Bon Scott: inmortalidad absoluta
Bon Scott fue uno de los artistas que mejor definió la esencia de la música rock en la segunda mitad de los 70: un genio creativo inapelable, una personalidad arrolladora y una muerte trágica a una edad temprana. Sus letras, su actitud y su forma de encarar la vida como parte del rock le convirtieron en una leyenda absoluta.
Marrón oscuro casi negro
A muy poca gente le habría gustado ser Brian Johnson en 1980. Él fue el responsable de cargar con el sambenito de ser el tipo que sustituyó en AC/DC a Bon Scott, aquel tipo menudo, sonriente, lleno de encanto, con un punto macarra (y, por qué no, hortera también) que era el viejales en comparación con el resto de la banda y que acababa de morirse. Con el paso del tiempo seguro que duele cuando observas que la inmensa mayoría de tus composiciones no logran hacerse un hueco entre los temas que la banda toca de forma repetitiva en sus shows, pero sobre todo tiene que doler que el público, tu público (¿su público?) no los reclame.
Elegir un adjetivo para la muerte de Bon exige una objetividad impropia de un verdadero fan, pero quizá el que mejor le encaja es “estúpida” debido a la concatenación de hechos cuyo único sufridor fue Bon Scott, porque al fin y al cabo fue él quien murió la madrugada del 19 de febrero, sólo, pasando muchísimo frío y borracho hasta el máximo extremo, en un coche aparcado en la calle. Muy glamuroso todo. Hasta una muerte así sirve para acrecentar la leyenda que dejó en el mundo de la música y en la historia de AC/DC.
Legado indudable
Tenemos que rendirnos a esas teorías conspirativas que se preguntan dónde están los cientos de papeles y las libretitas azules en las que iba garabateando ideas y esbozos de letras hasta convertirlas en maravillosas canciones. ¿Sirvieron de base para ‘Back In Black’ y ‘For Those About The Rock’?… Quienes lo saben, nada van a decir, así que dejémoslo estar.
Bon Scott fue un creador de letras que crecieron en expresividad y, por qué no decirlo, en complejidad a medida que AC/DC maduraba como banda y como fenómeno. Su talento quedó bien claro en un enorme puñado de grandes temas, pero sobre todo en un increíble ramillete de tímidas canciones que salvo que te pongas a recordarlas ex profeso no las citarías entre las favoritas de la banda
Una fría comparativa demuestra que los ocho discos grabados sin Bon Scott (haciendo excepción de ‘Back In Black’ y ‘For Those…’ por no dejar del todo las teorías conspiranoicas) apenas si tienen, forzando mucho, media docena de temas a la altura de sus hermanos mayores.
El brillo de la genialidad
Las ganas de hacerse un nombre en el mundo del rock fueron uno de los muchos carburantes de los que se alimentaba su enorme motor competitivo, que permaneció oculto y capado hasta que se encontró con aquellos canijos hermanos, algo pendencieros pero con sus mismas ansias y amor hacia el rock. Pertenecientes a generaciones que no deberían haberlos unido, Bon era 7 y 9 años mayor que Mal y Angus, la sintonía compositiva que nació y fortaleció entre ellos se fue reflejando disco a disco en cada vez más poderosas canciones.
La fiebre por componer y mejorar les llevó a escribir y grabar tres discos en dos años en los que ya empezaban a aparecer temas dotados de “un-algo-más” que de forma espontánea destacaban entre los demás.
Partamos del refrito que fue la edición europea de ‘High Voltage’, ya que, no seamos pedantes, fue la que mamamos. Sí, en esos momentos Bon ya fue capaz de componer cargas de profundidad del nivel de “It’s A Long Way To The Top (If You Wanna Rock ‘N’ Roll)”, “T. N. T.” y “The Jack” que necesitaron del paso del tiempo para que los Young los viesen en la grandeza que ya tenían, pero sobre todo coló incipientes perlas escondidas como la crítica feroz de “Rock’N’Roll Singer” (You can stick your moral standards / ‘Cause it’s all a dirty lie) o el tremendo guiño de “She’s Got Balls” (She’s got the ability, hey / To make a man out of me). Sin ser poesía pura ya van marcando la línea de escritura de Bon.
Después llegó esa maravillosa rareza que es ‘Dirty Deeds Done Dirt Cheap’, que como curiosidad fue álbum póstumo en EE. UU. por motivos de distribución, en el que sobresalía entre aquel batiburrillo de ideas que había “Problem Child” onírica radiografía de su errática juventud (What I want, I stash / What I don’t, I smash). Tal vez estaban pagando las ganas de componer, editar y girar probando qué canciones funcionaban y cuales no tanto en directo, al modo que los Hermanos Marx hacían con sus gags.
