Los 26 discos que cambiaron el rumbo del metal para siempre
El metal ha camiado a pasos agigantados a lo largo de los años pero siempre lo ha hecho gracias a discos que le han dado la vuelta a lo establecido hasta entonces. Este es un listado.
El desarrollo del heavy metal, en todas sus vertientes y subgéneros, ha tenido momentos concretos que han supuesto palanca de cambio y progreso. Bandas, discos o éxitos inesperados han generado la corriente de cambio necesaria para favorecer la evolución de la música que amamos. En éste artículo repasamos 26 de los discos que nos han hecho cambiar
Black Sabbath – Black Sabbath (1970)
Es el álbum debut de la banda de heavy metal inglesa Black Sabbath, lanzado el 13 de febrero de 1970. El álbum es ampliamente considerado como el primer álbum de heavy metal de la historia, y su sonido oscuro y pesado ayudó a definir el género. El álbum fue producido por Rodger Bain, quien ayudó a la banda a capturar su sonido característico. Las canciones, que tratan temas como la muerte, el ocultismo y la brujería, están marcadas por la guitarra de Tony Iommi, que utiliza afinaciones bajas para crear un sonido más pesado y por el uso del tritono, una combinación de acordes que sentaría las bases de futuros géneros derivados del heavy metla.
El álbum fue un éxito comercial, alcanzando el número ocho en las listas británicas y el número 23 en las listas estadounidenses. También fue un éxito de crítica, con muchos críticos elogiando su sonido innovador y su impacto en el género del heavy metal. Otros contemporáneos, sin embargo, lo denostaron por la innovación que suponía en aquellos momentos: lo más heavy del momento era Cream, Blue Cheer e Iron Butterfly.
El álbum se abre con la canción homónima, que cuenta la historia de un hombre que es poseído por un espíritu maligno. La canción es considerada una de las canciones más importantes del heavy metal, y su riff de guitarra es uno de los más reconocibles del género. Otras canciones destacadas del álbum incluyen «The Wizard», «N.I.B.» o «Evil Woman», que fue el primer sencillo de la banda.
El álbum «Black Sabbath» tuvo un impacto significativo en el desarrollo del heavy metal. Su sonido oscuro y pesado ayudó a definir el género, y sus letras sobre temas oscuros y sobrenaturales inspiraron a muchas otras bandas de heavy metal.
Deep Purple – In Rock (1970)
Led Zeppelin – IV (1971)
El álbum sin título de Led Zeppelin, a menudo llamado «Led Zeppelin IV», lanzado el 8 de noviembre de 1971, es un hito en la música rock. Producido por Jimmy Page, se grabó entre diciembre de 1970 y febrero de 1971 en Headley Grange, con mezclas adicionales en julio de 1971. Este álbum incluye la famosa canción «Stairway to Heaven» y muestra una diversidad de estilos, desde hard rock y heavy metal hasta folk rock. Tras las críticas mixtas de su álbum anterior, la banda decidió no titular este cuarto álbum, representándolo con cuatro símbolos, uno por cada miembro.
El álbum contó con la colaboración de músicos invitados, como Sandy Denny en «The Battle of Evermore» y el pianista Ian Stewart en «Rock and Roll». Además de «Stairway to Heaven», el álbum incluye otras canciones destacadas como «Black Dog», «Rock and Roll» y «When the Levee Breaks».
Led Zeppelin IV obtuvo un éxito tanto crítico como comercial, siendo el álbum más vendido de la banda con más de 37 millones de copias a nivel mundial y colocándose regularmente en listas de los mejores álbumes de todos los tiempos. En 2010, la portada del álbum fue conmemorada en un sello postal del Reino Unido.
Van Halen – Van Halen (1978)
El álbum debut homónimo de Van Halen, lanzado el 10 de febrero de 1978, representó una revolución en el hard rock de su época. Este álbum marcó el comienzo de una nueva era en el género, combinando elementos clásicos del hard rock de los 70 con una novedosa energía y estilo. La mezcla única de la banda incluía guitarras virtuosas y ultrarrápidas, junto con una cierta arrogancia típica de Los Ángeles personificada en el vocalista David Lee Roth..
Eddie Van Halen, con sus impresionantes habilidades en la guitarra, y Roth, con su característica actitud, se convirtieron en elementos esenciales para el rock, aunque en ese momento no se percibía completamente su impacto. Entre la era del punk y el disco, «Van Halen» surgió como un soplo de aire fresco en 1978. «Runnin’ With the Devil», la canción de apertura, destacó significativamente, simbolizando un cambio de guardia.
El álbum incluye temas destacados como la versión de «You Really Got Me» de los Kinks y «Ain’t Talkin’ ‘Bout Love». A pesar de algunas críticas hacia la cara B del disco, algo más flojo, el álbum fue influyente y definió el sonido del metal de los 80. «Van Halen» alcanzó el puesto 19 en las listas, y aunque no llegó al Top 10, eventualmente obtuvo certificación de diamante por vender más de 10 millones de copias, al igual que su álbum «1984». El disco es considerado por muchos como el mejor y más enfocado trabajo de Van Halen, marcando el inicio de un reinado de seis años que culminó con el mencionado «1984», el éxito de «Jump» y la salida de Roth de la banda.
Motorhead – Overkill (1979)
Publicado en marzo de 1979, el segundo trabajo de Motörhead fue la presentación ante un público más masivo. Uno de esos discos que forma parte de los pilares del rock y el heavy metal y con el que Lemmy comenzó a forjar su leyenda.
En 1978, Bronze Records se atrevió a fichar a Motörhead, permitiéndoles grabar un single en los Wessex Studios londinenses, que contenía “Louie Louie” de Richard Berry y “Tear Ya Down”. Su buen funcionamiento y las apariciones en BBC Television y Top of the Pops, hizo que Bronze Records se animaran con su segundo trabajo. A principios de 1979 Lemmy Kilmister, Eddie Clark y Phil Taylor apuntalaban su nueva obra.
