El arte del Black Metal, inmortalizado por Ester Segarra
Tras más de 15 años al pie del cañón fotografiando a lo más granado del metal extremo, la barcelonesa afincada en Londres Ester Segarra ha decidido reunir en “Ars Umbra” una colección de fotos que representen lo más fidedignamente posible su hasta ahora prolífica carrera fotográfica. Está nominada a los premios Metal Hammer Awards en España en 2019, y antes de que se desvele quién obtiene el galardón a mejor fotógrafo/a, hablamos con Ester para conocer de cerca su obra y el mundillo en el que trabaja.
Cuando uno escucha cómo fueron los comienzos de Ester Segarra en el mundo de la fotografía no puede evitar que se le venga a la cabeza la típica expresión de “mujer hecha a sí misma”. Abandonar su Barcelona natal con una mano delante y otra detrás rumbo a Londres para que su gran pasión se convirtiese en su forma de vida solo supuso el comienzo. Fue allí donde, subsistiendo a duras penas, llegó el flechazo de su segundo gran amor después de la fotografía: el metal extremo. Con un esfuerzo y determinación fuera de toda duda logró aunar sus dos grandes pasiones para convertirse en todo un referente en su especialidad.
De Barcelona a Londres
El arte es algo que, a las personas a las que le apasiona, suele gustar desde edades muy tempranas, y en este caso no ha sido diferente. «Desde pequeña siempre tuve gran interés en todo tipo de expresiones artísticas tales como dibujar o pintar. Fue cuando tenía 6 ó 7 años que quedé fascinada con una fotografía de una puesta de sol en un libro que había en mí casa. Esta foto tuvo en mí el efecto de teletransportarme a otro sitio muy lejano, algo que hasta entonces jamás había sentido», nos cuenta Ester sobre sus inicios artísticos.
Enfocándose más al terrero fotográfico, que ha sido el más trascendente de su carrera dentro de su faceta como artista, Ester nos explica cómo empezó todo: «al cumplir los 16 años tuve la oportunidad de apuntarme a un curso de fotografía para el cual tuve que utilizar la cámara de una amiga ya que en aquel entonces yo no tenía. Podría decir que en ese momento fue cuando se despertó en mí la pasión por la fotografía y tuve claro que es a lo que quería dedicarme.
Poco más tarde empecé la carrera de económicas y no tardé en darme cuenta que ese no era el camino que quería seguir. Tras esto decidí seguir seriamente con los estudios de fotografía y en el segundo curso opté por irme a trabajar unos meses a Londres para poder costearme dicha formación sin tener que dar cuentas a mis padres los cuales nunca estuvieron de acuerdo en que estudiase fotografía».
El hecho de salir de casa y no solo a otra ciudad, sino a otro país en el que el idioma, la gente y, en general, la cultura es muy diferente a la tuya es un hándicap a tener en cuenta, y más cuando viajas en un proyecto que tiene más ilusión en un primer instante que una serie de seguridades económicas para subsistir. «Llegué a Londres sin saber hablar inglés y con 100 euros. El planteamiento era encontrar trabajo lo antes posible y en caso de no lograrlo volver a Barcelona», explica Segarra, quien estaba ante el proyecto de su vida hasta la fecha.
Si a esto se le suman las dificultades que puede acarrear el mero hecho de existir y de las circunstancias que suceden en todos los barrios, las cosas pueden ir en una dirección u otra. En este caso, Ester consiguió una de cal y una de arena, porque como nos declara, «tuve suerte y no tarde en empezar a trabajar 7 días a la semana, pero todo se terció cuando, con algo de dinero ahorrado, entraron a robarme en mi piso. Por una de esas casualidades del destino, se llevaron todo el dinero pero no se llevaron la cámara (la cual habían dejado encima de la cama). El robo hizo que me viese obligada a prolongar mi estancia en Londres para volver a ahorrar. El tiempo fue pasando y al final me quedé a vivir allí».
