Todos empezasteis escuchando a Mago de Oz. Y lo sabéis.
Es posible que Mago de Oz pecasen de cierta estupidez mediática en distintos momentos de su carrera pero jamás debería eso condicionar lo que lograron con un gran catálogo de canciones de folk y heavy metal contemporáneo, sin entrar siquiera a hablar de los grandes proyectos en materia de ópera-rock. Si, se sobredimensionaron y la burbuja estalló. Pero muchos estáis escuchando hoy a Watain porque un día escuchasteis a Mago de Oz. Otra cosa es que lo neguéis.
La casuística puede ser variable (la publicación de un video o enlace en redes sociales, la apertura de un post en un foro especializado) pero el resultado siempre es muy parecido: un torrente de insultos, descalificaciones y comentarios aparentemente divertidos para sus creadores sobre la banda, su batería, las canciones o la vida personal de cualquiera de ellos.
Hablamos de Mago de Oz y en ésta web no les tenemos cariño o apego especial. No nos pagan (de hecho, con su último disco los amigos de Warner Music se interesaron en anunciar el lanzamiento en la web para luego desaparecer por donde habían venido, una vez que nosotros habíamos cumplido con nuestra promesa de desplazarnos a entrevistar a la banda y un servidor había departido amigablemente con Frank y Carlitos sobre el nuevo disco), no nos hemos ido de gira por América Latina con ellos ni hemos formado parte nunca de su círculo cercano. No tenemos porqué recitar sus glorias pasadas o presentes por un interés concreto.
Pero hay una cosa que es impepinable: lo que hicieron Mago de Oz en el heavy metal español entre 1998 y 2006 aproximadamente solo es equiparable a lo que hicieron Obús y Barón Rojo entre 1981 y 1987. Eso es, aunque no se limita a, acercar el rock duro y el heavy a una generación nueva que de otra manera habría acabado escuchando cualquier otra cosa en ese momento de su vida y no habría querido hurgar más en este estilo de música. Si, yo también acabé hasta el trabuco de ver a la banda disfrazada de piratas en las entrevistas y firmas de discos. También tuve encontronazos con su servicio de seguridad en la época en la que todo estaba demasiado sobredimensionado. También trabajé con ellos brevemente y vi que podían ser muy profesionales y muy disfuncionales a la vez. También me tiraba atrás el exceso de verborrea y palabrerío en búsqueda de la polémica. Pero por encima de todo ello hay que admitir que, con maestría y conocimiento, Txus y sus compañeros supieron llevar un estilo de música más bien tosco y difícil de absorber a las grandes masas que (aún) compraban discos en España y Latinoamérica. Consiguieron pasar la frontera de lo mainstream con canciones míticas (ahí sigue “Fiesta Pagana” sonando en muchas fiestas populares, pero no escucharéis “Resistiré” ni nada del último clon de In Flames de turno). Fueron capaces de hacer lo que, a nivel de escenografía, ningún grupo del género había conseguido jamás en España. Fueron capaces de colarse en todos los medios, generalistas y especializados. También fueron capaces de sobreexponerse hasta provocar el efecto contrario: el rechazo. Y es ahí donde, amigos heavies, he de daros la razón. Hubo momentos en los que ser seguidor de Mago de Oz podía ser un handicap en la vida. Cada vez que Txus hablaba subía el precio del pan. Cada vez que la banda sacaba un nuevo hit-single el público del heavy los sentía más y más lejos mientras que el público generalista los comenzaba a ver como una reliquia de otro lustro. Pero es que ni Kiss se aguantaron vigentes más allá de seis años sin comenzar un rápido declive que les llevó década y media resolver.
La cuestión es que muchos de los que hoy escuchan a Meshuggah, muchos de los que llevan camisetas de bandas de la NWOBHM que sacaron tres demos e implosionaron, muchos de los que dicen ser los más entendidos en la materia…muchos de ellos empezaron escuchando a Mago de Oz. Y no desde la perspectiva del “error infantil” sino planteado desde la perspectiva de “rito de iniciación”. Y del mismo modo que el adolescente reniega de los padres en plena edad del pavo, muchos metaleros reniegan de “Fiesta Pagana” en su teórica madurez musical como si fuese motivo de espanto.
Es cierto que Mago de Oz no están en su mejor momento de popularidad (tampoco lo están Barón Rojo, ni Obus…pero tampoco lo están Children of Bodom, ni Udo, ni Saratoga, ni Hammerfall) pero lo que no se puede hacer es tirar por tierra los grandes logros de esta banda porque su carrera se encasquilló en algún momento y porque su líder tenía un estilo de llevar el marketing algo peculiar (y de cuyas declaraciones en esta web nos hemos beneficiado para conseguir visitas, como todos los medios especializados de este país).
No es fácil crear canciones pegadizas, llegar a la gente, ser fiel a ti mismo el 100% del tiempo y no dar ningún paso en falso en toda tu carrera. La gran mayoría de bandas internacionales que idolatramos han tenido valles en su carrera, más o menos vergonzosos, pero totalmente necesarios. Es posible que Mago de Oz pecasen de cierta estupidez mediática en distintos momentos de su carrera pero jamás debería eso condicionar lo que lograron con un gran catálogo de canciones de folk y heavy metal contemporáneo, sin entrar siquiera a hablar de los grandes proyectos en materia de ópera-rock. Si, se sobredimensionaron y la burbuja estalló. Pero muchos estáis escuchando hoy a Watain porque un día escuchasteis a Mago de Oz. Otra cosa es que lo neguéis.
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