El álbum arranca con uno de sus temas bandera: “Overkill”. Supuso además su primer sencillo dos semanas antes del lanzamiento. Un tema rápido que te captura desde inicio y pone de manifiesto la influencia punk de la época que acompañaría a los británicos durante toda su carrera. Phil Taylor reivindica su apodo “Pilthy Animal” gracias a interpretaciones como esta. Continuarían esgrimiendo calidad por doquier en otro clásico indiscutible “Stay Clean” con el triplete ofreciendo nuevamente su mejor versión.
Con aires tabernarios “(I Won’t ) Pay Your Price”, exigen su sitio en un corte más lineal donde Eddie Clarke deslumbra con solvencia. Fruto de una ocurrencia de Lemmy surge la prescindible “I’ll Be Your Sister” solo relevante a nivel de curiosidad letrística y que se concatena con la difusa “Capricorn” que nos recuerda tiempos pretéritos de Lemmy. Una dupla que reduce la intensidad antes de acometer la elegante “No Class” cuyo riff bluesy te obliga a ponerte de pie de inmediato. Rezuma descaradamente su esencia más clásica. Recuperando la tónica punk y con los platillos retumbando la mollera, forjan un formidable corte donde consiguen consolidar una línea de bajo que raya la perfección y acapara la atención de otro tipo de audiencia.
Cambio brusco de estilo para recuperar aquel “Tear Ya Down” que destaca por enrevesadas guitarras y un Lemmy soberbio marcando el guión con distinción. Se detiene el álbum para que con lentitud inicie su travesía, una taciturna “Metropolis” donde las melodías, los cambios de ritmo y sus solos descollan con engreimiento suficiente para erigirse como autentico clásico. En cotas más densas, culminan su obra con un bajo acompasado por la batería que retumba constantemente y sólo se ven aligerados por la voz de Lemmy y la guitarra de Eddie Clarke que sirve de refresco y contrapeso.
‘Overkill’ supuso un gran éxito comercial, totalmente inesperado y alcanzando el puesto 24 en el Reino Unido. Es uno de sus álbumes más vendidos y contiene el que es junto a ‘Ace Of Spades’ su single más relevante, aparte de un buen número de favoritas dentro de su catálogo.
Judas Priest – British Steel (1980)
Si un disco ayudó a definir el heavy metal de los años 80 ese fue el histórico ‘British Steel’ de Judas Priest. Con algo tan heavy como una afilada navaja en la portada, Priest daban a entender que ésta era su década. Tras girar con AC/DC en 1979 la banda se encerró en los Tittenhurst Park del Reino Unido para dar forma a la que, a la postre, sería su obra magna.
Tras incorporar al baterista Dave Holland y darle salida a Les Binks, la banda optó por hacer un disco lleno de canciones veloces, melódicas y definitorias de un género que estaba en plena eclosión y que con éste disco terminó de tomar forma.
Con una temática en las letras que resultaba menos oscuras que la usada en discos anteriores, la banda consiguió calar entre muchos chavales que hasta entonces no les escuchaban. Canciones como “Breaking the Law”, “Metal Gods” o “Living After Midnight”, más festivas y galvanizantes, contrastaban con anteriores canciones como “Victim of Changes” o “Beyond the Realms of Death”.
Reeditado posteriormente en el año 2001 con varios extras y homenajeado en una gira de 30 aniversario en 2009 y 2010, ‘British Steel’ es a Judas Priest lo que ‘The Number of the Beast’ es para Iron Maiden: un disco que hizo cristalizar y consolidar todo lo que eran como banda. La voz estratosférica de Rob Halford, las guitarras de KK Downing y Glenn Tipton, el bajo punzante de Ian Hill y, bien, la batería simplona pero efectiva de Dave Holland sirvieron para Priest comenzasen una andadura, la de los 80, que fue la más exitosa del grupo.
A este disco le seguirían obras como ‘Screaming for Vengeance’, ‘Defenders of The Faith’ y ‘Turbo’, así como giras absolutamente espectaculares sobre las que cimentaron su leyenda. Pero ‘British Steel’ fue el punto de partida para el nuevo sonido de una banda había encontrado en la propia reafirmación de su rol como héroes del metal una razón de ser. Con un nada desdeñable número cuatro en las listas del Reino Unido y un más modesto 34 en las listas americanas, ‘British Steel’ es seguramente el disco definitivo de Judas Priest.
Motley Crue – Too Fast for Love (1981)
Es el trabajo más desenfrenado, rápido y potente de Mötley Crüe y mezcla elementos del punk, rock, glam y heavy metal además de estar catalogado entre los álbumes más influyentes de su género.
El grupo de Nikki Sixx y Tommy Lee produjo en 1981 el embrión de Mötley Crüe en un disco directo, sin brillos, contundente y demasiado rápido para el amor. Cierto sector del punk discerniría de que tuvieran la actitud para formar parte de ese sector, sin embargo es la velocidad una constante donde los excesos y la carga sexual mantienen esa vertiginosidad durante todo el disco. Es considerado uno de los mejores trabajos de hard rock de los ’80, poseídos de una inocencia y una energía que los numerosos seguidores e imitadores de la formación nunca igualaron.
«Live Wire» es un cañonazo de apertura y un clásico en los directos que comienza con ese riff de inicio inolvidable ejecutado por Mick Mars. Con toques de speed metal, y el cambio de ritmo que materializa Tommy Lee en las baquetas, da paso al clímax en el que se desliza perfectamente la voz de Vince Neil en el interludio de la canción. «Take Me To The Top» es donde rompe con ritmos acelerados que se suspenden en un verso más lento y rítmico antes de volver a la explosiva carga.
