«Alice» cumple 30 años
Dejando de lado los clásicos de siempre de las bandas conocidas como Big 4 (Metallica, Megadeth, Anthrax y Slayer), pocos discos de Thrash Metal han sido tan influyentes y reivindicados como el debut de los canadienses Annihilator, “Alice in Hell”, editado en 1989 y uno de los grandes superventas del género.
Junto a su siguiente “Never Neverland”, el debut de la banda de Jeff Waters se codea junto a otros trabajos seminales de Kreator, Testament, Overkill, Exodus, Death Angel, Sodom o Dark Angel como uno de los discos imprescindibles para entender el devenir del género más allá de los citados 4 grandes. Desde su residencia/estudio en Durham, Reino Unido, Jeff nos acoje durante un par de días para charlar con él de diversos asuntos, “Alice in Hell” incluido.
Los orígenes
“Alice in Hell” salió al mercado en Abril de 1989 de la mano de Roadrunner Records. Pero a diferencia de otros discos, no fue grabado de una tacada con vistas a ser editado profesionalmente por un sello sino que fue grabándose poco a poco durante todo 1987 y 1988 hasta que el prestigioso sello holandés (cuya delegación americana Roadracer acabaría absorbiendo a la europea) viendo el potencial del material que la banda tenía entre manos, puso 20 mil dólares sobre la mesa para acabar el disco que a la postre sería uno de los de mayor repercusión de todo el sello. Jeff Waters recuerda aquellos primeros años de transición antes de profesionalizarse como banda, “Empezamos como banda en el 84, John Bates y yo.
Básicamente casi todo el material de “Alice in Hell” y “Never Neverland” fue compuesto entre 1985 y 1987 y muchos de esos temas aparecieron ya en nuestras 2 demos. Durante los años fuimos dándole vueltas y más vueltas a las canciones hasta que con la llegada de Ray Hartmann a la batería y Randy Rampage a la voz acabamos por darles el aspecto definitivo”. Con una considerable vista a largo plazo, Jeff decide guardar algunas de esas canciones que tantos años les había llevado pulir para su segundo trabajo “Never Neverland”, editado en 1990. “Por aquella época, los sellos insistían mucho en que pusieras tus mejores temas en la cara A del vinilo y dejaras por lo menos una buena para la cara B. Consciente de ello, decidí guardarme “I am in Command” y “Road to Ruin” para mi segundo disco pues estaba convencido de que eran muy buenos temas”.
Annihilator publicaron 3 demos (“Welcome to your Death”, “Phantasmagoria” y “Alison Hell”) siendo la última de ellas la que llamó la atención de Roadrunner y les consiguió el dinero y apoyo suficiente para poder acabar el disco. Cuesta creer que a tenor de la calidad de las dos primeras, ningún otro sello de la época se interesase por Annihilator, “Nuestra primera demo era un tanto ruidosa y no sonaba muy bien, pero la segunda sí que tuvo cierta repercusión y la movimos por todos lados, se vendió muy bien.
Recuerdo enviársela a infinidad de sellos y casi todos respondían que no era precisamente lo que estaban buscando. Piensa que en el 86 el Thrash todavía no había alcanzado su cima comercial, eso sucedería al poco tiempo. Recuerdo un día recibir una carta de Metal Blade, era el propio Brian Slagel, ¡Estaba interesado en nuestra música!. Recuerdo quedarme anonadado cuando vi la cifra de 2 mil dólares, luego seguí leyendo… En realidad no nos querían a nosotros, querían nuestro tema “Alison Hell” para que lo grabara y editara una de sus bandas, Lizzy Borden. Hablé con mi padre y fue él quien me frenó los pies y me dijo que si estaban dispuestos a pagarme 2 mil dólares por una de mis canciones, quizá debería quedármela y componer más”. Estamos hablando de 1986/87, época en la que la música Metal estaba en pleno apogeo comercial y el sueño de todo grupo era fichar por una multinacional y petarlo, no acabar en un sello independiente cuya reputación entonces no era la que tienen a día de hoy.
