Listening session de Sepultura en París
Nos desplazamos hasta París para poder charlar con la banda brasileña, disfrutar de un íntimo concierto ante 200 personas y degustar el que es su nuevo trabajo de estudio.
Hace cosa de catorce años un inesperado email de mi antiguo director en Metal Hammer, el veterano Joan Singla, me indicaba que Sepultura querían invitar a un redactor de la revista a un viaje a São Paulo durante cinco días para escuchar su nuevo disco de aquel entonces, ‘Dante XXI’. Catorce años después de ir al fútbol, comer en una churrasquería y temer por mi integridad en la que se consideraba una de las ciudades más peligrosas del mundo, me tocaba reencontrarme con Sepultura. Esta vez más cerca: en París.
La banda invitó a un contingente de periodistas europeos a un hotel del distrito XI de la capital francesa, el Mama Shelter. Un hotel de lo más trendy donde lo último que esperas es escuchar a Derrick Green desgañitándose a todo trapo sobre un manto de guitarras destructivas-pero-inteligentes de Andreas Kisser. Pero ahí estábamos, con un surtido de macarons, pastitas y wraps para frenar el hambre en un gris lunes de noviembre.
El grupo había llegado la noche anterior y, tras atender a la prensa, se centrarían en terminar de preparar un enérgico concierto dentro de la fiesta de presentación del Hellfest 2020. Porque los franceses no se andan con chiquitas: si presentan un festival lo hacen con un directo televisado de una de las formaciones más grandes de la historia del metal. Nada de enviar una mísera nota de prensa con el cartel.
Unos Sepultura cada ves más progresivos
Sentados en uno de los salones del hotel, pudimos degustar el disco con un sistema de sonido más que solvente. Un álbum que arranca con “Isolation”, un tema con el que nos damos cuenta de que estamos ante los Sepultura más brutales y cañeros que hemos escuchado en una buena temporada. La batería de Eloy Casagrande es un absoluto torrente de redobles, dobles bombos a velocidades imposibles, fills raudos y enmogollonamiento absoluto de los sentidos. La banda parece estar totalmente poseída a lo largo de un primer corte que contiene multitud de cambios de ritmo y una sección central de tonalidades algo psicodélico-violentas por parte de Andreas Kisser. El solo, veloz y desquiciado, recuerda a Slayer por los cuatro costados. Parece como si Sepultura hubiese tomado buena nota de lo bien que ha funcionado el enfoque de estos en “Repentless” y lo aplicase a su nuevo LP tras una retahíla de obras que no terminaban de enganchar.
“Means To An End” es una canción rítmicamente compleja donde Casagrande vuelve a hacer un enorme trabajo. Derrick Green brilla dándole a sus partes vocales más veneno si cabe. Un tema violento, directo y cargado de groove. Green canta “Wake Up!” y hace uso de su registro más grave en un tema de lo más duro. La parte central cambia por completo y presenta otro corte mucho más denso repleto de dejes psicodélicos en las guitarras y con más death metal que thrash, a decir verdad.
“Last Time” comienza con un hipnótico dibujo de Kisser a base de tapping y que dobla magistralmente con la batería a base de tresillos veloces de Eloy. Sigue uno de los temas más agresivos del disco, veloz por momentos y agotador desde la perspectiva de seguir las partes de batería. Hasta ahora, el grupo no ha aflojado ni un minuto y da lugar al que debe ser el disco más burro de Sepultura desde ‘Arise’. Nuevamente, el fragmento central da pie a sorpresas, en este caso con unos misteriosos coros casi eclesiásticos, aunque la formación vuelve pronto a la caña y al groove sostenido más impactante.
Los ritmos tribales dan paso a una veloz “Capital Enslavement”, que lleva a la época de ‘Roots’ pero con desquiciado trabajo a la batería que supera cualquier cosa que hiciese Iggor en su día. La energía de Casagrande es insultante. Una canción breve y agresiva que está hecha a medida del directo.
“Ali”, el quinto tema del disco, es más groove metal y tiene evidentes recuerdos a Pantera y Dimebag Darrell en la estructura y el riffing de Kisser. En los versos cuenta con un curioso proceder donde la batería va un milisegundo por detrás del resto de la banda, y después Green y Casagrande atacan el “estribillo” con un arranque de rabia inusitado. Un descenso hacia territorios graves lleva a una parte veloz y rabiosa nuevamente que hace temer por la integridad de Casagrande, erigido como absoluto ídolo de la formación actual de la banda. Finaliza abruptamente.
