Para mucha gente, y tampoco es cuestión de culparles, Pink Floyd es “Money”, “Another Brick in the Wall”, “Comfortably Numb” y, con suerte, “Wish You Were Here”. Pero el vasto catálogo de la banda ofrece muchas otras canciones necesarias e injustificadamente olvidadas por el gran público. Esta es nuestra selección.

Han pasado más de veinte años desde que Pink Floyd girasen por última vez, excluyendo el show que dieron en julio de 2005 en el marco del Live 8 de Londres. David Gilmour no quiere mover a la bestia fuera de su torpor, como definió muy bien en una entrevista hace años, y Nick Mason tiene que hacer lo que diga Gilmour, que es su socio en los Pink Floyd de la era post-Roger Waters. Y Waters, obviamente, tan solo puede enviar mensajes de ilusión desde la prensa, esperando que algún día a su viejo compañero de banda y en alguna ocasión enemigo público número uno, decida cambiar de mentalidad. No va a pasar a corto plazo y posiblemente lo más cerca que podamos estar de Pink Floyd sean las giras como “The Wall” de Waters o los tours en solitario de Gilmour, donde se ocupa de presentar una buena cantidad de míticas canciones de la banda.

Para mucha gente, y tampoco es cuestión de culparles, Pink Floyd es “Money”, “Another Brick in the Wall”, “Comfortably Numb” y, con suerte, “Wish You Were Here”. Pero el vasto catálogo de la banda ofrece muchas otras canciones necesarias e injustificadamente olvidadas por el gran público. Esta es nuestra selección.

“One Slip”

Cuando Pink Floyd volvieron en 1987 sin Roger y editaron “A Momentary Lapse of Reason” todo el mundo parecía dispuesto a prestarles atención. Pero eran los años 80 y el disco sufre de unos cuantos tics de producción (o mejor dicho, sobreproducción) que lo hacen indigesto. Entre el sonido de caja, los sintetizadores típicamente 1987 y que el nivel de las canciones era justito en comparación con las obras maestras de los 70, Pink Floyd necesitaban toda la ayuda que pudiesen conseguir para levantarse de nuevo. Pero en aquel momento, nada podía ir mal: pese a todo el disco vendió millones de copias y el tour agotó entradas allí por donde pasó entre 1987 y 1989. Desde Ottawa, Canadá, hasta el Velódromo de Marsella, el tour fue un absoluto éxito.

De entre toda la morralla sobreproducida de aquel disco apenas se salvaban tres canciones. Los dos hits, “Learning to Fly” y “On The Turning Away” y una deliciosa y sencillamente pop “One Slip”. Desde el sonido del cajero automático a los coros femeninos, pasando por el estribillo exhalado tan típicamente Gilmour, el tema es un producto de los tiempos pero tan pegadizo que no puedes evitar recordarlo. Y por si fuese poco, de su letra salió el título final del disco. Gilmour, preocupado porque el título del trabajo fuese malinterpretado en base al enfrentamiento judicial con Roger Waters, encontró en “A Momentary Lapse of Reason” algo neutro y elegante. Waters, aún así, haría coña marinera. “Un lapso de la razón, como se puede ver” declaró en la época.

“Brain Damage / Eclipse”

Las presentamos en duo porque una no existe sin la otra. Desde la psicológicamente inestable “Brain Damage” parte el final de uno de los discos más vendidos de la historia, “The Dark Side of the Moon”. Los lunáticos invaden el comedor de Waters mientras este canta su particular oda a la locura, notoriamente inspirada por el triste declive de Syd Barrett en los años previos. Concretamente, cuando canta “and if the band you’re in starts playing different tunes” hace referencia a un incidente previo en el que Barrett, desorientado sobre el escenario, no sabía que canción estaba tocando su propia banda. La canción muta en “Eclipse”, seguramente lo más cerca que Pink Floyd jamás han estado del góspel. Un tema repetitivo pero inspirador que llega a su clímax tras un minuto y medio, cuando Waters canta que “eveything under the sun is in tune, but the sun is eclipsed by the moon”. Un resumen básico de como “The Dark Side of the Moon” juega con la dicotomía entre el sol y la luna para reflejar las fuerzas opuestas de la naturaleza. La vida y la muerte, la luz y la oscuridad, el bien y el mal…

“Fat Old Sun”

Es uno de los temas favoritos de Gilmour. Una sencilla pieza de base acústica y delicado acompañamiento vocal que corona el disco “Atom Heart Mother”. Tanto le gustaba que en su gira de 2006 la recuperó para los directos, más de treinta y cinco años después de su edición original. Una gran versión puede escucharse en el directo “Live in Gdansk”, grabado durante la gira “On an Island”.