«Starry Eyes» es uno de los mejores cortes del álbum. Mötley Crüe llena la pista de armónicos para dar la entrega total a la delicadeza gourmet que supone la voz de Vince Neil en este tema. Es seguramente una de las canciones más infravaloradas de Mötley Crüe y uno de los mejores ejemplos de cómo la banda era capaz de entregar ese sorprendente rango de emoción y profundidad.
Tampoco faltan las macarradas como «Come On And Dance» con ese riff crujiente en la que los ritmos son marcados con un cencerro en la batería de Lee, que parece tener más testosterona que un toro de lidia, junto con «Piece Of Your Action», donde los riffs representan los momentos más pesados y contundentes del álbum.
‘Too Fast For Love’ reúne cuarenta minutos de pura genialidad. Si bien originalmente alcanzó el puesto número 77 en Estados Unidos, finalmente alcanzó el estatus de disco de platino. «Stick To Your Guns» y «Live Wire» fueron lanzados como singles para dicho álbum y la portada fue un tributo a la cubierta del ‘Sticky Fingers’ de The Rolling Stones.
Es imprescindible citar a Mötley Crüe como una de las bandas que empezaron a dar forma al glam -que supuso el nacimiento del sleazy- con el debut de ‘Too Fast For Love’ y en 1983 con ‘Shout At The Devil’.
Iron Maiden – The Number of the Beast (1982)
Aunque es fácil hablar a toro pasado, nadie imaginaba en 1982 que tras sustituir a su carismático vocalista Paul Di’Anno por un casi desconocido Bruce Dickinson Iron Maiden darían el gran salto a la popularidad liderando el movimiento de la New Wave of British Heavy Metal y consiguiendo enorme éxito a lo largo de toda la década. Algo podían olerse cuando, en febrero de ese año, editaron el primer single del disco, “Run to the Hills” y éste se lanzó a por el número siete de las listas británicas.
Una posterior gira británica resultó ser un absoluto éxito y cuando el disco llegó a las tiendas, desapareció con rapidez de las estanterías. Se estima que, a día de hoy, ‘The Number Of The Beast’ ha vendido más de catorce millones de copias en todo el mundo. Grabado en enero y febrero de 1982 en los Battery Studios de Londres bajo la atenta mirada del clásico productor de la banda, Martin Birch, el disco se convirtió en su primer número uno en el Reino Unido y consiguió encaramarse al Top 40 en Estados Unidos. La controversia entre los sectores más conservadores y religiosos estuvo servida en base a la portada y el título – lo cual siempre ayuda.
Dickinson, pese a acabar de llegar a la banda, se involucró profundamente en la composición aunque no pudo recibir crédito legal por éstas debido a su situación contractual con su anterior banda, Samson. Su mano estaba especialmente presente en canciones como “Children of the Damned” y “The Prisoner”, además del hit “Run to the Hills”. El baterista Clive Burr recibió crédito como compositor por el tema “Gangland”, aunque sería su última contribución a la banda pues la abandonaría tras la gira.
La calidad del resto del disco, con canciones de la talla de la que le da título o la épica “Hallowed Be Thy Name” son toda una masterclass de cómo debe sonar el heavy metal, haciendo de este disco uno de los principales exponentes del género en su vertiente más pura. No obstante, la omisión del tema “Total Eclipse”, incluido en el single de “Run…” es una de las grandes fallas de un disco que, de no ser por ese detalle, sería el mejor de la carrera de Iron Maiden con diferencia.
Venom – Black Metal (1982)
El segundo álbum de la banda inglesa Venom fue publicado en noviembre de 1982, durante el gran florecimiento de la música metal en el Reino Unido. Se considera una gran influencia en las escenas del thrash metal, death metal y black metal que surgieron en los ’80 y principios de los ’90.
Inmersos en pleno brote de la N.W.O.B.H.M., se fragua en los Impulse Studios (Newscastle) una obra que redefiniría el panorama musical y crearía la definición de metal extremo. Aunque diesen nombre al subgénero black metal, el disco se mueve tanto entre black como thrash metal. Su portada, diseñada por Conrad “Cronos” Lant, es considerada una de las más emblemáticas del movimiento.
Tras su presentación ‘Welcome To Hell’ en 1981, Cronos, Mantas y Abbadon unieron sus fuerzas para forjar su propia identidad y cimentar futuras bifurcaciones posteriores. Sus agrestes composiciones musicales combinadas con su grotesca estética visual elevarían el heavy metal a cotas desconocidas. Arrancan la primera cara con “Black Metal” un tema que recopila todos los ingredientes claves en el florecimiento de la banda.
Una sucesión de penetrantes riffs apoyados en una base rítmica muy rocosa, y bajo un sonido enmarañado (el álbum goza de una pésima producción) ve como Cronos exhala un mensaje complicado de descifrar. Al igual que otras bandas británicas, influencias como el punk rock son una constante en su música, si bien la dirección evolutiva es bien diferente. En segunda posición aparece “To Hell And Back” un tema que llama la atención de los más puristas por los inconexos movimientos de su guitarrista Mantas en determinadas fases del tema.
El espeluznante comienzo de “Buried Alive” infunde respeto de inicio e incorpora efectos que reproducen unas atmósferas muy siniestras, junto a demenciales graves de Cronos. Concatenado prácticamente emerge “Raise The Dead”, escapando de cualquier contratiempo y desarrollando un tema con una energía devastadora que la hace poseedora de un riff fulgurante que servirá de antesala a futuros himnos del rollo.
Culminan la primera parte con “Teacher’s Pet” una aventura entre profesora y alumno, en clave punk rock que desentona con las canciones previas. Abren su segunda parte con “Leave Me In Hell” otro tema desarrollado de forma cómica, pero que musicalmente goza del mejor empaque posible y de un riff de grandes galones. La dupla veloz compuesta por “Sacrifice” y “Heaven’s On Fire” se apoyan sobre pesados estribillos y preceden a “Countes Bathory”, que cruza una nueva línea musical inexplorada hasta el momento. Continúan a golpe de thrash con “Don’t Burn The Witch”, la cual ostenta un riff absolutamente demoledor. Concluyen con una caótica “At War With Satan” a modo de inesperada oferta comercial. Este álbum supuso una gran influencia para las bandas de death metal, thrash metal y black metal que iban germinando entre los años ochenta y noventa.