Uno de los temas más rítmicamente progresivos es “Raging Void”, al cual hay que seguirle la cuenta para saber por qué compás va la banda. El juego de ir un poco por detrás o un poco delante de Casagrande y Kisser es entretenido y te hace prestar atención al tema no solo desde la perspectiva emocional sino desde la puramente cerebral. La llegada al estribillo le tiene un deje a Ministry o Killing Joke del que Al Jourgensen y Jaz Coleman estarían orgullosos. El solo, melódico y limpio por una vez, es conciso y directo.
“Guardians Of The Earth” tiene un inicio acústico pero tétrico que da pie a coros eclesiásticos y que, cuando menos te lo esperas, explota en un tema de groove metal con una de las entregas vocales más desesperadas de Derrick. Un tema que no se puede encuadrar ya siquiera en el thrash o death metal. Es algo que excede ambos géneros y que te mantiene atentamente pegado a la música. El tramo instrumental central con fondo de guitarras acústicas y un preciosista solo de Kisser es un bonito contraste con la violencia experimentada en el disco hasta el momento.
“The Pentagram” da comienzo sobre un ritmo sincopado y rápidamente se convierte en otro tema de desarrollo instrumental variopinto pero siempre dentro de la complejidad y un cierto deje progresivo en su planteamiento. Como canción instrumental sirve para lucimiento de un Paulo Lara Jr y, como es típico, de Casagrande. Es como una jam a la velocidad de la luz entre todos los miembros de Sepultura exceptuando a Green.
El riff futurista de “Autem” da pie a una interpretación muy teatral de Green, quien hace una cuenta atrás para entrar en la parte más bruta del tema y generar tensión añadida. Los dibujos de batería son interminables y le dan a las canciones una dimensión imposible que las hace adictivas. Casi cercana al grindcore de Napalm Death por momentos, es uno de los temas que menos convencen en comparación con el resto del disco, aunque tiene el estribillo más melódico.
“Quadra”, el tema que da título al disco, comienza también con una intro acústica que ayuda a generar tensión. Le sigue “Agony Of Defeat”, donde la banda trabaja con un riff más al uso del heavy metal actual y un Derrick que canta con voz “limpia” o todo lo limpia que le sale a estas alturas después de todo el disco desgañitándose. Unos dramáticos violines que se funden con la guitarra de Kisser le dan tensión añadida a una canción progresiva, llena de capas y pasajes de diferente pelaje. Épico final con un “do” de piano que se va perdiendo en el silencio. Finalmente, el disco acaba con la épica “Fear : Suffering : Pain”, otro tema de desarrollo más lento y más cadente donde Green comparte tareas vocales con la voz femenina de Emmily Barretto, de la banda brasileña Far From Alaska.
Comiendo gominolas con Derrick
Poco después de escuchar el disco y antes de volver a Barcelona, pudimos sentarnos con Derrick Green en una sala anexa para hablar un rato sobre el nuevo trabajo ante una botella de agua y dos bolsas de chuches. Ah, los temibles y amenazadores y demoníacos thrashers nos invitaban a gominolas Haribo. Aunque prefería lo de la churrasquería de 2005…
Sepultura se va hacia los extremos a medida que pasan los años: por un lado la banda se vuelve más extrema debido al estilo como batería de Eloy Casagrande y se vuelve más progresiva por el propio desarrollo de las canciones. ¿Es algo planeado para ensanchar la base de fans de la banda?
Creo que mucho de esto ha pasado de manera muy natural. A lo largo del tiempo, de las giras y de tocar juntos hemos ido mutando. Es algo que podía imaginar porque, en su momento, la banda buscaba un vocalista que fuese muy diverso. No querían a alguien que solo supiese gritar. Cuando entré en la banda hace 21 años ya vi claro que querían desarrollar la música de Sepultura más allá del punto en el que estaban. Querían moverse en direcciones distintas sin perder los elementos básicos de la banda. Querían crecer y cambiar con cada disco, como ya habían hecho con todos los discos anteriores.
Me siento mejor si la banda crece y evoluciona musicalmente. Nosotros queremos experimentar y creo que esa es la base para ser un artista.
