A Kiss los años ’80 le cayeron encima como un piano lanzado desde un quinto piso. No es ninguna exageración. Si una banda tardó en gestionar el cambio de década -y del paradigma de la música rock- esos fueron los superhéroes maquillados de New York. Aunque, una vez lo hicieron, lo hicieron con nota.

A finales de los años ’70, Kiss venían del peor de los excesos. La gira de ‘Love Gun’ y el directo ‘Alive II’ fue un absoluto éxito en Estados Unidos a la par que el merchandise de Kiss se expandía exponencialmente. Para gestionar los tensiones rupturistas, a su manager Bill Aucoin y al propietario de Casablanca Records no se les ocurrió otra cosa que editar cuatro discos en solitario de los miembros de Kiss. Así Gene Simmons, Paul Stanley, Ace Frehley y Peter Criss podrían tener su ratito de gloria individual con solventes músicos de estudio antes de enfocarse en el siguiente trabajo del grupo.

Por si fuera poco, una infame película como “Kiss Meets The Phantom Of The Park” buscó cimentar aún más la imagen de Kiss como superhéroes. Eso, junto al inacabable merchandising (los muñecos de Mego, mismamente) llevaron a Kiss a convertirse en una banda para niños, una suerte de Parchís del rock duro más visualmente estrafalario. Y con demasiado dinero, demasiado éxito y demasiada cocaína se toman demasiadas malas decisiones.

Primero vendría la expansión del concepto Super Kiss. Kiss querían que su disco de 1979, ‘Dynasty’ les hiciese llegar a un nuevo público. Enfrascados en esa tarea, dieron forma a un álbum con influencia de la música disco. Cosa buena: “I Was Made For Lovin’ You” les hizo llegar a nuevo público y fue un éxito masivo. Cosa mala: “I Was Made For Lovin’ You” alienó a los fans del rock duro que la banda había ganado a lo largo de interminables giras por Estados Unidos, Japón y Europa a lo largo de la década.

No solo eso: la gira de conciertos que debía acompañar a ‘Dynasty’ iba a llevar de la mano un parque temático itinerante llamado Kiss World, con montañas rusas, leones y domadores y todo tipo de memorabilia asociada a Kiss en un museo también itinerante. La idea, una vez explorada en profundidad, terminó en un cajón. A la vez, la gira de ‘Dynasty’ -basada logísticamente en realizar dos conciertos en una misma ciudad y aprovechar economías de escala- comenzó a evidenciar que la demanda no era tan potente como se pensaba. Y para colmo, Peter Criss estaba cada vez más cerca de la salida. La cocaína y la megalomanía del batería estaba enturbiando sobremanera las relaciones con el resto de la banda. Tanto que en medio de un concierto decidió comenzar a tocar cada vez más lento hasta dejar de tocar por completo solo por incordiar a Paul Stanley.

The Times They Are A-Changin’

Era evidente que los ’80 iban a necesitar de ciertos cambios y ajustes en el seno de la banda. El primero de ellos fue la salida de Criss el 18 de mayo de 1980, una auténtica bomba para los seguidores de la formación. Con un nuevo disco titulado ‘Unmasked’ editado tan solo dos días después, Kiss demostraron que aún no habían abandonado las pulsiones pop de su anterior trabajo. La producción estéril de Vini Poncia no ayudaba a recuperar el sonido más rocoso de la banda y la acogida del público fue tan pobre (un mísero puesto 35º en las listas del Billboard) que la banda optó por no girar en Estados Unidos.

Kiss se dedicaron a buscar un nuevo batería capaz de asumir el puesto de Criss. Si bien era fácil mejorar musicalmente a un Criss cada vez más errático, con Kiss no solo se hablaba de música. Criss era uno de los miembros más queridos por los fans de la banda. Un simpático gatito capaz de entonar la más pusilánime de las baladas de los años ’70, la legendaria “Beth”. Tras mantener diversas audiciones, el puesto fue para Paul Caravello, un reparador de hornos de New York que convenció a la banda mediante su inusitado poder tras los parches y su afable personalidad a partes iguales.