Metalera de vocación, fotógrafa de profesión
Es muy típico escuchar en los colegios que se quiere ser futbolista, astronauta, cantante… Más adelante, esa ilusión por profesiones tan utópicas se transforma en otra por oficios que dan la impresión de ser más plausibles pero cuya consecución es casi igual de complicada (con una viabilidad económica estable) que los anteriores como periodista deportivo (el 80% aproximadamente de las alumnas y alumnos de las facultades confiesan haberse sentido atraídos por esa rama), tatuador/a o fotógrafo musical -entre muchas otras más-.
En el caso de Ester, como nos ha contado, nunca pensó en ser fotógrafa musical. «Me gustaba la música por un lado y la fotografía por otro, pero nunca pensé en poder llegar a aunar las dos aficiones. Desde adolescente me gustaba el rock y el punk, aunque la parte más extrema del metal no la descubrí hasta que llegué a Londres. Allí empecé a hacer fotos de amigos que tocaban en grupos y es donde me di cuenta que podía enfocar mi estilo fotográfico a la música», detalla Segarra.
Los inicios en la fotografía musical
Los fotógrafos de conciertos, antes de trabajar al más alto nivel, han estado en medios de comunicación para poder formarse en ese terreno más práctico. También es común que bandas amigas te llamen para que les hagas unas cuantas, pero vaya, estas son las dos ramas principales en los comienzos de un fotógrafo o fotógrafa de la farándula.
En el caso de Ester Segarra, su primera vez un poco «a lo jibiri», ya que, como nos confiesa, «empecé un poco por casualidad. En una ocasión fui a un concierto de un grupo llamado Nebula y echándole cara les vendí a los de la sala que iba como fotógrafa de una revista española. Por suerte me dejaron entrar y ese fue el primer concierto en el que ejercí como fotógrafa. Poco después envié las fotos a varias revistas especializadas y desde Terrorizer me contestaron diciéndome que no iban a publicar las fotos pero que si estaban interesados en que hiciese algo para ellos. El primer trabajo que me encargaron fue un concierto de Static-X y les gustó lo suficiente para darme más», y desde ahí hasta ahora.
El gusto por esa faceta más extrema llegó más adelante, y la culpa la tuvieron Nergal y compañía. Cuando le preguntamos a Ester que qué fue lo que le llevó a especializarse en el metal extremo, nos declara que fue «por la música. La primera vez que fui a la sala The Underworld fue a un concierto de Behemoth y la música y su oscuridad me atraparon de inmediato. Recuerdo que pensé ‘esto es lo mio’. Para mi va todo unido, el sonido que es casi inhumano con la estética que va más allá de los grupos convencionales».
«Ars Umbra» The Art Of Ester Segarra
Sacar adelante la idea de tu propio libro de imágenes que han marcado tu trayectoria es algo que se asemeja en cierto sentido al tema de las profesiones mencionado anteriormente: todos los fotógrafos han pensado en ello alguna vez, pero lanzarse a hacerlo realidad es una tarea ardua y costosa. Ester Segarra ha materializado esta idea, y eso ha hecho que nos preguntemos cómo ha sido el proceso hasta completarse.
«Llevaba ya un tiempo en el que la gente me decía que tenía que hacer un libro, por lo que la idea ya estaba ahí dando vueltas pero no acababa de encontrar el momento y el porqué. El motor arrancó en un momento de mi vida en el que sentí la necesidad de mirar todo lo que había estado haciendo, y ahí fue donde la idea del libro empezó a ganar más fuerza. Se trataba pues de hacer el mejor libro que pudiese hacer y a su vez honrar todo el trabajo y dedicación de estos 15 años, además de a los grupos y toda la gente involucrada en este mundillo», explica Ester.
El hecho de hacer una «criba» de fotos no ha debido de ser nada fácil, y más teniendo en cuenta que son tres lustros en la palestra plagados de instantáneas de diversos tipos. La propia Segarra nos añade entre risas sobre esto que «cada vez que sacaba una foto de la lista es como si me cortasen un dedo», pero claro, cuando hay 15 años detrás y aproximadamente medio millón de fotografías, no queda otra.
