseñar, con el aporte inestimable
de Portnoy, en qué consiste eso de “jugar con los tempos”.
Para demostrarnos que vuelven a tener un grandioso disco nuevo en la calle
decidieron tocar seguidamente la creciente “Panic Attack” y la muy
“marca de la casa” “Never Enough”. Cualquiera diría que llevan tocándolas años,
y es que estos duendecillos de extremidades mágicas no muestran ni la más nimia
de las fisuras en sus interpretaciones. El ultra virtuoso “Peruvian Skies” daría
paso a una traca final que muy pocos hubieran imaginado. Dos sonados temas de
la que para muchos es su mejor obra (me incluyo), “Scenes From a Memory”, con
los cuales la concurrencia se mostró tan emocionada como radiante; por una parte
el desesperante, rabioso y magnífico “Fatal Tragedy” y por otro la emocional
“Spirits Carries On”, que fueron seguidas con gran atención por la mayoría de
los que allí nos encontrábamos. Podrían haber tocado cualquier canción de dicho
disco para meterse a los fans en el bolsillo, pues no cabe duda de que dicha
obra tiene un toque que hace especial a todo lo contenido en ella…
Un lujoso medley entre “Pull Me Under” y “Metropolis” cerraría la actuación
de la banda de Petrucci de forma magistral. El primer tema, inevitable, como
muchos ya sabéis tuvo una importancia relevante en su día para dar el salto
al grueso de público que los descubriría para posteriormente declararse incondicional
de los exMAJESTY con el paso de los años. Ellos lo saben y es y será un tema
recordado con cariño de por vida, por lo cual por muchas veces que lo interpreten
en directo nosotros nunca nos quejaremos. Gran acierto engarzar el confuso final
del tema con la germinal “Metropolis-Part I”, que se adivinó un postre de lo
más completo como culminación de una cena que había resultado de lo más apetitosa
y variada para los comensales que se prestaron a degustarla. Deseando estoy
ya de volverlos a ver, por lo cuál espero que las fechas de la gira de presentación
de su “Octavarium” no se hagan esperar.
IRON MAIDEN
Por
fin cayó la noche en todo su esplendor. Y con ella el plato fuerte de la velada,
unos IRON MAIDEN que recalaban en Murcia para ofrecernos una única actuación
en España como parte de los shows especiales que están llevando a cabo este
verano bajo el nombre de “Eddie Rips Up The World”.
Lo cierto es que los ingleses pueden presumir de albergar un puñado de obras
maestras en su basta discografía, pero pocas de ellas las podríamos apuntillar
con el apelativo de “irrepetibles”. “Iron Maiden”, “Killers”, “The Number Of
The Beast” y “Piece of Mind” probablemente tengan el honor de que se les brinde
tal consideración, aunque para quien aquí suscribe la magia en su estado más
puro resida en las dos primeras, a pesar de que Bruce Dickinson no se encontrara
en el seno de la banda. Si bien aquellos dos primeros álbumes posiblemente no
sean el más claro ejemplo del paradigma musical que cultivarían a posteriori
y por el que serían más reconocidos por la gran masa (paradigma quizá más bien
definido por “The Number Of The Beast”), los dos primeros discos de la doncella
poseen esa singularidad en las formas, esa producción y, en definitiva, esa
magia que los hace especiales y que producen que ya tan sólo la galleta del
cd nos impregne de esa fragancia puramente ochentera, unos ochenta en ciernes
que dotarían a los años venideros de un rumbo musical insólito que a más de
uno le haría perder la cabeza. Con esta premisa nostálgica y embaucadora a partes
iguales muchos no tuvimos dudas en pegarnos el viajecito hasta Lorca para disfrutar
de esos temas que nunca habíamos tenido la oportunidad de disfrutar en directo.
Tras una hora de espera en las que los operarios se encargaron de montar y
preparar el escenario para la salida a escena de las huestes de Steve Harris
se apagaron las luces y con una puntualidad inglesa (de hecho, dos minutos antes
de la hora anunciada) se apagaron las luces y comenzó a sonar la fantástica
introducción que abre el disco “Killers” (“The Ides Of March”), hecho que por
lo menos en mí provocó que un escalofrío que no hacía sino presagiar lo mejor:
un momento único y un set list de ensueño que ahora llegaba. Quizá suene demasiado
baboso, pero “The Ides Of March” siempre me ha parecido el preámbulo perfecto
para iniciar un disco consiguiéndote poner en tensión
de una forma inteligente.
