De un tiempo a esta parte se ha vuelto casi tan importante considerar los nuevos lanzamientos de bandas como reverenciar las distintas onomásticas que van sucediéndose en el mundo del rock duro y el heavy metal. Discos que nos parecen editados ayer cumplen tres décadas y evidencian varias cosas: que los valores de producción del heavy metal han cambiado mucho, que las canciones de antes eran más musicales desde el estricto punto de vista de la armonía y la melodía y que nos encontramos estancados en una época, la que vio crecer al heavy metal, que ya nunca va a volver.

De un tiempo a esta parte se ha vuelto casi tan importante considerar los nuevos lanzamientos de bandas como reverenciar las distintas onomásticas que van sucediéndose en el mundo del rock duro y el heavy metal. Discos que nos parecen editados ayer cumplen tres décadas y evidencian varias cosas: que los valores de producción del heavy metal han cambiado mucho, que las canciones de antes eran más musicales desde el estricto punto de vista de la armonía y la melodía y que nos encontramos estancados en una época, la que vio crecer al heavy metal, que ya nunca va a volver.

Es reconfortante ver como muchos discos han envejecido con increíble dignidad a la vez que es deprimente observar como mucho de lo que se cocina en los estudios de grabación hoy en día jamás conseguirá el nivel de aquellos añejos manojos de canciones que supusieron una auténtica revolución en el mundo del rock. Esta es una selección de diez discos que aparecieron en el año 1985 y que, de algún modo u otro, destacaron por encima del resto.

1. Gary Moore – “Run For Cover”

runforcover

Editado en septiembre de 1985, es el disco más inconstante de Gary Moore a efectos de producción, especialmente si lo comparamos con el que precede (“Victims of the Future”) o el que le sigue (“Wild Frontier”). Aún así, pese a tener a cinco productores y una banda distinta en casi cada canción, “Run For Cover” brilla por sus canciones: es el disco donde se encuentran “Out in the Fields”, “Military Man” y “Empty Rooms” en su versión más radiable. Tres temas que serían constantes en su repertorio, incluso cuando decidió volver al rock duro durante su última gira en 2010. Un disco que sufre de la era en que fue grabado -los sonidos de batería son una muestra- pero que es la única evidencia de aquella época en la que Glenn Hughes estuvo a punto de unirse permanentemente a la banda del guitarrista norirlandés, hasta que las drogas, la comida y en última instancia un desacuerdo con Moore terminaron con la posible colaboración.

2. W.A.S.P. – “The Last Command”

thelastcommand

Pese a que se encontraban en pleno boom, sorprende que “The Last Command” sea un disco tan pobremente producido. Editado el 9 de noviembre de 1985, el segundo disco de la banda contiene himnos como “Wild Child” y “Blind in Texas”, amen de otros temas más oscuros de su discografía como “Widowmaker” y “The Last Command”. No obstante, para muchos, la joya secreta es “Cries in the Night”, un medio tiempo que intenta seguir la estela de “Sleeping (In The Fire)” de su anterior disco.

Fue producido por Spencer Proffer, quien hizo un trabajo mediocre. Puede que lo descarnado del sonido y los arreglos case con la imagen de la banda pero, treinta años más tarde, no es el mejor valedor del sonido WASP, que llegaría a mejor puerto en discos como “The Headless Children” o “The Crimson Idol”.

No obstante, en 1985 no había una banda más controvertida que WASP. El temible Blackie Lawless tenía a los padres de un montón de niños melenudos y con granos totalmente muertos de miedo. Y consciente de que aquello era su pasaporte a la fama, exprimió cada gota de la controversia.

3. Loudness – “Thunder in the East”

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Editado el 21 de enero de 1985, “Thunder in the East” fue el disco que abocó a los nipones Loudness a la fama en Europa y Estados Unidos. La gira del disco fue tremenda y confirmó que mediados de los 80 era el momento del heavy metal en cualquier parte del mundo. Con el brillante talento de Akira Takasaki a la guitarra y la característica voz de Minoru Niihara como señas de identidad, Loudness demostraron que la procedencia geográfica no era excusa para no hacer el mejor heavy metal. A día de hoy, canciones como “Crazy Night”, “Run For Your Life” y “Heavy Chains” siguen valiendo su peso en oro.

