Ahora quedan por delante dos años de subasta. Y los otros festivales del país no lo van a poner fácil. Será interesante ver que ases tiene este Doctor Music Festival Reincarnate bajo la manga.

El negocio de la contratación de artistas es algo así como una subasta donde las piezas a subastar son siempre limitadas y el número de postores es creciente año tras año. Las piezas a subastar son bandas con capacidad probada de convocatoria. Las piezas a subastar son, cada año, menos y menos. El precio de salida es más y más. Más allá del efecto que esto tiene sobre el precio de las entradas de los festivales y las giras, este perverso sistema de subasta se construye sobre una telaraña de influencias y favores que no sirve de nada si alguien viene con un cheque superior. El postor mejor situado, por trayectoria, eventos en cartera y relación personal con el agente de contratación de turno, puede ser aniquilado por una oferta superior de parte de un promotor que quiere ganar posicionamiento aunque sea perdiendo dinero. Al final, la clave está en una impredecible mezcla de faroles propios de una partida de poker, liquidez muy disponible y la capacidad de engatusar al agente y manager con algo más que la oferta económica (pese a que esto es lo que más pesa). Si además de ser el que más paga, tu festival va a ser el mejor promocionado, el más lleno y el que más bandas morrallosas de la misma agencia está dispuesto a meter en su cartel, puede -tan solo puede- que te lleves el gato al agua y consigas fichar a una de esas bandas que te garantizará la venta de un número sustancial de tickets. A la prensa le dirás que has metido el doble de lo que has metido, al ayuntamiento o diputación que subvenciona le dirás que ha venido el triple y como te va tan bien, el año que viene el agente te pedirá más dinero porque sabe que tienes la capacidad para generarlo. O el organismo público de turno te retirará la subvención porque eres capaz de generar recursos por ti mismo como festival.

¿Suena lioso, rebuscado y enfermizo? Así es el fantástico mundo de la contratación para los grandes -y no tan grandes- festivales de música.

Cuando el Doctor Music Festival se presenta en Londres en Febrero de 2017 para una edición que se celebrará en Julio de 2019 está buscando posicionarse. Tanto con los agentes (que están mayoritariamente situados en dicha ciudad) como con la prensa internacional. Posicionarse para que el talento de renombre, aquellos que venden miles de entradas, decidan irse a un valle perdido en el Pirineo catalán en lugar de a una metrópolis centroeuropea que también tiene un macrofestival en las mismas fechas.

Una de las consecuencias de la tan famosa globalización es que los festivales ya son iguales en España que en el Reino Unido que en Finlandia. El cartel importa, si, pero lo que importa es que seas el primero en anunciarlo, el primero en conseguir que la gente se decida por tu evento y el primero en captar su dinero con ofertas iniciales para que se vean “obligados” a acudir finalmente al evento. Especialmente porque la entrada de un festival es el gasto más insignificante de todos. La bebida, la comida, los viajes y el alojamiento se llevan la palma en cuanto a costes satélite. Pero una vez has adelantado 150€ para un evento, ya no te vas a pensar los siguientes 300€.

Así pues, con sibilina inteligencia, Doctor Music pone a la venta las entradas en mayo de 2017, logrando que unos miles de fieles decidan en 2017 lo que van a hacer en 2019, cuando probablemente no saben ni lo que van a cenar esa misma noche. Pero ya están atados.

Adicionalmente, para ser el primero en anunciar, tienes que ser el primero en atar a las bandas. Un festival que se celebre en verano de 2017 puede haber cerrado sus cabezas de cartel en primavera de 2016. Así que si el Doctor Music Festival quiere tener un gran cartel en verano de 2019, no es nada descabellado que emplee buena parte de 2017 y 2018 en cerrar a las bandas que formarán parte de su programación. Y, a poder ser, con el dinero anticipado de los más fieles en el bolsillo para afrontar los costes iniciales del proyecto.

El mercado festivalero en España está tenso en 2017. Además de la multitud de festival indie y pop que pueblan pueblos y ciudades de todo el país, el rock y el heavy metal han hecho un resurgimiento espectacular en los últimos dos años. Citas como el Mad Cool, el Download Festival y el Rock Fest Barcelona se han sumado a las muchas ya existentes, tensando más la subasta de la contratación. El millón de euros de salida no es una cifra descabellada para muchas bandas. Los tres millones de euros tampoco. Conseguir el dinero del fiel antes que nadie y darle dos años para predicar con el evangelio de ese evento concreto es una decisión astuta.

Neo Sala, el jefazo de Doctor Music, no es tonto. Puede que haya cometido algunos espectaculares batacazos festivaleros en años recientes, pero sabe que el Doctor Music Festival suscita una nostalgia tremenda en ese sector de los treintaytantos que ya no acude a festivales porque tiene una hipoteca, pero al cual el Doctor Music Festival le evoca sus experiencias de 20 años atrás. Aquel polvo en una tienda de campaña. Aquel porro tan denso. Aquel concierto tan espectacular de aquel artista que ahora está muerto pero que puedes decir que tu viste sobre el escenario, como Bowie o Reed. Sobretodo a ese, hay que darle tiempo para planificar el desembolso y ver con quién deja el niño en ese fin de semana. De nuevo, dos años y medio puede parecer desmesurado pero el mensaje que envía es el de “lo tengo tan claro, que pongo ya la fecha”.

Ahora quedan por delante dos años de subasta. Y los otros festivales del país no lo van a poner fácil. Será interesante ver que ases tiene este Doctor Music Festival Reincarnate bajo la manga.