El tema es una pieza de base muy folk con un amplio componente bucólico en la letra, algo que no era una rareza en los primeros discos de Pink Floyd. Como el propio guitarrista explicó hace unos años, el siempre quiso que apareciese en la recopilación “Echoes”, pero perdió la votación contra el resto de miembros de la banda.

“Sheep”

“Animals” es seguramente el disco perdido de Pink Floyd en los años 70. Todo el mundo habla de “Dark Side of The Moon”, “Wish You Were Here” y “The Wall”, pero el violento “Animals” queda perdido en medio de toda esa excelencia. Y no porque sea un mal disco, sino porque era un disco transitivo. Tanto “Dark Side” o “Wish You Were Here” eran disco de gran componente comercial, mientras que “Animals” comenzaba a mostrar que Pink Floyd se estaban convirtiendo en esclavos de las neurosis de Roger Waters, como confirmarían “The Wall” y posteriormente “The Final Cut”.

En muchos sentidos, “Animals” es el principio del fin para la banda y es espectacular escuchar como Waters escupe bilis canción tras canción.

“Sheep” es seguramente la más agresiva de todas. Un tema opresivo, originado sobre una composición llamada “Raving and Drooling” que fue evolucionando a lo largo de la gira previa, la de “Wish You Were Here”. Su linea de bajo funky y la manera en que la línea vocal de Waters se funde con el sintetizador de Richard Wright son dos de los puntos clave de la canción.

Pink Floyd no la volvieron a tocar jamás en directo después de la gira “In The Flesh” de 1977, aunque fue considerada para la gira “A Momentary Lapse of Reason” de 1987 pero finalmente eliminada del set porque Gilmour no podía llegar a las tonalidades agudas de Waters. En años recientes, Waters la ha incluido en su set de directo, acompañándola del mítico cerdo inflable teledirigido que sobrevuela al público.

“Echoes”

Seguramente la pieza más infravalorada de todo el catálogo de Pink Floyd, especialmente en los directos. Apenas sacó la cabeza en la gira de 1987 en una versión comprimida, demostrando que parte del motivo por el cual no la tocaban era por lo aparatoso de cuadrar una canción de 22 minutos en un set que cada vez necesitaba espacio para más hits inevitables.

“Echoes” es el tema donde probablemente más y mejor brilla la relación musical entre Wright y Gilmour, con una jam central absolutamente deliciosa. Pero si de algo es testamento esta canción es de la libertad con la que Floyd experimentaban con los sonidos en el estudio. Waters usa un slide sobre su bajo para replicar el sonido del viento en el break central, mientras que Gilmour la lían con los cables de su pedal wah-wah y consigue el sonido de esa criatura submarina tan sobrecogedora. El punteo sobre el que se va construyendo el retorno de la canción es posiblemente uno de los momentos más involuntariamente espectaculares de toda la discografía de la banda.

El orígen del tema se sitúa en 1970, en una serie de trabajos en proceso titulados “Nothing 1-24”, que luego se verían completados por “The Son of Nothing” y “The Return of the Son of Nothing”. Con este último título “Echoes” fue presentada en directo antes de la edición del disco “Meddle”.

“Waiting For The Worms”

Dentro de su locura megalomaníaca, el carácter de Pink consigue llegar al sumum fascista con este tema menor de “The Wall”. Situado tras “Comfortably Numb” y “Run Like Hell”, obviamente se trata de un tema de paso. Pero el análisis de la letra y el tono desequilibrado de Waters hablando a través del megáfono le dan un toque absolutamente desquiciado que lo hace necesario para comprender el nivel de locura generalizada que hay tras la historia del disco.

Cuando la canción comienza su ritmo marcial y Waters emplaza a todo el mundo a un rally fascista que tomará lugar a partir de las doce e irá bajando por Stockwell Road. Waters emplaza a sus gusanos a limpiar la ciudad, a encender los hornos y a ir a por los maricas, los rojos y los judios. Escalofriante y bella a la vez, en todo su histrionismo desmedido.

“High Hopes”

El tema que cierra “The Division Bell”, el disco con el que Pink Floyd se despidieron del mercado discográfico hasta veinte años después, cuando se editaron una serie de temas de aquellas sesiones bajo el título “The Endless River”, casualmente un verso de este tema.

“High Hopes” comienza con las mismas campanas que “Fat Old Sun”, en una conexión que los más acérrimos habrán sabido captar. Pero “High Hopes” no tiene nada de bucólica, aunque si de melancólica. Es un canto a la juventud perdida y los años que no volverán. Como sucedería en gran parte de “The Division Bell” la letra es obra de Polly Samson, esposa de Gilmour.

La canción ha sido versionada por bandas como Nightwish o Caliban, demostrando que el appeal de los Floyd va mucho más allá de cualquier género musical.