“Envié las demos a todas las multinacionales que conocía, solo MCA respondió aunque la cosa no fue a ningún lado. Conocimos también a Michael Alago, el tipo que fichó a Metallica para Elektra Records, vino a vernos a un bolo. Él trabajaba para Geffen por aquella época, intentó ficharnos, incluso tras “Never Neverland” volvió a intentarlo, pero no cuajó la cosa por algún motivo”. Lejos de tirar la toalla, Jeff siguió moviendo sus demos por todos lados hasta que un buen día recibe una carta de Monte Conner, un tipo que llevaba un programa de radio en New York (y que a la postre acabaría trabajando como A&R para el sello y fichandoa gente como King Diamond, Sepultura, Obituary o Machine Head), “Monte pinchaba nuestras demos en su radio cada dos por tres. Nada más entrar a trabajar en Roadrunner, propuso que nos ficharan e imagino que dado su entusiasmo, le hicieron caso”.
No solo Jeff Waters consiguió hacerse con un contrato discográfico con el entonces relativamente prestigioso sello sino que logro convencerles de que le dejaran grabar, producir y mezclar el disco algo poco común en aquella época cuando los sellos -dado el abultado precio de entrar en estudio- colocaban a un productor para hacerse cargo de todo y estar al mando de la inversión del sello, “Por entonces un sello independiente podía fácilmente darte 50 o 100 mil dólares para hacer un disco, cifras a años luz de los 20 mil que pueden darte a día de hoy con un poco de suerte. Se vendían discos, en realidad no era tanto dinero si lo ves con perspectiva.
Monte Conner había escuchado mis demos y supo ver que yo sabía lo que tenía entre manos. Imagino que debió pensar que si era capaz de hacer aquello con un 4 pistas podría hacer algo de cierta envergadura con mejor equipo y un mejor estudio. “Alice in Hell” suena a demo, eso es innegable, pero posee cierta magia que hace que a la gente le encante. En aquella época la producción no era tan importante, no todo el mundo podía costearse estudios de primer nivel. Si la ejecución y los temas eran buenos, nadie reparaba mucho en si el sonido era así o asá”.
Se desata la locura
“Fuimos el primer fichaje de Monte para Roadrunner y la cosa salió bastante bien” recuerda Jeff Waters, “Alice in Hell” fue el disco de Metal con un sello independiente más vendido de todo 1989 y creo que sigue siendo el lanzamiento independiente de Thrash junto al “Never Neverland” que más ha vendido, acabamos despachando 250 mil copias en Usa que es una barbaridad para una banda que no tenía el poder de una multinacional detrás. El disco funcionó muy bien en Usa, Japón, Canadá, Alemania, Inglaterra…”. Llegar hasta ese punto no fue fácil, requirió de mucho sacrificio y penurias, algo que Jeff recuerda con cierto anhelo y tristeza, “Fue difícil procesar ese éxito tan repentino. Piensa que los dos años previos a sacar el disco, yo no tenía un duro, literalmente, no podía comprar cigarros, ni bebida, ni comida ni nada, recuerdo hacer una comida al día únicamente y estar bastante cascado de salud pese a ser muy joven todavía”.
Si existe una canción icónica en este disco, en el catálogo entero de Annihilator y en el Thrash en general, esa es sin lugar a dudas “Alison Hell”, que no “Alice in Hell” (que es como se llama el disco). Arroja el señor Waters un poco de luz sobre un tema que siempre fue fruto de la confusión, “No hay mucha historia tras ello. Cuando John Bates y yo escribimos esa canción decidimos llamarla “Alison Hell” porque Alison era el nombre de la protagonista y Hell su supuesto apellido. No fue hasta bastante tiempo más tarde, cuando tocó ponerle nombre al disco, que John sugirió ese juego de palabras como algo gracioso, sin más”. “Alison Hell” contó con un curioso videoclip, casi igual de icónico que el tema que quien más o quien menos todo el mundo ha visto alguna vez en el garito heavy de turno.