Metallica – Master of Puppets (1986)
Publicado el 11 de marzo de 1986, Metallica consiguió dominar el mundo con cada una de las canciones de este tercer trabajo del mundo.
Si ‘Ride The Lightning’ (1984) fue el génesis de la formación del sonido que ha caracterizado a Metallica a lo largo de su historia (sobre todo a lo largo de los ’80), ‘Master Of Puppets’ fue el lanzamiento que aupó a la banda a un estatus superior a los demás. En las innumerables listas de mejores discos de la historia del heavy metal, este álbum es raro que no aparezca en el pódium ganador, y es que es un trabajo que marcó historia en el género y que sigue siendo una de las obras más reconocidas del mismo. Metallica se encontraba en su mejor momento de forma (en cuanto popularidad y a fama) y musicalmente estaban en lo alto de un movimiento que estaba en pleno auge. Nada podía parar a los norteamericanos -de hecho, a lo largo de su carrera eso ha generado que siempre hicieran lo que les ha apetecido-, y gran parte de la culpa de ello es del ‘Master Of Puppets’.
Al igual que en su anterior LP, un cañonazo de thrash abría su disco. “Battery” carga las pilas para poner en marcha una maquinaria difícil de parar con un grado de frenetismo muy alto. La homónima “Master Of Puppets”, una de las canciones más célebres del mundo del metal, prosigue con la obra de manera apoteósica con un estribillo que cualquier aficionado al heavy corea cuando suena. “Master, master”.
“The Thing That Should Not Be”, quizás el punto más débil de este álbum, baja las revoluciones, pero la balada ulterior, “Welcome Home (Sanitarium)”, cuya estructura progresiva de un ambiente sosegado a uno de éxtasis es parecida a la de “Fade To Black” del anterior ‘Ride The Lightning’, vuelve a subir el nivel. La contundente “Disposable Heroes” hace que las revoluciones no cesen, y “Leper Messiah” hace lo propio pero con un toque más tranquilo que la anterior.
“Orion”, la joya de este trabajo en la que el protagonista principal es Cliff Burton, quien al fallecer después de la publicación de este disco hizo que este tema se ensalzase aún más, deleita de manera instrumental a los aficionados con estructuras más complejas de lo habitual para la explosión final de “Damage Inc.”, una explosión de thrash metal con un solo de Kirk Hammet muy veloz que vuela la cabeza al oyente para acabar el álbum. Es una pieza indispensable para cualquier fan de Metallica y del heavy metal, sin ninguna duda.
Slayer – Reign in Blood (1986)
No podría entenderse el thrash metal sin el tercer trabajo de los estadounidenses Slayer. Publicado el 7 de octubre de 1986 fue la primera colaboración de la banda con el productor Rick Rubin, cuya aportación ayudó a evolucionar el sonido de la banda. La fecha de lanzamiento del álbum se retrasó debido a las preocupaciones sobre la letra de la canción de apertura «Angel of Death».
El tercer trabajo de estudio que sacaron Slayer fue, probablemente, el punto más álgido del thrash metal. ‘Reign In Blood’ fue un disco que para la banda supuso un paso más allá en la evolución de su sonido. En buena parte, gracias al trabajo del productor Rick Rubin, quien hasta entonces sólo trabajó en discos de rap. Slayer se terminaron de asentar como una de las bandas principales del thrash metal, dando pie posteriormente a influenciar también a las bandas de death metal.
Tras la oscura complejidad que rodeaba a su anterior disco, ‘Hell Awaits’ (1985), la idea para esta ocasión era distinta: que fuese un bombazo de mecha corta. El disco no duraba ni media hora, pero contenía diez canciones rápidas, densas y llenas de odio. Ganaron un conjunto mucho más consistente e intenso siendo más claros y concisos de lo que fueron anteriormente, y esa fue una de las claves de su éxito. No había mejor forma que empezar un álbum con el himno por excelencia “Angel Of Death” y el grito ensordecedor de Tom Araya mientras las guitarras arrancaban para no darse ni un respiro en todo el disco. Tema que llamó la atención no sólo por su brutalidad, sino por hablar de la crueldad de los experimentos en seres humanos que hizo el médico nazi Josef Mengele, lo cual hizo que se les acusara de ser simpatizantes con esta ideología, arrastrando así la polémica consigo. Y es que en este álbum se abrieron las temáticas de las letras, que ya no sólo se centraban en temas satánicos sino que también hablaban de religión, violencia, asesinatos, muerte y similares. Estas letras acompañaban a una parte instrumental caótica, terrorífica y sangrienta compuesta por los guitarristas Jeff Hanneman y Kerry King.
Los riffs estaban enfocados a crear una atmósfera violenta junto a la trabajada batería que machaca el maestro Dave Lombardo y el bajo de Tom Araya, cuyas vocales resultaban hasta intimidantes. Pese a que este álbum tiene sus dos canciones más icónicas, no son eclipsados buenos temas como la rápida “Necrophobic”, “Criminally Insane” o “Reborn”. El final del disco es apoteósico: “Postmortem” y su característico riff principal da paso a la épica lluvia de “Raining Blood”, que lentamente se abre paso para despedir el álbum siendo un compendio de riffs machacones. Slayer tienen otros álbumes buenos, sí, pero nunca habrá otro como ‘Reign in Blood’. Ni suyo ni de nadie.
