La historia del rock nos ha dejado curiosos crossovers como la famosa foto de Bertín Osborne con Manowar o la colaboración entre Dalí y Alice Cooper, pero sin duda, uno de los encuentros más increíbles fue el de Iron Maiden y Hombres G

Aunque cueste creerlo el grupo madrileño liderado por David Summers ha tenido, en diferentes momentos de su historia, cierta relación con el rock duro. De hecho, en su gestación tuvo mucho que ver la película sobre los Sex Pistols ‘The Great Rock ‘n’ Roll Swindle’ de Julien Temple, hasta el punto de que sus primeros pasos en la música, antes de adoptar el nombre de Hombres G, fueron como grupo de punk.

Por si esto fuera poco su guitarra solista Rafa Gutiérrez, hermano del bajista de Tequila Felipe Lipe, aprendió a tocar de manera autodidacta con el ‘Made In Japan’ de Deep Purple y se declara fan de Hendrix, Van Halen, Steve Vai y Richie Kotzen entre otros. Si le piden el título de un disco responde ‘Eat ‘Em and Smile’ de David Lee Roth.

Y para rizar el rizo, una de las baladas más exitosas del grupo, titulada “No lloraré”, es una versión del tema de Alice Cooper “I Never Cry” que por aquellos primeros ochenta formaba parte de la banda sonora imprescindible en los guateques que celebraban.

Sí Bwana, son los Iron Maiden

De esta manera encabeza Javier León Herrera el capítulo de ‘Nunca hemos sido los guapos del barrio’, la biografía de Hombres G, en la que se narra el encuentro del grupo con uno de los más grandes iconos del heavy: Iron Maiden.

Aunque gozaban ya de cierto reconocimiento en la capital gracias a los dos sencillos que habían publicado con Discos Lollipop, en 1984 Hombres G, como muchas otras bandas, tocaban donde y como podían para conseguir algún dinero con el que comprar mejores instrumentos y dar un paso más en la consecución de su objetivo principal: Grabar el primer L.P.

Por aquel entonces era Rafa quien se encargaba de ir consiguiendo bolos en locales de amigos y conocidos, y así llegaron a un acuerdo con los responsables de la sala Bwana, situada en Arturo Soria, para tocar allí de martes a sábado a cambio de 55.000 pesetas que les servirían para comprar una batería nueva.

Si bien de jueves a sábado conseguían llenar los conciertos con amiguetes y los primeros grupos de fans adolescentes que empezaban a seguirles, martes y miércoles eran un erial en el que apenas había un puñado de ejecutivos borrachos con sus ligues.

Un grupo de heavies que buscan bronca

Ocurrió que, en el día de autos, a mitad de concierto los integrantes de Hombres G se dieron cuenta de que había un grupo de melenudos que los observaba desde la barra con atención y cierto desdén. “Lo primero que pensé fue que eran unos heavies que habían ido a tocarnos las pelotas y que seguro que se liaba alguna pelea en cuanto acabásemos.” Cuenta Rafa en la biografía.

Javi, el batería y por ende el más cachondo, llevaba una bolsa con pelucas que se iba poniendo en diferentes canciones y resulta que entre ellas había una que se parecía muy mucho a la melena lacia de Bruce Dickinson. Sin haber reconocido al quinteto británico se calzó el pelucón y paseó junto a ellos con aire desafiante. Un guarda de seguridad de Maiden lo detuvo y, según ha afirmado el propio interesado en alguna ocasión, lo lanzó a varios metros y se terminó la broma.

En ese momento les explicaron que aquellos tipos eran ni más ni menos que Iron Maiden y que estaban allí con el periodista Paco Pérez Bryan que los había llevado al local tras entrevistarlos en su programa radiofónico El Búho Musical. Aclarado el malentendido ambas bandas se sentaron juntas a tomar una copa. Lástima que no haya documentación gráfica al respecto.

Carlos Blázquez