Nuestros héroes eran jóvenes cuando empezaron y lo horrible y lo prohibido tiene un hechizo y crea una atracción como bien defendía Umberto Eco en “Historia de la fealdad”. Es fácil que todo rockero que empieza vea en los guiños al nazismo una provocación perfecta para atraer la atención.

Cuando en 2011 estaba terminando mi libro sobre el “Shock Rock: sexo, violencia y teatro” estuve más que tentado en abrir un capítulo sobre nazismo y rock, pero ese capítulo crecía hasta un libro entero, y eso sin tocar el Black Metal. Jaime Gonzalo (Ruta 66 y Popular 1) realiza un gran trabajo en “Mercancía del horror (Libros crudos, 2016) aderezado con citas, letras de canciones y muchísimos datos sobre el fascismo y el nazismo dentro de la cultura de masas, tomando el rock como base, pero tocando todo tipo de aspectos culturales como puede ser por ejemplo el futbol.

Es una obra de ensayo apoyada en la filosofía y la historia, así que si esperas el clásico recorrido banda por banda de forma cronológica, quizá no sea tu libro ideal. El prólogo es bastante desconcertante, plagado de cultismos, redicho y rimbombante, pero al entrar en materia te atrapa empezando con los coqueteos de Bowie en su etapa berlinesa. Magma, Killing Joke, Laibach, Death in June, Blue Oyster Cult, Rammstein, Siouxie and the Banshees, Spandau Ballet, Sex Pistols, The Stranglers… son algunos de los nombres propios que en algún momento de su carrera jugaron con los uniformes, imaginería y puestas en escena propias del nazismo. Elementos provocativos que hacían que el mundo se escandalizara, que coparan portadas y estuvieran en boca del mundillo rockero. Incluye unas pinceladas también sobre las bandas hispanas que coquetearon con la estética fascista.

Pero más allá de la creencia política, el rock en concreto y la sociedad en general, han ido absorbiendo la parafernalia nazi y su simbología hasta el punto de acuñar el término de “nazi chic”. En algunos países hay líneas de ropa con esvásticas o papeleras en forma de Hitler. Si ya no nos da miedo Attila o Vlad Tepes el Empalador, ¿cuánto tiempo tiene que pasar hasta poder tomarnos a broma este funesto periodo de nuestra historia? Es lo que nos decía Woody Allen sobre la comedia… que era tragedia + tiempo. Dependiendo del país en el que te encuentres un saludo o una esvástica van a tener reacciones más o menos iradas (incluso penales). En España cada semana nuestros políticos tildan a sus adversarios de nazis, de forma gratuita (Ad Hitlerum). Un triste recurso que da muchas pistas sobre la dimensión del político o del periodista en cuestión, ávido de crear una corriente de opinión.

Mercancia del horror

Lo que si hay que tener claro es que nuestros héroes eran jóvenes cuando empezaron y lo horrible y lo prohibido tiene un hechizo y crea una atracción como bien defendía Umberto Eco en “Historia de la fealdad”. Es fácil que todo rockero que empieza vea en los guiños al nazismo una provocación perfecta para atraer la atención, y eso no quiere decir que esté a favor de los postulados fascistas, ni mucho menos. Errores o gamberradas de juventud que pueden pagarse caras a día de hoy pues la Red de redes no olvida. The Exploited fueron atacados en Madrid debido a una antigua foto en la que están junto a fans haciendo el saludo fascista o Decibelios siguen siendo debate sobre su posición política ya que tocaban con una inmensa bandera española de telón de fondo.

Los crímenes del nazismo son uno de los momentos más bajos de la historia de la humanidad. Pero siempre habrá gente fascinada por esos uniformes, esas creencias esotéricas, esas armas secretas cercanas a la ciencia ficción o esa búsqueda de símbolos paganos de poder como el Santo Grial o la Lanza Longinos. En nuestra sociedad de masas los malos de Disney siempre se inspiran en el nazismo y su potentísima puesta en escena, también en publicidad hay que estudiar a Goebbels, en arquitectura las superestructuras nazis y la cineasta de Hitler, Leni Riffenstahl logró imágenes de una belleza inusitada.

La mercancía del horror ha penetrado en nuestra sociedad y siempre habrá bandas que coqueteen con ello. No hay más que recordar el saludo nazi de Phil Anselmo hace unos meses. ¿Cree realmente el vocalista en el fascismo o se gana salir en portadas, genera debate y está en boca de todos? Todo es reducible a la genial frase de Dalí: “Que hablen de ti… ¡aunque sea para bien!”.