Iron Maiden: 20º aniversario de la vuelta Bruce Dickinson y Adrian Smith
En 1999 los fans de Iron Maiden estaban de enhorabuena. Lo que parecía una utopía después de un sinfín de declaraciones de rechazo entre ambas partes consiguió encaminarse y las negociaciones llegaron a buen puerto. La doncella había vuelto para quedarse.
Actualmente las nuevas generaciones de metalheads tienen la concepción de Iron Maiden como un verdadero estandarte del heavy metal, de auténtico titán capaz de llenar un estadio como el Wanda Metropolitano, algo al alcance de muy pocos en este oficio. Pero algunos lustros atrás, en pleno apogeo del grunge y el nu metal, la banda de Steve Harris se desmoronó por un tiempo, convirtiéndose en una caricatura de sus años dorados en la década de los ’80.
1988-1993: El principio del fin
‘Seventh Son Of A Seventh Son’ es para muchos el último gran disco de la banda británica, un compendio de grandes composiciones vanguardistas rozando el metal progresivo, que se ganó un lugar muy especial en los corazones de los fans (aunque ya había un sector quejoso debido a que aquello no sonaba como ‘The Number Of The Beast’ o “Powerslave”) aportando grandes himnos a la carrera del grupo como “The Evil That Men Do”, “Moonchild” o la majestuosa canción que pone título al álbum.
Pero en el seno del grupo las cosas no empezaban a funcionar como era debido. Las tensiones internas entre el más innovador Bruce Dickinson o el inmovilista Steve Harris por el rumbo musical (que ya habían empezado en la grabación del anterior ‘Somewhere In Time’, y que se saldó con cero aportaciones del cantante como compositor en el mismo) se estaban volviendo más intensas.
Tampoco ayudaban las interminables giras realizadas en aquellos años, donde la cifra siempre superior al centenar de fechas por tour provocó en cierto punto cansancio y hastío en casi todos los miembros de la banda, desencadenando un declive de las relaciones personales, así como un agotamiento físico y mental que de ninguna manera ayudó a tomar las decisiones correctas para el devenir de Iron Maiden.
Al finalizar la gira de ‘Seventh Son Of A Seventh Son’ (en Diciembre de 1988) la situación con Adrian Smith empezó a ser insostenible. La falta de motivación del guitarrista durante los últimos conciertos ya empezaba a ser visible por compañeros y allegados de la banda, en donde se percibía a una persona que no estaba disfrutando del momento, pese a que aquellos shows fueron sin duda lo más excitante de Iron Maiden hasta el cambio de siglo.
A todo esto hay que añadir el cambio de tercio que el bando formado por Steve Harris, Dave Murray y Nicko McBrain quisieron darle tanto al sonido, después de la complejidad y pomposidad de los dos últimos discos, como a la imagen del grupo o al diseño de sus escenografías en vivo, buscando un poco la vuelta a las raíces de la época con Paul Di’Anno a sabiendas que era imposible rizar más el rizo.
Esto fue la puntilla para un Smith que no compartía ideas con los demás y que buscaba otra dirección. A principios de 1990, durante la preproducción de ‘No Prayer For The Dying’, se acababa su primera etapa como guitarrista de Iron Maiden, pasando a ser ASAP (‘Adrian Smith And Project’) su principal proyecto musical. Su sustituto ya lo conocéis: Janick Gers.
Bruce Dickinson todavía aguantaría 3 años más en el barco, grabando entre medias el irregular ‘Fear Of The Dark’, pese a que las cosas se estaban resquebrajando poco a poco. La realidad se resumía en un cantante que viajaba por su cuenta durante los trayectos, que aun mostrándose a buen nivel vocal (principalmente en los últimos dos años) y cercano al público daba la sensación de nula interacción encima del escenario con el resto de compañeros.
La falta de éxito comercial a principios de los 90, sumado a su idea de que la fórmula ya estaba agotada y a su falta de motivación hizo que en 1993 Bruce Dickinson empezara a buscarse la suerte en solitario (su primer disco ya data de 1990).Con esto empezaba el vía crucis de la doncella por tierras nada agradables y muy alejadas de su brillante pasado.
