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Hoy se ha presentado en Fuengirola el nuevo festival Rock The Coast, con el que se pretende profundizar en el concepto de un festival con encanto. Los primeros cabezas de cartel confirmados, Rainbow, son la sorpresa pero no debemos quedarnos ahí.
A cualquiera de los que llevan más de quince años en este negocio se le escapa que toda esta tierra era casi yerma. Si bien en los 90 y en los ’00 había festivales, la humildad desde la que estaban planteados y la poca diversidad de la oferta los hacían más anecdóticos que otra cosa: Menorrock, Piorno Rock, Festimad, Rock Machina…nombres que a cualquier asistente actual del Resu o el Download le sonarán a chino. Quizá a los del Rock Fest y el Leyendas, por media de edad, les sonarán más. El caso es que nos encontramos en un momento en el cual el hecho festivalero es una realidad madura -que no perfeccionada- que invade todos los rincones del negocio de la música actual: las bandas no giran tanto porque vienen a tocar a los festivales, casi siempre más lucrativos; en abril, mayo y junio baja espectacularmente el número de conciertos en salas porque la competencia frente a los festivales es salvaje; el público ahorra y modifica sus hábitos de consumo haciendo inversiones de varios cientos de euros en abonos, hoteles y vuelos a un año vista.
Los festivales dominan la actualidad: los picos de visitas en esta web son dos, cuando muere un músico o cuando se confirman bandas para los festivales. Y se confirman más festivales que músicos mueren – al menos en esta década, veremos en la siguiente. La ciencia de crear expectación ante las confirmaciones de un festival está en desarrollo -cada uno lo hace a su manera- pero sigue siendo un claro ejemplo de que el control de la información y la manera en que se hace llegar al destinatario final es cada vez más importante.
En ese contexto, se ha presentado hoy en el ayuntamiento de Fuengirola una nueva cita, llamada Rock The Coast en la que se apuesta por un recinto -el Marenostrum- hecho a medida para conciertos y por el que ya han pasado varias grandes giras de otros estilos. Un festival que ahonda en el concepto boutique pues la calidad del recinto y su emplazamiento pesan casi tanto como el cartel y no está diseñado para grandes masas de 80.000 personas, como puede ser el caso de un Mad Cool o un Download Festival. Un recinto que recuerda más a los de Loreley o el RockHard Festival, ambos alemanes, pero con el encanto de una ciudad costera con buena climatología. Del mismo modo que el ya fallecido Be Prog My Friend hacía del Poble Espanyol de Barcelona su orgullo, Rock The Coast tiene visos de ser un festival íntimamente asociado al recinto en el que se celebra desde una perspectiva de identidad.
La cuestión es si hay sitio. Si bien el Be Prog My Friend procuraba carteles de géneros nicho y muy particulares como son el rock progresivo y el metal más experimental, el Rock The Coast entra en una batalla de contratación que ya libran encarnizadamente el Rock Fest Barcelona, el Leyendas del Rock y en menor medida, Resurrection y Download. El primer cabeza de cartel confirmado, Rainbow en fecha única para el sur de Europa, tiene el tirón necesario para mover a miles de personas de nuestro país y otros cercanos, especialmente dado el encanto turístico de la zona y su enclave privilegiado. La cuestión es ver si entrar en esa batalla, la de las bandas clásicas con exceso de pretendientes, es rentable a la larga. No hay tantas bandas que puedan sostener festivales de rock de diez o quince mil personas de aforo (podrías hacer lo mismo con Vetusta Morla, Txarango y Love of Lesbian sin tantas complicaciones, eso si) . Eso si, nadie le puede achacar a Madness Live, uno sus promotores junto a Sufriendo & Gozando, falta de cabezonería: el año pasado metieron a Iron Maiden en un estadio y lo petaron con 50.000 personas contra todo pronóstico. El mismo promotor se tiraba de los pelos de puro asombro al ver que el órdago había funcionado cuando todo el mundo pensaba que aquello iba a ser un destrozo económico. Hay que tener un par de huevos para semejante jugada. Del mismo modo que hay que tenerlos para iniciar un nuevo festival en un año tan salvaje como el que se avecina: además de todos los conocidos, no olvidemos que el Doctor Music Festival está por revelar su cartel.
No cabe duda de que Rock The Coast nos va a sorprender pero también hay que valorar que es un festival donde todo el peso no va a poder recaer en el cartel artístico, sino que se tiene que compartir con el encanto del recinto y el marco en el que se realiza. Solo así se le podrá augurar un futuro a medio plazo. Al final, cuando los teenagers invaden el Arenal Sound no lo hacen por el cartel, sino por la experiencia. Las bandas son intercambiables como cromos, pero lo que es complicado de crear es la experiencia. Es ahí donde, probablemente, se encuentre la clave de Rock The Coast.
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