'Let There Be Rock' es el cuarto álbum de estudio de la banda de hard rock australiana. Publicado en su país en marzo de 1977, no son pocas las canciones que sirvieron de trampolín para su salto al éxito masivo.Todas las canciones fueron compuestas por Angus Young y los ya fallecidos Malcolm Young y Bon Scott.

Si bien, con la perspectiva del tiempo, los primeros seis discos de AC/DC son intocables, las cosas no parecían estar tan claras a finales de 1976. Los australianos se habían mudado a Londres para dar el gran salto a Europa auspiciados por una discográfica, Atlantic Records, que no terminaba de fiarse de sus posibilidades. Tras rechazar la edición en Estados Unidos del anterior trabajo, ‘Dirty Deeds Done Dirt Cheap’, el grupo estaba en una situación complicada con el gigante discográfico -algo que ahora nos sugiere una tremenda falta de visión de sus ejecutivos.

Tras volver a Australia a finales de 1976 para reconstruirse temporalmente, el grupo se encontró con que habían pasado a ser “herejes” en su propia tierra: al haber desatendido su mercado doméstico para dar el salto internacional, su público le había dado la espalda. Con esto en mente, la banda se metió durante dos semanas en los Albert Studios de Sydney para grabar lo que sería ‘Let There Be Rock’, un disco que pasaría a la historia como el más heavy de la historia de la banda -una pieza de protometal que contiene el sonido de guitarra más crudo que jamás haya grabado el grupo.

AC:DC - Let There Be Rock (1977)

Producido por George Young, hermano de los guitarristas Angus y Malcolm, y Harry Vanda el disco supone una declaración de intenciones ante quienes querían enseñar a AC/DC lo que se supone que debe ser el rock. Con la intención de crear canciones directas sobre las que Angus Young pudiese extender sus partes de guitarra de cara al directo, algo muy común en las bandas de la época, la banda se puso a trabajar y completó todas las partes rítmicas en apenas una semana.

La segunda fue dedicada a grabar solos mientras Bon Scott, el inimitable vocalista del grupo entre 1974 y 1980, se apresuraba a componer letras. Visto el resultado de himnos como “Whole Lotta Rosie” -sobre una groupie particularmente obesa con la que Scott tuvo un encuentro-, “Let There Be Rock” – creacionismo aplicado al rock and roll, con todo empezando en 1955 a la vez que nacía Angus Young-, “Hell Ain’t a Bad Place to Be” o “Bad Boy Boogie”, no les hizo falta mucho más tiempo para completar una obra maestra.

Una de las historias frecuentemente más repetidas alrededor de AC/DC tiene lugar justamente en la grabación del solo de “Whole Lotta Rosie”, cuando el amplificador de Angus Young empezó a arder, llenando de humo el estudio. La anécdota, durante la cual el productor le incitó a seguir tocando para aprovechar la magia del momento, dio lugar a uno de los solos más fieros de la historia del rock.

Los temas “menores” del disco son también parte de lo mejor que AC/DC ha hecho en su carrera. El hipnótico “Overdose” o el boogie de “Dog Eat Dog” muestran la tremenda capacidad y sincronía de los hermanos Young para crear un groove. El disco contuvo el tema “Crabsody in Blue” (un himno ladillero, nunca mejor disco) que en la edición internacional fue sustituido por “Problem Child”, recuperada del anterior trabajo con la ausencia de una coda final. Probablemente el disco que, finalmente, supuso el inicio del ascenso para la banda. Lo que vino después, ya lo conocemos todos.

Sergi Ramos