Renombrado como Eric Carr y dotado de la personalidad escénica de “The Fox” (aunque su intento por llamarse “Rusty Blades” fue rápidamente vetado por Gene Simmons), Carr debutó con Kiss el 25 de julio de 1980 en el Palladium de New York, con capacidad para apenas 3.000 personas. Para una banda capaz de llenar el Madison Square Garden con solo silbar, aquello era bastante premonitorio.

Kiss pusieron rumbo a Europa -donde no actuaban desde 1976- durante los meses de agosto y septiembre, marchándose luego a Australia y Nueva Zelanda en noviembre para darse un baño de masas en estadios y grandes recintos. Estaban en plena efervescencia en aquel lugar del mundo. “Shandi”, el primer single de ‘Unmasked’ había conquistado los corazones de las adolescentes australianas y las listas de ventas. Los alcaldes entregaban las llaves de sus ciudades al grupo. La televisión ofrecía especiales (el mítico “The Inner Sanctum”). Y era evidente que, con Carr a la batería, Kiss habían cobrado nueva vida. ¿Y ahora qué?

Rockeando con los chavales

A la vuelta de Australia, Kiss tenían por delante la tarea de decidir hacia dónde llevaban su sonido. El fracaso estrepitoso de ‘Unmasked’ en Estados Unidos -pese a que tuvo éxito en otros territorios- hizo que la banda se plantease volver a sus raíces más rockeras. Los miembros de la formación, por su parte, estaban absolutamente absortos en el status social el que disfrutaban por entonces. Gene Simmons salía con Diana Ross, Paul Stanley redecoraba enfermizamente su ático duplex a todo trapo en la parte alta de New York. Y mientras, el futuro de Kiss, pendiente de un hilo.

En diciembre de 1980, una llamada de teléfono sorprendió al ingeniero Rob Freeman. Hasta entonces, Freeman había trabajado junto al legendario productor Eddie Kramer en el disco en solitario de Ace Frehley. De aquella conexión con el universo de Kiss surgirían otros trabajos, especialmente en forma de spots radiofónicos o demos. Freeman también fue el encargado de instalar un pequeño estudio de cuatro pistas en el ático de Paul Stanley.

La llamada era de la oficina de Kiss. Querían saber si Freeman tenía tiempo libre para encerrarse en el estudio con el grupo, que andaba planeando el que debía ser su siguiente álbum. Y así, en enero de 1981, Freeman comenzó a trabajar con la banda en el estudio de Ace Frehley, el mítico Ace in the Hole. Un estudio que Frehley encargó construir a modo de bunker en 1978 en su casa de Wilton, Connecticut. Wilton, situado a una hora de distancia de New York, era un lugar ideal para trabajar y concentrarse. No había absolutamente nada que hacer.

“Normalmente yo llegaba a la hora pactada, antes que ningún otro miembro de la banda”, recuerda Freeman en una entrevista con la web especializada KissFaq. “Incluso que Ace, cuyo único trayecto al estudio era bajar las escaleras de su casa”.

“Una vez en el estudio, me ocupaba de repasar las grabaciones de sesiones previas hasta que llegaban todos los músicos”, recuerda. “Gene, Paul y Eric llegaban en Porsches del mismo modelo, lo que hacía que el parking de la zona del estudio pareciese una tienda de coches de segunda mano de alto standing”, ironizaba.

Las sesiones se extenderían a lo largo de enero y febrero de 1981. Eran las primeras sesiones de estudio con Eric Carr, quien no terminaba de creerse su suerte. Y a juzgar por las diversas demos en las que trabajó la banda durante su paso por los Ace In The Hole Studios, su fuerza empujó a Kiss sobremanera. De aquellas sesiones destacan tres canciones en las que la banda trabajó con especial intensidad, tituladas “Nowhere To Run”, “Feel Like Heaven” y “Love’s A Deadly Weapon”.

No serían las únicas: una pieza llamada “Heaven” vería la luz en aquellas sesiones. “Heaven” era una jam entre Ace Frehley y Eric Carr que terminaría mutando en “Breakout”, un tema de Ace Frehley en solitario. De aquellas jams saldría el homenaje “Carr Jam 91” que la banda incluyó en el disco ‘Revenge’ como tributo tras la muerte de Carr. Un solo de batería construido alrededor de una breve jam con Ace que demostraba las habilidades de Eric.

