Del deathcore al pop: la transición de Bring Me The Horizon
Han sido muchos los cambios que ha sufrido la banda británica en sus escasos 15 años de historia. Su estilo ha ido mutando hasta el punto de haber pasado de un extremo a otro, pero no es solo su música la que ha cambiado. Oliver Sykes y su tropa ya no son aquella panda de adolescentes alternativos que buscaban, por encima de todo, hacer ruido y reventarlo todo.
Una carrera breve llena de cambios y complicaciones
Bring Me The Horizon ya no son aquella banda con un interesante potencial para la música extrema que comenzaba a principios de los 2000. Sus integrantes también han cambiado. Con influencias totalmente diferentes, han pasado de un deathcore totalmente volcado en la brutalidad a un pop con elementos de rock alternativo que no se asemeja ni de casualidad al sonido que tuvieron en sus comienzos. Las circunstancias de la banda tampoco son las mismas. La pérdida progresiva de las capacidades vocales de Oliver Sykes, cara más visible de la banda y principal compositor, han supuesto un contratiempo en incontables ocasiones.
Giras aplazadas, guturales y screaming apartados de los setlists y muchas visitas al hospital son las consecuencias de que las cuerdas vocales de Sykes estén en un estado de constante deterioro. ¿Cómo ha llegado el vocalista a ese punto de ser prácticamente incapaz de cantar? Teniendo en cuenta el brutal potencial que tenía como screamer en el comienzo de su carrera parece ilógico que, en cuestión de años, pasara a ser un vocalista altamente criticado por sus muy mejorables actuaciones en directo.
Las consecuencias de una voz descontrolada
Mientras muchos relacionan el cambio en su voz y las variaciones en el estilo de la banda, realmente es bastante probable que no continuara íntegramente como screamer, incluso si sus cuerdas vocales se lo permitieran. Suena bastante más realista pensar que Bring Me The Horizon tocan pop no porque Oli no pueda cantar metalcore, sino por el simple hecho de que quieren tocarlo. En caso contrario, sus opciones estarían muy limitadas dado el estado de sus cuerdas vocales, pero su voz melódica (aunque a veces logre cumplir) tampoco está en su mejor forma y no por ello abandona los escenarios.
Por tanto, para Sykes, su voz es un impedimento siempre y cuando llegue al límite de terminar de baja forzada, pero no lo es por haber perdido gran parte de su capacidad. El motivo de haber pasado de ser un increíble vocalista de guturales a vivir en constante afonía es simple: el uso totalmente descontrolado y abusivo de su potencial vocal hasta el límite en sus primeros años de carrera.
Incluso en el caso de contar con unas capacidades como las del británico, corres el riesgo de terminar con problemas de salud si realizas estas prácticas de forma abusiva. Tras varios años dándole caña a su garganta, ha terminado con laringitis aguda y, más recientemente, ha sufrido la ruptura de una de sus cuerdas vocales. Esa es la cara factura que ha ido pagando a lo largo de su carrera por ser incapaz de abandonar como vocalista pese a las dificultades. Nada lo ha detenido hasta ahora, ni las críticas ni sus propias limitaciones.
Del deathcore al pop en 6 álbumes
Si algo ha cambiado más que la voz de Oli Sykes, ha sido el sonido de su banda. Desde el brutalmente alocado ‘Count Your Blessings’ (2006) hasta el descafeinado ‘Amo’ (2019), han ido evolucionando de forma totalmente imparable. Cualquier parecido entre esos dos álbumes es pura coincidencia. Su sonido en sus primeros años como banda era un deathcore sucio, adrenalínico y cargado de brutalidad por todos los costados. Bajaron una marcha con su segundo álbum, ‘Suicide Season’ (2008), encaminándose hacia un metalcore ligeramente más melódico y cuidado, comenzando a mostrar un mayor interés por otros aspectos a parte de la simple brutalidad.