Con un escenario que intentaba simular a los de la primera época de la banda
(pasarelas laterales con 2 farolas claramente deudoras del artwork de los dos
primeros discos) y mientras veíamos como un telón del Eddie de la portada del
segundo álbum iba ascendiendo flanqueado por una serie de luces, comenzaría
el recital con una explosión pirotécnica de la mano de la completísima “Murders
In The Rue Morgue”, un tema que desde mi punto de vista representa a la perfección
lo que fueron IRON MAIDEN en sus comienzos: fuerza, garra, cambios de ritmo,
líneas vocales pegadizas, composiciones elaboradas y una frescura nunca vista
hasta entonces y a duras penas revisitada a posteriori. Evidentemente, muchos
no podíamos imaginarnos un tema que ha sonado tantas veces en nuestro reproductor
sin la voz original de Paul Di’Anno, aunque Bruce Dickinson (que, por cierto,
salió a escena con un aspecto más desaliñado del habitual) fue bastante fiel
a las composiciones originales; evidentemente no es lo mismo pero todos sabíamos
que la voz de Bruce no nos iba a defraudar, pues ningún legado puede pesar a
un vocalista de su talla. Dudo mucho que el mismísimo Paul pudiera hacerlo la
mitad de bien que él en la actualidad.
Con un público entregado pero algo parco de fuerzas (más de uno estaba chamuscado,
podríamos decir) la banda se lanzó a interpretar “Another Life”, demostrándonos
que esa noche Harris y los suyos estaban dispuestos a darnos más de una alegría
a los allí presentes repasando temas del “Killers”. Cambios de ritmo, una base
rítmica contundente y más de un guitarreo que nos recordó que por las fechas
en las que fue concebido el tema, el “punk” era un estilo que todavía pegaba
e influenciaba de una forma u otra a los inicios de la música más netamente
heavy.
25
años han pasado desde que estas composiciones vieran la luz y a día de hoy siguen
sorprendiendo a más de un chaval (o no tan chaval) que los descubre… lo cual
vuelve a demostrar que la buena música en un marco temporal es imperecedera.
Un aspecto que ciertamente me agradó bastante fue el hecho de que el bajo de
Harris sonara tan alto en la mezcla de directo, ya que uno de los encantos de
las viejas composiciones es esa omnipresencia de las cuerdas más gruesas y esa
agradable sensación de comprobar auditivamente quién es el que tira del carro,
volviendo a tejer para nosotros un sonido irrepetible que marcó época. Si bien
el papel del bajo de Steve sigue siendo especial incluso en los discos más recientes
de la banda, el tratamiento que a éste se le dio hace más de dos décadas fue
indiscutiblemente especial.
Menuda gozada cuando empezó a sonar “Prowler”. Interpretación al milímetro
y la voz algo rota de DiAnno en este tema bien replicada por un Bruce Disckinson
que sabía de sobras cuál era el camino a seguir para ser lo más fiel posible
a la esencia de la composición. Tras él vino “The Trooper” y con él el bajón
de intensidad para unos (entre los que me incluyo) y el subidón para otros,
posiblemente los menos familiarizados con el directo de la banda. Y es que algo
estaba claro: los temas clásicos del set list habitual de la formación que se
encuentran en los cuatro primeros discos de la doncella no iban a dejar de sonar.
Sabía decisión… de marketing, por qué no decirlo. Ya lo hemos dicho a veces
por aquí: dudo que Bruce Dickinson sienta una especial excitación cantando “The
Trooper” y volviendo a levantar las banderitas situadas en los laterales elevados
del escenario semana tras semana y año tras año, por mucho que durante su interpretación
salga vestido de soldado. Por algo detrás de IRON MAIDEN hay dos empresas gestionando
miles de historias. Lo que está claro es que por mucha gira especial que haya,
no contentar a los fans que esperan un concierto de “greatest hits” (siempre
los hay y los habrá) va en contra de los intereses de la banda.