Con aquellas tres canciones especialmente desarrolladas (junto con otras ideas como “Tell It To A Fool”, a menudo rebautizada como “The Difference Between Men And Boys” en varios recopilatorios de demos bootleg a lo largo de los años), la banda se trasladó a los estudios Penny Lane de New York para darles forma. Los estudios Penny Lane eran sencillos pero bien equipados y le evitaban a Gene, Paul y Eric las dos horas diarias de desplazamiento a Wilton.

Aquellas tres canciones denotan los diferentes universos en los que se encontraban Kiss en 1981. “Feel Like Heaven” era una canción de rock bailable con un cierto toque funky obra de la linea de bajo de Gene Simmons. Sin embargo “Love’s a Deadly Weapon” era una pieza de hard rock con un estribillo imbatible de la más pura escuela Paul Stanley. El arma secreta (la única que vería la luz) era “Nowhere To Run”, un tema dinámico que pasaba de la explosión a la sensibilidad con inusitada facilidad -y con otro estribillo tremendo-.

Bob Ezrin llama a su puerta

Fue a finales de febrero de 1981 cuando hizo su aparición en el estudio Bob Ezrin. En aquel entonces, el todopoderoso manager de Kiss, Bill Aucoin no tenía claro que lo que Kiss necesitasen fuese otro disco al uso de heavy metal rijoso lleno de dobles sentidos. Necesitaban “una declaración de intenciones artística”. Meses antes, Pink Floyd habían editado el mastodóntico disco conceptual ‘The Wall’ que había resultado ser un éxito comercial -si bien llevó a la banda al borde de la ruptura técnica. La idea de Aucoin era que Ezrin ayudase a dar forma a un álbum conceptual que llevase a Kiss al siguiente nivel. Desvencijados por los críticos desde que el mundo era mundo, Kiss iba a hacer un trabajo tan despampanantemente complejo y profundo que nadie podría más que rendirse ante él. O algo así.

La entrada en Polygram

Lo cierto es que en febrero de 1980 habían enviado a Casablanca Records, el sello que los levantó, una carta anunciando su salida del sello. En 1977, Polygram Records había adquirido un 50% de Casablanca por 15 millones de dólares. En 1980 adquirió el 50% restante y se deshizo de su presidente, Neil Bogart, debido a su excesivo gasto e irregularidades contables. Kiss, aprovechando una cláusula de “key-man” en su contrato, decidieron salir de Casablanca al no estar ya Bogart al frente. Y así fue como, frescos tras el éxito de ‘Dynasty’ e “I Was Made For Lovin’ You”, Kiss pudieron negociar un lucrativo contrato con Phonogram International, subsidiaria de Polygram. La banda se aseguraba 15 millones de dólares en avances por sus futuros discos, una cantidad por entonces desmedida.

La presión de la nueva compañía para que Kiss grabasen un nuevo álbum que los posicionase adecuadamente estaba ahí. Y Bill Aucoin, por su parte, quería llevar a Kiss a ese siguiente nivel haciendo las veces de gurú de la banda. Solo alguien como Bob Ezrin, quien había ayudado a dar forma a ‘Destroyer’ en 1976, podía coger a Kiss y convertirlos en una banda profunda, lejos de la imagen de superhéroes, capaces de hacer un trabajo a la altura de su innegable grandeza.

Ezrin quería un disco conceptual, un trabajo que sería la banda sonora de un film que se debería producir más adelante -muy en consonancia con el enfoque multimedia que Pink Floyd le habían dado a ‘The Wall’ como disco, gira y película cinematográfica-. El grupo comenzó a trabajar en conceptos con Ezrin hablando de cuestiones lo suficientemente vagas como “conquistar el mal”, “bondad y conocimiento” o “deber sagrado”. De ahí saldría la historia de ‘Music From “The Elder”’, un trabajo que nada tenía que ver con todas aquellas demos de principios de año y que se editaría finalmente en noviembre de 1981 ante la cara desencajada de ejecutivos discográficos y un público que no daba crédito. Canciones como “I”, “A World Without Heroes”, “Mr. Blackwell” o “Just A Boy” eran justo lo que Kiss no necesitaban en un momento en que el movimiento del heavy metal estallaba a nivel planetario.

