2019 llega a su fin, y con él una década entera, lo que en la historia de la música suele traducirse como el fin de una era. Es increíble todo lo que puede llegar a pasar en 10 años, y es que no solo ha habido la típica ida y venida de bandas nuevas, sino que los avances tecnológicos y la era digital ha cambiado diametralmente la forma en que consumimos y percibimos la música. Visto esto es inevitable pensar cómo serán recordados los 2010s bajo el gran periscopio de la historia, y es por eso que en este interesantísimo artículo he tratado de resaltar los que a mi parecer han sido los rasgos distintivos del metal de la última década.

Algo que siempre me ha fascinado del heavy metal, es la capacidad del seguidor promedio de establecer las fechas claves del mismo; quién fue el percusor de qué y, en definitiva, de dibujarte un extenso eje cronológico en que se pueden resumir más de cincuenta años de historia de la música. Así muy por encima, la opinión generalizada es que todo comenzó en 1970, cuándo Tony Iommi tocó esos acordes tan oscuros en un pequeño estudio de Birmingham. Hubo muchos pioneros en los 60, desde los durísimos directos de Blue Cheer hasta los delirios ocultistas de Led Zeppelin o Deep Purple, pero Black Sabbath siempre serán los padrinos del heavy metal.

Así pues, los 70 son el punto de partida, la década en que comenzó todo y aparecieron las grandes bandas de rock duro que todos amamos, los 80 serían el año de la consolidación, el de la NWOBHM y el de la guerra entre el thrash y el glam, los 90 se recordará como el año en que parecía que todo se iba a la mierda, la era del grunge y en que las bandas de nu-metal acaparaban toda la atención mediática, mientras que en el underground se gestaban el power, el death y el black, y finalmente los 2000 fue la década del metalcore y del metal industrial, y hasta cierto punto también representó el regreso de las grandes bandas de los 80 habían sobrevivido los 90 de milagro.

Los 2010 como década en muchos sentidos ha sacudido los cimientos del mundo de la música tal y como se venía entendiendo desde que los Beatles demostraran el dinero que podía llegar a generar la industria. Mucho ha llovido desde que aquel 11 de julio del 2000 en que Lars Ulrich se plantó en las oficinas de Napster con una demanda bajo el brazo, y es que, aunque se lanzó el grito al cielo y se profetizó que internet y el streaming serían los verdugos de la industria de la música, lo que se ha demostrado es algo totalmente distinto: que las discográficas estaban acostumbradas a hacer mucho dinero sin tener que trabajar tanto.

Hoy en día cualquier banda puede conseguir que todo el globo tenga acceso a su música con solo subirla a internet, y con todas sus ventajas, ha supuesto el fin de los sonidos típicos de las escenas locales, y es que dónde antes tenías la San Francisco Bay Area o el Black Metal noruego, ahora en cualquier ciudad puedes encontrar bandas de cualquier género e influencias. También ha supuesto el fin de los grandes sellos fichando a una banda de chavales que casi no saben sostener sus instrumentos, de los contratos de cinco discos y de poner un montón de pasta que sustente a la banda, les pague el nuevo trabajo y les financie la gira.

Pero dónde se cierra una puerta se abre una ventana, y si bien siempre era bueno contar con una gran disquera para elevar tu música, los nuevos tiempos obligan a las bandas a ser más audaces y a autónomas, pudiendo sustituir totalmente a las disqueras y sus amplios márgenes por la venta de cada CD si asumen el coste de oportunidad que implica cada inversión. Las nuevas bandas pueden surgir como lo ha hecho el indie, el género que probablemente más haya impactado al mainstream durante esta década pasada, permitiendo al oyente medio tener acceso a una cantidad de música sin precedentes.

El inicio de la década

Entrando ahora en el terreno estrictamente musical, como viene siendo habitual los 2010 empezaron de una forma muy similar a como terminaron los 2000. El metalero de quince años de 2010 tenía como referentes las bandas más comerciales del metalcore como Avenged Sevenfold, Three Days Grace o Papa Roach, que además nutrían la mitología de tribus urbanas más alejadas de la escena metalera como lo son los emos o los góticos. Aunque hubo cierta reverencia hacia grandes titanes que estaban regresando a sus días de gloria como Iron Maiden, Judas Priest o Metallica, las bandas de referencia de esta camada eran Slipknot, Rammstein e incluso unos Linkin Park que también habían estado muy presentes en el mainstream.

