Levantarte bañado en tu propio vómito en pueblos desconocidos, tener trapos de cocina de la marca Mayhem, tener mp3 de Cirith Ungol, tienes un cajón lleno de Heavy Rock y Metal Hammer y has tenido un perro llamado Mustaine. Signos inequívocos de que por tus venas corre el metal. Y una dosis obscena de cerveza, posiblemente.

black-metal-poop-hannibal-smithVas al Media Markt y ves toda la discografía de Metallica a 6,90 y lloras pensando que a ti te costó 18,90 cada CD en su día.

Una de las cosas buenas que ha tenido la bajada de precios de la música es justamente que se ha vuelto más asequible. Una de las cosas malas es que ya no puedes hacer aquello de llevar tus cd’s para vender en una tienda de discos y aprovechar para pillarte esa caja de Nightwish de edición especial que vale 30 Euros a cambio de un montón de purría. Hoy en día no te dan ni un euro. Depreciación, depreciación everywhere.

Sabes mejor que los promotores de conciertos quienes son los cabezas de cartel de los festivales.

Es fácil. Éste año son Metallica. El año que viene son Iron Maiden. El que viene son Metallica. El otro son Iron Maiden. No suele cambiar mucho, salvo muerte de un miembro de la banda o cancelación del festival. Pocas cosas hay seguras en la vida: el amor de una madre aunque seas yonko, el recibo del seguro del coche y el sistema bi-bandista de los festivales españoles en general. Lo bueno es que te puedes ir preparando los playlist con tiempo.

Has despertado en una piscina de tu propio vómito en lugares tan vistosos como Getafe, Villarrobledo, Gernika, Atarfe, Moncofa, Benicassim, Viveiro, Lorca o Villena.

El metal fomenta el turismo. Sino ¿de qué habríamos pisado cualquiera de nosotros tan ilustres municipios? Posiblemente nunca. Y no hay nada como esa sensación de aparecer en el parking del Eroski de Gernika, oliendo a revenido, y pensando “¿donde coño están mis colegas?”. Pues un poco más a la derecha, junto a aquella pila de carros de compra destruidos. Espéralos para desayunar, pobres.

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Rechazas frontalmente que el Heavy Metal sea comercial.

Pero te conoces todos los infecciosos estribillos de Gamma Ray, Blind Guardian y Manowar. Y pagas 40 Euros por ver a tus bandas en directo. Y aúllas cuando la pirotécnia peta. Y haces cola un montón de horas antes de sus conciertos. Y te dejas otros 40 Euros en la camiseta de la gira. Y otros 30 en el DVD. Como los seguidores de cualquier banda, de cualquier estilo. El heavy metal es tan comercial como Mercadona.

Tienes trapos en tu casa de la marca Mayhem, de la marca Manowar, de la marca Helloween y de la marca Vileda, entre otros.

¿Qué hacer con tus viejas camisetas cuando ya no se leen ni las fechas del tour en la parte de la espalda? Teóricamente guardarlas como trofeos. Pero tu madre tiene planes mejores. Wait for it.

Tienes frecuentes discusiones con tu mujer sobre si la estantería de los DVD’s debe presidir el comedor o debe presidir el comedor.

Todos tenemos ese puntito exhibicionista con nuestras colecciones. Queremos que las amigas de nuestra mujer o los colegas del trabajo vengan a casa y digan “oh”, “ah” y “joder, que tios más feos” cuando ven nuestra impactante colección de DVD’s en el comedor. La de CD’s y vinilos está en tu cueva personal, porque es demasiado exagerada y hubo que hacer ese pacto con la parienta.

Cuando naciste, la mayoría de grupos grandes del género estaban en su peor momento.

Salvo que pases de los 40 y vivieses la época dorada del género. la mayoría de los que nos leéis tenéis entre 16 y 30 años. Es decir, que cuando teníais uso de razón: a)Nirvana lo estaban petando y lo más interesante que salía eran discos rarunos intentando ser grunge de vuestras bandas favoritas o b)Mägo de Oz estaban en la cresta de la ola junto a Tierra Santa y Avalanch. Bueno, o c) Blaze cantaba con Maiden y Ripper con Judas. No era un gran momento.

Tienes un disco duro externo repleto de CD’s bajados de paginas de blogspot húngaras y del Piratebay porque en Spotify no encuentras a Cirith Ungol ni a Chastain (bueno, ni a AC/DC)

Porque, como todos, viviste tu época de meterte en el foro de Rafa Basa o en el canal #heavymetal del IRC-Hispano a dártelas de listo y hablar de bandas que solo existían en tu mente o que lo más famoso que hicieron fue una demo cantada en ruso. Bajabas compulsivamente todo lo que podíais en el Kazaa, el eMule y luego ya en el PirateBay y hablabas con tus colegas de grupos que no recordaban ni sus propios miembros. Luego llegó Spotify pero ya no era lo mismo.

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Te quejas de que la prensa musical es una mierda, pero te sigues comprando la Heavy y la Metal Hammer en secreto. 