Un absoluto fracaso

El disco alcanzaría el número 75 en las listas americanas y desaparecería de las mismas apenas tres meses tras la edición. Kiss estaban en serios problemas. Sus gastos estaban sobredimensionados, sus egos fuera de control y su carrera muerta en Estados Unidos. Además, había un importante elemento: las distensiones internas que había provocado el proyecto de ‘Music From “The Elder”’ habían llevado a Ace Frehley al límite. Frehley, siempre el tipo más rockero de Kiss, había odiado cada segundo de aquel disco, tanto que decidió no participar en las sesiones de grabación que la banda realizó en el estudio de Bob Ezrin en Toronto. Y razón no le faltaba. Aquel álbum había sido otro clavo en el ataúd para unos Kiss que ya tenían fecha de entierro.

En febrero de 1982, Phonogram, viendo el desastre en que se estaban convirtiendo Kiss tras haber soltado millones de dólares para ficharles, exigen a la banda que se meta en el estudio para grabar cuatro canciones de hard rock. Esas canciones se publicarían junto a ocho clásicos de la banda en una recopilación llamada ‘Kiss Killers’, que llevaría una foto bien visible de la banda en la portada con trajes y maquillaje. Nada de puertas marrones y manos como el disco que acababan de editar y que nadie reconocía como un trabajo de Kiss. Kiss se metieron al estudio y dieron forma a cuatro canciones: la recuperada “Nowhere To Run” de sus sesiones de inicios de 1981 y tres nuevos temas titulados “I’m A Legend Tonight”, “Down On Your Knees” y “Partners In Crime”. Todas ellas canciones que sonaban a grupo de rock duro contemporáneo con baterías repletas de reverb, grandes guitarras y estribillos potentes.

Ni rastro de Ace

Pero en el estudio no había ni rastro de Ace Frehley. No era ninguna sorpresa: el 28 de enero de 1982, Kiss habían actuado en el Studio 54 de New York haciendo playback de algunos temas de ‘The Elder’ en lo que era una retransmisión televisiva vinculada al festival de la canción de San Remo, Italia. Por primera vez, Kiss actuaron como trío. Ace nunca llegó a Studio 54. Un par de guardaespaldas fueron enviados a Wilton, donde intentaron conseguir que Ace viniese con ellos a New York. No hubo suerte. Se dijo que Ace tenía “la gripe” y el show salió adelante sin él, un precedente de lo que sucedería muchos años después en Kiss.

Los nuevos temas de ‘Killers’ tuvieron a un viejo invitado colaborando como guitarrista. Bob Kulick era uno de los guitarristas que habían probado suerte en 1973 pero fue desplazado a favor del Frehley. No perdió su relación con los miembros del grupo y colaboró en algunas de las canciones de estudio que completaban el directo ‘Alive II’ de 1977. Ahora volvía al estudio con Kiss para poner las guitarras solistas en los cuatro nuevos temas, lo que aportabba un toque más fresco y metálico a la altura de los tiempos.

Ace has left the building

Ace no estaba contento en Kiss. Desde la salida de Peter Criss, en cualquier decisión importante de la banda (donde era un socio junto a Gene y Paul) era vetado por los votos mayoritarios de los dos líderes de facto. Si le sumamos el fracaso de ‘Music From “The Elder”’ y los problemas derivados de sus adicciones al alcohol y a las drogas, estaba claro que Ace pendía de un hilo. Pero Gene y Paul querían mantenerle en la banda fuese como fuese: era una parte integral del sonido de Kiss y cualesquiera que fuesen sus problemas personales, lidiarían con ellos. Había un problema mucho más importante si cabe: Ace era uno de los firmantes del nuevo contrato discográfico con Phonogram. El contrato solo era valido si los tres miembros (Gene, Paul y Ace) seguían siendo parte de la formación. La salida de Peter Criss ya había sido tenida en cuenta cuando se redactó.