Avenged, Avenged, Avenged cojonudos…cooomo Avenged no hay ninguno.

Sin embargo, la fiebre por el metalcore desapareció de la misma forma repentina y súbita con la que había irrumpido en la escena, y muchos adolescentes abandonaron todo el merchandising adquirido, sus flequillos cubre ojos y la actitud torturada y nihilista en un cajón de vergüenza para cuando entraron en la universidad. Se quedaron los que miraban con nostalgia los grandes actos de metal de generaciones pasadas, los que añoraban no haber podido ver a sus ídolos en sus años dorados. El comentario más popular de estos jóvenes en los vídeos de Youtube o en los posts de Facebook, iba por la línea de: “He nacido en la generación equivocada”, creando el caldo de cultivo para que aparecieran estos metaleros de veintipocos que blanden una nueva versión del Sturm und Drang, pues tienen una actitud nostálgica hacia algo que no vivieron a la vez que son cerrados e incluso cañís con cualquier novedad.

Es muy importante tener en cuenta esto: la nostalgia. La escena estaba llena de jóvenes metaleros que sentían que habían llegado tarde a la fiesta, y que muy posiblemente solo hayan podido ver a sus bandas favoritas en su gira de despedida o entrados en la tercera edad. Sin embargo, sus esperanzas no estaban puestas en esa gran banda a la que podían quedarle unos 10 años, sino en sus teloneros, que en su mayoría eran como ellos: jóvenes que habían rescatado algo que fue grande y le habían dado una vuelta de tuerca sin tampoco arriesgarse demasiado, y quizás la más celebre de ellas sea un estrafalario proyecto de un sueco con delirios místicos que fue apadrinado por Steve Harris, una pequeña banda llamada Ghost.

Ghost (Foto: Javier Bragado)

El proyecto de Forge no solo tenía todos los ingredientes para explotar y llegar a las alturas en las que está ahora, sino que se amparó en la demanda de ese sonido clásico que había entre las nuevas generaciones de un modo similar a como lo hizo Airbourne, banda que sin embargo parece estar más cómoda compartiendo sudor y cerveza en una sala con sus fans que aspirando a ser los AC/DC de una nueva generación. Siguiendo esta estela, también han aparecido unos jovencísimos Greta Van Fleet a los que se les ha acusado mil y una veces de imitar a Led Zeppelin, y que muy probablemente puedan serlo para toda una nueva generación, y hasta el sonido glam de los 80 ha encontrado su reencarnación en los paródicos y aún así excelentes Steel Panther, que parodiando han sacado los mejores discos de hair metal del s.XXI.

La mezcla de estilos

Pero sin embargo el gran ganador de los 2010 ha sido un tipo de sonido que antaño solo se podría haber encontrado en el power metal, pero que a día de hoy acapara el folk, el sinfónico y hasta el death metal melódico, y al que me ha gustado bautizar como heavy metal temático. ¿Cómo funciona? Es tan sencillo como juntar heavy metal con algo, con cualquier cosa realmente: heavy metal e historia, Sabaton, Heavy metal y vikingos, Amon Amarth, heavy metal y piratas, Alestorm, y así ad infinitum.

Amon Amarth (Foto: Roberto Romero)

Nos encontramos entonces con una nueva generación de algo que podríamos llamar power metal, aunque realmente sea algo totalmente distinto, de bandas que se han abierto paso hasta lo más alto de las cotas de popularidad entre los metaleros jóvenes sin alejarse de las raíces del género, pero sustituyendo los tópicos de interés genéricos de fantasía y dragones por la pasión del compositor principal de la banda. Así han aparecido nombres como los germanos Powerwolf, que ya comienzan a traer una producción digna de Steven Spielberg, los fineses Nightwish, que gozan de una popularidad mucho más estable que otras bandas de su género que lidiaron fugazmente con la fama, como lo fueron Evanescense o Within Temptation, y de nuevo a bandas parodia como Gloryhammer, que a día de hoy son una de las bandas de power más sólidas y fiables del panorama actual.

