El pasado 31 de agosto, estuvimos dando un paseo por los estudios Hansa en Berlín. El motivo no era ocioso, lógicamente. Estábamos allí para escuchar en exclusiva el nuevo trabajo de los americanos ICED EARTH. Después del éxito de “Dystopia” y la introducción de Stu Block como sustituto del insustituible Matt Barlow, la banda tiene ahora entre manos la difícil labor de prolongar esa buena recepción y ofrecer un disco que mantenga alto el interés.
Jon Schaffer en los Hansa Studio de Berlin.

Jon Schaffer en los Hansa Studio de Berlin.

El pasado 31 de agosto, estuvimos dando un paseo por los estudios Hansa en Berlín. El motivo no era ocioso, lógicamente. Estábamos allí para escuchar en exclusiva el nuevo trabajo de los americanos ICED EARTH. Después del éxito de “Dystopia” y la introducción de Stu Block como sustituto del insustituible Matt Barlow, la banda tiene ahora entre manos la difícil labor de prolongar esa buena recepción y ofrecer un disco que mantenga alto el interés.

Producido por el propio Jon Schaffer, el disco es una apuesta por las sonoridades más duras de repertorio de ICED EARTH. Parece que desde la entrada de Stu, la banda ha querido reforzar la idea de que ICED EARTH es un grupo de heavy metal aplastante. La melodía está presente, si, pero se trata de un trabajo más duro que “Dystopia” y, posiblemente, algo más difícil de asumir en una primera escucha.

Ya en el estudio, bajo la atenta mirada de Schaffer, el disco suena a través de un equipo de sonido insultantemente bueno. No en vano, aquí ha grabado todo el mundo, desde David Bowie a Iggy Pop, pasando por Marillion, U2, Nick Cave o Killing Joke.

“Plagues of Babylon” abre el disco con ampulosidad y potencia. A cada golpe de goliat de Raphael Saini, el nuevo baterista de la banda, la cosa crece en intensidad, y cuando entra en juego la guitarra de Jon Shcaffer la cosa ya toma formas conocidas. Acordes poderosos abren un disco que está dividido en una suite de seis canciones con un tema más o menos común y otros seis temas de temática más libre, algo con cierto deje a RUSH, sin duda. La voz de Stu Block entra con fuerza, trabajando un rango medio donde uno encuentra muchas similitudes con Warrel Dane de NEVERMORE. Si en “Dystopia” Schaffer se extrañaba de usar acordes mayores, en “Plagues of Babylon” vuelve a reiterar ese aspecto en su trabajo de guitarra. El tema, que dura casi ocho minutos, posee un solo bastante salvaje -aunque breve- de Schaffer. Hay coros dramáticos acompañando la voz de Stu y un final más o menos apocalíptico que termina en un fade-out discretito.

El segundo tema es “Democide”, con guitarras fieras y una batería más o menos tribal por parte de Saini, un poco al estilo del “Panama” de VAN HALEN, salvando las distancias entre ambas bandas. Escuchar el tema en la sala de control de los Hansa Studios con el sonido que Schaffer ha concebido es un 60% de la experiencia. No es lo mismo escuchar esto en tus roñosos cascos de iPod o iPhone que escucharlo aquí. Vuelve a haber apocalípsis más o menos contenido en la entrega vocal de Stu y en el crudo trabajo de guitarra de Schaffer. Stu dobla su voz, trabajando sobre sí mismo varias octavas por encima en algunos momentos, como el pre-estribillo. El doble bombo de Saini es tan preciso que podría equivocarse y aun pensarías que está hecho adrede.

El tercer tema “The Culling” es más cercano al medio tiempo, pesado y denso. Stu sigue sin soltarse, sin subir de los tonos medios y graves. Incluso en el estribillo, aunque hace ademán, lo hace de manera muy discreta. El solo de Troy Steele es atropellado y veloz, en comparación con el estilo más ordenado de Schaffer.