No obstante, sorprende que nunca fuese editada como single siéndolo en su lugar “Word Salad”, “Recuerdo que fue cosa del sello. A nosotros querían promocionarnos como una banda de Thrash y pese a que lo éramos, “Alison Hell” no era nuestro tema más cañero. De hecho es un tema algo más comercial y cargado de groove que el típico tema de Thrash. Tiene partes que suenan a Iron Maiden, Michael Schenker, Loudness… Haberla editado como single para radios quizá habría sido un poco confuso. Nada más salir el disco todo el mundo puso su mirada en la canción “Alison Hell” así que optamos por hacer un video para ella”. “Alice in Hell” se abre con la famosa intro de guitarra clásica “Crystal Ann”, una de las piezas más reconocidas de Annihilator.
Jeff nos cuenta la historia tras el tema, “Debía ser 1984 o 85 cuando escuché por primera vez el “Friday Night in San Francisco”, el disco que grabaron Paco de Lucía, John McLaughlin y Al DiMeola. Era alucinante escuchar a esos 3 tipos tocar de esa forma con púa y dedos, creando ese sonido a medio camino entre clásico, jazz, flamenco. Así que me propuse hacer una intro de ese tipo. Apenas llevaba 2 o 3 años tocando con guitarra clásica así que tampoco daba mucho más de sí. Me sorprende lo rápido que la grabé, parece que estuviera puesto de cocaína (Risas). Es una pieza muy conocida, sé que en escuelas de guitarra clásica se la enseñan a los alumnos cuando toca mirar cosas más modernas y no de hace 100 o 150 años. Creo recordar que fue el primer tema en ser grabado por varios músicos tocando a la vez en diferentes sitios, sucedió en Rusia hace unos años”.
Del mismo modo, cierto grado de confusión hubo entorno a la formación de la banda en esa primera época. Jeff recuerda los acontecimientos, “El disco lo grabamos yo a las guitarras y bajo, Ray Hartmann a la batería y Randy Rampage al bajo. Mi idea era sacar este disco como un trabajo en solitario mío con músicos de sesión. En las fotos y videos iba a aparecer yo solo, pero fueron mi manager y el sello que me convencieron de que debía tener la apariencia de banda, necesitaba reclutar a gente. La gente quería ver una foto con 5 tipos duros con pelos largos, no otra cosa. Así pues, acabamos pillando a Anthony Greenham y Wayne Darley básicamente para las fotos y videos. Wayne se quedó con nosotros unos pocos años y Anthony ni siquiera llegó a tocar pues fue sustituido por Dave Scott Davies. Es curioso pues Anthony acabó siendo el manager de Nickelback unos 10 años después!”.
Más allá del trabajo de Waters a las guitarras, “Alice in Hell” destaca por la voz rasposa de Randy Rampage, un tipo que en absoluto venía de la escena Metalera pero que acabó dejando unas líneas de voz para la posteridad y una actitud sobre el escenario única y poderosa, “Hicimos audiciones para pillar cantante y se presentaron 4 o 5 tíos, el único que daba el pego era un tipo pero su voz era demasiado aguda, más alta que la de Geoff Tate de Queensryche. A mi me gustaba pero era obvio que necesitábamos algo más agresivo. Al final acabamos utilizando su voz para esas dos frases casi operísticas que suenan en el tema “Alison Hell”. Un buen día mi manager me dijo que conocía a un tal Randy Rampage, que era bajista de D.O.A, una banda de punk, pero que como frontman seríaespectacular.
No lo veíamos claro pero le probamos y nos quedamos alucinados. No era el mejor cantante del grupo pero un jodido rockstar, un frontman de los de verdad. Era como un David Lee Roth versión punk (risas). Acabamos concluyendo que podía quedar curioso el contraste de tener a una banda super técnica y muy ensayada detrás y en primera línea a un frontman medio loco liándola parda tirándose al público, escupiendo, sangrando, rompiéndose piernas y brazos…”. Tal y como apunta Jeff, Randy Rampage fue parte del éxito inicial del grupo, aunque no duraría mucho en la banda. “Randy tenía un muy buen curro, ganaba mucho dinero. Nos salió una gira por arenas en Usa de teloneros de Testament y a una semana de acabarla, Randy pilla un vuelo y desaparece.
