El segundo trabajo de la banda sueca se puso a la venta el 20 de febrero de 1996. Fue además el estreno del vocalista Anders Fridén y una de las piedras angulares del death metal melódico. In Flames es considerado como el precursor de este sonido y una de las bandas que llevó el llamado sonido de Gotemburgo a todo el planeta.

‘The Jester Race’ sigue siendo uno de los disco más potentes de los suecos In Flames, quienes son unos de los bien llamados pioneros del death-metal melódico. Este es el segundo álbum de su amplia discografía y está calificado por muchos como uno de los tres álbumes más significativos del género, donde formaría la trifecta pionera con otros dos caballos como lo son ‘The Gallery’ de Dark Tranquility y ‘Slaughter Of The Soul’ de At The Gates. ‘The Jester Race’ es el primer disco grabado con Bjorn Gelotte como baterista oficial de la banda, así como también se estrenaba Anders Friden como voz principal, quienes se marcaban un debut simplemente perfecto, con “hat-trick y dos asistencias”.

No existe tiempo en este álbum para venirse abajo, ya que es una descarga constante de riffs cargados de poder, muy melódicos y perfectamente cuadrados, como el que sabemos muy bien apreciar -y aprovechar- en la maravillosa “Moonshield”, una pieza de más de cinco minutos que sirve como plato principal en esta iniciación death-metalera con el característico estilo de Gotemburgo. No se da muchas veces el caso en el que una banda coloque un track instrumental como segunda canción, pero en el caso de “The Jester’s Dance” es un excelente preludio de dos minutos que va sirviendo de generador de hype para que llegue la gran “Artifacts Of The Black Rain”, una perfecta combinación entre melodías invaluables en guitarra junto a la potente agresividad de la voz de Friden.

“Graveland” es un headbanger por excelencia donde se puede disfrutar de unos versos muy trash metaleros para juntarse con unos estribillos característicos dark junto con la mezcla de la voz limpia y la voz gutural, que hace que a lo largo de este trabajo discográfico se note una solidez musical, donde destacan los cambios de guitarra limpia a llena de overdrive, los riffs melódicos y alguna influencia del power metal, como la que se observa a pedazos en canciones tipo “Lord Hypnos” y “Dead Eternity”.

No existe tiempo durante estos 54 minutos para bajar los ánimos, ya que ‘The Jester Race’ es uno de esos álbumes que te van a mantener en una montaña rusa de emociones durante todas sus 14 obras de arte, sembrando lo que es hasta ahora una sólida base influencial para el metal por venir. Tal cual lo mencionado, no hay descanso para nadie.

Alejandro González