Hace poco menos de 3 meses saltaba la noticia de que Ace «Quorthon» Thomas Forsberg, líder y única cabeza visible de BATHORY, había fallecido el día 7 de Junio de este 2004 a la edad de 38 años de un ataque al corazón.

La noticia, al igual que todo lo que ha rodeado siempre a BATHORY, provenía de fuentes no oficiales y a día de hoy, pese a que su vericidad está fuera de toda duda, no deja de sorprender por su falta de clarividencia y puntualidad a la hora de ofrecer los detalles de tan macabro suceso.

Cualquier que haya seguido de cerca la carrera de BATHORY en los últimos años habrá leído infinidad de leyendas, suposiciones e incógnitas no desveladas haciendo referencia a este icono del metal que es BATHORY y su líder Quorthon.

El hecho de que siempre se mostrara en sus entrevistas tan extremadamente egocentrista y desconocedor de todo lo que le rodeaba revelaba que Quorthon vivía encerrado en su mundo e imaginación. De hecho, en más de una ocasión reconoció que le encantaba poder acudir a una tienda de discos o a un concierto y no ser reconocido por nadie, algo que denota su afición por la música, dejando de lado la fama, el reconocimiento y la popularidad. Sus ganas por separar por completo su vida personal de su vida «artística» le llevaron a reconocer en más de una ocasión que muchas de sus amistades e incluso parejas sentimentales, nunca habían sabido que él era el hombre que se escondía tras esa leyenda negra del metal extremo que es y será por siempre BATHORY. Tanto en el pasado como más recientemente, Quorthon insistía y ha insistido en desconocer por completo qué había estado sucediendo en la escena musical desde que él la dejara de seguir como fan a mediados de los 80’s. A mí, ciertamente, esto me suena a farol propio de un Joey DiMaio o un Glen Benton. ¿Cómo sino se explica que a finales de los 80’s BATHORY sonaran tanto a los MANOWAR de sus primeros discos?, ¿Quién se traga tras escuchar «Hammerheart» que Quorthon no fue un fan incondicional de «Sign of the hammer», «Into glory ride» o «Hail to England»? Muchas veces el orgullo de ciertos músicos les juega malas pasadas y pese a que no estoy tachando a Quorthon de mentiroso, todo este asunto me ha parecido siempre muy sospechoso.

Las únicas aficiones musicales que se le conocen a Quorthon son KISS, MOTORHEAD, Wagner, la música punk y THE BEATLES, grupo que reconocía escuchar con asiduidad en los tiempos que lanzó sus 2 discos en solitario, discos que por cierto, poco o nada tienen que ver con el metal, avisados estáis. 

La influencia de BATHORY dentro del metal extremo es de una importancia enormemente brutal. En los tiempos en los que su debut  «Bathory» vio la luz, 1984,  ninguna banda había alcanzando tal grado de brutalidad y agresión sonora salvo los germanos SODOM, los italianos BULLDOZER, los suizos HELLHAMMER o los británicos VENOM, aunque estos algo alejados del resto y sutilmente más «suavizados».

Si bien el debut homónimo de BATHORY estaba más orientado hacia una mezcla entre el speed metal de la época y una especie de neo-punk con la particularidad de que tenía letras ultra blasfemas y contaba con los alaridos guturales de Quorthon, no fue hasta su siguiente «The Return» de 1985 donde ya podríamos empezar a hablar de black metal como tal. En «The Return» BATHORY mejora sutilmente la producción y se aleja del tufillo punk de su debut para centrarse en el speed metal con ciertos pasajes más atmosféricos y oscuros. Para muchos aquí nace el black metal. Podríamos decir que «The Return» es el album que VENOM deberían haber grabado tras sus 3 primeros Lp’s «At war with Satan», «Black metal» y «Welcome to hell» para llegar a ser la banda precursora del black metal como muchos afirman que es.