4. Exodus – “Bonded by Blood”

bondedbyblood

Cuando todos los vasos tenían la misma cantidad de espuma en la cerveza, «Bonded by Blood» fue un disco de lo más influyente dentro del género del thrash metal. En aquella época ni Anthrax, ni Metallica, ni Megadeth ni Slayer habían despuntado al nivel que lo harían más adelante y Exodus estaban a la par con todos ellos. Obviamente, visto desde la perspectiva de 30 años, «Kill’em All» o «Hell Awaits» nos parecen trabajos mucho más definitorios para el género que revolucionó el heavy metal desde la propia base. Pero sin «Bonded by Blood» dificilmente había habido mucho de lo que vino después.

Editado en abril de 1985, el disco se pasó un año en la nevera debido a las disputas entre Exodus y su sello, Torrid. Fue el único disco completo donde Paul Baloff estuvo presente, dando voz a temas como «Piranha», «A Lesson in Violence» y el propio tema título. Tan potente es su posición respecto al resto del catálogo de la banda que en 2008 lo volvieron a grabar bajo el título «Let There Be Blood». Es obvio que el retraso de un año en su edición no benefició en absoluto a la banda que vio como otros se llevaban su posición en el podium. No habría sido extraño que, de haberse sucedido los acontecimientos de otro modo,  hoy hablásemos del Big 5 del Thrash Metal.

5. Slayer – «Hell Awaits»

hellawaits

Brian Slagel sabía donde había una buena banda y reconoció rápido el olor a cadáver de Slayer. Lo que probablemente no sabía de antemano es cuanto aquel primer disco, «Show no Mercy», y más prominentemente «Hell Awaits», iban a cambiar el mundo del heavy metal.

Si bien el primer trabajo de Slayer había sido un éxito de ventas en todo el mundo (40.000 copias vendidas por parte de una banda underground de metal no es moco de pavo) lo cierto es que nadie podía anticipar el golpe que supondría «Hell Awaits», el cual ha superado el millón de cópias vendidas en todo el mundo a día de hoy. El trabajo cimentó la reputación de Slayer como banda peligrosa y satánica pero, lo que es más importante, mostró el lado más elaborado de sus composiciones, lejos del metal cazurro de «Show no Mercy». Los riffs eran como escuchar a Black Sabbath pasados de speed y las letras eran lo más maligno que el mundo podía escuchar en 1985 antes del advenimiento de Rick Astley dos años más tarde. «Reign in Blood» quizá fue su «Back in Black» particular, pero «Hell Awaits» fue su «Highway to Hell». Nunca mejor dicho.

6. Celtic Frost – «To Mega Therion»

tomegatherion

Hoy en día nos puede parecer fuera de lo común pero en 1985 un disco como este, capaz de empujar hacia adelante toda una generación de incipientes bandas de death metal, se grabó en apenas dos semanas. Editado a finales de septiembre de hace treinta años, se trata de un disco apocalíptico, oscuro y tan expresivo de la identidad de Celtic Frost que es difícil imaginar su carrera sin él. La portada de H.R. Giger es la guinda del pastel, una imagen que define el contenido del trabajo de una manera tremendamente fiel. 

Si Hellhammer fue la semilla, este «To Mega Therion» cogía el mensaje de Hellhammer y lo envenenaba aún mas, aprovechando por el camino para dejar en ridículo la visión semi-festiva del metal extremo que proponían Venom. Por algo décadas más tarde Venom se siguen viendo como una suerte de parodia y Celtic Frost son una joya para conoisseurs, aquellos que decidieron que por debajo de los cinturones de balas y las letras cliché podía haber muchas otras capas de azufre y maldad.

7. Accept – “Metal Heart»

metalheart

Accept no eran nuevos en esto cuando en marzo de 1985 editaron su sexto disco, «Metal Heart». De hecho, fue el disco que marcó el inicio del fin, pues tras el siguiente («Russian Roulette» de 1986) la banda partió peras con su carismático vocalista Udo Dirkschneider, comenzando así un declive del que prácticamente no se recuperaron hasta que Udo volvió a la banda una década más tarde. De cualquier modo, «Balls to the Wall» nos muestra a unos Accept aún en plenas facultades compositivas y musicales. Un disco con un sonido deliberadamente más comercial y cercano al mercado estadounidense, el cual querían conquistar de una vez por todas en un momento ciertamente propicio para ello.