Cajones y cajones llenos de copias enmohecidas de esas decanas publicaciones del metal vernáculo. Esas portadas de la Heavy Rock dedicadas a Ska-P, esas exclusivas mundiales constantes de la Metal Hammer que consistían en una foto tamaño DNI y tres lineas en la sección de noticias, esos editoriales de Muniesa en la Kerrang antigua, esos posters que eran la mitad de la revista, esa sección de demos en la que una vez salió tu banda y con la que diste por el culo a todo el que conocías, esas firmas de nombres como “Metalex López”, “Juanowar Perez” o el archiconocido “Javi Metal” (nosotros también tuvimos uno, pese a todo). O lo que es peor: Mariskal Romero y Joan Singla. Cuando leías esta sabías que no venía nada bueno…

Cada semana, diez colegas distintos te intentan liar para que vayas a los conciertos de sus bandas de mierda a los que no quieres ir (pero al final acabas yendo…para liarles tu la semana que viene y que vengan al tuyo)

Desde que se instauró el programa estatal “ningún heavy sin su banda” se multiplicaron por mil millones las reservas de salas y las ventas de pastillicas para la ansiedad entre músicos. Vender cincuenta entradas no es tarea fácil, sobretodo cuando todos tus colegas tienen un grupo y están vendiendo entradas también y compartís todos el mismo círculo de gente. Al final se da ese curioso caso en el cual hay una sala de conciertos en la cual todos los presentes han tocado y en la cual todos han estado de público por obligación moral. Muy endogámico todo.

Has tenido un perro llamado Mustaine.

En serio, tenía un colega que llamaba a su perro Mustaine. También tenía una vecina choni que llamaba a su perra Beyoncé (en el ascensor podías oir perlas como “Beyoncé, pasa padentro!!). El parecido entre el pobre Dave y un Cocker Spaniel tampoco pasa desapercibido.

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Dices frases como “es que Maiden se han vuelto muy progresivos, el “Seventh Son” fue su último gran disco”, “el problema de In Flames es que se vendieron después del “Whoracle” o la más habitual: “es que Lars no sabe tocar la batería” (pero luego pagas cien euros por verle en directo, braaaavo)

El metal es como el fútbol, donde todo el mundo es seleccionador. En el metal todo el mundo es músico, productor, discográfica, promotor de conciertos y lo que haga falta. Esos juicios de valor propios del señor Matías en la barra de la Tasca Paco son in-fal-ta-bles en cualquier conversación etílica que se precie.

Has visto a Saxon sin querer más de cien veces (bueno y a Doro)

Las bandas comodín (podríamos sumar a Rage, Within Temptation y Sepultura) aparecen en cualquier festival que se precie. Están más vistas que el tebeo, pero al final acabas yendo a verlos por solidaridad. El resultado es que ves a Biff Byford más que a muchos de tus familiares. No obstante, como tiene ese inquietante parecido con tu tía Juani del pueblo tampoco te sientes tan mal.

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Has pasado más noches de las que recuerdas en el BB+, La Urbe del Kas, el TNT, el Crusader, el Ceferino o el Bóveda.

Especial hincapié de “más de las que recuerdas”. Por suerte, el garrafón en los garitos heavies comienza a ser historia, aunque aún quedan algunos atrevidos…

Quieres comprarte el nuevo disco de tu banda en formato físico, pero no te aclaras entre las quince ediciones especiales que hay en la tienda. Al final te compras la que tiene 2 temas extra, un vinilo verde, una camiseta mierdosa de regalo y una mandarina pelada.

¿Cuál es la solución de la industria discográfica ante la caída de ventas de los discos? Pues fácil: a aquellos que aún compran, les vamos a vender el mismo disco seis o novecientas veces. Está pasando.

Dices que no, pero un pequeño sentimiento de orgullo te recorrió los intestinos cuando Lordi ganaron Eurovisión o Rafa Blas ganó la voz. Luego ya se te pasó.

“Metal will stand tall”, que cantaban, no se, Dream Evil. El metal se vuelve popular por un día, como en los 80. España es Heavy. Y al día siguiente todo vuelve a la normalidad. Rafa Blas vuelve a la fábrica, Lordi vuelven a casa de sus padres y todos seguimos pensando que algún día, snif, será 1984 de nuevo.

Has ido a Wacken Open Air y al Hellfest y te pasas la vida contándole a todo el mundo lo mucho que molan “y la peste que son los festis en España” (también lo son los sueldos o las infraestructuras respecto a Alemania y Francia…es lo que tenemos)

Que si, que yo también fui una vez a Estados Unidos y flipé de lo bien que funcionaba todo. Todo fuera de España siempre funciona mejor. Y también huele a nuevo y mola más.   Pero también os dejáis 700 Euros entre viajes, comidas, entradas y demás. Que hay que decirlo todo. No es lo mismo gastarse 50 Euros en una habitación de hotel que 300 Euros, ¿no sabéis esto?

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Cuando estás en el banco y suena tu movil, la gente se gira porque lo mismo “Cowboys From Hell” no es la sintonía más simpática. 

O la intro del “Painkiller”. O del “Seek and Destroy”. Lo digo por experiencia propia. Cuantos sustos he pegado así.

Tu padre era heavy y fue a ver a los Maiden en el Palacio de los Deportes en el 84 y terminó en comisaría por fumar porros y robar el bolso a una vieja.

En los ’80 no había reglas y toda esa gente respetable que ves ahora y que “cuando era joven fue heavy” fueron los que estigmatizaron el género. Dales las gracias por tu pequeño ghetto. Mi padre se coló en el catering de AC/DC en el Monsters of Rock del 91 en el Estadio Olímpico de Barcelona y robó comida. No os digo más. Ni se como cojones lo hizo.

Tu no bebes la cerveza a quintos o tercios. La bebes a litros. 

Probablemente el identificador más claro de que eres heavy es tu sed imposible de saciar. Beber litros de algo parecido a agüilla con cebada es todo un ritual en festis y conciertos, pero entre eso y una cerveza de verdad va un trozo grande. Es como lo de las jarras de 0,50 del 100 Montaditos. No te sube hasta que no llevas diez.

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