Anthrax – Among the Living (1987)
«Among the Living», el tercer álbum de Anthrax, lanzado en 1987, se convirtió en un disco clave en la historia del thrash metal. Dedicado a la memoria de Cliff Burton, bajista de Metallica, el álbum fue producido por Eddie Kramer, conocido por su trabajo con leyendas del rock como Kiss o Jimi Hendrix. Con un proceso de grabación fluido pero tensiones durante la mezcla, Anthrax logró un sonido agresivo y rápido, caracterizado por letras a menudo humorísticas.
El álbum impulsó a Anthrax desde pequeños clubes hasta grandes recintos, y es aclamado por críticos y fans, destacando por su equilibrio entre velocidad y melodía. Las letras tratan temas sociales y culturales, incluyendo tributos a la cultura pop como «I Am the Law», inspirada en el cómic Judge Dredd, y canciones influenciadas por Stephen King. El arte de portada, creado por Don Brautigam, refleja el concepto de maldad que habita entre nosotros.
«Among the Living» incluye singles exitosos como «I Am the Law» e «Indians» que siguen siendo fijos en el repertorio de la banda. El poderío de lo que se conoce como la formación clásica de Anthrax, con el vocalista Joey Belladonna, el guitarrista Scott Ian y Dan Spitz, el baterista Charlie Benante y el bajista Frank Bello es evidente en cada una de las canciones.
Megadeth – Rust in Peace (1990)
No podía ser de otra manera. La ópera magna de Megadeth. El momento culmen de su carrera. El máximo exponente técnico. ‘Rust In Peace’ se lleva la palma al mejor disco de Megadeth por méritos propios, siendo todo un referente para el subgénero.
La formación que creó esta obra está compuesta por, obviamente, Dave Mustaine y David Ellefson a la guitarra/voz y bajo respectivamente. Se incorpora para este disco Marty Friedman, quien hasta el momento era conocido por Cacophony. Un proyecto donde reinaba el speed metal y el virtuosismo de las guitarras, aspecto que transladó con mucha elegancia a las composiciones de Megadeth.
Friedman es considerado uno de los mejores, si no el mejor, guitarrista que ha pasado por las filas de la banda. No se queda atrás Nick Menza como batería, quien ya había entrado en la banda un poco antes de grabar este disco. Fallecido en 2016, se le recordará siempre como uno de los mejores baterías de la historia del thrash metal. No hay ni un segundo de disco que sea un desperdicio ni en el que no se aprovechen al máximo las destrezas musicales de cada miembro. Desde la impecable “Holy Wars… The Punishment Due” que es un clásico entre los clásicos de la banda, hasta el gran hit “Tornado Of Souls”, pasando por temas de corte más de la vieja escuela como “Hangar 18” y “Take No Prisoners” y otros no tan conocidos pero igual de destacables como “Five Magics” o “Poison Was The Cure”, ‘Rust In Peace’ es un 10/10. En cuanto al contenido lírico tenemos política, guerra, religión, aliens. ¿Se necesita algo más?
Por supuesto, las posteriores giras por todo el mundo tuvieron un gran éxito. Y es que este disco les catapultó a lo más alto, dejando también una gran huella en el legado del metal. No hay nada que sobre ni que falte, ni que mejorar. Tampoco ha sido igualado posteriormente, convirtiéndose ‘Rust In Peace’ en el número uno de Megadeth.
Pantera – Cowboys from Hell (1990)
«Cowboys from Hell», lanzado el 24 de julio de 1990, marca un punto de inflexión en la carrera de Pantera, siendo considerado por muchos, incluidos los miembros de la banda, como su álbum debut. Este trabajo representó una transición significativa del glam metal al groove metal, un género en el cual Pantera jugó un papel pionero. Con el apoyo de Derek Shulman y Mark Ross de Atco Records y la producción de Terry Date, el grupo de Texas logró convertir una demo autoproducida en un trabajo ampliamente reconocido y que más tarde se consideraría su verdadero inicio.
El álbum se destaca por ser el primero en el que los hermanos Darrell y compañía pudieron expresar su visión musical sin restricciones externas. Con una experiencia de casi una década, Pantera experimentó con temas más oscuros y personales, reflejando una mayor seguridad en sus actuaciones en vivo, composiciones y en su identidad como banda.
Este cambio se evidencia en la crudeza de su sonido, una evolución notable desde sus días en el glam metal. Además, el álbum abrió las puertas a una experimentación técnica que elevó el nivel musical del grupo. Por ejemplo, «Cemetery Gates» se destaca como una power ballad progresiva de siete minutos, marcando un punto significativo en la evolución vocal de Phil Anselmo.
Canciones como “Domination”, con su intensidad desenfrenada, y el tema titular “Cowboys From Hell”, un himno en la escena del metal que encapsula la actitud de Pantera, son ejemplos claros de la dirección musical tomada por la banda.
Desde el punto de vista interpretativo, «Cowboys From Hell» demuestra una sinergia excepcional entre los miembros de la banda. A pesar de que el disco es un referente para guitarristas, el corazón de las canciones de Pantera reside en su sección rítmica: Vinnie Paul en la batería y Rex Brown en el bajo. Sobre esta base sólida, la guitarra de Dimebag Darrell (entonces conocido como Diamond) aporta una mezcla de riffs agresivos y grooves contagiosos, además de solos memorables que lo han situado en posiciones destacadas en rankings mundiales.
Death – Human (1991)
«Human», el cuarto álbum de estudio de la banda estadounidense Death, lanzado el 22 de octubre de 1991 por Relativity Records, marcó un cambio estilístico significativo hacia una mayor complejidad técnica y un enfoque progresivo. Diferenciándose de los anteriores trabajos de Death, las letras de «Human» son más introspectivas, alejándose de los temas gore de álbumes anteriores y del comentario social de «Spiritual Healing». Este estilo evolucionaría en los siguientes álbumes de la banda. «Human» es único por contar con los miembros de Cynic, Paul Masvidal (guitarras) y Sean Reinert (batería), ambos de 20 años en ese momento, y fue el primer álbum con el bajista Steve DiGiorgio.