Tras ella volvimos a las andadas con la bicolor “Remember Tomorrow”, aquella
aparentemente sencilla balada que termina por convertirse en un medio tiempo
gracias al cambio de ritmo que encontramos en su meridiano. Solo conciso y tratamiento
instrumental sólido para este tema por muchos olvidado. Quizá fue a estas alturas
cuando empecé a comprobar que al sonido le faltaba algo de volumen para poder
sobrecogernos. No fue extraño que en algunos momentos dejáramos de escuchar
a la banda todo lo bien que quisiéramos como consecuencia de los cánticos de
los que se encontraban a nuestro alrededor. Posiblemente el viento y las limitaciones
legales en cuanto a watios permitidos para espectáculos en zonas urbanas al
aire libre tuvieron algo que decir a la hora de que se diera este detalle que,
afortunadamente, no dejó de ser eso, un detalle inapreciable para muchos.
Ruidos de ametralladoras, explosiones… evidentemente la canción que iba a venir
ahora solo podía ser “Where Eagles Dare”, tema que abre el “Piece of Mind” de
forma tan contundente como sentenciosa. Otra de esas composiciones recibidas
como agua de mayo, y es que… ¿qué decir de los temas que cambiaron la vida de
muchos de los que allí nos encontrábamos? Riffs certeros, de cadencia prácticamente
repetitiva y que perforan nuestras mentes como arma que destroza al enemigo.
Las guitarras dobladas de Dave Murray y Adrian Smith se encargaron de hacer
el resto, sobretodo en el epicentro del tema, con aquellas melodías tan características.
Tras la ya conocida por todos “Run To The Hills”, no por ello temazo inferior
al resto, llegaría la que es una de mis canciones favoritas de IRON MAIDEN,
“Revelations”. O lo qué es lo mismo, como combinar con una maestría sobrecogedora
pasajes baladísticos y voces tranquilas con rapidez y punteos netamente heavy
metal. Menuda la labor de Dickinson a las cuerdas vocales. Del mismo modo que
hiciera en 1983, no decepcionó ni al más exigente de los veteranos ( gente que
a buen seguro doró su más afilada juventud en los años 80 y entre los que por
desgracia no me encuentro). Entre los guitarrazos más netamente hard que caracterizan
a algunos pasajes de dicho corte Bruce se encargó de animar a la concurrencia
a gritar y levantar su puño, siempre y cuándo no se encontrara corriendo de
un lado a otro del escenario mostrándonos su habitual buena forma física. En
fin, que después de “Revelations” y lo que ya había oído hasta aquí me podía
dar por satisfecho.
El
contacto y el atractivo visual hay que decir que tal y como viene siendo habitual
fue constante. No faltó el ineludible “Scream for me Lorca” de Dickinson ni
las florituras malabaristas de Janick Gers con la guitarra. Claramente Janick
es el que tiene menos peso instrumental de los tres hachas de la banda, pero
sin embargo no deja de asombrarme hasta que nivel ha llegado a considerar su
guitarra como instrumento apto para lanzar, menear, pasarse por la espalda y
vete a saber tú qué otras doscientas cosas más. Maestría para tales menesteres
no le faltan, pues menuda precisión tiene el tío. ¿Y el amigo Eddie? Por supuesto,
no faltó a la cita en sus múltiples personificaciones. No contento con aparecer
en todos y cada uno de los telones del fondo y del escenario también hizo acto
de presencia en forma de diablo rojizo con cabeza movil desde la parte trasera
del escenario (elevado, como viene siendo habitual mediante un juego de poleas)
durante “The Number Of The Beast”, compartiendo impacto visual con el “666”
de bombillas intermitentes y un buen puñado de llamarazos directamente traídos
del infierno. Otro pedazo de Eddie elevado por poleas al que se le habría la
tapa de los sesos y movía los hombros en pleno ataque de “baile de sambito”
y el Eddie hidráulico que sale a pasearse por el escenario para pelearse básicamente
con Janick Gers (y que salió vestido con una camiseta hecha harapos y unos tejanos
en un claro guiño ochentero) terminaron por satisfacer las ansias de protagonismo
de nuestra mascota preferida.
