El directo en Budokan es para muchos el momento en el que Dream Theater se hallaban en lo más alto de su propio juego, esa era dorada en que se alinean la frescura creativa, el estado de forma, la ambición y los medios para llevar algo a cabo, en que cada producción es una nueva obra maestra y en que cada directo es un espectáculo.

Si uno se pone a hacer alegorías, puede encontrar similitudes en el ‘Live After Death’ de Iron Maiden del 85 o en el ‘Live Shit: Binge and Purge’ de Metallica del 89, y es que, aunque había cosas buenas en el horizonte, nunca se volvió a ese nivel de excelencia y desempeño, a ese momento en que se suele decir que una banda está en la flor de la vida.

Pongámonos en contexto. El año es 2004 y Dream Theater se encuentran en el legendario Budokan de Tokio con motivo de su gira de presentación de ‘Train of Thought’, un trabajo que para muchos supuso el final de la era dorada del quinteto, pese a que, como siempre, existen tantas discrepancias como seguidores. Había habido una directo en Tokio en la gira del ‘Images and Words’, cuándo la banda se encontraba aún en su infancia y no sabía de lo que era capaz, así como el querido ‘Once in a LIVEtime’, al que aún le faltaba la pompa y la ambición que la banda había de reunir para poder plasmar su esencia en un concierto, por lo que el directo en Budokan supone la mejor carta de presentación posible para unos Dream Theater que por fin disponen de los medios y la confianza.

En otras palabras, con el lanzamiento de este directo, Petrucci y compañía querían decirte: “Esto es de lo que somos capaces. Si no vienes a nuestros conciertos, te estás perdiendo toda una experiencia”.

Confianza en su nuevo material

Si uno estudia el setlist, nos encontramos a unos Dream Theater henchidos de confianza, interpretando no solo 5 temas del trabajo que están presentando, sino también 5 de su creación anterior, el querido y ambicioso ‘Six Degrees of Inner Turbulence’, lo que en sí mismo es una demostración fehaciente de que el legado de la banda aún se está escribiendo y que no hay ningún tema intocable, dejando de hecho a “Pull me Under” o “Beyond this Life: Part 1” como los únicos referentes de discos que, a priori, son los grandes pilares de su trayectoria, debiendo limitarse a breves representaciones en el mágico “Instrumedley” que descargan en este mismo concierto, en el que recogen algunos de los fragmentos instrumentales más majestuosos que habían compuesto hasta aquel momento.

Teniendo esto en cuenta, uno no puede sino evitar pensar en el cambio de mentalidad que ha experimentado Dream Theater, que en menos de cuatro años ha encadenado una gira interpretando el ‘Images and Words’ en su integridad con otra haciendo lo propio con el ‘Metropolis, Part 2: Scenes from a Memory’, pese a que, siendo justos, hasta cierto punto se han visto empujados a ello por los fans.

Solo hace falta remontarse a 2016 para encontrarnos con el fracaso que supuso la interpretación íntegra de ‘The Astonishing’, que revisitaba las raíces conceptuales de la banda, y es que a día de hoy probablemente sea el trabajo más odiado de los estadounidenses, lo que hizo que dieran un volantazo que empujó a la banda a jugar un seguro como es el ‘Images and Words’ para ganarse de nuevo la confianza de los fans. Me atrevería a afirmar incluso que la banda sigue asustada del fracaso de su apuesta, y es que uno solo ha de observar el cambio de actitud que ha habido en esta gira de Dream Theater en las dos partes de los conciertos, en los que la primera ha estado basada en el ‘Distance Over Time’ y la segunda en el ‘Metropolis, Part 2: Scenes from a Memory’. Como suele ocurrirles a muchas bandas: se han terminado volviendo prisioneros de su propio éxito.

Pero cuándo tocaron en Budokan todo era distinto. Si, seguro que había quiénes decían que sin Sherinian algo se había perdido, pero la sensación era que el grupo no había dejado de crecer, y que en su interior no había un ápice de miedo, sino de ambición.