DiGiorgio dejó la banda después de la grabación, siendo reemplazado por Scott Carino, quien realizó una gira con Death y grabó partes adicionales de bajo en «Cosmic Sea». En 2011, Relapse Records reeditó el álbum para conmemorar su 20º aniversario, incluyendo pistas adicionales y una remezcla por Jim Morris, dado que Sony había perdido las cintas maestras originales.
«Human» fue aclamado por la crítica y es considerado un lanzamiento fundamental en el desarrollo del subgénero del death metal técnico y del metal extremo en general. En 2017, Rolling Stone lo clasificó como el 70º mejor álbum de metal de todos los tiempos. Según Jeff Wagner en su texto de 2010 sobre metal progresivo, «Mean Deviation», «Human» es un álbum extremadamente influyente.
Cannibal Corpse – Butchered at Birth (1991)
El álbum «Butchered at Birth» de Cannibal Corpse, lanzado hace 30 años, sigue siendo una obra destacada en el death metal por su extremo contenido tanto sonoro como visual. En el contexto de los 90, cuando el death metal competía por ser más rápido, más ruidoso y más grotesco, este álbum se destacó por combinar un sonido agresivamente hostil con un arte y temáticas repulsivas. La portada, diseñada por Vincent Locke, es una representación monstruosa que supera cualquier escena de crimen o película de terror, simbolizando una blasfemia indescriptible.
Paul Mazurkiewicz, baterista de Cannibal Corpse, recuerda el impacto que causó la portada cuando la vieron por primera vez. La banda profundizó en el tema del horror al incluir citas de Gilles de Rais y Albert Fish en el libreto del CD y adoptar el esqueleto de un bebé como su símbolo. Esta decisión reflejaba su dedicación a provocar repulsión y desagrado en el público.
Musicalmente, el álbum es igual de impactante. Canciones como «Meathook Sodomy», «Gutted» y «Rancid Amputation» muestran la brutalidad y la violencia de su sonido, con las voces de Chris Barnes y el ataque de guitarras de Jack Owen y Bob Rusay, apoyados por el bajo de Alex Webster y la batería de Mazurkiewicz.
Lo más sorprendente de «Butchered at Birth» es su atemporalidad. A diferencia de otros álbumes de metal que se sienten anticuados, este sigue siendo tan destructivo y nauseabundo como en 1991. Cannibal Corpse no solo jugó con los miedos de la época, sino que tocó lo más profundo de los pensamientos anatómicos más oscuros de la humanidad, presentando pesadillas colectivas. A pesar de que muchas bandas de death metal han intentado superar este álbum, ninguna ha logrado igualar su nivel de grotesco.
A lo largo de los años, Cannibal Corpse ha evolucionado, pero «Butchered at Birth» sigue siendo un pilar en su discografía, manteniendo su capacidad de impactar y repugnar a los fans.
Carcass – Symphonies of Sickness (1989)
Considerados como una de las bandas más influyentes en el mundo del death metal, Carcass venían en 1989 del notable éxito de su primer trabajo, «Reek of Putrefaction», que definió el género grindcore. Con esa motivación lanzaron «Symphonies of Sickness» en 1989. Este álbum marcó una evolución significativa, mezclando elementos del grindcore con influencias del death metal tradicional y revelando un avance en su habilidad para componer de manera única e innovadora.
A diferencia del enfoque puramente grindcore de «Reek of Putrefaction», «Symphonies of Sickness» presenta un sonido más técnico y orientado al death metal. Las voces de Jeff Walker y Bill Steer, cargadas de un tono desgarrador y gutural, complementan la música caótica de la banda. Las guitarras de Steer, sucias y con afinación baja, combinan el estilo grindcore con sonidos más propios del death metal, aportando gran variedad al álbum. Además, Steer introduce solos de guitarra únicos y fascinantes en canciones como «Cadaveric Incubator of Endoparasites» y «Slash Dementia». Por otro lado, Ken Owen muestra un notable desarrollo en su técnica de batería, pasando de patrones simples a una complejidad mayor con uso de doble bombo y variadas secuencias.
Líricamente, Carcass sigue siendo tan repulsivo como siempre, utilizando términos médicos para describir escenas grotescas. Esta aproximación a las letras, junto con su enfoque vocal dual, influyó significativamente a las generaciones posteriores de bandas de grindcore y death metal. Carcass se estableció como verdaderos innovadores, lo que les ha valido ser reconocidos como una de las bandas más populares y respetadas del death metal.
Darkthrone – A Blaze in the Northern Sky (1992)
«A Blaze in the Northern Sky», lanzado hace 30 años, es un álbum fundamental en la escena del black metal noruego y el primer disco de este género reconocido como tal. Darkthrone, con miembros como Nocturno Culto, Zephyrous y Fenriz, se distanció de su anterior álbum de death metal para crear una obra maestra en «A Blaze in the Northern Sky». Este disco se caracteriza por letras profundas en noruego, voces escalofriantes, blast beats intensos y riffs tremolosos. La banda combina alta velocidad con momentos de misterio y mística, creando una atmósfera oscura y mortífera.
El álbum comienza con «Kathaarian Life Code», una pista de más de 10 minutos con influencias de Celtic Frost y un ambiente aterrador. Le sigue «In the Shadow of the Horns», con un giro hacia un ritmo más punk. «Paragon Belial» resalta por sus riffs y breakdowns impactantes. «Where Cold Winds Blow» inicia la segunda mitad del álbum con un tono congelado y pavoroso. La pista titular, «A Blaze in the Northern Sky», ofrece la esencia más cruda y demoníaca del álbum. Finalmente, «The Pagan Winter» cierra el disco con una melodía perturbadora.
El álbum es reconocido por su influencia en el metal extremo y por marcar un punto y aparte en la escena del black metal. «A Blaze in the Northern Sky» fue un cambio radical para Darkthrone, estableciendo un precedente para su futuro sonido en el black metal, especialmente en su siguiente disco, «Transilvanian Hunger».