A esta nueva generación no le falta su horda de detractores, ¿pero que sería de los fans del heavy metal sin su actitud cínica y perpetuamente descontenta? Muchos te dirán que estas bandas son una basura, que es música para frikis que juegan a rol y beben Monster mientras grindean a su guerrero en Durotar, y que no representa la actitud hedonista y hasta marginal que viene popularizando al metal desde siempre. En lo personal, creo que el perfil psicológico del metalero ha cambiado mucho, evolucionando a mejor desde aquel macarra que bebía una litrona en un callejón oscuro de Vallecas, ya escribiré sobre eso, tranquilos, pero creo que en ese sentido, la música habla para unos jóvenes con unas inquietudes muy diferentes a las del aspirador de cocaína promedio de los 80.

Lo más destacado del underground

En corrientes más undergrounds hemos visto el nacimiento de un nuevo subgénero dentro del mundo del progresivo, y es que bandas como Periphery o Animals as Leaders han popularizado el djent como término para referirnos a esas distorsiones tan bajas y letales a las que acompañan ritmos endiablados y riffs más complejos que el Ulises de Joyce. Es curioso como incluso en una escena tan abierta de mente como es la de los fans del progresivo, haya detractores tan acérrimos a cualquier tipo de innovación, y es que parece que, aunque se hayan mantenido puras las raíces, cualquier adulteración de la fórmula primigenia es y será una felonía imperdonable. Por supuesto, menciono al djent como la única innovación en círculos más underground porqué es el tipo de música que me invita a indagar y a descubrir todos sus entresijos, pero estoy seguro de que han aparecido cientos de bandas que han creado cientos de subgéneros y que se me han pasado por alto, pero de nuevo, creo que esta clase de variedad es lo que hace tan grande al heavy metal.

Animals As Leaders (Foto: Itsaso Urkia)

Finalmente, creo que la década termina con la contemplación de una inmensa y afilada espada de Damocles, un augurio y una inevitabilidad que de hecho muchos ya veníamos contemplando desde hace años, y es que las bandas de siempre se están retirando.

El relevo generacional

Si uno se pone a contar a los cabezas de cartel de los festivales europeos, estoy convencido de que al menos 3 de cada 5 bandas o están en plena gira de despedida (Kiss) o están dando sus últimos coletazos en contra de cualquier clase de lógica o de retirada digna (Deep Purple). Hasta bandas “jóvenes” dentro de estos estándares han caído en momentos en que seguían gozando de una popularidad enorme, como ha sucedido con Slayer o Twisted Sister, y es que a veces estas bandas colapsan bajo su propio peso, atrapadas en la dualidad de ser un acto de nostalgia o seguir ejerciendo como artistas.

Slayer Resurrection Fest

Slayer (Foto: Paco García)

Creo que ahora más que nunca se verá hasta que punto se da el relevo generacional, y aunque el consenso es que muy difícilmente el heavy metal vuelva alcanzar la popularidad y el poder de convocatoria que poseen bandas como Metallica o Guns N’Roses, es bastante esperanzador que bandas que se mantienen tan en línea con la esencia clásica del género estén destinadas a ser los buques insignia del futuro. Si me hicieran decir nombres, hoy por hoy mi dinero está en Ghost, Amon Amarth, Sabaton y Nightwish, y es que gustándome más o menos, creo que son, y con creces, las bandas con una estética y un espectáculo más claro y definido, lo que garantiza que, aún siendo ya muy grandes, no van a dejar de crecer en años venideros.

Quién sabe lo que nos aguardará la próxima década. Quizás haya una resurrección del metalcore de la misma forma que el punk volvió en los 90 o que la NWOBHM volvió a arrasar Gran Bretaña. Puede que cuándo las grandes bandas se retiren haya quiénes prefieran ver a grupos tributo antes que darles una oportunidad a estas “bandas de frikis”. Puede que aparezca un nuevo subgénero tan rompedor e inventivo que mi mente sea capaz de concebirlo. Sin embargo, pase lo que pase y pase cuándo suceda, lo que está claro es que el heavy metal no desaparecerá. De hecho, creo que está en mejor forma que nunca.

Marc Fernández