The Metal Circus no se quiso perder el nacimiento del nuevo templo del metal en pleno centro de Madrid.

 

Recorres la Gran Vía con tu viejo vehículo. SLAYER atormentan en el radiocasete. No quieres evitar que tu vista se pose sobre José y Emilio, más conocidos como “los heavies de la Gran Vía”. El Madrid Rock era su garito, y desde su antigua ubicación reivindican día a día con su presencia que Madrid es más que un “curro-casa” “casa-curro”, como confesaban al portal Madrid Diario. Atrás quedaron los tiempos del Madrid Rock y la Canciller, dos emplazamientos que hacían única a la ciudad de Madrid y que atraían a cientos y miles de rockeros todos los años gracias a sus amplísimas ofertas, fiestas y conciertos. Pasaron incluso los tiempos de Excalibur y Rosa Negra, con la segunda cerrada y la primera reconvertida en local pachanguero durante el verano y resucitada ahora, quizá tras haberle visto las orejas al lobo. La crisis plantea un escenario difícil para cualquier tipo de negocio que se precie, eso es indudable. Sin embargo, el espíritu de unos pocos parece resistirse a la catástrofe económica que vivimos y decide afrontar la situación con optimismo. Gracias a ellos Madrid presentó el pasado viernes 7 de Septiembre su nueva disco-sala de rock y heavy metal en Santo Domingo, muy cerquita de Sun Records y en pleno centro de Madrid. Optimismo y energía intactas, The Metal Circus no se quiso perder el evento y os trae sus impresiones de la nueva discoteca heavy de moda.

 

Gente guapa.

 

Colas de espera, seguridad a la entrada, olor a perfume y aires de gala en la antesala de la WE ROCK. Los atavíos del personal V.I.P invitado a la apertura y presentación de la sala, de 10 a 1 de la noche, marcaban la sol era de la cita. Divertido no obstante cruzarte con personajes habituales de la escena rock madrileña vestidos casi con sus mejores galas para el evento. A partir de la 1 la WE ROCK abriría para todos los públicos, pero hasta entonces la noche era de las caras conocidas de este mundillo nuestro. Gente de LUJURIA, OBÚS, SARATOGA, HAMLET, KHY, MURO o MAGO DE OZ ponían la pompa al “sarao”. Personal de CLOCKWORK, STILLNES, 037, STEEL HORSE o GAUNTLET tampoco quisieron faltar a la cita. A su vez, las caras más conocidas de la prensa y producción musical también se congregaron para dar la bienvenida a una sala que se espera de muchas noches de gloria a  la parroquia metalera. Nadie se quería perder algo así.

 

Tras el permisivo control de seguridad de la entrada, un póster gigante de Ronnie James Dio con la letra de su clásico “We Rock” nos da la bienvenida. Tras él, nuestro descenso por las escaleras circulares está presidido por otros glamurosos cuadros de celebridades de la farándula rock como Rob Halford o Lemmy Kilminster, quien además nos indica la diferencia entre baño de caballeros y baño de señoritas. Pantallas digitales anunciando marcas como Metalhead, propiedad de Pilar Rubio (quien tampoco quiso perderse la cita), dirigen nuestra vista mientras accedemos a la sala principal. Desde el preciso momento que entras al WE ROCK te das cuenta de que no es el típico antro frío, lúgubre y muchas veces sucio que uno se imagina. La decoración es sobria, no encontraremos los recurrentes pósteres de la Metal Hammer por las paredes, aunque alguno los prefiramos. La WE ROCK es una disco-sala de rock con clase. Una vez llegamos abajo, una espaciosa zona de baile preside la estancia. Alrededor, una deambulatorio circular con barras, sofás, mesas y reposa vasos permite a los más remolones relajarse mientras escucha música de bandas mayoritariamente pertenecientes al espectro AOR – heavy metal, incluyendo todos los estilos intermedios. Al fondo, un pequeño escenario – que intuimos será donde se celebren los conciertos de la sala – con micros y algunos instrumentos nos daban pistas de lo que podíamos esperar de la noche. Espacio suficiente, limpieza, sobriedad en lo decorativo y, nuevamente, sensación de “glamour”, muy distinto al ambiente de otras discotecas o bares como la Excalibur o la Urbe del Kas. Un puntito “chic”, si se me permite, propiciado también por los aires de grandeza de quienes amenizaban el “ongi etorri” del establecimiento madrileño.