«Me siento mejor si la banda crece y evoluciona musicalmente»
¿Crees que Sepultura están encasillados por el público?
Gracias a Dios no tenemos que hacer nada que no queramos hacer. Hay elementos que siempre van a ser parte de Sepultura, que son la esencia de la banda. A la misma vez pienso que es absurdo pensar que un artista no va a querer cambiar. Los artistas a veces intentan repetirse, forzando la maquina, y simplemente no suena bien. Se quedan dentro de una caja concreta y no salen de ella. Eso sería un suicidio para nosotros.
El disco tiene dos mitades: una muy bruta y otra más progresiva y aventurada. ¿Qué criterio sigue esta división?
Hay un concepto detrás del disco. Queríamos capturar los elementos más crudos de Sepultura, los que se asocian a nuestro pasado, en la primera mitad del disco. Queríamos meter eso en primer lugar para meter todo el thrash y la caña en la primera parte del disco. La segunda parte es más cercana a lo que se puede escuchar en ‘Machine Messiah’. Más melódico en ciertos aspectos pero más progresivo en otros.
Dividir el disco en secciones lo hace más interesante y más épico. Escuchar el disco de principio a fin te ofrece un viaje y es lo que teníamos en mente desde un primer momento.
¿Dónde se sitúa el inicio de estos Sepultura experimentales? Diría que los Sepultura de ‘Dante XXI’ en 2005 fueron los que iniciaron ese camino más progresivo. También fue el disco en el que Iggor Cavalera estaba de camino a la salida. ¿Fue su marcha de la banda algo que os liberó musicalmente para experimentar más?
Iggor se fue porque ya había tenido suficiente en aquel momento de su vida y se fue de la banda al final del proceso de composición del disco. Al principio del proceso, aún estaba involucrado y él también estaba por la labor de experimentar con la música. Creo que ahí hubo un cambio, en la época de ‘Dante’. Nos sentimos más cómodos haciendo cosas distintas y por eso nos sorprendió que se marchase, porque no era algo nuevo. Cambiar de batería nos llevó a reconstruir la banda, por así decirlo. Tuvimos que encontrarnos cómodos girando, tocando y todo eso con Jean Dolabella. Luego tuvimos que grabar otro disco con él, ‘Kairos’, y ahí ya nos sentimos compenetrados pero salió por la puerta poco después y tuvimos que empezar de nuevo el proceso con Eloy Casagrande. Ahora hemos tenido tiempo para trabajar con él durante años, para entendernos y comunicarnos y eso ha beneficiado a la banda.
A mediados y finales de los ‘90, Sepultura habían sido “desbancados” como grandes de una escena que ellos mismos habían ayudado a construir. Había bandas más heavies, más duras y con más seguimiento que hacían sombra a Sepultura. ¿Crees que la única manera de sobrevivir era creando unos Sepultura musicalmente más sesudos y trabajados?
Hmmm… Eso es algo que siempre ha sido importante para mí como fan del metal. Me gusta escuchar distintas bandas y distintos sonidos. Quería que la banda tuviese algo líricamente potente, fuerte y que supusiese un reto. Algo que rompiese los límites existentes en el mundo del metal, que hay muchos. El mundo del metal es muy cerrado a veces y es uno de sus problemas. Se supone que es un estilo de música alternativo y al final es más conservador que muchos otros géneros: esto ha de ser así, esto ha ser de este otro modo. Poner etiquetas y meter a las bandas en cajas no favorece el desarrollo de la música. En todo caso, lo vuelve todo rancio y estéril. Tienes que hacer música desafiante para quien la escucha e incluso para ti a la hora de tocar en directo. Eso es lo que nos gusta hacer.
«Poner etiquetas y meter a las bandas en cajas no favorece el desarrollo de la música»
Siempre has sido un fan del hip-hop. ¿Cómo ha influido eso en tu visión del metal? Si observo como cantas en el nuevo tema “Isolation” entiendo que la dicción y el fraseo del hip-hop te ha sido de ayuda. ¿Me equivoco?