Disipando cualquier tipo de duda acerca de la afinidad de BATHORY con el black metal, en 1986 ve la luz «Under the sign of the black mark», para muchos el primer disco serio de BATHORY «apto para todos los públicos». Por esta época, BATHORY había pasado de ser una banda con bajista y batería (en los tiempos de «Bathory») a un one-man project representado en la figura de Quorthon en «The Return» para adelante. Curiosamente, el batería que formaba en los inicios de BATHORY, Vans McBurger (De nombre real Jonas Akerlund y cuya impliación con BATHORY fue revelada hace poco en una entrevista en un periódico sueco), actualmente es uno de los directores de videoclips más prestigiosos del mundo habiendo realizado trabajos para gente como PRODIGY, U2, MADONNA o los propios METALLICA (Su primer videoclip fue «Bewitched» de CANDLEMASS, pero esto no creo que le interese un pimiento a nadie…).

Durante sus primeros años como banda, BATHORY solía hacer actuaciones locales en directo, de hecho se gestó una gira junto a DESTRUCTION y CELTIC FROST que nunca se llevó a cabo. Para la ocasión Quorthon delegó la responsabilidad de la batería al grandullón Christian «Witchhunter» Dudeck de SODOM tras haberlo intentado con Carsten Nielsen de ARTILLERY. Por razones nunca aclaradas Quorthon desistió y decidió que nunca más BATHORY volverían a actuar en directo. Los argumentos que siempre ha dado en las entrevistas no parecían muy convincentes así que la hipótesis de que desistiera de tocar en directo y hacer giras posiblemente debido a su debilidad y dolencias cardíacas toman fuerza y no parecen para nada descabelladas. 

Con la salida de «Under the sign of the black mark» al mercado, BATHORY se consolidó como una de las mayores fuerzas emergentes del panorama mundial del metal extremo.

En este su tercer disco, BATHORY por fin se alejan del sonido cochambroso de sus 2 discos anteriores, abandon por completo cualquier atisbo de música punk y se centran de pleno en el black metal más primitivo que uno se pueda imaginar, con bastantes pinceladas de thrash, speed y death metal. Desde la velocidad endiablada de «Massacre» o «Equimanthorn» hasta el sonido pesado y «orgasmatrónico» de «Call from the grave» pasando por «Enter the eternal fire» donde ya se perfilan algunos toques épicos que se acabarían de asentar poco tiempo después en el sonido de BATHORY, todo ello convierte a «Under the sign of the black mark» en el mejor disco de BATHORY de su período black metal comprendido entre su primer y tercer disco.

Llegados a este punto, entiendo que las inquietudes tanto musicales como líricas de Quorthon empiezan a cambiar y fruto de ello sale al mercado «Blood, Fire & Death», un discazo como la copa de un pino que demuestra que BATHORY no se estanca y tira evolutivamente hablando hacia adelante. En «Blood, Fire & Death», Quorthon empieza a dejar intuir cuál va a ser el siguiente paso que BATHORY va a dar, gracias a temas tan míticos como la majestuosa introducción «Odens ride over Norland», «A fine day to die» o «Blood. Fire & Death» donde se empiezan a vislumbrar los primeros toques «vikingos» y épicos en su música junto con su clásico estilo black/death/speed, representado en temas como «Dies Irae».

Las voces limpias, los teclados, las guitarras acústicas, los coros y los efectos de caballos, batallas y demás empiezan a tomar forma en «Blood, Fire & Death», pero no será hasta «Hammerheart» que todos esos elementos se convertirán en las señas de identidad del grupo.

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Una vez definido su nuevo estilo, BATHORY sacan «Twilight of the gods», un disco que sigue las mismas pautas que «Hammerheart», aunque con unos temas más lentos y atmosféricos y una producción infinitamente mejor a cualquiera de sus anteriores trabajos. Aún así los temas no tienen la espontaneidad de su antecesor y mucho menos, la habilidad para sacar a relucir tal cantidad de emotividad.