“Among the Living Dead”, el cuarto tema es cañero y veloz, llena de doble bombo y trepidación. En sus cinco minutos, nos ofrece unas de las melodías vocales más memorables del disco, con ciertos toques étnicos, que contribuyen a dar más realce a la temática distante, fría y retorcida del disco. Los matices, escuchado sobre 48 canales de mesa de sonido, se perciben con muuucha claridad. Especialmente cuando Block se desgañita de fondo y los punteos insisten en abrirse paso a toda costa.

En “Resistance” la banda opta por un ritmo más comprometido, obra de Saini, que hace un trabajo muy original con toms y cortando el charles abierto para remarcar la potencia del momento. Mas allá de eso, quizá es el tema más flojo de la primera mitad, aunque el solo está ciertamente bien.

La suite finaliza con “The End”, que tiene un inicio oscuro y no apto para días de humor girado, aunque rápidamente se transforma en una maquina donde manda el bombo por encima de todo, marcando el camino al resto de la banda. Por suerte, la mezcla es detallista y cuando entran las partes solistas dobladas de Schaffer y Steele, el bombo pasa a un discreto segundo plano, para que guitarras, voces y coros se lo lleven todo por delante. Con sus siete minutos de duración, “The End” es seguramente el mejor tema del disco.El final acústico señala un pequeño halo de esperanza en medio de todo el dramatismo, con el sonido de una campana marcando el final de la primera parte.

El segundo round comienza con el medio tiempo “If I Could See You”, donde Stu explora sus tonalidades más intimistas. Deja de lado la brutalidad para adentrarse de pleno en la melodía, y podría decirse que, en lo que a rango se refiere, aquí brilla como es debido. El tema es lo más cercano que ICED EARTH han tenido a algo “accesible” a nivel masivo en los últimos diez años…o veinte. Le sigue “Cthulhu”, donde también abunda el medio tiempo, el sonido limpio de guitarra y los bailes de platos por parte de la batería para darle un toque más gaseoso a todo el asunto. Eso es hasta que la guitarra de Schaffer empieza a puntear a saco, Stu pega un grito de rabia contenida más propio del death metal, y se arrancan por bulerías. Mil fills de bateria interrumpen un poco la fluidez de la canción y quizá sería preferible que la cosa fuera más discreta en algunos momentos, evitando el sobreuso.

“Peacemaker”, el noveno tema, repite la fórmula del inicio lento, y el crescendo posterior. Muy ochentero en el uso de los acordes, dura unos cinco minutos, y parece muy apto para el directo. Es muy clasicón, tanto que podría haberse grabado en 1986 y nadie se daría cuenta. De andar por casa, vaya. Podrían haberlo grabado WARRIOR y esas cosas. “Parasite” sin embargo, el décimo tema, va por derroteros más similares a los de la primera parte del disco: todo chungo, negro, oscuro, malévolo y apocalíptico. De hecho, por la tonalidad general, le tiene un aire a los temas de “Dystopia”, así que no sorprendería que fuera un tema sobrante de aquel trabajo. La penúltima, “Spirit of the Times”, vuelve al medio tiempo reflexivo y denso. Las guitarras tiñen de azul oscuro grisáceo la canción, la encapotan y te hacen sentir oprimido, agobiado, soberanamente sumergido en el barro. De nuevo, no apto para días un poco girados.

El disco finaliza, en principio, con “Highwayman”, una versión del grupo de mismo nombre que se sacaron de la manga Kris Kristofferson, Waylon Jennings, Willie Nelson y Johnny Cash a mediados de los 80. Un tema de apenas tres minutos que cuenta con invitados a las voces para replicar el original.Se trata de Russell Allen de SYMPHONY X, Michael Poulsen de VOLBEAT y el propio Schaffer junto a Block. Una buena manera de terminar el disco dándole un toque desenfadado a algo que parecía demasiado gris.

Hay un decimotercer tema bastante indescriptible, que dejaremos que cada uno escuche por su cuenta.

“Plagues of Babylon” se edita en todo el mundo el 21 de enero de 2014 a través de Century Media.

Iced Earth - Plagues of Babylon