Grabado digitalmente por primera vez, es el disco de temática más futurista de la banda, con el concepto inicial versando sobre la relación entre hombre y maquina. El tema título incorporaba a Beethoven y a Tchaikovski mucho antes de que las referencias a obras clásicas fuesen algo común en el heavy metal. Otros como «Living For Tonite», «Screaming for a Love-Bite» o «Midnight Mover» buscaban ser el hit-single ideal, pero no cabe duda de que el momento más interesante del disco -por lo poco habitual- es esa excursión hacia el jazz en «Teach us To Survive». Una muestra de que Accept buscaban ir más allá de los confines del metal, pese a ser una de las bandas que mejor representaban la esencia del género.

8. Helloween – “Walls of Jericho”

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Antes de que se editase este disco podríamos decir que el power metal no existía. Era una ilusión en la cabeza de Kai Hansen, algo que tomó forma una vez “Walls of Jericho” vio la luz del día y lo que venia siendo speed metal se cubrió con una capa de gominola, se volvió más accesible  y se convirtió en un nuevo género por derecho propio. Para terminar de consolidarlo, la misma banda editó más adelante los míticos “Keeper of the Seven Keys”. Si “Walls of Jericho” fue el origen, los “Keepers” fueron el barniz final. Nada volvió a ser lo mismo en el heavy metal europeo desde que en octubre de 1985 se editase este trabajo. Canciones como “Ride the Sky” y la eterna “How Many Tears” siguen siendo auténticos himnos del metal europeo.

9. Savatage – “Power of the Night”

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Antes de que Paul O’Neill cambiase las cosas para siempre en Savatage, la banda de Tampa era una banda de heavy metal más bien genérica en el sentido meliorativo del término. Sin concesiones, sin complicaciones y directa en la frente. Las mutaciones a lo largo de los años serían incontables: sus giros progresivos, la muerte de Criss Oliva, la entrada de Zak Stevens, la fusión con la Trans-Siberian Orchestra…pero en 1985, Savatage eran una banda de heavy metal americano al uso, aunque más misteriosa y oscura que el 99% de sus congéneres.

En “Power of the Night” escuchamos a un Jon Oliva gritando aquello de “raise the fist of the metal child” con tremenda convicción, del mismo modo que la banda se lanza a por un conato de single radiable en “Hard For Love” – que podrían haber grabado Ratt si hubiesen querido, vaya.

Siempre fueron diferentes, pero con “Power of the NIght” dejaron de gatear para erguirse como una de las bandas más creativas y distintas del panorama del heavy metal de los años 80.

10.Motley Crue – “Theater of Pain”

theaterofpain

Pocas bandas fueron capaces de representar de una manera más fiel la decadencia, el simplismo musical y el tono general de una era y un lugar de la música rock: los 80 en Estados Unidos. Hoy en día nos parece insultante que una banda como Motley Crue consiguiese todo lo que consiguió, pero en la cabeza de Nikki Sixx y en la de un par de millones de fans a lo largo y ancho de USA, aquel grupo era más grande que la vida. Y durante unos años lo fueron. Como bien decía Sixx en el libro “The Dirt”: “podríamos haber salido a matar a nuestros fans y tan solo habríamos conseguido vender aún más discos”. Tal era la manía por los Crüe que un disco tan inferior como “Theatre of Pain” no hundió su carrera.

Con la salvedad de la balada genérica sobre rockstars y la vida en la carretera (“Home Sweet Home”) y un par de temas que se salvaban de la quema (“Fight For your Rights” y la versión de “Smokin’ in the Boys Room”) el resto del disco es prácticamnte olvidable. Todo un logro después de parir algo tan grande como “Shout at the Devil”. Lo que queda claro escuchando el trabajo a día de hoy es que el verdadero secreto de los Crüe reside en la guitarra de Mick Mars. Pobre tipo.