Anthrax: infección positiva
Entre los grupos del Big Four, Anthrax son especiales. Su sentido del humor, sus giros estilísticos, la capacidad para reponerse de sus errores y esa inabarcable familia que forman los miembros pasados y activos dotan a la banda neoyorquina de un aura diferente que agrada sobremanera a los fans, quizá provenir de Queens tenga algo que ver, como Ramones, otra banda especial donde las hay
Scott Ian, dueño y señor de Anthrax, junto con su inseparable Frank Bello, tienen a sus espaldas cuarenta años de historia y una, en comparación con la duración de la banda, breve discografía de once LPs oficiales (tan solo Metallica son menos prolíficos del Big Four).
Siguen atrayendo público a sus shows por la contundencia de sus directos y por poseer un puñado de himnos que parecen no acusar el paso del tiempo. Más allá de anécdotas como la colaboración con Public Enemy o que los mismísimos Al Jourgensen y Paul Barker remezclaran alguno de sus temas, el legado de Anthrax tiene validez total por sí mismo, sin aditamentos de tipo alguno.
Los Señores del Vaivén
Una banda como Anthrax bien podría ser definida con una sola palabra como “vaivén”, en todos sus aspectos. En el discográfico, intercalando momentos de absoluta genialidad con otros en los que el caos, la desorientación e incluso la inestabilidad fueron la norma.
En el estilístico, dando algunos bandazos hacia caminos que no dominaban para, al verse perdidos, volver a aquellos que mejor dominan. Y, sin duda, en la lista de miembros, que van y vienen, que se quedan y se van, que pasan sin dejar rastro discográfico (al menos diez de los cerca de veinticinco miembros del grupo no llegaron a grabar nada).
Los primeros años de vida del grupo son los más interesantes, con un crecimiento increíble a nivel estilístico y compositivo, llegando obtener cuatro certificaciones RIAA Gold e inaugurando sus nominaciones a los Grammy y otros, como Kerrang! o Loudwire que, curioso, llegan en las épocas menos creativas del grupo. De aquella fértil primera época es esa maravilla que aún hoy logra hacer saltar a quien la escucha: “Caught In A Mosh” un himno electrizante, delicioso y eterno.
Su inicio, con el tibio y algo desorientado ‘Fistful Of Metal’ (1984) tal vez no hacía prever los tres años siguientes en los que son capaces de sobreponerse y dejar dos enormes trabajos. La formación del primer disco fue Neil Turbin, Dan Spitz, Scott Ian, Dan Lilker y Charlie Benante. El vocalista Turbin sale para dejar su sitio a Joey Belladonna y el bajista Dan Lilker comienza su andadura al poco tiempo con Nuclear Assault y es sustituido por Frank Bello, que da lugar al quinteto que haría parte, o la gran mayoría, de los mejores trabajos de Anthrax.
Desde 1993 comienza otro de esos periodos vaivén de la banda, incluyendo parones de cinco y ocho años de inactividad musical y aquellos en los que editaron se colarían con enorme dificultad en un “Best Of” del grupo. Poco parece quedar en estos últimos años de la declaración de intereses que fue ‘Attack Of The Killer B’s’ ese disco en el que, entre algunas B-sides propias, orientaban a sus fans hacia las bandas que forjaron el espíritu Anthrax desde un punto de vista poco convencional en el que convivían S.O.D., Kiss, Trust, The Chantays o Discharge junto con el megahit “Bring The Noise” un mano a mano con otros célebres como Public Enemy.
Esta época (1992-actualidad) es también en la que locura de miembros comienza a ser crónica y hace que la creatividad de la banda se vea seriamente afectada, provocando que haya que volver la vista al pasado para reencontrarse con aquellos Anthrax paladines del thrash, potenciadores del speed metal y poseedores de esa rara habilidad para poner de acuerdo a público y crítica sobre su importancia y calidad.
Aquella banda que llegó a conseguir que la revista Guitar World, por boca de Brad Tolinski llegase a compararlos con la influencia de The Beatles, centrando en el metal, tal vez pueda parecer exagerado, pero no tanto si se profundiza en la música que entonces Anthrax practicaban. Una época que quedó reflejada en un interesante legado musical con herederos como Terror, Death Angel,Pantera, los mismísimos Testament y elementos variados como Korn, Limp Bizkit o Insane Clown Posse.
Las ramificaciones del carbunco
Señalar aquellos trabajos de Anthrax que permanecen y lo harán cuando la banda decida colgar las botas parece una tarea fácil, en comparación con otros grupos. Su legado discográfico más interesante, aquel que generaría la conciliación de todas las partes se centraría en sus cuatro álbumes más sólidos:
‘Spreading The Disease’ (1985), el disco que hizo crecer a Anthrax de una forma absoluta, la base sin la que no existiría la siguiente joya, ‘Among The Living’ (1987) aquí se concentra toda la calidad y planteamiento musical de Anthrax, no es que tan solo toque todos los temas que en la época estaban en boga entre las huestes metaleras, es que la madurez musical del grupo va más allá de su propia historia impregnando la de todo el movimiento metal.
‘Persistence Of Time’ (1990), un disco de reacción, el primer trabajo que demuestra cómo la banda se puede sobreponer de forma admirable a un traspiés, obteniendo su primera nominación Grammy y ‘Sound Of White Noise’ (1993), recogiendo y ampliando el testigo del anterior, su trabajo más versátil, profundo y el primero con John Bush como cantante.
Habría que esperar dieciocho años para que la banda dejase otro gran trabajo, de nuevo un ejemplo de cómo Anthrax puede frenar en seco y encontrar el camino correcto después de una particular y desoladora travesía del desierto, ‘Worship Music’ (2011) de nuevo con Belladonna como vocalista, un trabajo que parece recoger toda la historia de los de Ian desde sus inicios sin oler a remixes ni a descartes actualizados.
Tras otros diez años de sequía creativa, seguro que a la vuelta de la esquina está otro zarpazo de Ian y los suyos para dejar claro que no hay quien acabe con esa excepcional bacteria sonora que son Anthrax. A la espera estamos, muchachos, no se hagan de rogar.
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