Rage Against the Machine – Rage Against the Machine (1992)
El álbum debut homónimo de Rage Against the Machine, lanzado el 3 de noviembre de 1992, representó un innovador cruce entre el rap y el metal. Este lanzamiento de Epic Records seguía a un demo del grupo publicada previamente, que ya incluía versiones tempranas de la mayoría de las canciones del álbum. Con letras centradas en temas revolucionarios y políticos, el álbum se distinguió también por su portada, que mostraba la famosa fotografía del autoinmolamiento del monje budista Thích Quảng Đức en 1963.
Este debut fue bien recibido por la crítica, destacando por su mensaje político y la intensa interpretación vocal de Zack de la Rocha. Alcanzó altas posiciones en las listas de Estados Unidos, incluyendo el número uno en la lista Heatseekers de Billboard y el número 45 en la Billboard 200, y fue certificado triple platino por la RIAA. Fue también ampliamente considerado como uno de los mejores álbumes de los años 90.
El álbum incluyó un folleto con las letras de las canciones, aunque curiosamente omitió las de «Killing in the Name». Además, afirmaba que no se utilizaron samples, teclados ni sintetizadores en su producción, una característica que la banda mantuvo en lanzamientos futuros.
Tool – Undertow (1993)
«Undertow», el álbum debut de la banda estadounidense Tool, lanzado el 6 de abril de 1993 por Zoo Entertainment, fue producido por la banda y Sylvia Massy y grabado entre octubre y diciembre de 1992. Este álbum, único con el bajista original Paul D’Amour, incluye temas no lanzados en su EP debut «Opiate». Con un estilo que mezcla metal alternativo y progresivo, «Undertow» contribuyó a mantener el metal pesado en el mainstream y permitió que varias bandas posteriores alcanzaran éxito comercial. Hasta 2020, ha vendido más de tres millones de copias en Estados Unidos, obteniendo triple platino.
El álbum es notable por sus visuales impactantes y su estado de ánimo nihilista pero nostálgico. Incluye sencillos exitosos como «Sober» y «Prison Sex». El comediante Bill Hicks, mencionado en las notas del álbum como inspiración, tuvo una influencia notable en la banda. El arte del álbum, diseñado por Adam Jones, generó controversia por sus imágenes provocativas, lo que llevó a su retiro de tiendas como Kmart y Walmart. La banda respondió lanzando una versión con un código de barras gigante en la portada.
Musicalmente, «Undertow» es destacado por su brillantez técnica, complejidades musicales y tonos agresivos. Las críticas fueron en su mayoría positivas, elogiando la calidad de las canciones y la vulnerabilidad en la voz de Maynard James Keenan. La revista «Entertainment Weekly» destacó especialmente la canción «Prison Sex». El álbum es considerado un elemento esencial en la discografía de Tool, ofreciendo un contrapunto sorprendente a los sonidos grunge de la época.
Entombed – Wolverine Blues (1993)
El tercer álbum de la banda sueca Entombed, «Wolverine Blues», lanzado el 4 de octubre de 1993, representa un cambio notable en su estilo musical.
Incorporando elementos de hard rock, heavy metal y punk hardcore, el álbum se distanció de sus raíces de death metal tradicionales para forjar lo que más tarde se conocería como death ‘n’ roll. Adicionalmente, adoptó un estilo de groove metal, recordando a bandas como Pantera. Una particularidad de este álbum fue la inclusión de Wolverine, el personaje de Marvel Comics, en una de sus portadas, una decisión de Earache Records que no contó con el aval de la banda, con el objetivo de captar un público más general.
Esta edición especial contenía un mini cómic de Wolverine y excluía el tema «Out of Hand». Las primeras ediciones del álbum incluyeron muestras de audio de películas, que fueron retiradas en versiones posteriores por temor a acciones legales. El álbum ha sido aclamado en el mundo del metal, incluso siendo nombrado por Guitar World como uno de los mejores álbumes de death metal de la década. Entre las pistas destacadas del álbum se encuentran «Eyemaster», «Rotten Soil» y la canción que le da nombre, «Wolverine Blues».
At the Gates – Slaughter of the Soul (1995)
«Slaughter of the Soul» de At the Gates, lanzado inicialmente a través de Earache Records, fue visto como un excelente ejemplo del death metal melódico al estilo de Gotemburgo, considerándose el mejor y más enfocado álbum de la banda hasta la fecha.
A pesar de carecer de la complejidad de bandas como In Flames, Dark Tranquillity, Edge of Sanity o incluso de los toques de rock & roll de Entombed, «Slaughter of the Soul» destacó por su enfoque más arraigado en el thrash americano, especialmente en Slayer, sin buscar romper moldes. Su éxito radicó en acertar con los fundamentos del género: riffs rítmicos, construcción de canciones ajustada y contrastes de tempo y dinámica que mantienen al oyente involucrado.
Las canciones son ataques concisos y afilados, con cambios de tempo ejecutados con precisión. El enfoque directo y básico del álbum facilitó que una generación de metaleros, especialmente en América, lo utilizara como un manual para aprender a tocar este estilo. Además, el estilo vocal de Tomas Lindberg, más un grito estrangulado que gruñidos guturales, agregó un toque humano y fue influyente en el movimiento metalcore en Estados Unidos. Esta ola de bandas influenciadas por el sonido de At the Gates contribuyó a que «Slaughter of the Soul» no solo se considerara excelente, sino un clásico y uno de los álbumes de metal más determinantes de los años 90.