Así pues, en junio de 1982 Ace Frehley y Kiss pactaron las condiciones de su salida de la banda. Gene y Paul comprarían su parte en Kiss y Ace dejaría de tener ningún porcentaje como socio del grupo. Pero dado el impacto que su salida podía tener en el contrato con la discográfica, la salida de Ace tenía que mantenerse en secreto.

A la vez, tras los distintos fiascos recientes, Kiss sentían que el liderazgo de Bill Aucoin como manager del grupo estaba en entredicho. Una cadena de malas decisiones que tenía que costar alguna cabeza y la de Aucoin tenía todas las flechas apuntando.

Era el ocaso de Kiss. Sin manager, sin guitarrista y con el dinero escaseando, las cosas no pintaban bien. Y para coronarlo, desesperados por el dinero, Kiss decidieron demandar a su nuevo sello discográfico exigiendo seis millones de dólares en royalties “atrasados”. Casablanca había recolocado a precio rebajado muchas de las copias retornadas de los discos en solitario de 1978, algo a lo que no tenían derecho sin autorización expresa de la banda. Ahora, como subsidiarios, Polygram/Phonogram eran demandados por las cantidades que Kiss debería haber cobrado de haberse respetado su royalty establecido. Una gran manera de generar buen rollo con tu nueva discográfica, sin duda. Kiss ganarían el juicio pero el juez solo les otorgaría 500.000 dólares de los seis millones solicitados en la demanda. Una victoria pírrica.

Un nuevo disco

Kiss querían editar un nuevo álbum en otoño de 1982, necesitados más que nunca de una gira que hiciese entrar el dinero y de un nuevo avance millonario de su cabreada discográfica. La formación alistó al productor Michael James Jackson, que ya había trabajado en ‘Kiss Killers’ con buenos resultados. Kiss necesitaban volver a un estilo heavy y contundente y, para ello, se apoyaron en distintos compositores como Adam Mitchell, Mikel Japp, Jim Vallance e incluso un joven Bryan Adams.

A medida que avanzaba la confección del disco, que se llamaría ‘Creatures Of The Night’, el grupo fue usando los servicios de guitarristas como el bluesero Robben Ford, que realizó el solo de “I Still Love You” y de “Rock And Roll Hell”, una versión remodelada del tema “Rock N’ Roll Nights” de los canadienses BTO. Steve Farris aportaría un solo en ‘Creatures Of The Night’, pero sería un desconocido Vincent Cusano quien haría la mayor parte del trabajo solista en canciones como “Keep Me Comin’”, “Danger”, “War Machine”, “Saint And Sinner”, “I Love it Loud” y “Killer”. Sería el inicio de una complicada relación entre Cusano y Kiss que duraría décadas.

Cusano fue presentado a la banda por parte del compositor Adam Mitchell. El guitarrista había trabajado en el grupo Treasure junto a Felix Cavaliere de The Rascals, con quien había editado un disco homónimo en 1977. En 1980 se mudó a Los Angeles y comenzó a trabajar como compositor para la serie televisiva “Happy Days” para Paramount. Así mismo, Vincent compondría y tocaría junto a Dan Hartman en distintos proyectos y demos así como en bandas como Warrior.

Por defecto

Lo bueno de Vincent es que componía, como demuestran algunas de las demos que han ido aflorando con el paso de los años. Canciones como “Back On The Streets”, “Betrayed” o “Tears” demuestran la capacidad de Cusano para crear canciones muy melódicas y bien planteadas. Así pues, la capacidad del guitarrista le hizo participar como compositor en tres canciones del álbum: “I Love It Loud”, “I Still Love You” y “Killer”. Otras como “Betrayed” fueron exploradas en el estudio (como refleja la demo con scat Vocals que se incluye en la reedición de 2022 de ‘Creatures’) pero no pasaron el corte.

