BREVE HISTORIA DE LA MÚSICA METAL – SEGUNDA PARTE
LOS 90: FURIA Y PRECIOSISMO
En la primera parte de “BREVE HISTORIA DE LA MÚSICA METAL” nos habíamos quedado en un punto cuanto menos interesante, por ser en mi opinión un punto de transición en la historia de dicho género. Me refiero al momento en que el death metal dio el salto a la vanguardia del metal. En principio, podría pensarse que este hecho cundió en mayor medida en Estados Unidos, y puede que así fuere en lo tocante a los índices de ventas, pero no obstante en Europa comenzaba a gestarse un embrión de gigante… De un modo relativamente independiente, la llama del death prendió con fuerza en el viejo continente, en especial en Inglaterra y en los países escandinavos, que vieron nacer a todo un elenco de primeras bandas de death metal como Unleashed, Entombed, Dismember, Grave, At the gates, Hypocrisy… todas ellas insignes de una forma particular de entender el death y que posee sus características especiales respecto a los death-metaleros de Norteamérica. No en vano se ha hablado siempre del sonido “frío” y eminentemente “oscuro” de estas bandas, y es posible que dicha dicotomía respecto a las bandas norteamericanas represente por sí mismo un fenómeno de carácter no sólo musical, sino también social y cultural. De nuevo hay que agradecer la labor de aquellos sellos discográficos que fueron pioneros en la conquista del death sobre Europa: Earache, Peaceville, Nuclear Blast…
También por esos tiempos se ensayaban algunas tentativas de sub-géneros, mucho menos populares que el metal ortodoxo como pueden serlo el Heavy y el thrash. Nos referimos a los géneros denominados doom, grind-core, noise y metal industrial. De entrada, éstos me parecen géneros notablemente menos comerciales que sus antecesores y que, para bien o para mal, pasan por carecer de un gran protagonismo en la historia del metal. No obstante, el doom sí llegó a perfilar una rama del metal que ya sea de un modo tangencial impregnaría el sonido de numerosas bandas “populares”, y aún hoy aparecen de vez en cuando grupos excelentes que practican dicho género meditabundo y macilento, cuyo auténtico origen, según algunos, son los míticos Black Sabbath y su famoso tema homónimo; aunque también podría señalarse a los californianos Saint Vitus que ya daban guerra a finales de los 70 con su stoner metal. Más recientemente, Obituary y Rotting Christ ensayaron lo que comúnmente se conoce como doom-death, así como My Dying Bride, Benediction, los primeros Therion, Morgoth o los desconocidos Winter. Al mismo tiempo, surgiría una rama del doom que anticipaba algunos rasgos del gothic, en formaciones como Paradise Lost, Anathema, Tiamat, etc.
En este ambiente de fatalismo apocalíptico y metal “oscuro” como el que practicaban Samael y Rotting Christ, diéronse las condiciones climatológicas para el nacimiento de la facción más inquietante del metal: el black metal.
Los puristas del black metal apuntan a los grupos Bathory, Mayhem, Darkthrone y Burzum como los iniciadores del género, todos ellos oriundos de Noruega o Suecia, y que en parte venían practicando su particular visión del metal desde los 80. Asimismo, debemos a la ingente actividad del sello francés conducido por Hervé Herbaut, Osmose Productions, la fabulosa proliferación de este sonido particularmente oscuro que caracteriza a muchas de las primeras bandas de metal extremo escandinavas como Immortal, Enslaved, Dark Tranquility, Marduk, etc. Así como 1983 fue un hito en la historia del thrash metal, al black metal le ocurrió otro tanto cuando, entre 1993 y 1994, salieron a la luz algunas obras que, si bien no son las pioneras de dicho género en un sentido estricto, a mi modo de ver contribuyeron a hacer del black metal un estilo maduro y con grandes posibilidades. Me refiero a Pure holocaust (1993) de Immortal; Skydancer (1993) de Dark Tranquility –obra que abriría las vías del black metal melódico–; In the nightside eclipse (1994) de Emperor; y The Shadowthrone (1994) de Satyricon –con la que el señor Satyr y sus compinches inauguraban el llamado metal medieval.
El metal medieval devendría en un extraño fenómeno que aquí llamaremos metal épico escandinavo (no confundir con el epic metal, que veremos más adelante en este artículo). Combinando elementos del folclore vikingo o pastoril con poderosas guitarras eléctricas y cadencias generalmente uniformes, este género dio lugar a una marcada influencia que, como sucedía con el doom, algunos grupos o autores desarrollaron abiertamente (Storm, Otyg…) y otros de manera más tangencial (Einherher, Vintersörg…). En cualquier caso, el estilo épico ha estado siempre relacionado con el metal, y su estela va desde las ramas del Heavy power o clásico como Rhapsody y Grave Digger, hasta el doom de tinte romántico como es el caso de Yearning o Empyrium.