Tras “Wratchild” como otro de los temas clásicos de os primeros discos ineludibles
llegó la cañera e incisiva “Die With Your Boots On”, en la que a parte del potente
y grueso bajo de Harris destacaron los precisos solos que encontramos en la
segunda parte del tema. Oh, “Phantom Of The Opera”. Pues menuda también es esta.
La revolución que causó entre el respetable fue notable y es que no era para
menos… Sin embargo, me llamó la atención que Bruce no mantuviera los tonos tanto
como lo están en la canción original interpretada por Paul Di’Anno; desconozco
por qué fue así, pues capacidad nos ha demostrado tener de sobra. A pesar de
ello, este tema volvió a ser redondo y de poco nos hace saltar la lagrimita
el lento solo que se marca Dave Murray en plena mitad del tema para dar paso
al delirio en forma de guitarras dobladas que viene a continuación.
Quizá no sea la panacea del virtuosismo, pero la verdad es que la combinación
de dichos punteos con la omnipresente base rítmica cortesía de Steve y Nicko
siempre me ha resultado altamente seductora. Y de nuevo la nostalgia.
“Hallowed Be Thy Name” y “Iron Maiden” serían los últimos temas que interpretaría
la banda antes de desaparecer de escena y volver con los bises. Unos bises que
para mi gusto fueron algo pobres. Si bien me esperaba la ineludible y singular
“Running Free”, tanto “Drifter” como “Sanctuary” son temas que no creo que estén
entre los mejores de la doncella. ¿Os imagináis haber terminado con un pletórico
“Flight Of The Icarus”? No sólo fue esta composición la que me hubiera gustado
escuchar, y creo no ser el único al que le hubiera gustado sobremanera disfrutar
esa noche de un “Strange World” o un “Charlotte The Harlot”. Si estas canciones
también hubieran sonado hubiera sido ya la repanocha… ¿tendremos la oportunidad
de escucharlas alguna vez en directo?
Poco queda ya por comentar. Quizá la gente estuvo algo más fría de lo que suele
ser habitual en un concierto de IRON MAIDEN, pero es algo comprensible dado
el palizón que la mayor parte de esas personas habían tenido que soportar durante
todo el día y el cansancio acumulado. Por lo demás, un concierto excelente y
un playlist que poco le faltó para ser de ensueño.
STRYPER
Solo una banda quedaba ya, la de los cristianitos de STRYPER. Bastante más
expectación de la esperada por todos (creo que incluso el grupo se sorprendió
bastante de que hubiera tanta gente esperando para verlos a ellos a esas horas)
y un escenario sencillo cuyo único atractivo eran cuatro
telas a rayas negras y amarillas (los colores característicos de la banda) eran
los prolegómenos principales de la salida de Michael Sweet y los suyos a escena.
Algunos pudieron comprobar como la banda se cogió de las manos y rezó antes
de pisar el escenario, en un claro ejemplo de cobardía cristianoide, para acto
seguido presentarse ante sus alocados fans al son de la introducción “Sing Along
Song”, que incluye gritos de “aleluya” de fondo y demás pantomimas sonrojantes.
La banda salió a escena sin su vestuario y parte del equipo al haberse extraviado
éste en su viajecito hasta España. Por fortuna o por desgracia, la banda ya
no viste los famosos y ridículos trajes a rallas a lo abeja malla de los ochenta,
por lo cual tampoco creo que el impacto visual hubiera variado en demasía en
el caso de que no se hubiera producido dicha pérdida.
Entre el repertorio, destacar un “In God We Trust” modernizado que no hizo
gracia a casi nadie y que provocó que más de una cara se desencajara y un “To
Hell With The Devil” que sí que sonó
francamente bien, siendo éste posiblemente el hit single por antonomasia de
la banda. El momento más desastroso musicalmente hablando llegaría con esos
dos esperpentos de temas pertenecientes a lo que será su próximo álbum, canciones
con un aire modernillo que sin lugar a dudas fueron lo peor que se pudo escuchar
sobre el escenario del Lorca Rock ese día.
