Azucena fue la verdadera reina del metal en una España post-franquista repleta de testosterona en el mundo del rock y el heavy metal.

El legado de Azucena: reina del heavy metal en España

El pasado fin de semana, Doro Pesch celebró su 40º aniversario en la música. Lo hizo con un gran concierto en Dusseldorf. Allí, le acompañaron pesos pesados del metal actual como Alissa White-Gulz de Arch Enemy, Angela Gossow o Tarja Turunen. Ante miles de fieles, Doro celebró cuatro décadas completas de travesía que ni han sido fáciles ni han sido siempre exitosas. Leyendo y viendo videos sobre el concierto de Doro, me vino a la mente otra mujer aparecida en el mismo momento y escena, aunque en otro país. Que también lo tuvo difícil y quien no pudo soportar las contrariedades del mundo del rock. No hace mucho, le hicieron algo de justicia en el documental “Ellas son Eléctricas”, que recoge la importancia de diversas mujeres en la escena del heavy metal hecho en España. Pero si de alguien bebieron casi todas fue de la verdadera metal queen de nuestro país: Azucena.

Azucena Martín-Dorado Calvo, conocida artísticamente como Azucena Dorado y en solitario, simplemente Azuzena, nacida en Madrid el 12 de diciembre de 1955, emerge como una de las voces femeninas más reconocibles del heavy metal español en la década de los 80.

Su trayectoria artística es una amalgama de perseverancia, evolución musical y un talento indiscutible que dejó una huella imborrable en la escena heavy metal de España.

Inicios flamencos

Azucena proviene de una familia arraigada en las tradiciones de la copla y el flamenco. Su infancia estuvo marcada por las melodías de la canción española, lo que le permitió adentrarse en el mundo del espectáculo desde una tierna edad. Durante sus primeros años, se desempeñó como bolerista y tonadillera en diversos teatros y salas de fiestas, forjando así una presencia escénica y una seguridad aplastante que más tarde le serviría en su travesía heavy metal. Una presencia fuerte que, a la postre, era pura fragilidad fuera de los escenarios.

La pasión de Azucena por el rock la llevó a explorar nuevos horizontes musicales, lo que eventualmente la llevó a unirse al grupo Huracán en 1982, que estaba en la búsqueda de una vocalista. Esta oportunidad se convirtió en la puerta de entrada a la banda Santa, a la que se unió gracias a la recomendación de Juan Luis Serrano y Fernando Sánchez, miembros de Obús. Santa, liderada por Jerónimo Ramiro, se convirtió en un emblema del heavy metal español, especialmente con el lanzamiento de ‘Reencarnación’ en 1984, álbum que resonó más allá de las fronteras españolas y que vendió una respetable cantidad: 17.000 copias.

Tensiones y baches

No obstante, las tensiones dentro de la banda emergieron debido a las discrepancias creativas, principalmente con Jero Ramiro, quien deseaba tener control total sobre la dirección artística del grupo. Azucena se vio particularmente afectada por los cambios de sonido impuestos en el segundo álbum de Santa, “No Hay Piedad para los Condenados”. El disco exploraba sonidos más comerciales, cercanos al AOR, tras la entrada en la banda de Miguel Angel collado como teclista. Pese a la apertura de sonido, el público que encumbró a la banda en un primer momento dio la espalda a dicho cambio, vendiendo menos de la mitad de copias del segundo disco.

El giro en el sonido llevó a Azucena a abandonar la banda para emprender una carrera en solitario en 1985, aunque los problemas contractuales con Zafiro retrasaron este nuevo comienzo casi tres años. Mientras tanto, Ramiro optaba por incorporar a la cantante argentina Leonor Marchesi a la banda. Con la nueva incorporación, Ramiro y el resto de la banda grabaron el disco “Templario” en los estudios Mediterráneo de Ibiza, realizando un mix de sus dos discos editados hasta la fecha. El fracaso fue estrepitoso: apenas se vendieron 3.000 copias y la banda se despidió de los escenarios en 1987. Jero Ramiro se volcó en dar clases de guitarra a la academia Rockservatorio de Hermes Calabria de Barón Rojo, tarea que ya había arrancado en 1985.

Tras superar los obstáculos contractuales, Azuzena lanzó su primer álbum en solitario, “La Estrella del Rock” en 1988, explorando un rock melódico más comercial, un cambio notable respecto a su anterior estilo heavy metal. Sin embargo, el intento de posicionarse en un nicho más comercial tampoco fue bien recibido por su audiencia metalera, lo que la llevó a regresar a sus raíces con “Liberación” en 1989. Este álbum representó una vuelta al rock potente, con una formación musical que complementaba perfectamente la visceralidad y las habilidades vocales de Azuzena.

Un final triste

A pesar del esfuerzo y el talento desplegado, la incidencia de sus álbumes en solitario no alcanzó las expectativas, lo que llevó a Azucena a un retiro discreto pero doloroso de la música. La vocalista parecía frustrada y dolida con la manera en que la industria de la música la había engullido, masticado y tirado a la basura.

Tras alejarse de los escenarios, encontró consuelo en la hostelería, montando un bar en la extinta playa del Cocó de Alicante y más adelante otro local cuando la ley de costas terminó con su chiringuito. Pese a especularse ocasionalmente con su regreso a la música, Azucena falleció en soledad a la edad de 49 años un 31 de enero de 2005, víctima de un edema pulmonar.

Azucena Dorado fue una pionera, una de las primeras mujeres en desafiar las normas y subir a un escenario heavy metal en la España de los años 80, un mundo testosterónico, machista y aún heredero de los cuarenta años de dictadura franquista. Su vida y música siguen siendo una fuente de inspiración, un testimonio de la pasión, la tenacidad y el espíritu indomable que la definió tanto en el escenario como fuera de él. Su discografía, aunque breve, sigue siendo un testimonio de su talento y su contribución al heavy metal. Como se suele decir, ella caminó para que otras hoy puedan correr.

En años recientes, se puso en circulación el bien investigado documental ‘Ellas son eléctricas’, una reverencia a la indomable dama del heavy metal español y a otras mujeres que, como ella, decidieron desafiar las barreras de género y las adversidades en una industria dominada por hombres. En retrospectiva, la vida de Azucena Dorado no es solo una narrativa de música y lucha, sino también una fuente de inspiración para las futuras generaciones de artistas que aspiran a seguir su propio camino, sin importar los obstáculos que encuentren en su camino musical.