Gracias a la publicación de su tercer disco, ‘There Is a Hell, Believe Me I’ve Seen It. There Is a Heaven, Let’s Keep It a Secret’ (2010), la madurez sonora es aún mayor, asentándose como una banda de metalcore con mucho potencial de la que no se esperaba en absoluto el cambio que iba a dar en los años siguientes. Sin embargo, ya se iba apreciando un cambio comparando estos tres álbumes que, pese a contar con similitudes, tienen muchas diferencias entre sí.
Poco a poco se aprecia una bajada de intensidad, una evolución hacia un sonido más melódico y experimental que se iba alejando poco a poco de los sonidos más extremos hacia uno más personal, trabajado y digerible. A pesar de que se notaban diferencias, sus seguidores no se imaginaban el camino que tomaría la banda con sus tres álbumes siguientes.
‘Sempiternal’: punto de inflexión
La salida del guitarrista Jona Weinhofen y la incorporación del teclista Jordan Fish en 2012 han marcado un antes y un después en la historia de la banda. En aquella época, se estaba gestando el que sería el álbum que lo cambiaría todo: ‘Sempiternal’ (2013). Es considerado como el mejor disco de la agrupación británica por muchos de sus seguidores mientras que, para otros, fue el comienzo de la decadencia.
Con la llegada de Jordan Fish aumentaron las posibilidades creativas, incluyendo los sintetizadores, los sonidos experimentales, coros y efectos vocales, acompañados por la progresiva desaparición de los screaming de un ya desgastado Oli. Teniendo en cuenta la situación de salud del líder de la banda, difícilmente habrían podido seguir con su sonido anterior, incluso en caso de haber querido. Ellos tomaron la decisión de dejarse llevar por sus nuevas aspiraciones sonoras, obviando los problemas vocales y sorteándolos como han podido.
Cada nuevo álbum que publicaban era más experimental, donde la voz no era la protagonista, sino toda la cantidad de elementos sonoros que incluían en su música. Con la llegada de ‘That’s the Spirit’ (2015) se alejan definitivamente del metal, mostrando que no tienen miedo a las críticas ni a la experimentación sonora. Bañado en una trabajada producción pero, desde luego, no para todos los gustos, publicaron un álbum totalmente inesperado donde ya dejaron claro definitivamente que no tienen un sonido establecido y se niegan a estancarse en un solo género.
Pese a las críticas recibidas por parte de sus fans nostálgicos, no echaron la vista atrás, sino que dieron un paso más allá. ‘Amo’ (2019) ha logrado sorprender, ya sea para bien o para mal, a todo aquel que lo ha escuchado. A pesar de estar advertidos de que la banda seguiría experimentando nuevos sonidos alejados del metal y más cercanos al pop, no se han cortado un pelo y se han tirado a la piscina con un álbum que, pese a partir de estructuras de lo más simples y comerciales, no es un tipo de música que se escuche todos los días por su alocada y experimental originalidad.
Pese a las críticas, no miran atrás
Las críticas negativas hacia su último álbum no se han hecho esperar. Parece que prácticamente todas las personas involucradas en la industria del metal, especialmente los fans, se han puesto todos de acuerdo para llegar a la conclusión de que nada bueno puede salir ya de la banda inglesa. Por otro lado, muchos seguidores de la agrupación han mostrado buenas reacciones a ‘Amo’ y apoyan a la banda en los cambios que consideren oportunos. De momento, se encuentran en un limbo extraño en el que no encajan en ningún contexto: ni en el comercial, ni en el extremo. Las críticas no han evitado que vendan discos como churros ni que sigan contando con una legión de seguidores imparable.
Sykes no ha desaprovechado la oportunidad para opinar sobre las reacciones de la gente al nuevo álbum, con una respuesta de lo más inesperada. De acuerdo con el vocalista, dejando a un lado las críticas negativas, admite disfrutar del gran impacto que ha tenido la publicación de ‘Amo’, así como de la inmensa cantidad de reacciones de todo tipo, cosa que no sucedía desde la publicación de ‘Suicide Season’, según sus propias impresiones. Lo que está claro es que no tienen ningún tipo de arrepentimiento y que harán falta mucho más que unos cuantos insultos y críticas negativas para parar a BMTH. Seguirán como hasta ahora: haciendo exactamente lo que les da la gana.
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