Lo cierto es que en el concierto reinó más la emotividad creada por quienes
se morían de ganas de verles que por la calidad de la actuación en sí, ya que,
sin ser mala, en general pudimos ver a una banda algo falta de rodaje y con
un sonido poco compacto, en donde la guitarra de Oz no tan sólo sonaba de un
modo algo extraño, sino que su presencia a través de la PA adolecía de una incómoda
intermitencia. Eso sí, hay que reconocer que Michael Sweet posee a día de hoy
una voz ciertamente cuidada,
tal y como quedó demostrado en más de un agudo con el que deleitó a su concurrencia.
Y de esta guisa fueron cayendo los temas: “The Way” (donde Michael demostró
muy buenas formas tonales, que no ideológicas), “More Than A Man”, “Soldiers
Under Command”, o la pastelosa y acaramelada “Honestly”.Pudimos ver asimismo
a un Robert Sweet que hizo en varios momentos el símbolo de la cruz con sus
baquetas (ridículo) y que tocó su batería de lado, tal y cómo lo ha hecho siempre,
lo cual no dejó de llamar la atención del público que no los conocía demasiado.
Como anécdota decir que el plato que quedaba a espaldas de Robert se fue al
suelo un par de veces a consecuencia de la plataforma irregular sobre la que
estaba colocado
Musicalmente, ya digo, no fue un concierto necesariamente malo. Supongo que
aunque no les llegue la sangre al cerebro una pequeña parte de ésta sí que va
a parar a sus extremidades, hecho que les ha permitido hacerse con una cierta
cantidad de seguidores incondicionales dentro del rock, a cada cuál más antiestético.
Michael se conserva físicamente bastante mejor que el resto de la banda, ejerciendo
su papel de frontman con corrección y colgándose la guitarra
en algunas canciones, pero a pesar de eso hay cosas que no me cuadran, como
por ejemplo sus amanerados movimientos: ¿un gay promulgando y haciendo apología
de la palabra del señor? Seguro que la Iglesia estaría encargada de condenarlo…
Siempre han corrido rumores sobre la condición sexual del señor en cuestión,
rumores que después de lo visto en escena a mí me quedan más claros y que no
me importarían ni me llamaran la atención si no fuera por el carácter mesiánico
del susodicho.
El
concierto finalizó con la pantomima más vergonzosa y detestable que he visto
en mi vida sobre un escenario: una oración a cargo de Michael, ante la cual
se ordenó guardar silencio a la concurrencia, mientras toda la banda se encontraba
al fondo “concentrada” y mirando al suelo. Vaya, una actitud sectaria altamente
lamentable. Mientras Michael iba diciendo sus tonterías con una mano levantada
y con la otra tapándose la cara (algo del rollo “Dios habla a través de mí”
o algo así) un personaje se encontraba a su lado traduciendo su discursito en
inglés… aunque lo cierto es que mucha idea de traducir no parecía tener. En
definitiva, equiparable a la farfullada circense de DiMaio y sus
MANOWAR pero en otro terreno. Desgraciadamente, Michael prometió que volverían
a España…
En fin, la propaganda terrorista que se cobija bajo el nombre de STRYPER desapareció
finalmente de nuestras vistas y los pipas salieron a recoger el escenario mientras
por la P.A. empezaba a sonar AC/DC… lástima que no fuera el Highway To Hell.
El
festival finalizó con un éxito rotundo de asistencia y con la mayor parte de
los objetivos previstos cumplidos. Si alguien quiere conocer algunos aspectos
más concernientes al recinto y a la organización, le remito al breve repaso
que hizo Sergi
Ramos para esta misma web hace unos días a modo de avance. Por mi parte, sólo
decir que si bien no todo fue perfecto, sí que volvió a rallar a gran altura,
muy a pesar de las quejas de muchos, quejas que queramos o no son inevitables,
sobretodo teniendo en cuenta que a la historia pasó el heavy todoterreno de
hace un par de décadas; ahora cualquier incomodidad ya es motivo para los sollozos.
Señores, que se van a un maldito festival, no a un hotel de cinco estrellas.
Por lo demás, vale la pena destacar que imperó el buen rollo y que no hubo ningún
incidente, volviendo a quedar demostrado que los amantes del rock duro sabemos
como disfrutar de un evento como éste. ¡Que así sea durante muchos años!
Texto: Penumbra / Fotos: Penumbra & Sergi Ramos
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