1993-1998: Crisis de identidad
En una época donde ya el heavy metal clásico estaba en una situación delicada de por sí, debido a la irrupción de nuevos sonidos tales como el grunge o el nuevo metal, liderado por los Pantera del fallecido Dimebag Darrell o los exóticos Sepultura (mucho más ruidoso y pesado que el practicado por Iron Maiden entre otros), en el seno liderado por Steve Harris las cosas se torcieron exageradamente por diversas razones. La noticia de la elección de Blaze Bailey fue recibida muy fríamente por seguidores, periodistas y gente cercana. La razón principal de su elección fue el timbre de su voz, una mezcla entre sus antecesores en el cargo, aunque sin llegar a ser ni la sombra de ambos. Pero sus detractores vieron en él una falta muy grande de técnica vocal, que ensombrecía su interpretación de los grandes clásicos, aparte de impedirle rendir a un gran nivel durante los mastodónticos tours que debería afrontar.
A raíz de los irregulares ‘The X Factor’ y ‘Virtual XI’, que recibieron una serie de críticas paupérrimas (especialmente del segundo), las giras cada vez transcurrían más lejos de los grandes pabellones a los que nos tenían acostumbrados. Empezó una travesía por el desierto que relegó al nombre de Iron Maiden a una segunda división dentro de la actualidad musical, algo inaudito para alguien que habría logrado ser punta de lanza unos cuantos años antes, dominando de manera intachable, principalmente en Europa, la escena heavy metalera.
Después de una caída libre en su rendimiento a partir de la segunda parte del tour de presentación de ‘The X Factor’, el fin de los Iron Maiden de Blaze Bailey llegó en invierno de 1998, donde en los últimos shows Steve Harris ya empezaba a cavilar con posibilidad de que aquel cantante que él había elegido realmente no fuera el correcto para continuar la andadura. Por otra parte el propio Blaze ya había tomado la decisión de abandonar, harto probablemente de críticas y menosprecios y notándose ya no 100% involucrado en Iron Maiden, para emprender su propio proyecto.
1999: La doncella vuelve a vestirse de gala
Una vez que dentro del grupo y de la oficina de management ya se conoce la noticia, la opción de una posible vuelta de Bruce Dickinson empieza a rondar las mentes de ambas partes. La idea de una primera reunión para tratar la vuelta fue del manager Rod Smallwood, convenciendo a Steve Harris para hablar con el antiguo frontman. Bruce Dickinson no había tenido toda la suerte y éxito dentro de su carrera en solitario que a él le hubiera gustado, lo que fue de gran importancia (más allá de temas económicos y de nostalgia, por supuesto) en su toma de decisión de volver a embarcarse en esta nueva aventura.
De la mano del cantante, y como petición expresa del propio Dickinson dentro de las negociaciones, vino el ex guitarrista Adrian Smith, formando el line-up que devolvería a Iron Maiden a las zonas nobles y a un estatus de auténtica leyenda, que se forjaría con un primer disco como ‘Brave New World’, que mostraba la escasa necesidad que tenían de vivir de rentas pasadas, grabando su mejor álbum en más de una década. La atención mediática que recibieron por parte de la prensa y los fans también regresó al sitio que le correspondía, situándose en pleno centro de los focos.
Segunda juventud Se cumplen 20 años de la reunión y del recordado y celebrado «Ed Hunter Tour», donde se pudo ver por primera vez la formación más longeva de Iron Maiden a lo largo de su trayectoria, y que ha conseguido después de varios años y un puñado de discos llegar a su punto más álgido en cuanto a su jerarquía, vendiendo más entradas que nunca y llegando a un público variado y heterogéneo, el cual no le había prestado mucha atención en el pasado.
Durante estas dos décadas hemos disfrutado de grandes lanzamientos, que si bien no llegan al nivel de excelencia de su primera época, sí que los han situado como una de las bandas clásicas que mejor han sabido envejecer, siendo, tras Metallica, la más grande formación del género. Canciones excepcionales como “If Eternity Should Fail”, “Greater Good Of God” o “Paschendale” son pequeños ejemplos de grandes exhibiciones compositivas y interpretativas creados en la segunda época dorada de la doncella. Y que le quede mucha cuerda todavía.
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