8 Cosas que hacer en el AZKENA ROCK
El Azkena Rock es el festival (grande) más veterano de la escena hispana. Nació para ser el último festival de la temporada (“Azkena” en vasco significa “el último”). Se solía hacer pues a principios de septiembre pero con el tiempo se modificaron las fechas quedando a finales de junio.
El Azkena Rock es el festival (grande) más veterano de la escena hispana. Nació para ser el último festival de la temporada (“Azkena” en vasco significa “el último”). Se solía hacer pues a principios de septiembre pero con el tiempo se modificaron las fechas quedando a finales de junio, justo el fin de semana próximo a San Juan y coincidiendo en el tiempo con el Hellfest francés. Había aquí la posibilidad de traer a bandas más atractivas y de cuadrar agendas con grupos importantes.
La premisa básica es el rock por bandera y todas sus ramificaciones, y hasta cierto punto hay cantidad de bandas “Azkeneras”. De hecho es un adjetivo que no solamente utiliza un servidor. Heavy metal clásico, nuevas tendencias, rock de toda la vida, punk histórico, rock-pop de estadio, americana, southern rock, blues o soul son los muchos estilos con los que el que asista podrá paladear. Si eres abierto de mente y gustas de ver a bandas imprescindibles e históricas este es tu festival. Cabe señalar que las dos últimas ediciones han sido algo más flojas a nivel de cartel y hasta se ha reducido un día de festival, pero la marca está hecha y ya hay un público asiduo que va toque quien toque. Algo con lo que muchos festivales sueñan y que el Azkena ha conseguido a base de trabajo año tras año. Aquí van las 8 cosas que uno debe hacer para terminar de disfrutar el Azkena.
- Los conciertos en la Plaza de la Virgen Blanca (gratis)
Uno de los mejores detalles de la organización. La idea de la gente que está detrás de este festival es que la ciudad viva y respire el Azkena Rock. Y uno de los grandes reclamos no es otro que el de los míticos conciertos en la plaza de la Virgen Blanca, uno de los centros neurálgicos de la coqueta ciudad. A las 13:00 Vitoria-Gasteiz se viste de largo para acoger conciertos de una hora, a pleno sol y con un público de lo más variopinto. Familias, niños jugando, rockeros de pro y transeúntes casuales disfrutan, de pie o desde una de las muchas terrazas de la plaza, de algunos de los puntos fuertes del festival. Para el recuerdo guardo los enormes conciertos de Imelda May, Mike Farris o de el Elvis mejicano El Vez. Los músicos están próximos a la gente y salen a hacerse fotos y a firmar. Pero sin duda alguna el de Gregg Allman se llevó la palma. Alucinante fue ver cómo avanzaba la furgoneta del divo entre el gentío aplaudiendo y cómo espontáneamente salió gente de todos los bares para aplaudir al maestro. Uno de los momentos más bonitos que he vivido en el Azkena.
- Vivir la ciudad del rock
Lo mejor de este festival es que se celebra en Vitoria-Gasteiz y que toda la ciudad sale beneficiada de ello. Nada de páramos en medio de la nada, lluvias apocalípticas o polvo irrespirable. A ello hay que sumarle que la ciudad vive esos días para el festival. Amabilidad y cordialidad hacen que la convivencia sea envidiable. Por otro lado Vitoria es una ciudad relativamente pequeña si la comparamos con Barcelona o Madrid, así que la estampa típica es la de una urbe tomada por los festivaleros. En todas partes hay camisetas negras, tatuajes y se respira rock. Las dimensiones humanas hacen que la caminata hasta Mendizabala sea un agradable paseo y puedas disfrutar de una ciudad de postal en la que la calidad de vida es impresionante.