Las espinillas adolescentes que tuvieron desde el punto de vista compositivo desaparecieron de un plumazo con ‘Let There Be Rock’. Es quizá su primer disco redondo a pesar de mantener esa manía de modificar las ediciones australiana e internacional. Todos los temas parecían ya fruto del rápido aprendizaje y pensados para su ejecución en concierto, pero sobre todo destaca esa enorme composición que es “Whole Lotta Rosie”, ejemplo de hacia dónde podía ir el talento de Bon Scott componiendo letras alejadas del simplicismo habitual en las bandas de rock de cualquier pelaje y que le obligaban a afilar al máximo su prosa para saltarse el paletismo de los Young (sobre todo Malcolm) evitando que preguntaran “Pero eso ¿qué coño significa?, No vale”.
Bajo la enorme sombra que proyecta Rosie (guiño) sin hacer ruido estaba “Overdose”, una música crujiente, sucia, tribal, en bucle, el ritmo en falsa lentitud y que crece cuando entra Bon con esas frases cortas pero sólidas y abiertas a toda interpretación: You’re a habit I don’t wanna break / I’m in hell and I’m sinking fast / And I don’t need no cure.
Llegamos al punto de inflexión ‘Powerage’ experimento musical buscando más fuerza, más garra, más dureza, más expresividad… ir más allá. Es posible que los excesos cada vez más cotidianos de Bon y sus serios problemas de salud influyeran a la hora de seleccionar qué y cómo escribir para este disco. Sumergirse en su composición fue el oasis que los Young y sobre todo Bon necesitaban después de su obligada y complicada vuelta a Australia y fruto de la liberación a la hora de componer alejándose del pretendido giro a la suavidad que desde Estados Unidos les reclamaban para afianzarse en las radio fórmulas.
Tal vez demasiado profundo en cuanto a las letras llega a ser casi deprimente por mucha alegría que trate de transmitir, como en “Down Payment Blues”: Get myself a steady job / Some responsibility / Can’t even feed my cat; a mostrar una irreverente ironía hacia sí mismo en “Gimme A Bullet”: Don’t need no drink / Don’t need no drugs / Don’t need no sympathy… hasta que aparece esa demoledora canción que es “Up To My Neck On You”. Muchas bandas matarían por un tema de este calibre, descarnada, desgarradora, un sincero espejo en el que Bon grita Well, I been up to my neck in whiskey / I been up to my neck in wine / I been up to my neck in wishin’ / That this neck wasn’t mine / Oh, I’m a loser. Y se permiten cerrar con “Kicked In The Teeth”… En Pie y Saluden
Y por fin llegó la gran explosión: ‘Highway To Hell’. La demostración empírica de qué podían hacer AC/DC cuando eran ellos al 100% y no pensaban en nada más que componer grandes temas de rock, un rock básico, crudo, simple y fundamental. La madurez de ‘Powerage’ en su parte lírica dejó a Bon dándole vueltas a cómo superarla sin caer en la parodia ni la banalidad. Sorprende por tanto escuchar aún a quienes abogan porque parte de este disco nació a la par que ‘Powerage’, no es por desmerecer aquel pero ‘Highway To Hell’ se aleja en la parte lírica de la profundidad y seriedad que tenía su antecesor.
Las líneas de escritura de Bon se ajustaron al milímetro a la parte musical de los Young, letras plagadas de una finura maquillada de rudeza que consiguieron un puñado de canciones inigualables si las enfrentas a los discos editados en 1979 pero sobre todo el crecimiento es espectacular si lo confrontamos con sus anteriores discos sobre todo con el queridísimo por los hermanos Young ‘Let There Be Rock’.
Contiene ese apabullante póker de ases que es “Highway To Hell”, “Walk All Over You”, “Shot Down In Flames” y (claro) la chulería de “If You Want Blood..” y construyendo un brillante muro creativo a su alrededor están el resto de canciones destacando “Get It Hot”, imposible no moverse cuando suena mientras gritas Nobody’s playing Manilow / Nobody’s playing soul / And no one’s playing hard to get / Just a good old rock ‘n’ roll. Los golpes de ciego no son más que una metáfora tan deliciosa que es difícil creer que Angus y Malcolm la entendiesen: I was talking birds / And you was talking bees / Or was he down upon his knees? / Beatin’ around the bush (“Beating Around The Bush”).
Ponerle peguitas a “Touch Too Much” es un ejercicio de irreverencia y pedantería: la construcción de los pre-coros y los coros tiene que hacerte pensar…y luego está esta frase: She had the face of an angel / Smiling with sin / A body of Venus with arms …mejor no decir nada más. La sencillez aparente de “Girls Got Rhythm” parece una bestial broma al bubblegum pop en la que de repente Bon suelta casi sin querer You know / I’m losing sleep / But i’m in too Deep / Like a body needs blood / No doubt about it, can’t live without it. Y aún quedan en la recámara joyas del nivel de “Love Hungry Man” y “Night Prowler” donde se despide con ese enigmático «Shazbot, nanu nanu».
Poco después Bon hace el mayor gesto de burla e ironía: morirse. Y dejando al parecer un puñado de canciones casi-o-sin-casi terminadas en sus papeles y libretas que empezaron a… pero bueno, eso es parte de otra historia.
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