Las fotos en el ámbito musical tienen dos apartados, las de sesión a las bandas y las de los directos, y decantarse por unas u otras es otra de las opciones que tuvo que barajar la artista para su obra. A la hora de tomar la decisión, Ester nos puntualiza que «las fotos de directo fueron con las que empecé, pero me decidí a hacer un libro de fotos de estudio ya que no hay ningún otro fotógrafo que yo conozca que haya hecho tantas fotos de sesión de tantos grupos de metal extremo.
Pronto me di cuenta de que tipo de libro quería hacer y resulto un proceso muy laborioso pero a la vez muy intuitivo. Hay una frase de Michelangelo que decía que ‘cada pieza de mármol o piedra tiene una forma inherente y es el trabajo del escultor el desvelar la escultura escondida en dicha piedra’. Algo así es lo que sentí en todo el proceso de selección».
Las bandas presentes en «Ars Umbra»
En el libro hay bandas de metal extremo, lo esperado, pero también se pueden encontrar grupos de música ritual brasileña, algo que puede sorprender a los aficionados cierto sentido, algo ante lo cual Ester dice que está de acuerdo y que «lo primero es que si alguien quiere escuchar metal no necesita que se le dé un libro con musical heavy de acompañamiento. El público a quien va dirigido el libro tiene a su disposición todo el metal del mundo.
Mi intención es que la banda sonora estuviese inspirada por las fotos, por eso se trata de una banda sonora original. A su vez pretendía que la música le diese un ritmo al libro que marcase la lectura del mismo. La inspiración para la banda sonora surgió en un ritual de Macumba que tuve la oportunidad de presenciar en Brasil donde vi el poder que tenía esta música llevando a la gente a otro estado».
Una anécdota de Ester
Varg Vikernes es uno de los referentes en el mundo del black metal desde sus orígenes. Trabajar con el noruego, que impulsó este estilo con Burzum y se hizo muy conocido por el asesinato de otro de los personajes de relevancia del black metal noruego, Euronymous de Mayhem (lo que le condenó a 21 años de prisión), da para anécdota, y por eso hablamos de esto con Ester, quien nos cuenta que en su sesión «ya llevaba más de 6 meses fuera de la cárcel y acababa de sacar su disco ‘Belus’.
Cuando me propusieron hacerle fotos he de decir que me lo pensé habida cuenta del historial que tenía tras de sí en cuanto a ideología y crímenes. Soy fan de su música, y creo que hay que saber separar al artista de la persona, por lo que al final di el paso adelante. Además, he de decir que sentía curiosidad por el personaje en sí y era una oportunidad única para conocerlo y para crearme mi propia opinión sobre él. La verdad es que nos llevamos muy bien a pesar de que en un primer momento se mostró bastante reacio ya que no es muy amigo de la prensa en general. Una vez empezamos a trabajar dejó ver su gran sentido del humor además de mostrarse como una persona muy respetuosa y profesional».
Difícil decisión: La portada de «Ars Umbra»
«Paradójicamente el libro está lleno de fotos de portada pero no encontraba una foto que resumiese toda la obra. Tras darle vueltas durante meses y cuando el libro ya estaba terminado aún no tenía foto de portada. Como se suele decir a veces cuando no sabes que hacer mira a tus héroes y eso fue lo que yo hice. Así me puse a pensar cual fue la portada de un disco que más me haya impactado y esta fue la de ‘A Momentary Lapse Of Reason’ de Pink Floyd. En su día me pareció impresionante que pusiesen esa cantidad camas en una playa para realizar una foto, pero así fue.
Así que decidí enviar un correo electrónico a la agencia de Storm Thorgerson que fueron los que hicieron todas las portadas de Pink Floyd y no tardaron en contestarme dándome ciertas pautas. Por aquel entonces me encontraba en Suecia en casa de unos amigos y tras seleccionar y buscar todos los elementos que quería que apareciesen en la foto nos fuimos a un bosque donde las condiciones luz se prestaban a lo que yo quería. Cuando hay fuego y humo de por medio la sesión se vuelve muy impredecible por lo que fue algo bastante estresante y sin saber realmente el resultado final». Esto es lo que nos señala Ester sobre el proceso de selección de la portada de «Ars Umbra», que, como se puede ver, no fue nada fácil y tiene una historia tras de sí.