Deftones – Adrenaline (1995)
Deftones es una banda que desafía cualquier intento de encasillamiento en géneros como ‘nu-metal’. Comenzó su trayectoria en 1988 en Sacramento, con el nucleo duro de la banda formado por unos amigos de secundaria: Chino Moreno, Stephen Carpenter y Abe Cunningham. La banda pasó por varios cambios de miembros y construyó una base de seguidores en la escena metal local. Estabilizaron su formación en 1993, creciendo en confianza y popularidad y expandiendo sus actuaciones a San Francisco y Los Ángeles.
Tras grabar una demo y compartir escenario con bandas como Korn y Coal Chamber, atrajeron la atención de grandes discográficas, firmando con el sello de Madonna, Maverick, tras una muestra de tres canciones. En 1995, entraron al estudio con el productor Terry Date, iniciando una relación laboral duradera. Grabado en Bad Animals Studio en Seattle, lanzaron su álbum debut «Adrenaline» en otoño de 1995.
«Adrenaline» es un debut oscuro y tenso, con guitarras pesadas, riffs marcados y ritmos bajos y potentes, complementados por la voz dinámica de Moreno. El álbum captura la intensidad cruda de la banda, mostrando sus influencias pero también su búsqueda de un sonido propio. Destacan temas como «Bored» y «7 Words», que muestran la energía y diversidad del álbum.
Aunque «Adrenaline» no fue un éxito comercial inmediato, una constante gira y el boca a boca de los fans impulsaron sus ventas a más de 1,000,000 de copias. La banda siguió evolucionando con álbumes como «Around the Fur» y «White Pony», manteniendo su sonido distintivo y su evolución intransigente.
Korn – Follow the Leader (1998)
Cuando Korn lanzó «Follow the Leader» el 18 de agosto de 1998, no eran conscientes del impacto que tendría, tanto personal como profesionalmente. Si sus anteriores álbumes los habían colocado en el mapa, este los catapultó a la fama mundial, vendiendo más de cinco millones de copias en menos de cuatro años, y superando los siete millones en EE.UU. y 14 millones a nivel mundial, convirtiéndolo en su disco más exitoso.
Sin embargo, la popularidad trajo consigo comportamientos excesivos y una crisis de identidad. Jonathan Davis, vocalista de Korn, relató en 2002 cómo la fama les afectó negativamente, dificultando incluso las relaciones entre los miembros de la banda. El éxito del álbum, especialmente de los sencillos «Freak on a Leash» y «Got the Life», llevó a la banda a un estado de constante ajuste y desorden.
Durante la creación de «Follow the Leader», Korn ya enfrentaba problemas para manejar su fama recién adquirida. Ross Robinson, productor de sus primeros álbumes, observó cómo el entorno de drogas y fiestas nublaba su visión artística. La banda comenzó a trabajar en el álbum a principios de 1998, grabando en NRG Recording Studios en North Hollywood, donde mezclaron influencias de rap, metal y new wave, logrando un sonido que combinaba melodías pegajosas con experimentación musical.
Canciones como «Got the Life», «Freak on a Leash» y «All In the Family» resonaron con el público masivo, mientras que otras como «Dead Bodies Everywhere» y «Reclaim My Place» eran más experimentales, incorporando elementos de industrial y alt-rock.
«Follow the Leader» no solo solidificó su estatus en el mundo de la música, sino que también marcó un momento de profunda transformación para la banda.
System of a Down – System of a Down (1998)
System of a Down surgió tras la disolución de Soil, con Tankian, Malakian y el bajista Shavo Odadjian, y más tarde se unió el baterista John Dolmayan. Tras ganar popularidad en Los Ángeles, captaron la atención de Rubin y Oseary de Maverick con una demo de tres canciones.
En 1997, System of a Down firmó con American Recordings, el sello de Rick Rubin y lo hicieron con un manojo de canciones bajo el brazo de un estilo único que mezclaba metal, punk y funk, pero sin elementos de hip-hop, tal y como se vería reflejado en su álbum debut homónimo lanzado en 1998. A pesar de su origen armenio y su interés en temas políticos, la banda, liderada por Serj Tankian y Daron Malakian, rechazó ser categorizada exclusivamente como «metal armenio».
Optaron por firmar con Rubin en lugar de Universal, valorando su enfoque en el rock y su instinto musical. El álbum, grabado en la mansión de Rubin, mostró influencias de Slayer, Metallica y otros, pero también incorporó elementos de géneros como el jazz, la música armenia y el funk. «Suite Pee», «Know» y «Spiders» son ejemplos de su diversidad musical. La portada del álbum, inspirada en un póster antifascista de John Heartfield, junto con su contenido lírico, llevó a algunos a etiquetar a la banda como «política», aunque su enfoque era más amplio, abordando temas como la injusticia, el sexo, la guerra y el control mental. El álbum fue certificado oro en 2000 y platino en 2002, tras el éxito de su álbum «Toxicity».
Slipknot – Iowa (2001)
«Iowa», lanzado en 2001, es el segundo álbum de Slipknot y representa un punto crucial en su discografía. Este álbum se distingue por ser el más oscuro, agresivo y pesado de la banda, reflejando un periodo de intensa presión y cambio. Tras el éxito inesperado de su debut, Slipknot enfrentó desafíos tanto físicos como mentales, exacerbados por adicciones y problemas derivados de su repentina fama.
El álbum debutó en el top 10 en nueve países, alcanzando el tercer puesto en EE. UU., y fue certificado platino en varios países. Sin embargo, los ataques del 11 de septiembre afectaron temporalmente sus ventas. A pesar de esto, «Iowa» encontró un lugar especial entre los fans, sirviendo como un medio de catarsis.
El proceso de grabación estuvo marcado por la determinación y la adversidad: el productor Ross Robinson trabajó con la espalda rota y el vocalista Corey Taylor se autoinfligió dolor físico para potenciar su interpretación. El álbum también resalta por su experimentación y evolución en el sonido de Slipknot, mostrando una mezcla intensa de metal, agresividad y complejidad lírica. Canciones como «The Heretic Anthem» o «515» se convirtieron en clásicos instantáneos.
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