Un rasgo habitual entre las bandas de black metal es la estética gótica o satánica, hecho harto infrecuente en el entorno musical del siglo XX, con las excepciones de Pentagram, Saint Vitus… En verdad éste es un rasgo que carece de importancia en un estudio estrictamente musical, pero ya es obvio que no pretendo hacer un estudio “estrictamente musical”, ya sea porque el estilo de mi análisis es de tendencia especulativa, o porque tiendo a relacionar y extraer conclusiones desde puntos de vista poco habituales que no suelen considerarse en la crítica convencional. Aparte de la consabida atracción que al parecer sienten los grupos de metal por la estética siniestra o macabra (todo un tópico que no impresiona a nadie, si me lo permiten), lo cierto es que esta actitud encierra en verdad una interesante pulsión, una forma de contracultura inconformista y cáustica donde las haya. En mi opinión, el tenebrismo en la historia del arte encierra una verdad (aunque no por ello evidente), y es su manifiesta inconformidad ante una serie de principios racionales que pretenden dar unidad y fiabilidad a un mundo esencialmente contradictorio y engañoso. De este modo en ocasiones estrambótico, ciertas pulsiones del alma humana son puestas en liza sin tapujos frente a las absurdas panaceas del humanitarismo en un mundo que se rige por la hostilidad y el enfrentamiento con nuestros semejantes.
Dicho esto, retomemos nuestro estudio musical. Como es lógico, la década de los 90 dejó importantes eventos para el metal. Uno de los rasgos que llaman la atención en su evolución a lo largo de estos años es su creciente hermetismo respecto a otros géneros musicales, así como su anexión a concepciones musicales en absoluto contemporáneas tales como el clasicismo (la técnica de guitarra Heavy, sin ir más lejos, es una técnica de “guitarra clásica”); el resurgimiento de coros orquestales e instrumentos de cámara; incluso la composición típica del metal se basa en estructuras claras y racionales, a diferencia de la música contemporánea que trastoca las ideas de estructura, armonía, etc (los modos utilizados por Yngwie Malmsteen, Luca Turilli o Kai Hansen beben directamente de las armonías y modos establecidos durante el clasicismo y el barroco, como Mozart y Bach, en oposición a los cánones modernos de Stravinski, Schönberg, la música dodecafónica, etc). En este sentido, el Heavy metal es un estilo profundamente integrado.
Uno de los mayores deudores de este regresivo hecho musical es el power metal. Así como los países escandinavos fueron determinantes en el ascenso del black metal y el death metal europeo, por su parte el Heavy metal sufrió un renacer parecido, concretamente en Alemania. Lo cierto es que la tradición Heavy ya venía de largo en Alemania, con grupos estandartes como Accept, Running Wild y Helloween, pero hacia finales de los 90 el país de los teutones se consolidó como una auténtica cantera en este estilo. Afloraron en esa época una larga serie de bandas que van desde el Heavy metal ortodoxo a las excitantes relecturas del thrash (género este que también se les da muy bien por esas latitudes), saturando nuestras estanterías de cedés y haciendo las delicias de los nostálgicos del género. En el Wikipedia se lee que el tema de Rainbow “Stargazer” es el precursor del power metal, pero yo añadiría la ópera-rock de Queen y Songs from the Wood de Jethro Tull… Tras su eclosión en Alemania, el power metal echaría rápidamente raíces por todo el mundo. Gamma Ray, Stratovarius, Rhapsody, Edguy, Sonata Arctica… son algunos de sus exponentes más conocidos. Así como Blind Guardian, Hammerfall, Kamelot, Nightwish o los españoles Avalanch representan lo que se ha dado en llamar epic metal. Asimismo, el creciente acercamiento del Heavy hacia paisajes de música clásica, como en el caso de los suecos Therion que en 1996 dieron el gran golpe con su aclamado Theli, ha devenido en una fecunda fusión metal-sinfónica.
No obstante, debido en parte a las extenuantes relecturas de los géneros clásicos, en parte a la natural evolución de la música como arte progresivo, en los 90 también surgieron cantidad de formaciones con un discurso personal y genuino, e incluso las bandas herederas del metal extremo se volcaron en un cierto preciosismo musical que ha supuesto un auténtico ejercicio de experiencia estética. Trabajos como Passage y Exodus de Samael; Emperor y su apoteósica concepción del metal sinfónico; la sorprendente creatividad de Arcturus o la elegancia y el lujo de Opeth… son muestra de lo que decimos, y ejemplos de que el metal también puede ser una música seria y hasta cierto punto intelectual. Desgraciadamente, entre la abundancia de experimentos estéticos de este tipo aún existe mucha pompa y efectismo carente de fondo. En concreto, puede hallarse mucho discurso ligero entre las huestes del llamado nu-metal, o toda esa industria de postal montada en torno al prototipo del gothic metal, cuyas aportaciones a la música se limitan a recalcitrantes fraseos de organillo de manual o a sacar cada temporada un nuevo tipo de camiseta de licra.
Hasta aquí la segunda parte de “BREVE HISTORIA DE LA MÚSICA METAL”. Se ruega nuevamente disculpen la omisión o falta de detalles sobre aspectos que pudiesen resultar relevantes para el lector, pero es que una “breve” historia del metal debe ser sucinta y no ha lugar para estudiar cada grupo o género de forma exhaustiva. En la siguiente y última entrega, “La era de los revivals”, nos centraremos en la actualidad a partir del año 2000, para dar punto final con algunas reflexiones a esta historia que no sé si cumplirá las expectativas de los lectores, pero con cuya redacción les aseguro que estoy disfrutando.
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