Por lo visto si faltaba más de un mes en su trabajo lo perdía así que cogió y se fue. Nuestro mananger lo sabía y no dijo nada, me cabreé con él porque de haberlo sabido podríamos haberle pagado mucho más dinero, Annihilator movía bastante dinero por entonces. Los últimos bolos de la gira tuve que acabarlos yo cantando, obviamente”. Cuando la banda volvió con fuerza en 1999 con nuevo disco bajo el brazo, “Criteria for a Black Widow” (supuesto disco de reunión del Annihilator con la formación del “Alice in Hell”), sorprendió ver de nuevo a Randy Rampage sobre un escenario en aquella legendaria gira con Overkill que unos pocos afortunados pudimos presenciar en una sala Mephisto casi vacía. Sin embargo, los viejos (malos) hábitos de Randy no habían desaparecido, “Randy iba todo el día puestísimo de coca, alcohol, heroína… Yo podía soportarlo pero un día tuvo una pelea con Dave Scott Davis y Randy le sacó un puñal.
Cuando Bobby de Overkill vio aquello me dijo “Waters, tienes que hacerte cargo de este tío” así que le metimos en un vuelo y se volvió para Canadá, tuve que acabar yo de nuevo la gira cantando. La prensa dijo que el incidente había sido conmigo pero no es cierto, fue con Dave, nuestro guitarra. Pese a todo ello, no guardo ningún rencor hacia Randy, era un desmadrado, pero era buen tío y un muy buen frontman”. Randy Rampage, por desgracia, falleció el pasado mes de agosto y con su muerte desaparecieron las posibilidades de una última reunión que en palabras de Jeff estuvo casi a punto de producirse, “Debíamos hacer una gira de 3 meses a finales del pasado año, la idea era que Rampage, su banda, nos teloneasen, y quizá en el tramo final del show que Randy se subiese con nosotros a cantar 3 o 4 temas.
Pero en agosto falleció y ello sumado al hecho de que yo me mudaba a Inglaterra y debía construirme el estudio, acabamos por aplazar la gira hasta finales de este 2019, un año exactamente adelante”. Randy Rampage dejó una imprenta enorme en Jeff Waters, pese a sus problemas y adicciones. Recuerda Jeff una anécdota graciosa, “Randy era como Jekyll & Mr. Hyde, podía ser el tipo más gracioso del planeta pero cuando entraba en juego la heroína, se convertía en un demonio. A todos nos gustaba escuchar sus historias, piensa que él era como 5 años mayor que nosotros, había vivido los días gloriosos del punk y siempre tenía anécdotas rocambolescas que contar. Recuerdo en el 2002, en España, en el Rock Machina Festival, yo debía tocar con Annihilator y Savatage.
Llegué un par de días antes al festival y en el hall del hotel me encontré con Duff McKagan, bajista de Guns’n’Roses, que tocaba en el festi también con su banda Loaded. El hall del hotel estaba vacío así que Duff se me acerca y me invita a dar un paseo, charlar y fumar un cigarrillo. En esas que cuando me pregunta en qué banda toco y le digo Annihilator, el tío se pone super nervioso y me chilla, ¿No era esa la banda de Randy Rampage?. Por lo visto Randy y su banda D.O.A. era uno de los ídolos de Duff cuando era un crío en Seattle, los había visto tocar muchas veces, era fan incondicional. Llegó a reconocerme que su look y forma de tocar en los días de “Appetite for Destruction” era una influencia directa de Randy Rampage, imagínate cómo me quedé”.
Sangre, sudor y recompensa
“Alice in Hell” no fue un disco fácil de hacer. La banda estuvo casi un año y medio en el estudio dándole forma, proceso tedioso que puede acabar con la paciencia y energía hasta del más aguerrido y devoto músico. Jeff sin embargo tenía una misión, hacer el mejor disco posible con el menor de los recursos de los que disponía, “Era desesperante. Dado que nuestro presupuesto era tan justito, solo podíamos ir a grabar al estudio 3 horas cada día a las tantas de la mañana y 3 o 4 días a la semana. Total, que me tiraba toda la semana ensayando en casa y tocando como un loco para poder aprovechar al máximo esas 3 horas de las que disponía. Y nunca eran 3 horas pues tienes que enchufar amplis, dejar que se calienten, afinar, encender máquinas… Quizá aprovechábamos un par.