A la vez, Gene Simmons trabajaría en algunas ideas como “It’s My Life” (co-compuesta con Paul Stanley) o “Legends Never Die”, que nunca encajarían en ‘Creatures’ y terminarían viendo la luz en el disco debut de la líder de Plasmatics, la fallecida Wendy O’Williams. Experimentos como el AOR de “Something Seems To Happen At Night” (una colaboración entre Simmons y Mitchell) o “It’s Gonna Be Alright” (con Mikel Japp y Mitch Weissman) denotan los múltiples estilos que Simmons exploraría en las sesiones de ‘Creatures Of The Night’. De toda aquella creatividad emergería el que sería el disco con el que, ahora sí, Kiss atacarían los ’80 con la energía necesaria. Solo quedaba un fleco. ¿Qué pasaba con Ace Frehley?

Frehley aparecería en la portada de ‘Creatures Of The Night’ y participaría en la gira promocional que la banda hizo por Europa en noviembre de 1982, un tour que incluso pasaría por España donde actuaron en el programa “Aplauso” de Televisión Española. Pero la mentira no podía mantenerse mucho tiempo más: el 29 de diciembre de 1982 arrancaría la gira de ‘Creatures Of The Night’ en Bismarck, Estados Unidos, y Ace Frehley no iba a estar sobre el escenario. Vincent Cusano sería rebautizado como Vinnie Vincent y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, le diseñaron un personaje (“The Ankh Warrior”) y un maquillaje, le enfundaron en spandex y le sacaron al escenario. La banda nunca anunció que Ace Frehley había dejado la banda, sino que -según nota de prensa- había sufrido graves daños en un accidente de coche -lo cual no distaba mucho de la realidad- y estaba incapacitado para girar. Las fotos que se usaron para la promoción de la gira incluían a Frehley y muchos fans no supieron de la existencia de Vinnie Vincent hasta que llegaron al recinto.

La gira de ‘Creatures Of The Night’, la primera gira de Kiss en más de tres años por Estados Unidos, fue un completo fiasco. Los recintos a medio llenar le recordaron a Kiss que pese a las nuevas canciones, la nueva imagen y un impactante show escénico que incluía un imponente tanque a modo de plataforma para la batería, Kiss seguían estando en horas bajas y aquello iba a ser complicado de remontar. Con la agencia de contratación ICM haciendo lo posible por llevar a Kiss a arenas de todo el país, la realidad es que los promotores no apostaban por Kiss porque las perdidas eran cuantiosas. Tanto que ICM dejó de ocuparse de Kiss y estos pasaron a otra agencia, ATI.

Apenas tres meses de conciertos siguieron a la edición de ‘Creatures’, con el tour acabando su tramo principal el 3 de abril en el San Francisco Civic Auditorium. Por el camino quedarían récords como el del concierto con menos asistencia de la historia del Coliseum de Biloxi, Missisippi, donde Kiss reunirían a 1.500 personas en un recinto de 15.000. Como recordaba Paul Stanley en alguna entrevista años después “había noches en que lanzaba una púa y esta caía al suelo sin que nadie la cogiese”.

Un final «feliz»

Kiss encontrarían una salvación con la que finalizar el ciclo de gira entre multitudes. Un promotor brasileño se atrevió a llevar a la banda por primera vez a Brasil, no sin estrambóticas dificultades logísticas y económicas de todo tipo. Así Kiss pudieron acabar el ciclo de ‘Creatures Of The Night’ entre cientos de miles de fans en algunos de los estadios más grandes del mundo como el Maracaná de Rio de Janeiro, donde más de 150.000 fans acudirían a ver a Kiss. Subsiguientes fechas en Belo Horizonte y São Paulo completaron la gira, no exenta de cambios de fecha ad-hoc, como cuando falló la corriente en el concierto de Belo Horizonte y Kiss volvieron a actuar un par de días después con menos de la mitad del público.

La banda, ya de perdidos al río, intentó realizar algún concierto en Argentina en agosto de aquel mismo año buscando repetir el éxito brasileño con shows en el estadio del Boca Juniors pero una amenaza terrorista evitó que aquellos conciertos llegasen a buen puerto.

Algo decía que las cosas habían llegado a su fin y, como mínimo, los Kiss que todo el mundo había conocido hasta entonces, habían llegado a su fin. El 18 de septiembre de 1983, durante un especial de la MTV, Kiss se presentaron ante el mundo sin maquillaje. Era el fin de una era. Pero menuda era…

Sergi Ramos