Hay elementos de ello. Comencé a escuchar música heavy casi a la misma vez que el hip-hop: a mediados de los 80, que era cuando ambos géneros estaban echando chispas y eran absolutamente rebeldes. El hip-hop no sonaba en la radio, no recibía atención de los medios. Los diferentes esquemas rítmicos y las rimas del hip-hop siempre me parecieron súper inteligentes y una influencia para mi propio estilo. Hablar de lo que pasa en un momento determinado de la cultura o la sociedad y colocarlo de una manera inteligente dentro de tu creación musical es algo que he intentado hacer todo este tiempo con Sepultura. Las rimas y esquemas del hip-hop es algo que he intentado aportar a Sepultura y que me ayuda incluso cuando estoy componiendo cosas en mi cabeza. Me gusta que la gente pueda moverse con lo que canto, que sus cabezas suban y bajen sin parar.
¿Cuál es el aspecto del metal que más te limita como artista y como creador?
Es difícil pensar en uno, porque me han pasado muchas cosas en la vida gracias al metal. Imagino que la gente tiende a vivir en el pasado y hay cosas que no pueden volver a ser recreadas jamás. He visto a muchas bandas ser frescas y excitantes cuando han aparecido y ser totalmente ignoradas por el público hasta muchos años después, cuando ya no eran tan frescas ni excitantes. La manera de pensar del público de la escena está tan anclada en el pasado que a veces es difícil luchar contra ello. “Ah, los ‘80, fueron el mejor periodo de mi vida”, te dicen. Y siguen vivos (risas). Me parece triste que se estén perdiendo mucho de lo que está pasando ahora por estar anclados en su propio pasado.
¿Cuál es el concepto tras ‘Quadra’?
Andreas fue quien aportó el concepto. ‘Quadra’ es el cuadrado dentro del que nacemos, las limitaciones y leyes a las que nos enfrentamos como personas. Cada persona nace dentro de una “quadra” determinada y no tienes capacidad de decidir en cuál naces, aunque es vital que tengas respeto por las “quadra” del resto de personas que vienen delimitadas por sus religiones, sexo, orígenes familiares, etc.
Queríamos componer sobre las limitaciones de cada “quadra”. El dinero es el método de intercambio que todos aceptamos como válido y esa es una de las limitaciones a las que nos enfrentamos como personas. Todos seguimos esa premisa, sea cual sea la “quadra” en la que hemos nacido.
Estamos hablando de una variedad de temas que van desde el sistema de prisiones de Estados Unidos y el aislamiento a la manipulación política. Hablamos de la adicción a las drogas, de Muhammad Ali, de rellenar el hueco que todos los humanos tenemos, sobre el medio natural… Hay una gran variedad de temas en el disco.
El tema “Fear : Pain : Suffering” lo hicimos con una amiga llamada Amelie que canta en la banda brasileña Far From Alaska. Hicimos el tema juntos y habla sobre los inmigrantes y su viaje buscando refugio, como todo el mundo. Estamos tocando una gran cantidad de temáticas y muchas cosas que nos fuimos encontrando sobre la marcha nos impactaron en las letras.
Un concierto abrasador
Al día siguiente volvimos a París, pero en esta ocasión directos a ese antro conocido como La Maroquinerie, un pequeño local de unas 200 personas de aforo donde los colosales Sepultura iban a hacer un show en directo de una hora de duración que sería televisado a través de Arte TV. Con una banda que saltó al escenario puntualmente a las nueve de la noche y doscientos metalheads franceses convirtiendo aquello en una olla a presión, Sepultura desgranaron en su set muchos de sus clásicos. No en vano, empezaron el concierto con “Arise” y “Territory” con una violencia que podría ser objeto de sanción de la Unión Europea. Temas más recientes como “Phantom Self” y “Resistant Parasites” de “Machine Messiah” y el estreno del nuevo “Isolation” de ‘Quadra’ funcionaron bien ante un público que estaba desbocado. Los pogos en medio de la pequeña pista del local eran constantes.
Cuando el grupo llegó al final de su set lo hizo enlazando “Refuse/Resist”, “Ratamahatta” y “Roots Bloody Roots” sin ningún tipo de miramiento ni compasión. La estampa final con Derrick Green empapado en sudor, Eloy Casagrande al borde de la apoplejía tras su batería y Andreas Kisser y Paulo Jr exprimiendo las últimas notas fue de lo más inspirador. Hace cuatro semanas tocaban en Rock In Rio con Iron Maiden ante cien mil personas. Ahora en un garito francés con 200. El nivel de energía era el mismo, o superior. Que aprendan muchos.
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