Vender bragas a dos euros: las notas de prensa en el mundo del metal
Dicen que en la música está todo inventado. Que innovar es, por no decir imposible, sí muy complicado. Para destacar y llamar la atención tienes que ser bueno y llevar bajo el brazo canciones que merezcan la pena (por eso de que ya está todo visto). Pero no afecta sólo a la música como tal, sino a muchos factores que la rodean y que te pueden decir mucho respecto a lo profesional que se pueda tomar alguien las cosas.
No soy quién para dar consejos. Al menos, en algunos aspectos no creo que sea yo quien deba decir cómo se deben hacer algunas cosas. No me siento con ese poder, y cuando veo que alguien va por ese camino, me produce cierto rechazo. El caso es que después de más de diez años escribiendo, entrevistando, yendo a conciertos y escribiendo reportajes (a distintos niveles y para publicaciones varias), hay cosas que ves un día tras otro… y no es que te produzcan desconfianza, pero sí un pensamiento recurrente: ¿en serio?
Dicen que en la música está todo inventado. Que innovar es, por no decir imposible, sí muy complicado. Para destacar y llamar la atención tienes que ser bueno y llevar bajo el brazo canciones que merezcan la pena (por eso de que ya está todo visto). Pero no afecta sólo a la música como tal, sino a muchos factores que la rodean y que te pueden decir mucho respecto a lo profesional que se pueda tomar alguien las cosas. Ojo, no hay que confundir que un gremio esté profesionalizado (que todos sabemos que en el rock duro y el metal en general en España es más una ilusión que una realidad para la mayoría) con ser profesional. Uno puede ser lo segundo, que es como se consigue, si se alinean los planetas, lo primero. Y uno de los factores clave son las notas de prensa. Y con seriedad. No hay que buscar colegueo, no hay que hablar como si te dirigieras a un amigo de toda la vida. Te estás dirigiendo de manera impersonal a cualquiera que pueda leerte.
Sea una banda novel o una asentada con años de trayectoria, resulta evidente que es algo que hay que mimar y cuidar, porque suele ser la primera impresión que se lleva el público o un futuro seguidor (en esta era, acompañado por norma general de algún adelanto en forma de audio, ya sea videolyric, teaser, tráiler o derivado). En las bandas emergentes ayudan las etiquetas en forma de género musical e incluso algunos nombres a modo influencia. Pero con los pies en el suelo. No es lo mismo decir que tus composiciones suenan a X banda que dejar caer que tu sonido está inspirado en ellos. En el primer caso pones las expectativas a la altura de los grupos citados; en el segundo informas y das una idea.
Cuando se trata de una formación ya con años y discos a sus espaldas, a veces cambia la forma… pero no el fondo. Lo lógico es que en entrevistas posteriores a la promoción del lanzamiento que sea, los músicos vendan ese trabajo como “lo mejor que hemos hecho nunca”. ¿Cómo no lo van a sentir así? Lo más lógico es pensar que lo que tienes más reciente, tu nueva obra, es la cima de tu carrera… hasta el siguiente disco. Y hasta que el seguidor empieza a comparar declaraciones actuales con pasadas y la credibilidad queda por los suelos. Porque es el tiempo el que pone todo en su sitio y el único que es capaz de dictaminar lo que es mejor y peor. Por eso emitir un comunicado diciendo que esa banda ha hecho su mejor trabajo, aparte de ser de lo más habitual y repetido, crea incredulidad y escepticismo. Por eso siempre me acuerdo la manera tan sincera que Matt Cameron definió ‘King Animal’ (el primer trabajo de estudio de SOUNDGARDEN tras su vuelta) antes de su salida a la venta: “It does not suck”. Vamos, que no apestaba (y no mentía). Porque llega un momento en la vida de un músico de éxito que es consciente de que nunca van a superar composiciones hechas en el pasado. Algunos lo admiten en público (y todavía en activo) y otros lo ocultan tanto como pueden. Aunque lo piensen.
La ortografía (y gramática), por muy obvio que suene, hay que cuidarla también. Y el idioma. Está bien tener las miras fuera, porque en pleno siglo XXI te puede escuchar lo mismo una persona de un pueblo de Teruel que un sueco que vive en Alemania o gente de Eslovenia. Lo que parecemos olvidar es que X, como músico y banda, está localizado en una ciudad y un país donde se habla un idioma, y donde las primeras personas que potencialmente te pueden escuchar son las de tu zona. Que pueden hablar inglés, sí. Que puedes hacer un comunicado en tu idioma y otro, también. Pero nunca entenderé que un grupo de corta trayectoria de prioridad su lengua no materna. Ya ni hablamos de omitir por completo esa misma. Es simple. Será más fácil que des un concierto (al menos a corto plazo) en ese pueblo de Teruel que en Alemania, China o Finlandia.
Vuelvo al primer párrafo, porque no soy quién para sentar cátedra, que aquí el primero que tiene faltas soy yo. Se nos pasan muchas veces por alto a pesar de repasar nuestros escritos una y otra vez. Pero algunos parecen olvidar los signos de puntuación (no viene mal recordar que en castellano hay exclamación e interrogación al comienzo, no sólo al final). Igual que en una nota de prensa, en cualquier red social. Que al fin y al cabo, es el trato directo no sólo con seguidores, sino, muchas veces, con los medios también.
Y unos y otros, y a la larga casi todos, deberían olvidarse de una expresión: “Bla bla bla bla que a buen seguro no dejarán indiferente”. Puede que os suene bien en el momento que la pensáis, que incluso cuando emitís el comunicado lo leáis y penséis que encaja en el texto y queda de lujo. Pero cuando lees eso diez veces a la semana, coges manía a esa frase. Aparte que hace tiempo que muchos dejamos de creerla… si es que la creímos alguna vez.
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