A Kiss la broma le costó la prohibición absoluta de volver a tocar en Bremen nunca más. Pero como dijo Paul Stanley en su discurso al público: “los bomberos pueden parar las bombas, pueden parar el fuego…pero no pueden parar a Kiss!”.

Corría el año 1999 y Kiss estaban en pleno tour europeo de “Psycho Circus”, el malogrado disco en el que los líderes históricos, Gene Simmons y Paul Stanley, volvían a grabar en un estudio junto a los recuperados Ace Frehley y Peter Criss. En teoría. Porque luego todo fue una falacia mantenida en innumerables entrevistas para favorecer esa tierna imagen de Kiss como “una familia” donde “la magia ha vuelto” (y las disputas y el uso de drogas por parte de Frehley también).

El caso es que antes de que se supiese todo aquello, Kiss intentaron mantener el colosal éxito de la gira de reunión de 1996/1997 con un nuevo tour que debía ser aún más espectacular. La gira del disco “Psycho Circus” incluía pantallas en 3D con reparto de miles de gafas al inicio de cada concierto para poder ver ciertos momentos del show con el sistema tridimensional. Así pues, podías ver a Paul Stanley chupándose sugestivamente un dedo en 3D o a Peter Criss rozando la batería con desgana también en 3D. El caso es que la gira fue una pequeña decepción en todo el mundo, teniendo en cuenta las imbatibles cifras de la gira de reunión, que fue el tour más destacado de unos años atrás.

Kiss en directo en 1999

Sin bombas no hay paraíso

De todos modos, aquello por lo que se conoce a Kiss no es por usar imágenes tridimensionales. Es por el fuego, la sangre y, especialmente, la pirotecnia con la que hacen temblar los cimientos de todos aquellos recintos en los que tocan. Aunque Rammstein lo mejoraron, Kiss fueron los pioneros e hicieron del fuego, las bombas y las chispas su santo y seña en directo. Un show de Kiss sin pirotecnia es como un orgasmo sin eyaculación. Así pues, fue una ligera decepción que el jefe de bomberos de la ciudad de Bremen en Alemania decidiese no emitir la autorización pertinente para el uso de fuegos artificiales para el concierto que la banda debía celebrar esa noche en el Stadthalle de la ciudad germana. Por motivos de seguridad o quizá por miedo a que las detonaciones de Kiss dañasen de algún modo un edificio que fue construido en 1961 -y al que le tuvieron que invertir 50 millones de euros en 2004 para una extensa renovación.

Durante el show la banda tocó como si nada, excepto que sin ninguna explosión pirotécnica para acentuar los momentos clave del show. Poco después de empezar el concierto, Paul Stanley cogió el micro y le explicó al público -con la ayuda de un traductor- que el responsable de bomberos no permitía el uso de fuegos artificiales. El publico lo abucheó intensamente, como era de esperar. Para eso sacó Stanley un traductor: para que todo el mundo entendiese exactamente lo que quería decir.

El gato es mío y me lo follo cuando quiero

Llegó el final del concierto y, con él, “Black Diamond”. Al final de la canción, con la batería de Peter Criss elevada en el aire, Stanley marcó las inexistentes cuatro explosiones que siempre coronan ese momento del show. Todo un corte de rollo. Hay cosas que cualquier fan de Kiss espera en un show y esa es una de ellas. Pero tal y como la banda entró en el redoble final del tema, TODA la pirotecnia prevista para el show estalló en tan solo treinta segundos. El rugido del público ante el desafío de Kiss fue ensordecedor.

A Kiss la broma le costó la prohibición absoluta de volver a tocar en Bremen nunca más. Pero como dijo Paul Stanley en su discurso al público: “los bomberos pueden parar las bombas, pueden parar el fuego…pero no pueden parar a Kiss!”.

Sergi Ramos