Eran años dulces, de vender mucho más de lo que uno jamás habría esperado de una banda de prog con canciones de más de diez minutos, y el género no volvió a llenar arenas hasta que Tool se irguió como una fuerza de la naturaleza, y en el “Instrumedley” se interpretaban fragmentos de ‘Liquid Tension Experiment’, un proyecto instrumental compuesto de tres miembros de Dream Theater, ¿por qué?, pues porqué sí, porqué al final del día todos eran amigos y se lo pasaban genial tocando juntos.

Un concierto para recordar

Si no eres fan de Dream Theater y por algún motivo has llegado hasta aquí, escucha el directo y empezarás a entender muchas cosas. Entenderás porqué la banda ocupa ese lugar en el olimpo del heavy metal, porqué su nombre se ha convertido en un sinónimo del progresivo y porqué se espera que un concierto del género pueda llegar a durar tres horas.

¿Hubo decadencia después del Budokan? No, realmente, o al menos no fue una era más “decadente” de lo que fue Helloween con Andi Deris o Accept con Mark Tornillo. Hablaríamos de una etapa definitivamente diferente, alejada quizás de todo cuánto les diera notoriedad y fama en primer lugar, y que sin duda se vio gravemente afectada por la partida de Portnoy en 2010. Es común considerar al batería como al miembro más fácil de sustituir de una banda, y pese a que las aportaciones compositivas de Portnoy casi podrían rivalizar con las de Neil Peart en Rush, su aportación musical y su presencia en el escenario es una parte intrínseca de lo que hizo grande a Dream Theater. Si dudas de mis palabras, limítate a mirar el directo en Budokan.

Pero estamos adelantando los acontecimientos, y es que antes de que todo esto sucediera, a ‘Train of Thought’ lo sucedió ‘Octavarium’, un disco intachable que sin embargo comenzó a despertar ampollas entre los fans. Si preguntas, hay muchos que te dirán que “Panic Attack” o “Octavarium” son de sus canciones favoritas, pero otros fruncirán el ceño y te dirán que ahí comenzó lo malo, y uno solo ha de escuchar el épico directo que es ‘Score’ para darse cuenta de que más no siempre es mejor, y que de algún modo, algo dentro de Dream Theater se había consumido para siempre, ese Ápeiron que otorga frescura, ambición y desempeño.

Uno podría pensar que, para ser un artículo sobre el Budokan, he hablado poco del concierto en sí mismo, pero siempre he sido de los que ha considerado que son las actuaciones en directo de un grupo las que te aportan una mayor perspectiva sobre su situación psicológica y creativa. Uno solo ha de ver el rostro de Adrian Smith en el ‘Maiden England’ para saber que dos años después abandonaría la banda, del mismo modo que uno puede entender que el ‘Pumpkins United’ es un esfuerzo genuino nacido de la pasión y de una reconciliación sincera solo con ver a Hansen y a Weikath tocando juntos sobre un escenario, mientras que Slash y Axl Rose no cruzarán una mirada en tres horas de concierto.

He ido señalando grandes conciertos de la historia del heavy metal y francamente, me atrevería a decir que el show en el Budokan tiene un lugar más que merecido entre los mejores conciertos del metal, puede que incluso de la historia de la música, junto al ‘Live Aid’ de Queen o el ‘Made in Japan’ de Deep Purple. Es un reflejo del mejor momento de un grupo que si bien nunca ha hecho el ridículo, no ha vuelto a tales niveles de grandeza.

Considero que es ingenuo pensar que un hipotético retorno de Porntoy, puede que en un despampanante experimento con dos baterías al más puro estilo King Crimson o como ya hiciera Genesis en la gira del ‘Trick of the Tail’, sea la solución a todo esto, o puede que vaya siendo hora de que nos abneguemos de que muchas cosas buenas pasan una sola vez, y que JK Rowling no volverá a escribir otro Harry Potter o que los Wachowskis no volverá a grabar un Matrix.

Sea como sea, el directo en Budokan siempre estará ahí: como un recordatorio para los que duden y como un recuerdo para los que estuvieron.

Marc Fernández