Si yo tuviese 5000 dólares disponibles para gastar, posiblemente los emplearía primero en comprar los vinilos de los primeros seis discos de Megadeth, meterlos en un paquete de UPS y enviarlos a la atención de Mustaine.

Hace cuestión de unas semanas, Megadeth lanzaron su campaña en PledgeMusic para conseguir la financiación necesaria para su próximo disco. Más allá de lo obsceno que es el hecho de que Megadeth recurran al crowdfunding para poder financiarse un nuevo disco (¿en serio a Dave Mustaine no le queda algo de dinero de los últimos treinta años de carrera de Megadeth?) lo más curioso es el alcance de las recompensas que la banda pone a disposición de aquellos que decidan entregar sus tan duramente conseguidos euros.

Dejando a un lado que el crowdfunding debería ser una herramienta para bandas emergentes que no tienen otros recursos para financiarse (véase el artículo que hicimos sobre Hamlet y Fortu de Obús hace unos meses) uno puede llegar a entender que la banda ofrezca la opción a sus fans de colaborar con el proyecto y asegurarse que la grabación del disco va a ser económicamente más llevadera. La banda tiene muchos fans, es una marca muy conocida en el mundo del heavy metal y abusar un poco de ello no está de más. Cuestión de escrúpulos. Pero lo realmente preocupante es que un fan haya escogido la opción más cara de todas para apoyar el proyecto de la banda: por el módico precio de 5000 dólares, compondrá un tema a medias con Dave Mustaine.

Otras recompensas son bastante sensatas: una clase de guitarra con Kiko Loureiro, una clase de una hora con el baterista Chris Adler…incluso, por sólo 150 euros, una cámara de usar y tirar con fotos que la banda habrá tomado para ti. Pero… ¿pagar 5000 dólares por componer un tema junto a Dave Mustaine?

Hagamos un rápido repaso a los hechos:

Entre 1980 y 1990, Dave Mustaine compuso “Rattlehead”, “Killing is my Business”, “Wake up Dead”, “Peace Sells”, “Holy Wars” y “Hangar 18” con Megadeth, además de participar en clásicos de Metallica como “The Four Horsemen”, “Ride The Lightning” o incluso “Phantom Lord”. Posteriormente, entre 1990 y el 2000, el tipo grabó enormes canciones como “Symphony of Destruction”, “Sweating Bullets”, “A Tout le Monde”…incluso “She-Wolf”. Pero siendo sinceros, en los últimos quince años, salvo honrosas excepciones de la talla de “Head Crusher” o “Washington is Next”, Mustaine no ha compuesto gran cosa. El ratio de grandes canciones ha bajado considerablemente y Mustaine ha dejado de tener ese barniz especial que tenía veinte años atrás.

La cuestión es que alguien,en algún lugar del mundo, se tomará la molestia de coger un avión hasta Nashville para sentarse a componer una canción con Dave. Dave, el tio que compuso “Risk”, “The World Needs a Hero” e incluso el más reciente y olvidable “Super Collider”. Imagina por un momento que coges tu avión, pagas tus 5000 dólares y lo que sale de tu sesión con Dave es “The Doctor is Calling”. ¿Qué haces? ¿A quién reclamas?

Dave Mustaine ha sido el compositor de alguno de los mejores riffs de guitarra de la historia del heavy metal y tiene un espacio en el olimpo por derecho propio. Pero hoy en día Mustaine está siendo mas errático que de costumbre y se nota de lejos que la chispa ya no esta ahí. Consideraciones vocales a un lado, el guitarrista que se alimentó de la rabia post-ruptura con Metallica para crear a una de las mejores bandas de heavy metal del planeta ya no tiene el empuje de antaño. Sus discos con Megadeth son blandos e insulsos, sin nada muy destacable más allá del hecho de que “hey, es Megadeth”. Ni “Endgame”, ni “United Abominations” gozaron de grandes momentos más allá de una o dos canciones, un ratio ciertamente insuficiente para alguien de quien se espera tanto. Y el propio Mustaine parece ya desganado, poco interesado en ser la figura dentro del heavy metal que una vez fue. La puerta giratoria de miembros en Megadeth tampoco es un buen síntoma, por muchos grandes nombres que firmen con él para darle lustre a sus carreras. Pero a día de hoy, Megadeth son una sombra de lo que fueron. 

Si yo tuviese 5000 dólares disponibles para gastar, posiblemente los emplearía primero en comprar los vinilos de los primeros seis discos de Megadeth, meterlos en un paquete de UPS y enviarlos a la atención de Mustaine. En segundo lugar, le compraría un billete de avión en primera clase a Marty Friedman con destino a Nashville. Y en tercer lugar, compraría un candado de alta seguridad. Y de ahí no sale nadie hasta que Mustaine vuelva a componer y grabar canciones que merezcan el nombre de Megadeth.