- Descubre grupos a priori desconocidos
El primer recuerdo que me viene a la cabeza es la enorme cantidad de bandas que uno descubre en el Azkena Rock Festival. Puede que muchos lo vean como un festival para fans de la revista Popular 1, pero los carteles son siempre arriesgados y las sorpresas mayúsculas, más allá del rock y el metal. Recordaré siempre mi primer contacto con Eli Paperboy Reed y su soul, la brillante Imelda May, los poppies excelentes The Avett Brothers, la colosal actuación de The Zombies. Allí descubrimos que Argent era el líder de la banda que echó a los Beatles del número 1, llegando a tocar “God Gave Rock and Roll to You”, popularizada por Kiss. Inolvidable el show de Robert Gordon, la fiesta con los Toilet Boys, los enormes The Whybirds, Clutch o Rob Kingsley haciendo de impersonator de Elvis Presley. Ten por seguro que vas a volver de Azkena con un buen puñado de descubrimientos asombrosos. ¿El mejor de todos ellos? Sin lugar a dudas Mike Farris…
- Visita la catedral de Vitoria
Las catedrales suelen cerrar por obras pero la de Vitoria es justo lo contrario: veréis el cartel de “Abierto por obras”. Pocas veces hay la maravillosa posibilidad de entrar en los cimientos de una gran catedral y poder ver todo aquello que nos es oculto a los ojos. Una visita realmente especial y diferente a lo que hayas podido ver en todas las catedrales del mundo. El mismo escritor Ken Follet viajó repetidas veces a Vitoria-Gasteiz para empaparse y aprender. El resultado fue uno de los Best Sellers más importantes de la historia: “Los pilares de la Tierra”. Hay una estatua de Follet en las inmediaciones en la que los turistas se hacen la típica foto.
- Pinchos en calle Cuchillería
Nombrar sólo la calle cuchillería es un pecado pues todo Gasteiz es un placer para el paladar. Hay centenares de bares que cuidan su gastronomía al milímetro y uno puede disfrutar de lo mejor de la tierra. Euskadi sabe que uno de sus pilares es la gastronomía así que olvídate del “Bar Manolo” con olor a fritanga. A ello hay que sumar un equipo de camareros sumamente profesional. Hay precios para todo pues si quieres hay auténticas delicatesen y si te van las copas las sirven con toda la parafernalia que merece el gin-tónic.
- Termina en la discoteca del Azkena
Quedarse hasta el final en el Azkena es quemar las naves. La fiesta está amenizada por DJs que pinchan hasta que sale el sol, incluido nuestro querido, y a veces cansino jefe, Sergi Ramos. La juerga es infinita y los azkeneros que terminan allí no piensan en el mañana. Cerveza y buena música con diferentes estilos y hermandad bañada en litros de alcohol. Allí es donde uno puede llegar a conocer a personajes entrañables y divertidos y hasta se puede salir de fiesta por la ciudad. Luego abren los bares y puedes darle otra vuelta a la rueda. Desconozco qué tal está la zona de acampada pues nunca la he utilizado pero hay hierba, y por lo que cuentan, fiesta hasta tarde. Cuidado con la diversión pues conozco a mucha gente que de la fiesta del día anterior no se pudo levantar perdiéndose un día completo de festival. Mi gran recuerdo es terminar de fiesta con unas hordas de fineses bebedores de sidra ataviados con mantas que parecían extras salidos del Señor de los Anillos.
- Conoce a tus ídolos en los bares
El buen rollo se contagia hasta el punto que los músicos salen a la calle sin importarles quién les puede abordar. Puedes encontrarte a tus ídolos en cualquier esquina y charlar alegremente con ellas y ellos. Suelen sentarse en las terrazas céntricas de la Plaza de la Virgen Blanca y siempre te reciben con una sonrisa. Mi único encuentro incómodo fue con Dave Pirner de Soul Asylum. Nos cruzamos quedándonos mirando fijamente mientras Dave iba murmurando en inglés “que no me diga nada, que no me diga nada…”. Obviamente opté por no decirle nada. Pero encuentros con gente como Mike Farris quedan para toda la vida. Por otro lado si tienes pintas de rock star van a confundirte con un músico y puedes gozar de gente pidiéndote hacer fotos con ellos o alguna cerveza gratis. Cada año suele pasar y no soy el único que al entrar en un bar le reciben con honores.
- Conciertos históricos
Hay docenas de conciertos míticos en el Azkena y vivirlos es un auténtico placer. Kiss estuvieron de cine y Ozzy Osbourne canceló el Hellfest ya que en Azkena se vino arriba y se tiró un cubo de agua por encima. Alice Cooper nos hizo tocar el cielo y los Primus salieron con dos astronautas gigantes. Rob Zombie fue todo un espectáculo y los Black Crowes enamoraron cada vez que tocaron en Azkena. Sex Pistols, el histórico show de The Cramps o el maravilloso saber estar de Chris Isaac bajo la lluvia. Bob Dylan sonriendo bajo el sol norteño o unos Gov’t Mule exquisitos. Pudimos ver también a Steel Panther en el escenario pequeño haciendo de las suyas, unos Gun demostrando que siguen en la brecha o a los Thin Lizzy demostrando que su leyenda sigue viva. También recuerdo conciertos que no cumplieron expectativas como The Breeders o Hardcore Superstar, pero los malos conciertos suelen ser una rara avis en Vitoria…
Veremos este año…
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