Las preferencias de Ester Segarra
Todos los artistas tienen unos gustos o unos impulsos que le llevan a tomar un camino u otro. Seas músico, pintor, escultor, fotógrafo, director de cine… en la naturaleza del arte se encuentra intrínseca la percepción subjetiva del mismo, y en el caso de Ester, ella también tiene ciertas preferencias para desarrollar su trabajo de la mejor forma posible. En cuanto a las sesiones de fotos, es curioso saber en qué momento un fotógrafo prefiere que sean interiores o exteriores, y, en este caso, Segarra nos explica que se decanta por trabajar «en estudio ya que es posible controlar la luz. En las sesiones en exteriores la luz es la que hay y además siempre puede haber gente que moleste. No obstante y cuando hablamos de exteriores el entorno puede llegar a ser una fuente de inspiración en si misma».
En referencia a sus experiencias con distintos grupos y cuáles han sido con los que más ha disfrutado de su trabajo o las ilusiones que han generado en ella, Ester señala que «hay muchos. Quizás los grupos con los que he tenido una relación más duradera, como pueden ser Watain, Electric Wizard, Cathedral, Ghost… En cuanto a con que grupo me hubiese gustado trabajar, podría decir que Slayer, aunque ahora ya va a ser difícil. He hecho fotos con Kerry King, pero no con el grupo al completo».
Un tema fehaciente en el ámbito de los conciertos es el de la continua presencia de los smartphones entre el público grabando y haciendo fotos, algo que la evolución de la era digital ha hecho que se expanda de manera exponencial. Ante esto, Ester declara que le molesta y añade que «un par de fotos vale, pero que te pases todo el concierto con el móvil en la mano… Uno de los motivos por los que de un tiempo acá he venido haciendo menos fotos en directo es porque te pierdes la propia esencia del concierto. Cuando haces fotos quieras o no estás poniendo un filtro entre lo que está pasando y tú. La magia de los conciertos aparece cuando el público se entrega y por descontado si se pasan todo el concierto haciendo fotos esa magia se pierde. Están perdiendo la oportunidad de entregarse y sentir la energía de la música en directo».
El negocio musical
La cultura que existe en el negocio musical no es igual en Reino Unido que en España. Bien es cierto que hay cosas que funcionan de manera parecida, pero otras no, y sobre esto también nos ha hablado Ester: «Es verdad que en España tenemos el factor del idioma, lo cual es un lastre bastante grande que limita pero no es por la capacidad ya que en Inglaterra hay muchos españoles trabajando y puedo decir que tenemos la fama de ser muy currantes. Cierto es que en España el que tiene una revista también hace las fotos, trabaja en una discográfica y 50 000 cosas más a la vez mientras que en Inglaterra la gente está mucho más especializada y profesionalizada de ahí que se valore más el trabajo de los profesionales.
Acerca de cómo está el panorama para las banda, Segarra nos añade que «antes había mucho más dinero. Hace años si un grupo sacaba un disco era relativamente fácil que se vendiese pero hoy en día tienes que ofrecer algo más para llamar la atención de la gente y que estén dispuestos a gastarse su dinero. Un simple CD es algo por lo que cada vez se paga menos ya que siempre vas a poder descargártelo, pero un vinilo o un box-set por poner dos ejemplos ya son algo distinto. Hoy en día hay que dar más por el dinero».
El futuro de Ester
Ni la propia fotógrafa nos sabe decir qué le deparará el futuro entre risas, aunque por el momento su plan es «promocionar el libro hasta final de año y tengo en proyecto trabajar en un par de festivales el año que viene pero aún no están cerrados. También existe la posibilidad de realizar algún tipo de presentación en directo del libro con la música tocada en directo. Por lo demás dejaré de centrarme tanto en sesiones de grupos para volcarme en otros proyectos distintos». De lo que estamos seguros es que si sigue trabajando como hasta ahora le irá bien, y que su trayectoria sirve de referencia a las nuevas generaciones y a otras ya más experimentadas. 15 años y muchos más por llegar.
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