 

La magia del directo

 

La guinda la puso la música en directo. Los primeros momentos musicales vinieron de la manos de los distintos músicos que fueron pasando por el recién estrenado escenario de la WE ROCK, un pequeño “tablado” al más puro estilo local de jazz que sirvió de lanzadera primero para las palabras de agradecimiento del hombre tras el proyecto, y después para que músicos de la talla de Tete Novoa (SARATOGA) o Patricia Tapia (KHY) amenizaran a los presentes con versiones y temas varios. Pasaron también caras conocidas como gente de OKER o periodistas como Mariskal Romero, que tampoco quisieron perderse el momento. Lo que verdaderamente importa en este sentido fue la acústica, bastante buena. El formato acústico de las actuaciones sin embargo no nos permitió comprobar realmente hasta qué punto podemos esperar algo grande de la sonorización de la sala a nivel directos. Tocará esperar.

 

Toda luz proyecta sombra

 

Si bien el ambiente minuciosamente cuidado parecía ser del agrado de todos, sobre todo de los más exigentes, no todo fueron buenas sensaciones, aunque estas fueran las predominantes. Por ejemplo los precios. Cinco euros por un botellín y ocho euros por copa se nos antojan abusivos. Si además para pedir, con el local casi lleno, has de soportar colas en barra de más de 10 minutos, algo falla. Tenemos en cuenta los nervios de la inauguración, quizá la falta de previsión, pero ambos son aspectos muy a tratar.

 

Otro tema siempre imprescindible en toda discoteca es el de la música. En los momentos iniciales de la inauguración costó sobremanera seguir la música, a un volumen excesivamente bajo. Pese a que más tarde mejoró, la acústica se nos antojó en todo momento muy mejorable, más allá de la variedad de los temas en la que no vamos a entrar, pues es una cuestión muy personal y subjetiva.

 

Aprender de los errores

 

Tras el glamour, barra libre de cerveza, refrescos y vino y los canapés con los que fuimos agasajados durante la inauguración el viernes, la WE ROCK afrontaba desde el sábado el primero de sus día a días “normales”, es decir, se enfrentaba por primera vez a la que habrá de ser su rutina durante los próximos meses.  Sin querer dejar pasar más el tiempo, nos informaron de que ese mismo día las cosas habían comenzado a mejorar. Los tercios bajaron a cuatro euros, así como las copas, que también vieron sus precios reducidos.  También la acústica mejoró sobremanera. Incluso nos confirmaron que en los planes del local entra brindar al público con sesiones temáticas de DJ’s en un futuro, lo cual siempre otorga un tono variado en lo musical. Lo mejor, sin embargo, fue el buen ambiente con el que la verdadera clientela del WE ROCK pintó la noche del sábado. Lejos de músicos y periodistas que quizá nunca más volverán, el heavy madrileño recibió su nuevo templo de brazos abiertos. Desde luego el espíritu de mejora de quienes lo hacen posible facilitó mucho las cosas.

 

En un mismo fin de semana, Madrid ha visto nacía un nuevo espacio dedicado al rock, al tiempo que veía como renacía la por muchos muerta Sala Excalibur. Dos opciones “after hour” a cual más competitiva que a buen seguro competirán de forma sana por llevarse el heavy al agua durante los próximos meses. Dos ambientes distintos con muchas horas de trabajo detrás. Tú eliges.