Por entonces, y suponemos que influenciado por todos aquellos que añoraban la brutalidad de los BATHORY de antaño, Quorthon se vio obligado a cambiar de estilo intentando así demostrar que todavía sabía como hacer música extrema; El tiro le salió por la culata.

«Requiem», de 1994, es un auténtico despropósito de principio a fin, un disco mediocre donde Quorthon intenta plasmar una especie de «thrash metal» muy pero que muy cutre. Al igual que el siguiente «Octogon» (otro disco peñazo donde los haya), BATHORY suenan a copia burda y ridícula de SLAYER, con un sonido que algunos han catalogado como el «St. Anger» de los 90’s.

Ni la versión de KISS ni las palabras de Quorthon reconociendo que «Requiem» es su disco favorito salvan a ambos discos de la quema absoluta. Sin temor a nada me aventuro a asegurar que estos sean probablemente 2 de los peores discos de la historia del heavy metal, es imposible reconocer cualquiera de las señas de identidad de BATHORY ni en «Requiem» ni mucho menos en «Octogon».

Tras «Twilight of the gods» y antes de publicar «Requiem» y «Octogon», BATHORY (o más bien, Black Mark Productions), lanzarían una serie de recopilatorios llamados «Jubileum» donde recogería lo mejor de BATHORY junto con algunos temas nuevos o con pequeñas diferencias respecto a los originales. La primera y segunda parte aparecerían en 1992 y 1993 respectivamente mientras que la tercera y última de ellas vería la luz hace unos años, en 1998 más concretamente.

Al año siguiente de publicar «Octogon», suponemos de nuevo motivado por las quejas de los fans ante tales bodrios, Quorthon se sacó de la manga «Blood on ice», un fenomenal trabajo compuesto y grabado entre «Blood, Fire & Death» y «Hammerheart» y que por algún motivo que desconozco, no vio nunca la luz en su día.

«Blood on ice» es una obra maestra de principio a fin. Éste y no otro debería haber sido el disco que sacara BATHORY tras «Hammerheart» puesto que es idéntico y sirve de puente perfecto para el siguiente «Twilight of the gods». Temas como «The revenge of the blood on ice», «The lake» o la cañera «Gods of thunder of wind and of rain» sonaban descomunales puesto que pese a haber sido compuestos y grabados en 1988, fueron mezclados y masterizados de nuevo en 1996. Gracias a este disco (¡Ohhh bendita Grind Zone!) yo y muchos otros que no conocimos el pasado glorioso de BATHORY, léase «Twilight of the gods» para abajo, pudimos adentrarnos en el universo de esta genial banda.

Tras 5 años en los que se especuló mucho acerca de la nueva orientación musical de BATHORY y de si Quorthon podría en pleno siglo XXI retomar su sonido black metal o vikingo, salió al mercado «Destroyer of the worlds», un disco que sin ser malo, sí era confuso. Escuchando detenidamente el Cd puedes encontrarte con pasajes épicos, partes thrash, algo de heavy metal… Está claro que Quorthon intentó contentar a todo el mundo pero no encontró la fórmula adecuada. «Destroyer of the worlds» no es el disco adecuado para adentrarse en el mundo de BATHORY… Al año siguiente, y con las ideas más claras, BATHORY sacan un fenomenal disco, «Nordland» que tendría continuidad al año siguiente con «Nordland II». En ambos discos, Quorthon recupera el sonido de «Hammerheart» y «Blood on ice» para el gozo infinito de sus fans. Pocas, muy pocas bandas son capaces de contentar a sus fans tras 20 años de carrera y Quorthon lo logró, lástima que no viviese lo suficiente como para acabar su obra, un nuevo disco de estudio estaba planeado para salir en breve…

BATHORY y su líder Quorthon tienen asegurados, por méritos propios, su puesto en el Olimpo del metal, ¿O deberíamos decir Valhalla?