Estuvimos un año y medio yendo al estudio aunque el tiempo total útil no creo que fuese ni uno o dos meses”. El tiempo pasaba y el resto de bandas de Thrash competidoras iban sacando más y más discos, Annihilator sin embargo no habían podido lanzar el suyo todavía, “Era frustrante, pero poco podía hacer. Mi objetivo era sacar el disco y poder montar una banda para salir a la carretera, pero veía que se punto nunca llegaría. Por fortuna sacamos el disco en Abril del 89 y por ello somos considerados una banda de los 80, ¡8 meses más tarde y habríamos sido una banda de los 90 como Pearl Jam! (Risas)”.
Con el disco en las tiendas y vendiéndose como rosquillas (1 millón de copias se han llegado a despachar a nivel mundial), Annihilator se lanzan a la carretera, primero con Onslaught en Europa y posteriormente con Testament por Estados Unidos, dos grandes retos para una banda que como tal apenas había dado conciertos, “Antes de la salida del disco, apenas hicimos un par de shows en la costa oeste de Estados Unidos y otro par en Vancouver, eso es todo. A diferencia de la mayoría de bandas que antes de irse de gira de modo profesional suelen tirarse 2, 3 o 4 años girando en furgoneta y tocando en garitos, Annihilator no pasó por esa fase.
Tras unos pocos bolos como banda, nos fuimos de gira con Onslaught por Europa con Nightliner, tourmananger, compañía de luces, de sonido, dos cocineras… Pasar de vivir en un agujero de mierda en Vancouver sin tener un duro a vivir como una estrella del Rock fue duro para mi y para la banda, todos salvo el batería acabamos alcohólicos perdidos. Yo me tiré 4 años desde 1989 hasta 1993 borracho cada día, literalmente. No había día que no me bajase 8 cubatas por lo menos. Por suerte supe parar a tiempo, no como Pantera por ejemplo con quien giramos cuando sacaron “Cowboys From Hell” junto a Judas Priest que siguieron de juerga hasta el fin de sus días”.
Con la publicación de “Alice in Hell” y el éxito cosechado por el grupo, el perfil de Jeff Waters como compositor, músico y estandarte de la segunda generación de bandas de Thrash Metal subió como la espuma, tanto que incluso el propio Dave Mustaine se acercó a él para ofrecerle unirse a Megadeth en sustitución de Jeff Young (aunque el puesto finalmente se lo llevase Marty Friedman de Cacophony), “Estábamos de gira con Testament y una noche me llama a mi habitación Chuck Billy para decirme que tiene en la otra línea a Dave Mustaine, que vaya corriendo hacia la suya para ponerme al teléfono”. Dave, hasta la fecha, siempre ha negado esa llamada o dice no recordarla, “Mustaine estaba muy jodido por entonces por el alcohol y las drogas, yo también, pero nunca iba a olvidar esa llamada por parte de una de mis bandas favoritas por entonces.
Dave me pidió que me aprendiese la cara B de su disco “Peace Sells…” y que figuraba entre sus planes regrabar “Crystal Ann” para el próximo disco de Megadeth. De primeras casi le digo que sí pero me paré a pensarlo y acabé por denegar la oferta; Annihilator acabábamos de sacar nuestro primer disco, se vendía muy bien, teníamos giras previstas para los próximos años, un buen contrato discográfico, contrato de management… Haber entrado en Megadeth habría significado tirar todos esos logros a la basura. Dave me lo volvió a proponer en el 2002 y 2004 pero la cosa no prosperó, incluso me pidió hace unos pocos años si quería ser su técnico de guitarras en la gira que hicieron con Slayer.
Me habría encantado hacerlo pero no tenía mucho sentido, la verdad. Otra cosa curiosa de la relación Annihilator-Megadeth me la contó Dave Ellefson hace poco. Él nos casó a Angie y a mi y en las Vegas, recuerda que es pastor y oficia matrimonios. Dave me confesó que cada día durante semanas que duraron los ensayos para grabar “Rust in Peace”, iba la banda en el coche escuchando “Alice in Hell” y flipándolo. Solo de pensar que nuestro disco pudo influenciar de algún modo ese trabajo de Megadeth, uno de mis 5 discos favoritos de siempre, me llena de orgullo”.
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