Generalmente, el problema de asistencia a los conciertos tiene más bien poco que ver con el artista que se presenta, sino con cómo se presenta. Las giras con estructuras atípicas triunfan en la actualidad (cuando una banda toca un disco entero, por ejemplo) y en la innovación está el poder. Si dar un paso atrás y compartir el protagonismo de tu carrera con los hits de otros sirve para llegar a un público más amplio, bravo. Seguir al rebaño, como se suele hacer en el heavy metal de este país, no siempre es lo más productivo.

No hace mucho, en febrero de 2013, me encontraba en la sala Salamandra de Hospitalet, cerca de Barcelona. Estaba tocando Leo Jiménez, el que fuese cantante de Saratoga, Stravaganzza y un auténtico portento vocal. Presentaba su nuevo disco en solitario pero la entrada no acompañaba: apenas 150 personas estaban allí para darle la bienvenida cuando no mucho tiempo atrás, se enfrentaba con Saratoga a salas llenas hasta la bandera en la misma Barcelona. Las subidas y bajadas de un negocio más volátil que la bolsa de valores. Y toda una pena, porque el directo fue un directazo. Leo es un enorme profesional sobre las tablas y de estos tampoco vamos tan sobrados en nuestro país.

Un año después, Leo comenzaba una gira que en un principio levantó suspicacias: “Heavy Metal Orchestra”. ¿Qué demonios era aquello? Pues un concepto innovador que le ha funcionado a las mil maravillas. Si los temas en solitario no mueven toda la cantidad de público deseable, habrá que darles otros caramelos. Hay caramelos duros y caramelos blandos. Y lo que ha hecho Leo con su Heavy Metal Orchestra es darle caramelos blandos a un público que -por mucho que diga- solo reacciona a determinados estímulos. Una cuidada selección de covers de artistas como Helloween, Judas Priest, Iron Maiden o Sepultura se entremezcla con un homenaje al rock duro español en base a versiones de Obús o Barón Rojo y todo esto sirve de antesala para que Leo haga un repaso a su propia carrera via Saratoga, Stravaganzza, 037 y sus propios temas en solitario. Una manera más atractiva y mejor planteada de ofrecerle a la gente un concierto a medida de sus gustos. La gente conoce a Leo y sabe que es un gran artista sobre las tablas. ¿Quieren dos horas seguidas de Leo? Es posible que no, dado el escaso valor que nuestro público le da al producto propio. ¿Solución? Adornar el plato para que el doble de gente coma y además con una sonrisa. El buen cocinero no solo debe encontrar equilibrio en los sabores, sino en la presentación de los platos.

Hace un año justamente veíamos a Rafa Blas en directo y hablábamos de lo visto como poco más que un concierto de verbena, donde las versiones eclipsaban al producto propio en un primer tour en solitario. Alguna que otra persona se nos echó encima, sin entrar en más detalles. Sin embargo, Leo ha sabido hacer un concierto atractivo para el público sin menospreciar su propia producción, equilibrando y dosificando. ¿El resultado? La sala Bóveda de Barcelona llena hasta la bandera el pasado sábado.

Generalmente, el problema de asistencia a los conciertos tiene más bien poco que ver con el artista que se presenta, sino con cómo se presenta. Las giras con estructuras atípicas triunfan en la actualidad (cuando una banda toca un disco entero, por ejemplo) y en la innovación está el poder. Si dar un paso atrás y compartir el protagonismo de tu carrera con los hits de otros sirve para llegar a un público más amplio, bravo. Seguir al rebaño, como se suele hacer en el heavy metal de este país, no siempre es lo más productivo.